Obra dedicada a todos aquellos que alguna vez han tenido un infortunio en el amor.

Infortunio

Hacía mucho frío, mis dientes castañeaban y mi cuerpo temblaba moviendo mis extremidades laxas. Me levanté, acomodando mi abrigo y me fui a por un café. Y mientras regresaba, saboreando la sensación de la calidez en mis palmas. La vi. Pasó a mi lado sin percatarse de mi presencia y solo me bastó ver su sonrisa, saborear la sutileza con la cual se movía para sentir como un liquido caliente me recorría por completo, mis pies, mi estómago y llegando una calidez a mis mejillas blancas, ahora arreboladas.

Era una jodida belleza. Su sonrisa, sus ojos y era una delicia observarla, verla era como degustar la libertad a través de la gracia de su andar. Llevé el café a mis labios, sospesando si acercarme o no, sin embargo, al dar un paso con intensión de hablarle, alguien más la rodeó por atrás y comprendí que ya tenía a alguien más. Menudo y suertudo hombre. Y menudo e infortunio que era yo.

Así que, me di media vuelta y regresé a mi lugar, mientras me alentaba pensando que: al fin de cuentas, ella solo era una extraña que nunca más volvería a encontrar pero que sin duda jamás iba a olvidar.

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