Capítulo 42
"En la cima de esta melodía que ha terminado, estoy de pie aquí solo. Ahora dime que todo se ha acabado, házmelo saber."
-Let me know.
[BTS]
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—¿Por qué lo hiciste? —Inquiere Keira exasperada mientras sostiene mis hombros.
—No espero que ustedes lo comprendan. Pero debería bastarles con saber que he hecho lo correcto.
—Es que...no tiene ningún sentido. Creí que habías dicho que se amaban, que lo amabas. — reprocha Alice.
—Y lo amo, eso no ha cambiado y dudo que lo haga.
—¿Entonces por qué lo dejaste ir? Es obvio que ambos no están a favor de tu decisión.
—Aunque no lo estemos, es lo que debe ser. No puedo arriesgar sus vidas ni la suya por un sentimiento el cual desde un principio nunca debió de manifestarse.
Las miradas de ambas chicas sobre mí delatan confusión, compasión, incredulidad y a la vez compresión a lo que minutos antes me he visto en la obligación de contarles.
Luego de haber tomado mi decisión, pasé el día deambulando por la mansión evitando a toda costa encontrarme con Jungkook, tarea que no se me dificultó en lo absoluto debido a que él tampoco tuvo intenciones de acercarse nuevamente.
No obstante, sé lo herido que mi confesión le dejó, a pesar de que no hayamos mediado palabra.
Los sollozos provenientes de su habitación, las miradas acongojadas y atormentadas de sus amigos, el silencio sepulcral cada vez que uno de los dos coincidía en un salón o hacía acto de presencia, los inconfundibles estruendos de cristales y otros objetos del lugar siendo impactados por todo el suelo de su habitación. Todo ello lo delata.
He estado presenciando desde las sombras todos aquellos actos de dolor y despecho por su parte, he escuchado cada suspiro, llanto y maldición provenir de sus labios. Y aún así...no he vuelto a llorar desde aquel día.
Han pasado ya cinco días desde que Jungkook y yo discutimos. No sabría decir si aquello fue una simple ruptura amorosa o no, simplemente porque nuestra relación nunca tuvo la oportunidad de germinar. Me he percatado de que, desde nuestro primer encuentro, han transcurrido más calamidades que alegrías y todo seguramente a causa de que nunca debimos enamorarnos.
No he llorado, no porque no me duela verle así o no me sienta igual de herida. Simplemente no lo he hecho porque él no debe sospechar bajo ningún concepto el porqué de esta situación, no quiero que sepa que está en peligro por mi causa. Para mí es suficiente con saber que vivirá.
A diferencia de la ocasión anterior, él no ha tratado de huir de la mansión esta vez. Por el simple hecho de que aún alberga la esperanza de que todo haya sido una gran mentira de mi parte, lo cual en la realidad es totalmente certero, pero no debe saberlo...al menos no por el momento.
Cada vez que sujetaba mi brazo cuando nuestros pasos se encontraban en un mismo corredor, que me seguía hasta la puerta de mi habitación, que sus ojos me rogaban atención para que viera dentro de ellos cuán afectado está, que me dirigía la palabra intentando disculparse, porque él cree que es su culpa; todas esas veces...simplemente lo ignoré.
Y siempre que lo apartaba o detenía sus súplicas, el puñal en mi pecho descendía de manera lenta y tortuosa haciendo de mi sufrimiento una verdadera odisea. Pero él no debe verlo, no debe ver cuán lastimada estoy y cuan fervientemente aún lo amo.
—Tenías razón, al parecer el destino sí es realmente cruel. No debimos subestimarlo.
Las palabras de Keira me trasportan al momento en el que hice aquel comentario...cuando aún albergábamos esperanzas y queríamos creer que realmente la suerte estaba de nuestro lado.
Yo traté de ser realista, y resultó ser que fue a mí a quien más caro le cobraron esa lógica. El destino es realmente cruel, y la vida es una estafa.
Un estruendo ensordecedor hace que las tres nos sorprendamos en demasía, mientras escuchamos pasos avanzando con prisa hacia aquella habitación que tan bien conozco...
—A este paso va a terminar destruyendo la mansión. No creí que tuviera tanta cólera retenida.—Murmura Alice.
Con cautela, asomo mi cabeza por la hendidura de la puerta entreabierta, solo para observar nuevamente aquel escenario que se ha convertido en nuestro pan de cada día.
Los chicos, saliendo de sus habitaciones alarmados mientras intentan entrar a la de Jeon, en donde los constantes sonidos de objetos impactando contra paredes y suelo se escuchan. Ellos no saben con exactitud qué es lo que ha pasado.
A diferencia mía que he terminado desahogándome con las chicas, Jungkook no ha querido contarle a nadie. Y eso me entristece, porque nunca imaginé que al sentir dolor se encerrara tanto en sí mismo como para desear permanecer solo.
Yo no soporto la soledad, y es irónico cuando gran parte de mi vida he estado acompañada de esta.
¿Entonces así estuvo durante aquellas dos semanas en las que nos mantuvimos distantes? ¿Estuvo tan solo?
Unas ganas inmensas de correr hacia sus brazos y profesarle todo el amor que siento, mientras beso sus heridos nudillos de tanto golpear las paredes, se hacen presentes. Pero me veo en la obligación de detenerlas, ya he llegado demasiado lejos...no puedo redimirme ahora.
Las pesadillas no han regresado, y eso es un buen indicio...o al menos quiero creerlo. Aún así, sigue siendo imposible que concilie el sueño por el simple hecho de los dolorosos recuerdos que rondan por mi mente cuando pienso en él.
Sin poder, ni querer, seguir escuchando esa incoherente batalla de murmullos, sollozos y cristales rotos, decido salir de la habitación y bajar con prisa las escaleras hacia la sala de estar.
No hablo con nadie más que con las chicas, y no por resentimiento, simplemente es porque no deseo dar más explicaciones de las necesarias y sé que los demás me juzgan por hacer sentir mal a su amigo. Los entiendo a pesar de todo, pero es por su bien.
—¿No vas a comer nada tú tampoco?
—me pregunta Hye Kyung una vez me encuentro sentada en uno de los espaciosos sillones del salón.
—No tengo hambre... ¿Tampoco? —inquiero confundida, suponía que ya todos habían cenado hace unos minutos.
—Sabes que no ha bajado a comer nada desde hace días. Incluso la comida que los chicos le llevan, termina rechazándola por completo...¿No lo sabías?—Frunce su ceño y me observa incrédula.
—No, no tenía idea de que se ha estado saltando sus comidas durante cinco días seguidos.
La repentina información me preocupa en demasía. Si bien incluso yo he perdido el apetito durante este tiempo, no imaginé que Jungkook dejaría de comer por completo.
Me reprendo mentalmente por no haber notado tal atrocidad de su parte. Pero a pesar de que no debería exponerme y mucho menos hablarle, tengo claro que no puedo permitir que continúe de esa forma.
—Le llevaré la cena.
Los ojos de Hye Kyung se iluminan por breves segundos mientras asiente con frenesí y se retira hacia la cocina para buscar la comida de Jungkook.
Sé a la perfección que tanto ella como el resto de los chicos, desean que estemos juntos y no comprenden el porqué de nuestra separación. Pero prefiero no dilatar el asunto ni magnificar las explicaciones, bastante tengo con los reproches sin utilidad de Keira y Alice, puesto que ambas mantienen una opinión muy confusa. Es decir, quieren que vuelva con Jeon y a la vez me apoyan porque comprenden mis motivos...no están seguras de lo correcto y a veces me frustra demasiado lograr que me entiendan del todo.
—Aquí está. Espero que consigas hacerle comer...en verdad lo necesita.—Asiento a sus palabras y agradezco la ayuda mientras sujeto el plato que me extiende.
Nuevamente asciendo por las escaleras y con cautela comienzo a avanzar por el amplio corredor, encontrando al final su habitación. Carraspeo un poco para que los chicos, que aún continúan golpeando la puerta y exigiéndole a Jeon explicaciones, me noten. Mi acto parece dar resultado cuando los seis chicos frente a mí se giran con preocupación en sus miradas, para luego tornarse confusos ante mi presencia.
—¿Qué es lo que quieres? ¿Vas a seguir haciéndolo sufrir?—me recrimina Jin de forma cortante.
—Hyung, no seas impulsivo...—murmura Tae algo apenado ante la hostil intervención de su amigo.
—Si estás buscando a las chicas, han ido al jardín.—continúa ignorando el reproche de Taehyung.
—No estoy buscando a las chicas, vengo a verlo a él. —explico señalándo la puerta.
—¿Y eso para qué?
—No seas descortés Seokjin, no nos incumbe la relación entre ellos. Déjalos en paz.—interviene Hoseok esta vez.
—Desde que eso afecta a mi familia me incumbe, Hoseok.
Por mucho que quisiera quejarme y defender el argumento de Hoseok, decido permanecer callada, puesto que de cierta forma comprendo el criterio de Jin. Él solo está preocupado por Jeon.
—Tienes razón, eso nos afecta. Pero deberías pensar también que solo ella puede ayudarlo a salir de esta situación, ya está claro que con nosotros no quiere hablar.—contraataca Yoongi con firmeza.
Yoongi me lanza una mirada comprensiva por encima de su hombro, a lo cual correspondo con un "gracias" silencioso que él parece percibir puesto que asiente en mi dirección.
Debo admitir, que a pesar de todo, él es una de las pocas personas del lugar con las que he desarrollado una buena amistad, en comparación a algunos chicos con los cuales no he tenido mucho tiempo para interactuar.
—Pero...
—Vayamos abajo. Debemos intentar calmarnos nosotros también.—Namjoon Interrumpe las quejas de Jin, logrando que todos los restantes asientan y se encaminen hacia las escaleras.
—Bien.— profiere Seokjin en un pesado suspiro.
Diviso cómo todos comienzan a alejarse mientras que Namjoon permanece en su lugar.
—¿Pasa algo?—pregunto.
—En realidad, me gustaría hacerte la misma pregunta ¿Por qué tú...?
—Yo... ¿Qué? —lo incito a continuar.
—Nada...olvídalo. Solo espero que sepas lo que haces.—murmura de forma confusa para luego alejarse al igual que el resto.
Nuevamente me giro en dirección a la puerta y suspiro profundamente preparándome para el incómodo momento que se avecina. Debo controlar mis emociones, por mucho que me cueste.
Golpeo con suavidad la madera y aguardo una respuesta que llega más rápido y agresiva de lo que esperaba.
—¡He dicho que no quiero hablar con ninguno! ¡¿Qué acaso no entienden?!
Bien...mal comienzo. Está demasiado molesto y no sé cuál será su reacción al verme.
—Soy yo.—mi voz se percibe ronca y apagada. Pero aún así parece escucharme, puesto que los estruendos cesan y un tortuoso silencio resurge al otro lado de la habitación.
Así transcurren unos segundos, sin que reciba respuesta alguna.
Resignada a que no saldrá, comienzo a darme la vuelta para regresar, cuando repentinamente la puerta comienza a abrirse. Me giro esperando encontrar a Jungkook tras ella, sin embargo, no logro divisarlo desde el exterior.
Me adentro a la habitación con cautela, y al observar el entorno, mi corazón desfallece. Todo el lugar está completamente desordenado y destruido. Aquellos que en un principio fueron lindos adornos de porcelana o vidrio, ahora se encuentran desparramados en añicos por el suelo. Las sábanas esparcidas por todo el sitio y la cama sin hacer. En las paredes se perciben, pequeños puntos rojizos que delatan el impacto de los golpes y son un claro rastro de sus nudillos enfurecidos.
Sin embargo, lo que más acongoja a mi corazón es esa triste imagen de aquel chico sin fuerzas sentado sobre la cama, con la cabeza enterrada entre sus manos. Su cabello despeinado y su vestimenta descuidada, al igual que el color pálido y casi enfermizo de su antiguamente blanca y sonrojada piel.
Sus ojos se elevan hasta cruzarse con mi mirada y un escalofrío recorre toda mi piel al presenciar sus pupilas.
Aquellos ojos que antes emanaban una hermosa luz propia, ahora se encuentran cansados, apagados, tristes y dolidos...me recuerdan en demasía a mi sueño. Esa mirada tétrica y vacía, es igual a la que portaba Jungkook en mis pesadillas.
Ninguno de los dos dice nada. Él, extrañado y confundido por mi presencia, y yo estupefacta ante su imagen. Muy internamente me mantengo luchando con mis sentimientos para evitar que las lágrimas broten en su presencia.
—Me han dicho que no has estado comiendo. Te traje algo de cenar.
—decido romper el silencio mientras me acerco hacia él hasta quedar sentada a su lado en el colchón.
—No voy a comer nada.—susurra apartando su vista de la mía. Lo estoy sintiendo, se está encerrando en sí mismo otra vez.
—Jungkook, llevas cinco días sin alimentarte como es debido. No tientes a la suerte y come.
—¿Qué importa que tiente a la suerte? no es como que a ti te interese lo que me suceda.
Mis manos se aferran con fuerza a la porcelana de la vasija. ¿Cómo debo responder a eso?
¡Claro que me importa todo lo que padezca!
Él me importa más que de lo que pudiera expresar con meras palabras, y esa es la razón por la que he hecho esto. No soportaría perderlo.
—No digas esas cosas. Estás siendo egoísta, a mucha gente le importas como no tienes idea.
Sus ojos buscan mi rostro con rapidez y sus labios vacilan un poco antes de hablar.
—¿Realmente te importo?—murmura cabizbajo mientras entrelaza sus dedos, como si de un niño indefenso y arrepentido se tratase.
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