Cartas a su amada
Alabó su recuerdo hasta que le dolieron los pensamientos. Miró su imagen hasta que le lloraron los ojos. Recitó su dulce nombre hasta que se le secó la lengua.
No pudo acariciar su piel y le ardían las manos. No pudo morder su boca y le escocían los dientes. No pudo oír su voz y quedó sordo.
Pero ella vivía. Vivía en él, en sus hijos, en su casa y en su amor. Porque aunque su cuerpo ya era polvo; su voz el murmullo del viento; su rostro solo un reflejo cortante. Su amor viviría más allá del tiempo y del espacio.
Su amor era inmortal como ellos.
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