Me gustaría de todo corazón afirmar a voz en grito y con el puño el alto que te odio. Que no soporto mirarte a la cara y que me escuece la nuca si te doy la espalda. Que tus labios destilan veneno en vez de palabras y en tus ojos vive el miedo. Que las flores se marchitan si pasas por su lado y el más dulce perfume huele rancio. Decir a los cuatro vientos y a los siete mares que no te soporto.

De verdad, de verdad que me gustaría odiarte por cantar poemas en vez de canciones cuando enciendes la radio. Por pintar un cuadro en mi piel cada vez que la rozas. Por lo tierna que es tu mirada color abedul. Y se lo diré a todo el que quiera escucharme. Que me gustaría odiarte por anudarme la garganta para que no se escapen las mariposas del estómago. Y tú, maldito cobarde egoísta, tienes el corazón tan grande que tienes que compartir la carga. Por todo eso me gustaría poder odiarte.

Y por todas y cada una de estas cosas desde los más profundo de las entrañas te quiero. Porque no te amo con el corazón y mucho menos con el cerebro. Porque cuando estoy contigo me duele el pecho y no puedo pensar en nada más que en ti. Me has convertido en una persona distinta, y ahora te niegas a asumir la culpa. Por eso a pesar de querer odiarte te adoro. Porque tú, que repartes palabras bonitas, que das los abrazos más sinceros y tus besos hablan más que tu boca. Sabes que no puedes con la carga de tus propios sentimientos y te niegas a compartirla. Ahora, que te odio y te amo a partes iguales, me ignoras.

Así que te dedico este escrito. Para que seas consciente que mis palabras no se esfumarán en el aire. Que el negro de la tinta quedará sobre el blanco del papel para que te persiga hasta que lo entiendas. Y para que después recuerdes lo mucho que te equivocaste.

PD: No me arrepiento.