Capítulo 7
"El destino no reina sin la complicidad secreta del instinto y de la voluntad".
-Giovanni Papini.
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Mi mirada se centra en los libros sobre mi escritorio. No leo ni escribo nada, solo mantengo mi vista fija tratando de aclarar mis pensamientos, mientras el profesor desarrolla la clase.Y no es que su tema no me interese, es solo que mi confusión es tan grande que no me permite concentrarme en algo más.
Ha pasado más de una semana desde el incidente del lunar. Esa tarde al pasar de unos minutos dejó de iluminarse y regresó a la normalidad. Me quedé esperando a la nana hasta la media noche cuando volvió, pero no mencionó nada del tema...de hecho, no hemos vuelto a hablar de aquello desde que sucedió.
Claro que tengo curiosidad, digo...no es algo normal que a las personas le brillen los lunares así de la nada. Pero es más que obvio que ella no quiere abordar el tema, estoy segura de que sabe algo y por alguna razón no quiere contarme. Decidí no presionarla más y esperar a que las cosas caigan por su propio peso.
Un carraspeo de garganta me hace volver a la realidad.
—¿Necesita algo más alumna?—levanto la mirada para notar al profesor dirigirse a mí con intriga.
—¿Algo más..?—entonces observo a mi alrededor de forma distraída y me percato de que el aula se encuentra vacía.
Al parecer estaba tan ensimismada en mis pensamientos que no escuché la campana anunciando el final de la última clase, ya todos se han ido y solo quedo yo. Rápidamente me coloco de pie, estoy segura de que mi rostro está rojo de la vergüenza.
—Ah...no. Ya me iba, perdone.—organizo mis pertenencias y salgo lo más deprisa que puedo del salón.
Es una suerte que esta fuese la última clase y ya todo haya acabado, hoy mi mente no está lo suficientemente clara como para lidiar con mi rendimiento académico.
Una vez en mi casillero me dispongo a abrir la puerta, y cuando lo hago, un pequeño papelito cae a mis pies. Estoy segura de no haberlo puesto allí, así que con algo de duda lo levanto. Al verlo mis ojos se abren sorprendidos.
"¿ Lista para la sorpresa? Seguro la amarás"
Eso es lo único que pone el papel en su interior. Miro hacia mis costados creyendo que alguien ha intentado jugarme una broma, pero no alcanzo a divisar a ninguna otra persona por los alrededores. Mi ceño se frunce y vuelvo a leerlo, no entiendo a qué se refiere y no tengo idea de quién pudo haber sido.
Podría haber seguido parada como estatua releyendo aquel escrito de no ser porque Keira y Alice aparecen en mi campo de visión.
—¡Hola!—grita Keira alargando el sonido de la última vocal. Cierro mi casillero y voy hacia ellas.
—¿Y bien? ¿ Ya está todo listo?—me pregunta Alice a lo que asiento entusiasmada.
Desde hace unos días habíamos planeado quedarnos juntas, algo así como una fiesta de pijamas. Yo estoy realmente emocionada por eso, va a ser la primera vez que hago algo así.
Al ser alguien solitario nunca había tenido la oportunidad de compartir experiencias de ese tipo con amigas. Todavía no sé cómo me fue posible encontrarlas y que nos entendiéramos tan bien siendo mi personalidad algo arisca para las relaciones. De algún modo con ellas todo se siente natural y correcto...como si nos conociéramos de toda la vida.
—¡Qué bien! Yo también preparé algunas cosas, y mi abuela está deseosa de conocerlas al fin.—dice Keira dando saltitos como una niña pequeña. Sí, hoy nos quedaríamos en su casa.
Keira vive sola con su abuela y ella ofreció su hogar para que pasáramos la noche allí.
Caminamos a la salida comentando todo lo que quisiéramos hacer hoy, cuando recuerdo el extraño mensaje.
—Hey chicas ¿Alguna de ustedes puso esto en mi casillero?—les extiendo el papel y Alice comienza a leerlo en voz alta mientras Keira lo mira con el ceño fruncido. Rápidamente ambas niegan.
—¿Qué quiere decir? ¿Estás esperando una sorpresa o algo así?
—No, lo encontré hace poco. No tengo idea de quién pudo ser o a qué se refiere.
—Tal vez se confundieron de casillero, o puede que hayan querido hacerte una broma.—concluye Alice extendiéndome el papel de regreso, el cual guardo en un bolsillo de mi chaqueta.
—Sí, eso mismo pensé. Alguien seguro estaba muy aburrido y quiso jugar un poco.—ruedo mis ojos con exasperación por tan inmadura acción del supuesto bromista y continúo caminando junto a ellas.
Las tres nos despedimos por el momento para ir a nuestras casas, dejar las cosas de la escuela y tomar lo necesario para la velada. Una vez atravieso la puerta encuentro a mi nana limpiando meticulosamente algunos adornos de la sala de estar.
—Tu madre dejó un mensaje.—es lo primero que dice una vez me acerco. Levanto mis cejas en señal de que prosiga, a lo que ella continúa.
—Dijo que ya están en la ciudad y mañana en la tarde quiere que se reúnan para la conversación importante que tienen pendiente.
—Bien ¿En qué lugar será?—pregunto sin darle mucha importancia mientras dejo mi chaqueta y bolso en el sofá, ya estaba advertida de que eso sucedería.
—Ella dijo que sería en el mismo restaurante al que te gustaba ir de niña.–hace una pausa cuando detengo abruptamente mis acciones y me giro con lentitud.
Recordar los pocos momentos familiares que he tenido con ellos no hace más que amargar mi humor. Se supone que deberían alegrarme, pero solo me confirman lo lejos que han estado siempre y lo solitaria que ha sido mi infancia. Las cosas buenas que han hecho por mi puedo contarlas con los dedos de una mano y seguro sobrarían.
—¿Por qué precisamente ese lugar? Hace años que no vamos allí.
—Entonces seguro la ocasión lo amerita. Dijo que a las 6:00 PM te esperan y que por favor...no llegues tarde.
Suspiro con pesadumbre y mi nana se posiciona frente a mí para luego tomar mis manos, quizás buscando consolarme como siempre ha hecho en estas situaciones.
—Entiendo que esto es algo molesto y triste para ti, no me gusta verte así... realmente quisiera ayudarte Lizzy.
—Entonces ayúdame, inventemos una excusa para no tener que ir o algo así.—sugiero con desespero.
—No podemos hacer eso, uno no puede intervenir en ciertas cosas...
Bajo mi cabeza a modo de derrota y ella levanta mi barbilla mientras acaricia mi cabello.
—No te preocupes, todo saldrá bien.—me sonríe—Si te hace sentir mejor, puedo asegurarte algo...—la miro expectante y la incito a continuar abriendo aún más mis ojos.
—No te desesperes porque a partir de ahora las cosas cambiarán y para bien, la respuesta a tus preguntas está más cerca de lo que imaginas. Lamento no poder decirte más.—y como acostumbra a hacer, se aleja de mí para volver a irse dejándome tan confundida como triste y decepcionada.
Subo a mi habitación resignada a lo que me espera. Después de darme una ducha y vestirme, reviso mi mochila para asegurarme de que no falte nada. Sonrío de forma inconsciente al ver las cosas que había preparado para divertirnos en la madrugada,pero mi felicidad se anula en cuanto recuerdo que no puedo desvelarme hasta tarde porque al otro día debo estar lista para la cena con mis padres.
Sacudo mi cabeza para no pensar en eso, ahora solo quiero concentrarme en mis amigas.
Recibo un mensaje al móvil con la dirección de la casa de Keira y bajo los escalones de dos en dos dando leves saltos de la emoción. Tengo que sobreponerme y mejorar mi humor por las chicas y porque creo que merezco vivir una experiencia divertida como esta...no voy a dejar que ellos me amarguen la oportunidad.
—Cuidado no vayas a caerte, jovencita.
–me reprende riendo con ternura.
—Estoy entusiasmada.—río y beso una de sus mejillas para despedirme.
—Pásala bien y avísame en cuanto llegues.—grita sacudiendo sus manos mientras yo corro hacia la puerta.
Ya es casi de noche, adoro esta parte del día cuando el cielo se divide entre la luz y la oscuridad formando ese manto multicolor llamado atardecer. Así que este paseo perfectamente me ayuda a olvidar mis molestias por breves instantes. Camino confiada por las angostas calles buscando la casa de Keira, hasta que encuentro el número de la propiedad que ella me había enviado.
Toco suavemente la puerta y me recibe una anciana. Su cabello canoso recogido en un moño alto, su piel morena al igual que la de Keira y podría jurar que sus sonrisas son ligeramente parecidas.
—Hola ¿Eres una de las amigas de Kei?—pregunta sonriente.
—Así es señora. Un gusto, mi nombre es Liz.
—Oh, no me digas señora.—ríe con confianza.—Puedes decirme Lidia o abuela, como gustes. Kei me ha hablado mucho de ti y de la otra chica...Alice.—responde alegre mientras se aparta un poco de la puerta para que yo pase.
—Keira está en su habitación, es la segunda puerta a mano izquierda caminando por ese pasillo, iré a prepararles algo de comer.—me señala el lugar.
Le agradezco por su hospitalidad y mientras le escribo a mi nana para informarle que he llegado, me dirijo a la habitación de Keira. Allí la encuentro con su cabello largo peinado en una coleta alta, sentada en su cama de espaldas a la puerta escuchando música. Sonrío con malicia ante mi idea y me acerco un poco más.
—¡Sorpresaaaa!—ella se sobresalta casi cayendo de la cama, y yo no puedo parar de reír.
—¡Idiota, me asustaste!—trata de fingirse molesta, pero al verme sosteniendo mi estómago de la risa ella también suelta una carcajada.
Cuando nos calmamos me dedico a escudriñar mis alrededores. Su habitación no es tan grande, pero tampoco extremadamente pequeña. Sus paredes son de un tono lila bastante bonito, están decoradas con fotos de su abuela y ella juntas, algunas suyas compitiendo en lo que parece ser un campeonato de gimnasia y sobre su escritorio la foto de una pareja...se veen muy felices.
Keira nota mi mirada curiosa en la foto.
—Son mis padres.—sonríe con orgullo y tristeza.
No puedo evitar sentirme mal por ella, hace unos días me había contado que ambos padres habían muerto en un accidente aéreo cuando tenía ocho años y desde entonces su abuela se había encargado de cuidarla y sacar adelante a su familia. Pienso en cómo la vida puede ser a veces injusta, Keira es una chica excelente y no tiene a sus padres con ella...yo, sin embargo, los tengo pero no recibo el amor que quisiera de su parte.
Antes de que el ambiente decaiga decido cambiar el tema.
—No sabía que hacías deporte.—digo refiriéndome a la foto del campeonato.
—Pues sí, hace algunos años estuve en una academia de gimnasia. Me gustaba mucho, pero decidí dejarlo porque sabía que no era la vía para lograr mis propósitos...—confiesa con nostalgia.—Tener una carrera exitosa que me permita ganar lo suficiente para cuidar de mi abuela y llevarse todas sus preocupaciones. Ella ha hecho mucho por mí ¿Sabes? Quiero hacer lo mismo por ella.—sonríe decidida, y no puedo evitar sentirme afortunada de ser su amiga, admiro mucho su fortaleza.
Un segundo vistazo a la habitación me hace caer en cuenta de algo...
—Oye ¿Qué le habrá pasado a Alice?
¿No vendrá?—pregunto haciendo un puchero, yo quería que estuviésemos todas...
—Me envió un mensaje hace un rato, al parecer tuvo un problema en casa, pero me aseguró que vendría aunque fuese tarde.
Entonces, como si el universo hubiese escuchado aquellas palabras, el timbre de la casa se hace presente y en el pasillo de esta se escucha la voz de Alice.
Hola!!! Quiero agradecerles por apoyar la historia hasta el momento. Quería avisar que a partir de los próximos capítulos la trama avanzará y nuevas cosas interesantes están por venir. Sin más que decir, les recomiendo que no se pierdan lo que sigue!!! Pronto ambos mundos se encontraran...
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