La muerte iba caminando por un pequeño vecindario, vestida con su inconfundible vestido negro acompañado de su capa, con sus tacones golpeando el pavimento mojado, su cabello era como el mismo fuego combinado con la oscuridad, en sus ojos se podía ver la misma noche,   estaba buscando a alguien, esta vez estaba dispuesta a hacer un gran trato, cuatro vidas en lugar de una, seria una noche muy interesante, como ninguna otra.

Llego golpeando la puerta, adentro de la casa un hombre estaba en el suelo, cansado, inundado por el dolor, la impotencia y el odio, sabia quien irrumpió en su casa, pero no se movió, la había esperado desde hace mucho tiempo, desde que perdió a su familia no le encontraba sentido a la vida, la muerte le susurro al oído, con aquel tono suave y seductor, le diría donde estaban los causantes de su desgracia.

Esa noche un tiroteo se llevo a cabo en un barrio bajo, el sonido de las sirenas y aquella cinta policial, junto con cuatro cuerpos, era todo lo que adornaba en aquella casa, era mejor que convertirlo en un monstruo, mejor a que esos tipos siguieran causando daño a las personas inocentes, esa noche acabo con tres almas oscuras y salvo a una de convertirse en una. 

...   

En un pueblo casi desierto, un auto se alejaba, desapareciendo en la oscuridad, dejando a atrás a dos pequeños, ya no podía hacerse cargo de ellos y esa fue su mejor opción, la noche era fría, solo contaban con el poco calor que podía ofrecer el otro y un par de periódicos, no había mas, no sabían a donde ir, se quedaron a un lado de la carretera con la esperanza de que el auto volviera, pero no fue asi.

La muerte se acerco, le rompía el corazón estas cosas, pero tuvo una gran idea, los abrigo con su capa, cantando para calmar a los pequeños, transcurrió la noche, en cuanto el sol salio, los niños despertaron y enfrente suyo se encontraba un gran lobo, negro como la noche con algunas manchas semejantes al atardecer, lo siguieron hasta una casa, adentro de esta se encontraba un hombre, dispuesto a colgarse, le dejo una carta a la mujer que amaba, por desgracia ella volvía esa tarde, pero su plan se vio interrumpido por el sonido del timbre, al abrir la puerta encontró a los dos pequeños que no dudaron en abrazarse a las piernas del desconocido, este solo pudo llorar, pidiendo perdón por lo que estaba a punto de hacer.  

La muerte miraba desde lejos aquella escena, le encantaba hacer cosas como estas, no era tan mala como muchos pensaban, solo intentaba ayudar y después de todo ese era su trabajo.  

espero les guste este capitulo, gracias por leer.❤

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