Navaja y lascivia
La navaja tembló al ritmo de la excitación. Nunca creyó dar el paso, se repetía que solo eran fantasías oscuras, pero estaba ahí, en un callejón, con la lascivia empapando los labios. La chica gritó, él dio un paso, su corazón no aguantó y cayó con la mano aferrada al pecho.
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