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Microrrelato dedicado a la hermosa Ylevhope por brindarme está bella palabra.
Corrían las agujas del reloj como si quisieran jugar una carrera imposible, la cual jamás tendría un final.
O quizás no eran las agujas las cuales corrían, tal vez las agujas solo eran una vaga representación de su propia persona intentando correr en vano, una carrera contra el tiempo. Una carrera sin meta, una carrera larga y agotadora con un solo ganador de antemano.
El mismo tiempo.
El cual desde un principio y mucho antes de comenzada dicha carrera, ya se había autoproclamado vencedor, sin dar lugar a otro.
Se hallaba tan cansada de que fuese protagonista en su vida que por momentos deseaba que ni siquiera existiera.
Le dolía escuchar de su círculo cercano las mismas palabras diariamente.
"Estás perdiendo el tiempo"
"¿Por qué pierdes tu tiempo en esas cosas?"
"Se te está yendo el tiempo"
"Deja de perder el tiempo con tonterías sin sentido"
"Ocupa tu tiempo con sabiduría"
Hasta que conoció aquel lugar.
Un espacio donde el tiempo parecía esfumarse para dejarle paso solamente a la tranquilidad. Un lugar, que a pesar de ser concurrido por muchas personas, parecía haber sido creado exclusivamente para ella.
Solo para ella.
Una estructura de hierro, varios barandales, varias filas de gruesos cables, de los cuales colgaban distintos tipos de candados, notas y muñecos. Era el puente de su ciudad.
El conocido "Puente del olvido" conocido así, por las personas que pasaban allí horas y horas, sin importarles cuánto tiempo pasaban allí.
En aquel lugar, el tiempo nunca era protagonista, debido a que era reemplazado por las miles de notitas que los transeúntes colgaban junto a bonitos candados de distintos tipos de colores.
A ella le encantaba pasar sus horas leyendo aquellas pequeñas notas. Aunque uno de ellas llamó su atención desde el principio, llevándola a leerla cada vez que llegaba a ese lugar. Le encantaba aquella nota sin firma, colgada en aquel lugar específico del puente.
Era simple y tan sencilla, que cada vez que la leía, parecía enseñarle algo nuevo.
«No te preocupes demasiado. El tiempo, no es nada sin ti. Tú haces al tiempo especial»
Y aquella nota la hacia sentir tan especial que no le importaba nada más luego de leerla, hasta que regresaba a su hogar y nuevamente la misma frase volvía a recibirla:
"¿No te has fijado qué hora es?¿Por qué no me haces caso y haces algo productivo con tu tiempo?"
Entonces por primera vez decidió que era tiempo de emplear aquella simple frase y que tantos días enteros la había llenado al leerla. Y decidió responder:
"No estoy perdiendo el tiempo, porque el tiempo sin mí no es nada, yo hago especial al tiempo"
El silencio reinó su casa por un breve instante hasta que la voz retumbó nuevamente en el lugar:
"¿Qué tú haces especial el tiempo? ¿De dónde sacaste tal estupidez? De seguro lo leíste de alguno de los libros de autoayuda que leía tu madre"
Aquella noche mientras huía de su casa con lágrimas invadiendo sus ahora opacos ojos, corrió buscando encontrar en aquel puente, aquella dulce nota, que tanto la llenaba y de quién no sabía su procedencia, pero no la halló.
Diferente a lo que quería encontrar, pero en el mismo lugar encontró una nueva nota:
«En este puente te conocí, en este puente escribí una nota para ti, en este puente te dije lo que soy sin ti y en este puente te dije lo que tú me vuelves a mí»
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