Capítulo 12
"¿Y de qué te sirve poseer las estrellas?
-Me sirve para ser rico."
-El Principito
[Antoine De Saint-Exupery]
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-Esto es una molestia.-masculla el chico de cabellos claros, enojado mientras sale de su auto con brusquedad.
-Con tanto por hacer y debo perseguir a esta niñata como estúpido. Daniel...Daniel, qué bajo has caído. Pero solo aguanta un poco más, tendrás la empresa y luego podrás olvidarte de ella.-se dice con orgullo a sí mismo y camina con disposición hacia la entrada de la casa cuya propietaria sería su esposa en poco tiempo.
Sus pasos se detienen al notar cómo la puerta está ligeramente abierta y se escuchan sollozos del otro lado...
-¿Por qué no me lo dijiste? Se supone que tengo derecho a saber estas cosas.-llora sin consuelo la señora de cuarenta y tantos años, mientras le dirige la palabra a otra mucho mayor.
-Ella les alertó, se los dijo pero no lo tomaron en cuenta. La culpa no es de otro sino suya.-la anciana señala en acusación a la mujer frente a ella.
Al instante Daniel comprende que se trata de la madre de Liz y la otra señora parece ser su nana. Lo correcto sería avisar de su llegada pero prefiere seguir escuchando aquella discusión, puesto que presiente que de algo revelador se trata.
-Aún así...¡Tu debiste avisar! Ocultaste su huida.
-Y con toda intención, sabes perfectamente que ese matrimonio no es posible. Lo estás forzando y eso no está bien, por tanto no debiera sorprenderte que algo así pasara.-le recrimina la nana.
-Creo haberte dejado en claro hace tiempo que ella sería normal. -la mujer más joven cruza sus brazos con inconformidad.
-Eso nunca podrá ser y lo sabes, que quieras cambiar lo que ya está previsto no va hacer otra cosa que empeorar la situación. Si vas en contra de las leyes cosas como estas suceden.
La madre llora con más fuerza mientras la anciana se muestra impasible y firme a sus palabras.
El joven no comprende cómo es posible que una empleada le hable de esa forma a su superior...pero está más que claro que esa señora es mucho más que una trabajadora de la familia, tiene una libertad de expresión que no es común.
-Yo solo quiero que esté bien, me aterra el pensar que le pueda pasar algo cuando ella no pidió nacer con esa condición...-solloza la madre.
-No es una condición.-la interrumpe la nana.-Es un regalo, un don.
-No, un don no te pone en peligro...y ahora que se ha ido está más cerca.
-Tranquila.-la anciana camina hacia ella y toma sus manos.-Siempre hace que las cosas fluyan en el canal correcto, la profecía nunca se equivoca. Alnilam estará bien siempre y cuando se deje guiar.
-¿Qué pasa si la encuentra?
-No lo hará, la cuidan.-esas palabras parecen haber calmado a la mujer que había parado de sollozar para respirar con más calma.-Además, su lunar no estará a la vista.
-¿Y ahora...qué debemos hacer?
-Lo primero será anular ese compromiso, no conducirá a nada bueno.
-No creo que pueda, ya todo está...
-Si dices ser su madre y no puedes apoyarla en una situación de esta índole entonces apártate, no intervengas más de lo necesario o terminarás por empeorarlo todo.
-Yo...veré qué hacer, hablaré con su padre.-le responde resignada a la anciana.
-Solo piensa que por una vez en tu vida tienes la oportunidad de actuar como una buena madre, no la desperdicies...
El chico deja de escuchar en el instante en que la confusión perfora sus sentidos.
¿Qué era todo eso?
¿Quiere decir entonces que se cancela la boda?
No, eso no puede pasar. Él necesita esa empresa, necesita ese poder. Y si para ello debe crear una farsa con esa chica entonces lo haría, no va a perder de ninguna manera su fuente de ingresos. No obstante...
¿Profecía?
¿Y quién es ese tal Alnilam?
Muchas preguntas desde luego, tenía que darles una respuesta ¿Pero dónde?
Vuelve a entrar a su auto para salir de la vista de aquella extraña casa y pensar con claridad. No recuerda conocer a nadie que pueda saber de esos temas...o tal vez sí.
Da un giro al volante y cambia su dirección hacia donde se debe encontrar aquella persona que le podría proporcionar cierta información. Llega al campus de la universidad, se supone que a su curso no le correspondan las clases en ese momento pero a los otros sí. Específicamente a los de segundo año, en donde está aquel que necesita.
Un chico pálido, de cabellos castaños y gruesas gafas cubriendo sus ojos se encuentra completamente solo y apartado en un rincón del enorme lugar. En su rostro aún permanecen las secuelas de aquellos golpes recibidos con anterioridad. En cuanto lo ve, Daniel se dirige hacia él y lo llama.
-Tú.-lo señala.-Ven ahora mismo.
El chico abre sus ojos con miedo al escuchar la voz. Sí, Daniel y sus secuaces eran los responsables de la amargura de sus días y de las golpizas.
La última vez había logrado salir un poco mejor del encuentro gracias a que aquellas tres chicas intervinieron.
El joven asustadizo camina con lentitud hasta quedar en frente del otro.
-¿Cómo te llamas?-le pregunta con poco interés, ni siquiera parece recordar la paliza que le propinó al pobre muchacho la última vez.
-Pa-Paul-pasa saliva sonoramente al ver cómo Daniel le sonríe.
-Bien, "Pa-Paul".-se burla del tartamudeo del chico.-Necesito saber unas cuantas cosas y tú me vas a ayudar, tengo entendido que eres uno de los mejores promedios del curso y te especializas en filosofía y ese tipo de estupideces ¿No?
-Sí, pero...¿No me gol-golpearás?-vuelve a hablar de forma entrecortada.
Daniel comprende que, en ese estado de estupor, puede que el chico no sea de mucha ayuda. Pero como es astuto, decide tranquilizarlo puesto que necesita saber esas cuestiones
-Hagamos un trato.-el aludido levanta sus gafas para observar mejor.-Yo no te golpearé ni permitiré que los otros lo hagan si aceptas ir a un lugar más privado y responder unas cuantas preguntas ¿Bien?
Al joven le brillan los ojos del alivio y asiente cautelosamente. Ambos se encaminan al interior de la universidad directo a la biblioteca, en busca de un poco de tranquilidad para su plática.
-Bien, ahora...Alnilam, profecía, lunar, don o regalo ¿Qué me puedes decir de eso?
Paul frunce el ceño ante tan directa y confusa intervención, no está seguro de que pueda dar una buena respuesta basada en tantas palabras al azar, pero aún así interviene.
-Alnilam...sé que es una estrella, es la estrella intermedia de la constelación del Cinturón de Orión. Pero...no tengo claro qué relación pueda guardar con lo anterior.-se queda pensativo unos segundos, volviendo a repetir para sí mismo esas cinco primeras palabras que Daniel le había mencionado.
-Si no vas a ser de ayuda entonces mejor olvídate del trato.-Daniel se levanta de su silla impaciente, pero algo lo retiene de su camisa.
-¡No! Espera por favor, yo...creo haber leído algo de ello. Sí, algo sobre una profecía.-dice en tono suplicante mientras sostiene la tela de la camisa de Daniel en un intento de que no se marchase.
Este último sonríe con arrogancia mientras que vuelve a sentarse y hace una ademán con sus manos para que Paul prosiga. El chico de las gafas se pone de pie con cuidado y se pierde durante unos breves minutos por los pasillos de la amplia biblioteca, regresando con un enorme y vetusto libro que a juzgar por su apariencia parece ser de aquellos manuscritos que nunca nadie leía o siquiera sabían de su existencia. Paul coloca el libro en la mesa frente a ellos y comienza a rebuscar con ahínco entre sus pliegues, hasta llegar a la página 115, donde ojea el contenido con detenimiento.
-Es en este libro donde he leído antes a cerca de profecías relacionadas con esos temas, aquí aparecen todas las Leyes del Plano Astral y todos los fenómenos aprobados existentes.-dice mientras pasa su dedo índice por las líneas de los textos.-¡Aquí está! Cruce de Astrales.-carraspea antes de empezar a leer.
-Se denomina de esta forma al fenómeno místico mediante el cual se relacionan los astrales de varios individuos ocasionando de este modo una unión espiritual, marcada por la aparición de un lunar de tonalidad rojiza y textura peculiar. La forma de este es variable dependiendo de las condiciones y de los individuos mismos. Este suceso ocurre en un lapsus de tiempo de aproximadamente dos siglos. -continúa escudriñando la página para luego proseguir.
-Se creía que solo era posible el cruce de dos astrales trayendo consigo la unión de sus respectivos propietarios. Hasta la llegada del XXI, donde se presenciaría otro magnífico fenómeno...la alineación de las tres estrellas integrantes de la constelación del Cinturón de Orión, Mintaka, Alnilam y Alnitak. Cuya reaparición concluyó con el cruce de sus astrales entre otros ya existentes.
-Bien ¿Y qué dice sobre el don o regalo?-inquiere Daniel con interés.
Paul vuelve a bajar la mirada al libro antes de continuar.
-La profecía, como es vulgarmente conocido este fenómeno, trae consigo además un don o regalo divino a sus propietarios...el poder de encontrar a su predestinado, de esta forma se hacen cumplir las leyes universales. Y además, se dice que todo aquel que mantenga una unión con un ser nacido bajo la profecía tendrá fortuna y suerte eterna, pues compartirá la energía divina y celestial que el universo ha puesto en función de su elegido.-Paul hace una pausa y mira a su acompañante.-¿Conoces a alguien así? Nacido bajo la profecía.
Daniel quiere creer que todo es una estúpida leyenda o que él había entendido mal aquella conversación, pero las pruebas son contundentes.
No solo por las palabras de la nana, sino también por aquel libro que afirmaba haber sido previamente aprobado por la ciencia. Y además, sí recuerda haber visto incontables veces aquel lunar en el antebrazo de la chica. Es cierto que llamaba su atención pero siempre lo subestimó. Sin embargo, las descripciones y las imágenes del manuscrito evidencian a la perfección la razón de dicha marca, y le da toda la certeza de que la profecía es cierta.
-Puede que sí, pero no creo que quiera permanecer conmigo.
-En ese caso deberías insistir. Con alguien así a tu lado podrás tener todo lo que anheles. La Ley de Atracción actúa con especial énfasis en esa clase de personas, así que básicamente todo lo que desees será tuyo... tanto en el ámbito material como espiritual.-le aclara Paul deslumbrado por la información.
-No necesito eso, yo solo quiero su parte de la empresa...-aprieta los labios en el instante en que se percata de que no debió decir tal cosa en voz alta, pero a Paul no parece haberle importado tal confesión puesto que continúa su argumento.
-Yo que tú lo pensaría con cuidado, tal vez te estás queriendo conformar con una simple empresa cuando con esa persona podrías tener eso y más de lo que aspiras en estos momentos.
La conversación se ve interrumpida por la vibración del celular de Daniel anunciando un nuevo mensaje.
Daniel, disculpa si molesto pero necesito hablar personalmente contigo. Es sobre el compromiso, por favor encontrémonos en veinte minutos en el restaurante de la última vez.
Saludos cordiales.
Daniel se levanta y luego de despedir a Paul se marcha a su imprevista reunión. Durante el trayecto puede imaginar la razón de la inesperada plática que planea la madre de Liz. Lo más probable es que quiera anular el compromiso, pero él no se dejaría arrebatar su poder tan fácil y menos aún luego de saber que su "ave de los huevos de oro" está tan cerca.
Fortuna y suerte eterna...eso no lo dejaría pasar por nada del mundo.
La señora se encuentra sentada en una mesa apartada, tan elegante como siempre, solo que esta vez los discretos restos del rímel corrido sobre sus mejillas delatan su intento por ocultar su previo llanto.
-Señora.-la saluda de la forma más educada que su ego le permite.
-Oh, Daniel. Por favor, toma asiento.-le sonríe con simpatía.
Daniel hace lo propio y espera a que la mujer hable, calculando el momento perfecto para poner en práctica su plan.
-Seguro no estás enterado de que Liz hace unos días optó por una de las becas del programa escolar y se ha ido.-suspira para continuar.-No quiero pensar que lo hizo con la intención de huir. Sin embargo tengo muy claro que ella se opone a nuestro acuerdo, y por muy necesario que sea para ambas empresas, debo poner su bienestar por encima. Así que luego de conversar, su padre y yo hemos acordado anularlo todo. En breve le avisaremos al señor Milton, pero quería que tu estuvieras al tanto primero.
-Descuide, la entiendo perfectamente.-dice con una falsa comprensión -Es muy claro que solo quiera la felicidad de su hija y la entiendo porque...yo también quiero que ella sea feliz. Aún así, no veo justa esta decisión.-baja la mirada con fingida tristeza.-Señora, yo amo a su hija y para mí este compromiso iba más allá de lo que sería una mísera empresa. No me parece justo que no se me haya dado el tiempo suficiente para hacer que ella me correspondiera, y espero no sonar desesperado al pedirle una oportunidad para enmendar la situación. Creo poder hacer que su hija sienta lo mismo que yo por ella.
Una vez recitado el estúpido discurso que estuvo ensayando durante el camino, le dedica una última mirada de preocupación y espera a que esta haga el efecto deseado.
-Yo...no tenía idea de tus sentimientos tan profundos.
La pobre mujer se debate mentalmente qué hacer, las palabras de la nana se repiten en su cabeza. Es su momento de actuar como madre, y con profecía o no, solo desea que su hija sea feliz.
Y si ese joven le ofrece esa posibilidad... no iba a negársela.
-En ese caso, por favor, hazla feliz. Ámala mucho.Yo...te doy mi consentimiento.
Daniel sonríe, y mientras ella piensa que lo hace de forma dulce y agradecida, en verdad es una sonrisa de victoria. Ha ganado el juego por el momento.
-Gracias por su confianza, prometo no decepcionarla ni a usted ni a su esposo. Yo...quisiera saber a dónde ha ido, quiero buscarla y contarle cómo me siento.
-Se ha ido a Corea del Sur, está en la Universidad Nacional de Seúl pasando la beca.-confiesa sin percatarse de su error.-Aún así creo que deberías darle su tiempo, ella se encuentra todavía muy conmovida por toda esta situación. Deberías esperar antes de buscarla.
-Si eso le parece, así será. Le daré todo el tiempo que necesite.
Su plan resulta ir en la dirección correcta. Tampoco tenía pensado aparecerse al día siguiente en Corea...no. Eso sería precipitado y estúpido. Necesita trazar una buena estrategia e investigar más acerca de la profecía y todo el asunto. El tiempo que le pide la mujer será perfecto para eso.
Necesita encontrar más cartas para jugar, mantener su propio teatro a la perfección y mover los hilos a su conveniencia. Nada ni nadie impediría que él tuviera lo que deseaba, porque jamás se lo han prohibido, ni siquiera su padre.
Entonces no es entendible que una chiquilla insensata pudiera tenerlo todo y negárselo. No, él lo conseguiría bajo el costo que fuese necesario.
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