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Michiyuki

Hacía frío y estaba nevando, y Chuuya lo esperaba igual que siempre con la fría incertidumbre de si él

regresaría aquella noche, o ambos se distanciarían nuevamente.

Solían hacerlo, se reunían para tener sexo, aveces hablaban poco entre insultos, y otras veces tenían largas y profundas conversaciones sobre como serian si fuesen otras persona. Dazai solía preguntarle "¿Quién crees que seríamos si fuésemos otras personas? ¿Dónde vivirías?", Chuuya le repetía tranquilo que no tenía sentido pensar aquello, pero a veces hacía una pausa y si Dazai lo apretaba contra su pecho con la excusa de que tenía frío, Chuuya decía que tal vez viviría en París. Tal vez se encargaría de administrar un elegante restaurante y Dazai le seguiría la corriente diciendo que él sería alguien con un trabajo aburrido, alguien como un banquero quizás, y que en una bonita noche se conocerían porque Chuuya era un idiota y ordenaria el vino equivocado a su mesa. El joven Nakahara no diría nada sobre que Dazai le seguía la corriente pensando en un mismo escenario, juntos.

Amar a Dazai era como un lugar profundo y suave, pero el tocarse el uno al otro era puro dolor,

siempre peleando, siempre gritando. Se amenazaban y luego se amaban tan fríamente que se

abrazaban desesperados buscando calor, convirtiendo así, las peleas en movimientos torpes para deshacer la ropa puesta, los insultos en gemidos, y las amenazas en deseos. Chuuya no sabía si era el único de los dos que deseaba tanto que Dazai le hiciera una promesa, pero así era él, Dazai no prometía, sino que, analizaba y deducía. El no le prometería el cielo y las estrellas, porque el cielo y las estrellas no le pertenecían a él, recordándole una vez más que no era más que perros callejeros aullandole a la luna.

Chuuya sabía que, incluso si se dejaba abrazar por Dazai

tan fuerte hasta sofocarse, nunca se convertirían en una sola alma.

Había momentos en los que Dazai Abandonaba la central de la Agencia de Detectives Armados al

finalizar el día, y sin aviso previo aparecía en un punto de encuentro donde Chuuya y él habían hecho

el amor por primera vez. Era un hotel que se había quemado, y el dueño sin dinero decidió dejar las

ruinas tal cual habían quedado, debido a su bancarrota.

Había sido hacía tiempo y ambos se habían quedado encerrados en la habitación número nueve debido a que la cerraduras se rompió cuando Chuuya, enojado y peleando con Dazai, le dio una patada para cerrarla. Debían encontrar a un informante en aquella habitación que les daría información que Mori-sensei requería, y luego de aquello Dazai quiso usar el baño que estaba en la habitación donde se llevó a cabo la transacción, luego de que el tipo se fuera. Fue entonces que Chuuya patearía la puerta con ayuda de su poder para sacarla de los goznes y así poder salir.

Dazai notó que si su compañero golpeaba con esa fuerza la puerta el techo se le caería encima. No le hubiera importado, pero le importó, y entonces lo tomó por la muñeca contrarrestando su habilidad sobrenatural con la suya.

Al sentir el toque Chuuya se detuvo y lo observó perplejo, Dazai también lo estaba de su actuar.

Sabían bien cómo habían escalado las cosas hasta llegar a dónde habían llegado, solo no querían hablar de ello. Era más fácil así. Sin cuidado, sin compromisos.

Se encontraban siempre la misma noche de

cada mes en la habitación nueve. El nueve era la homofonía lingüística de "dolor, agonía y

sufrimiento", o eso decían sentir cuando se veían, ambos se acusaban de ser insoportables y cuando compartían lecho e intentaban amarse solo sentían dolor.

Chuuya solía llegar primero, angustiado, preocupado de que el otro no llegase, debido a que hubo un

tiempo en el que Chuuya esperó hasta que amaneció y Dazai no llegó. Chuuya se había preguntado

irónico, si aquel bastardo se había muerto y por esa razón no llegaba. Pero claro, de haber muerto

hubiera sido él mismo quien lo matase o hubiera salido en los periódicos.

Fueron cinco veces que Dazai decidió no aparecer y repentinamente una noche en la que Chuuya ya

no lo esperaba, pero permanecía sentado en el suelo de la misma habitación de siempre, apoyado

contra la pared, fue que Dazai decidió aparecer tan borracho que apenas mantenía el equilibrio. No

habló, solo lo abrazó e hicieron el amor tan fríamente como siempre lo hacían, Se besaron, acariciaron,

e incluso hubo un tiempo en el que hicieron promesas en vano e imaginaban escenarios de futuros

imposibles, donde ambos podían amarse y no estaban tan rotos y averiados como lo estaban.

—Palabras verdaderas se encuentran en alguna parte de este mundo, al acecho de nuestra noche

silenciosa y sin amor. Inclusive ahora. —Le susurró Chuuya al oído de Dazai para apaciguar su dolor, deseoso de que Dazai correspondiera sus ya descubiertos sentimientos.

—Ya no. —Respondió ahogando un lamento. Apretaba tan fuerte como podía el cuerpo del otro para

así, cuando lo soltase no olvidar su calor, incluso si la fría ausencia lo congelaba.

Chuuya lo abrazó para que con amor se hicieran daño uno al otro otra vez.

No hacía mucho que había entendido sus sentimientos por Dazai, y aún así estaba seguro de que Dazai no le correspondería, se había dicho así mismo que era solo sexo pero nunca fue eso. Se abrazaban, besaban, eran delicados al tacto del otro pero no dejaba de ser un encuentro frío debido a cómo terminaba y como jamás se amaron fuera de esa noche una vez al mes.

Habían dormido poco cuando el sol comenzó a asomarse y Dazai, el primero en despertar, pensó que

no podrían volver a soñar nunca más con los problemas entre ambas organizaciones, incluso si se

daban la mano en la incertidumbre caminando por el alba aún dejaba gusto a hielo. Fue así como decidió, como todas las mañanas que se despedían, todos los meses, que irse antes haría que no tuvieran que hablar, el no verse despiertos de alguna manera conservaba el hechizo hasta la próxima vez que se vieran.

Chuuya despertó pocas horas más tarde y se descubrió a sí mismo sólo, allí, casi muriendo de frío por

la ausencia del cuerpo que le daba calor bajo las mantas, en aquella mañana de nieve.

Dazai caminaba por la fría ciudad portuaria rumbo a su departamento, cuando colocó sus manos

dentro de sus bolsillos y sintió un trozo de papel dentro. Miro hacia ambos lados de la calle

desconfiado y luego lo sacó para leerlo, allí decía:

"Nos conocimos para apartar esta soledad y no sabemos que se pueda cambiar con un beso, incluso

ahora tiemblo de ansiedad al saber que al fin te encontré. Por favor sostén mi frágil corazón."

Él lo sabía, sabía cuán buen mentiroso era Chuuya, lo había experimentado incontables veces, pero a un nivel más personal. Cuando se unieron para encontrar el Arahabaki y resultó ser el mismo Chuuya, Dazai había sido engañado por el muchacho, y luego hubieron otras situaciones dentro de la port mafia que requirieron mentiras. Chuuya era un excelente mentiroso.

Dazai guardó el trozo de papel en su bolsillo y sonrió tranquilo. Pensó que sería una locura que aquello fuese cierto, y pensó que ser valiente sobre el asunto no era una buena idea, no les daría un buen pronóstico debido a sus bandos, ya lo habían hablado y fantaseado pero ninguno dejaría la agencia ni la Port mafia, pero aún así, había parado de nevar y el sol se

asomaba con un poco más de fuerza, entonces decidió que iría a la agencia un poco más temprano en

vez de su solitario departamento. El animado lugar lo ponía de mejor humor.



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Hola!!

Ojalá les guste este nuevo fan fic. Me basé en una canción llamada "Michiyuki", me parece hermosa y entonces pensé que podría crear un fic con esta pareja.

Aclaración: Donde dice que el nueve es la homofonía lingüística
de “Dolor, agonía, sufrimiento” es debido a que nueve en japones puede sonar como “Kyuu” en
lugar de “Ku”, y suena parecido a las palabras ya dichas, pero se escriben diferente.

Si les gusta porfis déjenme en los comentarios y voten!!!!

¡¡Saludos!! 

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