Capítulo 1
"Me pregunto si las estrellas
se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya."
Antoine De Saint-Exupery.
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Y ahí está otra vez, cabellos oscuros y algo largos, piel pálida y mirada curiosa. A pesar de la considerable distancia que separa nuestros cuerpos, puedo deducir que es un poco más alto que yo, quizás unos centímetros.
No dice nada, a decir verdad no se escucha ningún ruido, solo la suave melodía de nuestras respiraciones. Tampoco hace ademán de moverse, simplemente me observa, así como yo a él cada noche.
El lugar es tranquilo, tan extraño como a la vez familiar, me recuerda al cielo nocturno, solo me acompañan las lejanas estrellas y un desconocido.
No puedo definir su rostro, solo su silueta y extrañamente sus ojos. Aún así, estoy segura de nunca antes haberlo visto.
No digo nada, tampoco me muevo, solo le miro y ya me he acostumbrado a su silencio y seriedad.
Pero, mi mirada capta algo más. Allí en su indefinido rostro puedo jurar que acabo de ver posarse, en la comisura de sus labios, una sonrisa….
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La oscuridad de la habitación me recibe en cuanto abro mis ojos, lentamente me siento en la cama y no puedo evitar frustrarme por haberme despertado antes de tiempo. Sí, otra vez ese raro sueño. Todas las noches el mismo, pero precisamente hoy tenía la sensación de que algo más estaba por suceder.
Por mucha curiosidad que tenga, ya no puedo volver a dormir para continuar aquella extraña ilusión, así que opto por levantarme y pasar mis manos por mi rostro hasta lograr desperezarme.
Tomo mi celular para ver la hora, 6:15 AM, demasiado temprano para la escuela. No me sorprende ver también un mensaje de mis padres que ni siquiera me molesto en leer...
¿Para qué? Imagino que será lo de siempre. Nunca están y pretenden que me conforme con gestos mediocres como este. Se supone que debo ser comprensiva con su trabajo, pero me cuesta un poco cuando no han estado presente la mayor parte de mi vida, ni siquiera hoy, mi primer día en la universidad. Tengo que admitir que pensar en ellos solo hace que pierda el poco autocontrol que tengo y precisamente hoy no quiero deprimirme, así que entro a la ducha y espero a que el agua caliente me relaje y se lleve por unos minutos mis preocupaciones.
Al terminar me visto con algo sencillo, unos jeans negros ajustados, una blusa blanca clásica y mis vans. Estoy tan nerviosa por el día de hoy que mi cabeza no me permite buscar una opción mejor. Paso mis manos por mi cabello gris oscuro, por suerte es bastante lacio así que no tengo que hacer un gran esfuerzo para que se acomode. Una vez conforme con la imagen que me devuelve mi reflejo, bajo las escaleras casi que levitando cegada por el olor del dulce desayuno, y allí de espaldas en la cocina se encuentra mi nana.
No puedo expresar lo mucho que quiero a esa señora, ella ha estado toda mi vida conmigo desde que tengo memoria. En un principio solo me cuidaba en la ausencia de mis padres, pero nuestra relación se volvió tan cercana que me atrevo a decir que es como una madre para mí.
—¡Buenos días! ¿Lista para tu primer día como universitaria?—apenas me ve llegar me saluda con su melodiosa voz.
—Buen día nana, y no, realmente no me siento lista. Estoy muy nerviosa.
—contesto sentándome en la isla de la cocina. Ella me mira y sonríe mientras pone unos cuantos panqueques con chocolate frente a mí.
—Ah cariño, no tienes porqué sentirte así. Es una etapa de la vida como cualquier otra, ya verás que te irá genial y dentro de poco tendrás muchos nuevos amigos.
—Bueno, si tú lo dices entonces estaré bien.—sonrío por última vez y me dispongo a devorar mi desayuno, en mi defensa he de decir que siempre al despertar tengo un apetito voraz.
Luego de tomar mi bolso y despedirme de mi nana, salgo de la casa camino a la estación del bus. Puedo esperar un rato puesto que al despertar tan temprano aún tengo bastante tiempo para llegar a la universidad. Cinco minutos de espera después, ya tengo frente a mi la las puertas abiertas del autobús. Para mi mala suerte no hay asientos disponibles, así que me mantengo de pie mientras me sostengo del pasamanos con mi brazo izquierdo, hasta que alcanzo a percibir la intensidad de una mirada sobre mí.
Bajo la vista y observo a un pequeño niño sentado en las piernas de su madre, mirando con atención mi brazo. Cuando se percata de que lo he notado, ladea su cabeza con duda.
—¿Qué es eso?—dice señalando el lunar con forma de semi-aro en mi antebrazo, cerca de mi muñeca.
—Es un lunar ¿Raro, verdad? —le sonrío y veo cómo asiente ante mi pregunta.
-—¿Y por qué es así ? —Me remuevo algo incómoda, porque a decir verdad ni yo misma sé explicar la rareza de mi lunar. Pero cuando me dispongo a intentar contestarle, su madre le reprende por preguntar tanto y se disculpa conmigo. Yo solo le sonrío al pequeño y avanzo hacia las puertas del bus al ver que ya he llegado a mi destino.
El gran campus y el edificio de lo que será mi nueva escuela se iergue sobre mí luciendo intimidante. Y no puedo evitar sentirme cohibida al ver a tantas personas a mi alrededor corriendo de un lado a otro para llegar temprano a sus clases. Sin pensarlo mucho, voy directo a la zona de los casilleros, buscando el número que se me había otorgado con anterioridad.
—Casillero 34 —suspiro aliviada al haberlo encontrado por mi cuenta.
Me encuentro guardando mis libros y revisando el horario del primer período, cuando alguien se acerca al casillero de mi costado y despistadamente deja caer uno de sus libros.
Aparto la mirada de mis apuntes y veo a una chica de piel morena y cabellera larga oscura. Parece tener mi misma edad, se ve bastante joven y tan inquieta como yo, así que deduzco que también es su primer día. Le sonrío y antes de que ella se mueva, me adelanto y tomo su libro.
—Gracias, disculpa mi torpeza.—dice riendo en cuanto le entrego el libro.
En el acto me percato de cómo su mirada se detiene con atención sobre mi lunar. Realmente no me sorprende, no es la primera vez que alguien se le queda observando por su rareza, pero aún así he de decir que incomoda un poco. Así que, para disminuir la tensión en el ambiente, inicio una conversación.
—De nada ¿Eres nueva también?
—Pues sí, este es mi primer año.
Un gusto, mi nombre es Keira, de la facultad de economía.—me extiende su mano y yo la tomo en forma de saludo.
— El gusto es mío. Yo soy Liz, de la facultad de diseño, también es mi primer día.—respondo con amabilidad.
—Realmente estoy nerviosa, es un alivio haber conocido a alguien.
—Lo mismo digo. Creo que los de primer año debemos ir al auditorio para el recibimiento ¿Vamos juntas?
—ella asiente emocionada y acto seguido comenzamos a caminar hacia donde nos indicaron que se encontraba el auditorio.
A decir verdad también me alegra haber encontrado a alguien con quien hablar, a pesar de ser el primer día y de no pertecer a las mismas facultades. Es por ello que no dudo en ningún instante en volver a entablar conversación con ella mientras nos dirigimos al auditorio. En dicho trayecto pudimos platicar un poco más, me sentí muy bien al darme cuenta de que tenemos muchas cosas en común. Creo que Keira y yo podríamos llevarnos de maravilla.
Al llegar procuramos sentamos juntas, mientras esperabamos a que el local se llenara del resto de los estudiantes. Como ha de ser costumbre, el director entró a dar su aburrido discurso, por las reacciones de algunos imagino que probablemente es el mismo que recita todos los años.
El tiempo que pudimos interactuar fue efímero, pero definitivamente valioso en cuanto a la amistad que comenzaríamos a forjar. Por lo que al tener que partir cada una a sus respectivas clases, acordamos reencontrarnos para almorzar juntas en la tarde.
El ruido de la campana indica el final de la clase sorprendiéndome, a decir verdad estaba bastante inmiscuida en la explicación del profesor y no me percaté de cuán rápido había pasado el tiempo.
Organizo mis pertenencias y salgo del aula camino a la cafetería. En la entrada de la misma me encuentro a Keira, tratamos de buscar un sitio libre pero me quedaría corta si dijera que el lugar estaba más que atestado de cientos de estudiantes hambrientos, así que optamos por comer afuera en algún lugar cerca de la escuela.
Caminábamos riendo y contando una que otra anécdota hasta llegar al café del campus. Para nuestra mala suerte nos recibió un horrible cartel de “Cerrado por reparaciones”.
—Bueno, por lo visto hoy no almorzamos.— me dice ella con una sonrisa sarcástica.
—Sí, qué mala suerte para nuestro primer día.—Iba a girar sobre mis talones cuando algo llama mi atención, un gorro afelpado color rosa pastel y un abrigo del mismo material. Enseguida diviso a la única persona que conozco con dicho estilo de vestir.
—¿Nana?¿Qué haces aquí?— ella al verme sonríe y se acerca con emoción para acto seguido besarme ambas mejillas, como siempre acostumbra.
—Oh, cielo solo estaba de paseo. Quería salir un rato a tomar aire fresco y llegué hasta aquí.— la miro algo incrédula, puesto que conociendo que mi nana no es muy amante de los paseos y que de ser verdad no hubiese parado en el campus de la escuela, como que me parece extraña su excusa.
Decido no darle importancia al asunto y al ver que su mirada se centra en Keira, me decanto por presentarlas.
—Nana esta es mi amiga. Keira, ella es mi nana.—concluyo con simpleza.
— Un gusto querida.— dice esta última para luego besar también sus mejillas a lo que Keira sonríe con ternura.
-—Bueno...supongo que te veré en casa. Al parecer a Keira y a mí nos espera una larga tarde con el estómago vacío.—me despido con algo de gracia en mis palabras.
Mi nana nos mira con una pequeña sonrisa iluminando la comisura de sus labios y con una mirada cómplice, que no alcanzo a descifrar a qué se debe. Justo antes de que regresemos a la universidad nos detiene.
—Esperen chicas, tienen que comer antes de continuar.—le señalo con obviedad el cartel de la cafetería cerrada y ella vuelve a sonreír confundiéndome más aún.
—Bueno, yo sé en dónde pueden resolver esta situación.—dicho esto, le entrega a Keira lo que parece ser el folleto de propaganda de un Café.
—Debe ser nuevo, nunca había oído hablar de él, y está bastante cerca.
—dice la morena mostrándome el papel.
Me dispongo a preguntarle a mi nana cómo sabe de este lugar cuando ni nosotras mismas teníamos idea del mismo. Pero como si leyera mis pensamientos, rápidamente se adelanta a mi inquietud.
—Cuando caminaba alguien los repartía y tomé uno. Parece estarse promocionando el lugar, deberían ir.
Con el hambre que presentábamos no fue necesario pensarlo dos veces, así que luego de despedirnos de mi nana nos encaminamos al nuevo Café,que para nuestra sorpresa, estaba bastante cerca.
Una vez allí encontramos un lugar bastante acogedor. Se veía sencillo pero no dejaba de ser moderno, sus paredes eran de un blanco impoluto decoradas con hermosas fotografías de paisajes llamativos, en el centro se cernía la barra de bebidas y una TV que reproducía los videos musicales más actuales. Las mesas no eran muy grandes, pero su estructura circular y su base de cristal les daba un toque peculiar. Nos sentamos a mirar el menú, todo parecía estar delicioso, pero al final me decidí por una hamburguesa y papas, Keira escogió lo mismo sin dudarlo.
—Liz, yo… quería decirte algo...
—antes de que terminase de hablar, una joven se dirige a nosotras para tomar la orden.
Es una chica de cabellos rubios y mirada expresiva, sus pupilas son de un tono verde algo singular y su estatura baja la hace lucir bastante tierna.
—¡Hola! ¿Ya saben qué quieren ordenar?—nos dice amigable la chica.
Va vestida con una camisa blanca y una falda gris, supongo que es el uniforme del lugar. En la esquina derecha de su camisa llevaba la etiqueta con su nombre, Alice.
Le sonreímos de vuelta para luego decir nuestro pedido, una vez se ha marchado, vuelvo a mirar a Keira.
—¿Qué querías decirme?
—Nada, solo que...que este lugar es muy lindo.—tartamudea un poco y sonríe nerviosa.
Obvio que no era eso lo que iba a decir, pero al ver su incomodidad decido solo asentir en respuesta y no presionar por más.
A los minutos regresa Alice con ambas bandejas en cada mano, luego de dejárnoslas y preguntar si queríamos algo más se dispuso a partir. Sin embargo en un descuido, gracias a mi torpeza habitual, dejo caer mi tenedor.Mascullo una disculpa avergonzada, pero antes de poder moverme, ella se inclina para tomarlo.
Inevitablemente mis ojos se fijan en su nuca, la cual va al descubierto por su cabello atado.Noto una marca bastante familiar para mí…y no dudo en preguntarle sobre ello. Pero alguien pide su atención, y luego de cambiar mi cubierto, ella se marcha sin darme oportunidad a formular mi interrogante. Keira por otro lado no se percata de ello en ningún momento mientras degusta su almuerzo de forma distraída.
Regresé con Keira a la escuela y lamentablemente tuvimos que separarnos. Nuestros horarios no coincidían a la hora de la salida, por lo que simplemente intercambiamos números y acordamos vernos al otro día. Al final de la jornada suspiré aliviada de haber terminado, mi primer día fue mejor de lo que esperaba así que me sentí satisfecha.
En cuanto llego a la casa, avanzo hacia la sala de estar y me dejo caer sobre el sofá, por alguna razón me encuentro bastante exhausta. No llevo ni unos pocos minutos en dicha posición cuando escucho una pequeña risa tras de mí.
—¿Es solo el primer día y ya estás cansada?
—Nana, tú sabes cómo soy, cualquier cosa me agota.—ambas reímos ante mi comentario. Ciertamente no soy la persona más enérgica que existe.
Después de contarle levemente sobre mi día, recuerdo el suceso del Café. Y aunque dudo que ella sepa explicar algo sobre eso, no puedo evitar comentárselo.
—Sabes nana...hoy en el Café al que fuimos había una chica que nos atendió. Ella…tenía en su nuca un lunar.
Mi nana solo me mira atenta y sin expresión alguna, al ver que no dice nada decido continuar.
—Bueno, más bien eran tres. No sabría explicarlo, en cuanto a su forma no tenía similitud con el mío pero… su color, su contorno era bastante similar ¿Sabes? Me llamó la atención, de alguna forma lo sentí familiar.
Sin decir nada camina hacia estar cerca de mí, y tocando mi mejilla se aproxima a mi oído.
—No todas las verdades son para todos los oídos.— susurra.
—¿Qué...? Nana, no me vengas con tus citas literarias. Sé muy bien que eso es una frase de tu libro favorito "El nombre de la rosa".—ella se ríe y vuelve a mirarme.
— Tienes razón, pero no por eso deja de ser una respuesta a tu pregunta.
— me guiña un ojo y se va, dejándome aún más descolocada que antes.
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Mientras la luz del sol iluminaba el rostro de la confusa chica, en otro rincón de la magnífica esfera terrestre, la luna reinaba en una noche más incómoda de lo habitual para cierta persona….
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