
Siempre llega antes
Salté al vacío y me di cuenta de algo cuando ya era tarde. No era la hora. No mi hora. Había forzado las manecillas del reloj. Ahora ya no había vuelta atrás. Vi el oscuro asfalto que pronto tiñó todo el paisaje y deje de ver. La oscuridad me había comido hasta las entrañas.
Abrí los ojos y me cegó la luz. Todo era de un color puro teñido de blanco. Lloré tanto como me permitieron mis jóvenes pulmones. Lloré porque no podía reír y grité porque no podía hablar. Y observando allí el mundo cabeza abajo comprendí. El reloj se había dado la vuelta.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro