Historia de una hoja
Entonces comenzó a oscurecer, y el cielo que los colores teñían como un lienzo se fundió en un manto azul profundo. La pequeña miraba a través del cristal como la tarde se consumía en la oscuridad. No tenía miedo, las pesadillas no le venían dadas por las extrañas figuras en las sombras; ni por el monstruo que podía haber tras la doble puerta del armario. Su mayor miedo, el que la tenía aterrorizada día y noche estaría ahora en el primer piso. Seguramente sentado en la butaca de terciopelo iluminado por la luz rojiza de la chimenea, fumando de su gran pipa. Aunque desde allí no pudiera oler el rancio hedor del tabaco. En su otra mano sostendría un vaso demasiado grande, lleno de aquel líquido ambarino y amargo del que solía abusar.
Los sonidos de la noche la tranquilizaba como una canción de cuna hecha solo para ella. Una dulce melodía que le acariciaba los tímpanos. Que gritaba su nombre en el silencio. Que la llevaba lejos de esas cuatro paredes mohosas. La niña encontraba consuelo en el aullido lastimoso de los animales, hablando como dos amantes; temiendo la distancia que los separa. El viento que susurraba entre las hojas. Aquel llanto nocturno hacían a Carla sentirse menos sola. Mientras, miraba a través del frío cristal de la ventana. Por desgracia, el viento que se llevaba lejos las hojas muertas no se la podía llevar a ella. Carla estaba atada por un hilo fino como una tela de araña, invisible. Estaba conectada a la rama que le había dado la vida. El pensamiento la atormentada como el goteo del grifo del baño. Quizás el problema era que ella no era como las hojas llevadas por el viento.
Abrió la ventana al contemplar el sol naciente despertando al mundo, cubriéndolo con un velo dorado que se enfriaría al acercarse el anochecer. Los aullidos fueron sustituidos por el alegre canto de los pájaros. Celebraban el nuevo día, y Carla quiso unírseles. Siguiendo su canción saco primero las manos. Luego la cabeza y los hombros... Abrió las alas deseando ser libre, pero la realidad la golpeó con toda su fuerza.
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