Un ángel ciego

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Un ángel se posó en su regazo y le contó una historia de terror. 

Su voz se deslizó por sus oídos como una brisa inexistente. Nunca sintió su aliento tocando su piel, pero allí estaba su tono vacío, surcando su mente cedada.

Sus labios le rozaron el lóbulo izquierdo y estos estaban tan helados que sabía, le dejarían una marca de fuego por toda la vida. Su cuerpo reaccionó de inmediato y un escalofrío escaló su columna vertebral y lo obligó a mantenerse erguido. Sin embargo, ninguna de las acciones de su acompañante hizo que abriera los ojos o no hasta el momento, le atemorizaba demasiado para hacerlo.

Su cuento de terror comenzó con un pequeño niño que dejó sus ojos sobre una flor, porque aquella le alegó por su ceguera. Cuando deseó recuperarlos, estos los habían comido los gusanos.

Él intentó llorar, pero las lágrimas inundaron sus huecos orificios. Alcanzando la angustia, gritó, pero su voz fue cortada por el viento en un arrebato desesperado; pues, si la víctima no ve, Dios tampoco lo hará y el viento deseaba hablar; y eso hizo la misma, con su propio chillante tono de voz le pidió su perdón.

Guiándose por su escucha, el niño llegó donde su madre, cuyo grito de horror al mirarla su sádico aspecto le perforó los oídos.

En última instancia, Dios se apiadó de él y lo convirtió en ángel.

Concluyendo su historia, nuestro protagonista abre lo ojos y mira a su ciego acompañante.

Este relato sirvió de inspiración para la creación de un cuento con el mismo nombre ya en mi perfil.