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Capítulo 4

"En un bosque se bifurcaron dos caminos, y yo...yo tomé el menos transitado. Esto marcó toda la diferencia".

-Robert Lee Frost.

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-Hace un tiempo que no tenemos una conversación de amigos.-masculla Daniel sin apartar la mano de mi casillero.

-Exacto ¿Sabes por qué? Pues porque no somos amigos.-giro sobre mis talones dispuesta a irme, pero sostiene con fuerza mi brazo impidiendo que me aleje.

-No creas que voy a olvidar así de fácil que le diste mi nombre al profesor, por tu culpa casi me suspenden.-gruñe entre dientes apretando su agarre en mi brazo, suelto una risa sarcástica demostrando lo poco que me importa su caso.

-¿Entonces qué? ¿Vas a ordenarle a tus secuaces que me golpeen también?-le miro amenazante.-Digamos que a tu padre no le gustaría enterarse de eso ¿Verdad?

Me retuerzo un poco y logro liberarme de su agarre. Antes de poder apartarme por completo lo escucho susurrar nuevamente.

-Digamos que no te golpearé, sin embargo, deberías tener más cuidado conmigo. Uno no sabe con qué casualidades se pueda encontrar.

Al ver su risa de psicópata, no espero a que termine de hablar y me alejo a pasos apresurados hacia la puerta de salida.

¿Qué especie de idiota será él? En serio es un enfermo, no ha cambiado nada.

Una vez afuera el viento golpea mi cabello haciendo que este se esparza por todo mi rostro, odio cuando eso pasa. Me giro en la dirección a favor del aire para que deje de azotarme con mis propios mechones y veo a Alice platicando con Keira, así que camino hacia ellas.

-¡Hola chicas! -voy moviendo mis manos en forma de saludo mientras me acerco, ambas sonríen y me devuelven el gesto.

Como ninguna tenía la tarde ocupada decidimos ir a tomar un helado. Por el camino le envío un mensaje a mi nana para avisarle que regresaré un poco tarde y me parece algo raro que conteste que no ha llegado aún a la casa. Conociéndola es extraño, pero decido no darle tantas vueltas al tema, seguro tuvo una urgencia familiar.

Llegamos a una heladería pequeña y poco llamativa de la ciudad, pero lo prefiero así, los lugares con demasiadas personas tienden a ponerme más nerviosa de lo normal. Nos sentamos y comenzamos a elegir los sabores, Alice pide fresa y tanto Keira como yo nos decantamos por el chocolate. No acostumbro a tomar mucho helado, pero aún así me siento feliz de estar aquí con ellas, diría que estamos teniendo un rato agradable.

-Por cierto, Liz ¿Cómo es que conocías a ese chico? El dueño de los matones.-me pregunta Keira y yo río por el término que usa para nombrarlo.

-Daniel Milton, lo conozco desde hace más tiempo del que quisiera y no de la mejor manera. Su padre es un poderoso inversionista y empresario que lleva más de diez años haciendo acuerdos con la empresa de mi familia.-comienzo a explicar sin apartar la vista de mi helado.- Lo conocí de niña en las cenas de trabajo que celebraban de vez en cuando y en ese tipo de reuniones. Nunca me cayó bien, era un niño mimado que lloraba y manipulaba a su padre todo el tiempo, además de ser tremendamente machista. Luego coincidimos en la preparatoria, allí fue peor. Se dedicaba a molestar a los otros chicos, incluso los amenazaba con el poder que tenía su familia hasta el punto de que por sus caprichos muchos de los padres de aquellos que molestaba, que servían a su empresa, fueron despedidos. Incluso estuvo un tiempo inmiscuido en drogas y otras estupideces.

-Nunca te hizo nada a ti ¿Verdad?-pregunta Alice con preocupación.

-Pues no, nuestros padres eran socios, no le convenía crear un problema. Sin embargo, me amenazaba con hacer que su padre dejara de invertir en la empresa de los míos si contaba algo de lo que hacía. En aquel momento era muy asustadiza y estúpida, pero ya no me importa lo que sea que haga. Y por lo visto ahora es peor,des decir...se consiguió su propio séquito de matones.

-Qué estúpido, en mi opinión hiciste bien en enfrentarle.-me anima Keira.

-¿Pero qué dices, Keira? Veo muy bien que hayas querido intervenir Liz, pero no debiste lanzarte hacia ellos de esa forma. Pudiste haber terminado lastimada.-balbucea Alice con algo de pánico en sus ojos, así que para calmarla lesonrío.

-No me arrepiento de lo que hice, pero tienes razón, la próxima vez pensaré mejor antes de actuar.

No quise contar nada acerca de la última conversación inquietante que tuve con él porque no quería preocuparlas, y en el fondo me parecía que solo había dicho aquello para asustarme, así que me quedé callada.

Estaba saboreando mi helado cuando repentinamente Keira se sobresalta sobre su silla.

-¿Estás bien?-ella asiente sin darle importancia.

-¿Qué fue eso?

-Nada importante, no se alarmen, ya estoy acostumbrada. De vez en cuando padezco de algunos escalofríos y sobresaltos.-explica la morena.

Al parecer Keira se percata de nuestras miradas confundidas así que prosigue.

-No sé explicarlo muy bien...es como si sintiera algo rozarme o el tacto alguien y mi cuerpo reacciona, pero... ocurre incluso cuando estoy sola.

-¿Y si es una presencia sobrenatural? como.... ya saben...un fantasma.-opina la rubia en un susurro asustadizo.

-En serio Alice, no me digas.-río rodando mis ojos.-Seguramente es algún tipo de desorden nervioso o debido al clima frío, a veces eso sucede. ¿No es cierto?-miro a Keira que se había quedado algo impactada por la suposición de Alice, entonces comienza a asentir con frenesí.

Luego de esa breve conversación decidimos cambiar el tema y no volver a mencionar nada sobre ello. De esta forma el resto de la tarde transcurrió con normalidad, nos divertimos y tuvimos la oportunidad de conocernos un poco más. Una vez se hizo lo suficientemente tarde nos despedimos para partir a nuestras casas, acordando reencontrarnos al otro día.

El trayecto hacia mi hogar fue tranquilo y silencioso, tuve que irme sola puesto que la dirección de mi casa es contraria al sitio donde viven las chicas. Así que tuve un tiempo para sumirme en mis propios pensamientos y analizar los últimos sucesos...sobre todo la conversación con Daniel. Si bien no tengo dudas de que solo alardeaba para molestarme, hubo algo en la seguridad de sus palabras que me hizo pensar que es mejor estar alerta...casi como un reflejo incondicionado.

Abro la puerta y todo está exactamente como lo dejé esta mañana, lo cual indica que la nana aún no ha regresado. Sin muchos ánimos, subo a mi habitación para darme un baño.

Una vez la tibia agua de la ducha ha logrado su propósito de relajarme, comienzo a prepararme para bajar en caso de que ella regrese. Mientras seco mi cuerpo con la toalla mi mirada se detiene en mi brazo, en el lunar con forma de semi-aro. Entonces recuerdo las marcas de Alice en su nuca, olvidé preguntarle por ellas...

Perdida en mis pensamientos escucho la puerta de abajo abrirse, así que me visto con rapidez y bajo las escaleras buscándola con la mirada.

Ella está seria, no me sonríe o besa mis mejillas como de costumbre, solo me mira y suspira.

-Tu madre te ha llamado varias veces hoy ¿Por qué no le contestas?

Por mi mente pasan las once llamadas que tenía en la mañana y cinco más que recibí mientras estaba con las chicas.

-Y tú nana ¿Cómo sabes que ha llamado? ¿Has hablado con ella?-veo cómo se remueve incómoda confirmando mis sospechas.

-Están en la ciudad, no se quedarán por mucho tiempo.-dice mirando hacia algún punto en el vacío, sabe lo que implica para mí lo que acaba de decir.

-Entonces sí que fuiste a donde ellos. Vaya, no me sorprende que después de meses sin vernos lleguen y no pasen a saludar a su hija.-bufo visiblemente irritada y elevo mis ojos a la mirada compasiva de mi nana.

-Tu madre quiere hablar contigo, llámala antes de que anochezca.

Estoy realmente molesta, tanto con mi nana por haber ido a verlos sin decirme y hora exigirme que les hable sabiendo nuestras diferencias, como conmigo misma por enojarme gracias a unas personas a las que al parecer no les importa en lo más mínimo cómo me siento. Incluso cuando esto es algo que se supone debí de haber superado hace muchos años...

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