𝓜𝓮𝓶𝓸𝓻𝓲𝓪𝓼 𝓭𝓮 𝓾𝓷 𝓼𝓮𝓻 𝓻𝓮𝓶𝓹𝓵𝓪𝔃𝓪𝓭𝓸
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Supongo que vivo para complacer terminaré muriendo por vivir.

Una tradición no escrita y no dicha se implanta en mí poniendo en mi mente la necesidad de llegar a agradar. Soy un dulce que no se cree su melosidad.

La rosa me rechazó y sentí como sus espinas se inyectan en mí poniendo veneno, dejándome caer en las profundidades donde nadie me conoce y yo desaparezco. Alguien toma mi lugar, me remplazan, porque soy insuficiente.

Mi debilidad es mi mayor adicción, la busco locamente, creo en ella ciegamente, la beso desesperadamente; perdiéndome en las curvaturas de su inseguridad, desvaneciéndome con su saliva sabor depresión.

No he sido yo desde entonces, ese ser despreciable tomó la mano de mi buena conciencia y escaparon juntos. Ahora en mí emerge un ser que no reconozco, pero que tiene mi nombre.

Busco mi alma, no la encuentro. ¿Alguien pudo robarla? No lo sé, pero sufro sin ella, pues aquel ser sin nombre que se hace llamar yo busca la libertad.