𝓣𝓻𝓮𝓼 𝓭𝓲𝓸𝓼𝓮𝓼
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En una tierra oculta de la mano de Dios y de su misericordia una mujer ardía de vejez, una que era motivada por su egoísmo ciego a la brujería.

Era una bruja ejemplar, toda su vida se dedicó a buscar remedios a personas mal habladas y que consideraba, necesitaban castigo; una excusa que utilizaba para sacar beneficios. No obstante, el tiempo es el único que no hace caso a su palma, a sus palabras y mucho menos a sus sacrificios vagos.

Estaba frustrada, moriría pronto de vejez y no podía soportar a idea de que el tiempo y la muerte le ganaran en una partida de ajedrez entre su habilidad y el deseo imposible de la inmortalidad.

Un día como cualquiera y como ninguno, supo, gracias a la imagen programada en las líneas irregulares de su palma que su vida acabaría en unas horas. Así que se apresuró a hacer algo y solo se le ocurrió una cosa:

Fue al bosque, con una bola de cristal e hizo algo ya aprendido mucho tiempo atrás: traspasar su poder. La bola brilló como nunca al hacerlo. Rápida, enterró la bola debajo de la tierra y esta pareció consumirla con avidez.

«Toma mi poder y déjame vivir a mí», dijo al tiempo y a la muerte. Ellos respondieron: «por tu ofrenda sagrada, te daré lo que quieres».

Feliz de aquello la bruja entró a su casa; buscó una silla, una cuerda y colgándola de una estaca en su techo, se ahorcó.

Murió con el pensamiento de que su lucha había tenido fruto y había ganado a sus competidores. Lo que nunca supo era que en su competencia había otro personaje: el destino, sediento por la manipulación de una mente ambiciosa.

Creado en el 2019.