Capítulo Uno: El Tren A Hogwarts
Hizo más fuerza para mover el carrito y presionó su mano contra el mango del carrito. Caminó un poco más rápido e hizo el intento de sonreír. A pesar de todo, ella lo tenía casi todo planeado... ya que había hecho una lista el día anterior y a pesar de que casi no se recordaba de nada, podía decir que la lista le había servido para tener mejores ánimos. Cruzó con rapidez la barrera entre el mundo mágico y el mundo muggle y sonrió en cuanto pudo. Ya estaba en la estación nueve y tres cuartos.
Para la chica no había mejor cosa que poder alejarse del mundo "real", ya que cosas usualmente la asechaban... pero dejando de lado todas esas cosas, la chica no tardó en encontrar un compartimento vacío... o solo con unos chicos que parecía que no la iban a echar de allí. Entró sin tocar la puerta y habló:
―¿Me puedo sentar con ustedes? —preguntó la chica.
―Claro ―respondió una chica. Por su apariencia, la chica pudo jurar que era casi un calco de lo que fue Hermione Granger... las únicas diferencias que ella encontraba eran que la chica tenía el pelo más ordenado y que tenía ojos azules―. Soy Rose, Rose Weasley.
―Micaela, Micaela Sparks ―se presentó ella, sentándose junto a un chico de cabello rubio y ojos grises―. ¿Y tú?
―Soy Scorpius, Scorpius Malfoy ―se presentó el rubio.
Micaela miró a los otros dos chicos que se encontraban en ese compartimento, la chica tenía cabello rubio y ojos azules, mientras que el chico tenía el cabello negro azabache y los ojos verde esmeralda... Micaela se quedó mirando esos ojos unos segundos antes de desviar la mirada hacia la ventana.
―Soy Albus, Albus Potter, y ella es Venus, Venus Scamander ―dijo Albus, un tanto sonrojado al darse cuenta que Micaela le miraba demasiado los ojos―. Tus ojos también son verdes, ¿sabías? ―preguntó un tanto cohibido.
Micaela asintió con la cabeza, sonrojada. Venus soltó una carcajada, que pronto fue acompañada de Rose y Scorpius.
―Dejen de ser tan shipeables ―rió Venus, causando el sonrojo de Albus y Micaela.
Tuvieron una corta charla en donde Micaela descubrió lo grandiosa que era la magia en general y ya deseaba poder llegar a Hogwarts.
―¿En que casa creen que quedarán? ―preguntó Venus―. Yo no sé ―dijo―. Mis hermanos dicen que quedaré en Slytherin, pero yo no lo creo.
―Yo en Slytherin ―dijo Scorpius.
—Yo en Gryffindor o en Ravenclaw ―respondió Rose―. Y apuesto todo mi dinero a que Albus queda en Slytherin.
―Acepto ―dijo Venus sonriente. Ella y Rose hicieron el trato.
―¡Hey! ―exclamó Albus―. No quedaré en Slytherin ―dijo y se cruzó de brazos como todo un niño pequeño.
Micaela rió y le golpeó levemente el brazo.
―Quedemos los dos en Slytherin... o lo que sea eso ―dijo ella―. Apuesto a que nada ni nadie podrá lograr que no quedemos en Slytherin.
A Albus se le iluminó el rostro.
―¿Hablas en serio? ―preguntó.
―Obvio que sí ―sonrió Micaela.
Albus sonrió y abrazó a Micaela. Mientras tanto, Venus soltó una carcajada, que hizo que ambos chicos se separaran.
―Ay, chicos ―rió―. Es que estaba pensando un nombre para su ship... y a pesar de que no se me ocurre nada, podría se algo así como 'Micbus'.
Micaela le golpeó levemente el brazo y los chicos siguieron con su conversación... sobre las casas de Hogwarts. Le explicaron todo lo que tenía que saber sobre Gryffindor, Slytherin, Huffelpuff y Ravenclaw. Le explicaron también sobre la constante pelea entre Gryffindor y Slytherin.
―Oigan, tengo una pregunta ―dijo Micaela luego de darle un mordisco a su pastel de calabaza que habían comprado hace cinco minutos―. ¿A ustedes también les dijeron «cuidáramos a nuestros amigos»? Sé que no tiene nada que ver con lo que estábamos hablando, pero me vino la duda y...
―Pensé que era la única ―rió Rose.
―¡Yo igual! ―exclamó Venus.
Scorpius rió.
―Ya no me siento raro...
―Fiuf ―suspiró Micaela haciendo un gesto como si se quitara sudor de la frente―. Al menos podemos intentar entender, ¿por qué nos dijeron eso?
―No sé ―dijo Venus―. Lo más probable es que sea por alguna profecía o algo así...
―No lo creo ―dijo Scorpius―. Hace años que no sale una nueva profecía y no creo que éste año sea la excepción.
―Yo apoyo a Venus ―dijo Albus―. ¿Qué tal si realmente es una profecía?
―¡Que no lo es! ―dijo Scorpius.
―Okey... ―dijo Albus, haciendo señas de «relájate».
Scorpius suspiró y se dejó caer en el asiento.
―«Cuida a tus amigos», la mejor frase de todas ―dijo Rose, aburrida.
Micaela soltó una risita.
Cuando los chicos ya estaban con su uniforme puesto, una voz retumbó en el tren.
―Llegaremos a Hogwarts dentro de cinco minutos. Por favor, dejen su equipaje en el tren, se lo llevarán por separado al colegio.
El tren aminoró la marcha, hasta que finalmente se detuvo. Todos se empujaban para salir al pequeño y oscuro andén. Micaela se estremeció bajo el frío aire de la noche. Entonces apareció una lámpara moviéndose sobre las cabezas de los alumnos, y Micaela oyó una voz que decía:
―¡Los de primer año por acá!
Resbalando y a tientas, siguieron a Hagrid por lo que parecía un estrecho sendero. Estaba tan oscuro que Micaela pensó que debía de haber árboles muy tupidos a ambos lados.
―En un segundo, tendréis la primera visión de Hogwarts ―exclamó Hagrid por encima del hombro―, justo al doblar esta curva.
Se produjo un fuerte ¡ooooooh!
El sendero estrecho se abría súbitamente al borde de un gran lago negro. En la punta de una alta montaña, al otro lado, con sus ventanas brillando bajo el cielo estrellado, había un impresionante castillo con muchas torres y torrecillas.
―¡No más de cinco por bote! ―gritó Hagrid, señalando a una flota de botecitos alineados en el agua, al lado de la orilla. Micaela y Albus subieron a uno, seguidos por Rose, Scorpius y Venus―. ¿Todos habéis subido? ―continuó Hagrid, que tenía un bote para él solo―. ¡Venga ¡ADELANTE!
ϟ
Todos siguieron a el profesor Longbottom a través de un camino señalado en el suelo de piedra. Micaela podía oír el ruido de cientos de voces, que salían de un portal situado a la derecha (el resto del colegio debía de estar allí), pero el profesor Longbottom llevó a los de primer año a una pequeña habitación vacía, fuera del vestíbulo. Se reunieron allí, más cerca unos de otros de lo que estaban acostumbrados, mirando con nerviosismo a su alrededor.
―Bienvenidos a Hogwarts ―dijo el profesor Longbottom―. El banquete de comienzo de año se celebrará dentro de poco, pero antes de que ocupéis vuestro lugares en el Gran Comedor deberéis ser seleccionados para vuestras casas. La Selección es una ceremonia muy importante porque, mientras estéis aquí, vuestras casas serán como vuestra familia en Hogwarts. Tendréis clases con el resto de la casa que os toque, dormiréis en los dormitorios de vuestras casas y pasaréis el tiempo libre en la sala común de la casa.
»Las cuatro casas se llaman Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin. Cada casa tiene su propia noble historia y cada una ha producido notables brujas y magos. Mientras estéis en Hogwarts, vuestros triunfos conseguirán que las casas ganen puntos, mientras que cualquier infracción de las reglas hará que los pierdan. Al finalizar el año, la casa que obtenga más puntos será premiada con la copa de la casa, un gran honor. Espero que todos vosotros seréis un orgullo para la casa que os toque.
»La Ceremonia de Selección tendrá lugar dentro de pocos minutos, frente al resto del colegio. Os sugiero que, mientras esperáis, os arregléis lo mejor posible. Volveré cuando lo tengamos todo listo para la ceremonia ―dijo el profesor Longbottm.
Cuando el profesor Longbottom volvió y los guió hacia el Gran Comedor y cuando llegaron, Micaela nunca habría imaginado un lugar tan extraño y espléndido. Estaba iluminado por miles y miles de velas, que flotaban en el aire sobre cuatro grandes mesas, donde los demás estudiantes ya estaban sentados. En las mesas había platos, cubiertos y copas de oro. En una tarima, en la cabecera del comedor, había otra gran mesa, donde se sentaban los profesores. La profesora McGonagall condujo allí a los alumnos de primer año y los hizo detener y formar una fila delante de los otros alumnos, con los profesores a sus espaldas. Los cientos de rostros que los miraban parecían pálidas linternas bajo la luz brillante de las velas. Situados entre los estudiantes, los fantasmas tenían un neblinoso brillo plateado. Para evitar todas las miradas, Micaela levantó la vista y vio un techo de terciopelo negro, salpicado de estrellas. Oyó susurrara Rose: «Es un hechizo para que parezca como el cielo de fuera, lo leí en la historia de Hogwarts», y también oyó la leve risita de Albus.
Luego que el sombrero cantara una canción realmente rara para el refinado gusto en música de Micaela. Longbottom sacó un pergamino y empezó a llamar a los estudiantes.
ϟ
―¡Sparks; Micaela!
Micaela caminó hasta el taburete y se sentó en este. Una voz sonó en su cabeza.
―Vaya, vaya, si es la elegida...
―¿Qué?
―Ah, no sabes nada... será mejor que no lo sepas. ―Micaela frunció el ceño―. Bien, dejando de lado el tema de que eres la elegida, podrías ir a Slytherin.
―Sí ―dijo Micaela―. A Slytherin para poder estar con Albus.
―Si tu lo dices... ¡SLYTHERIN!
Micaela, admirando como los colores de su corbata cambiaban, caminó hacia la mesa de Slytherin, en donde Scorpius la recibió muy bien. Micaela sintió la mirada de un profesor. Al verlo, vio que era un profesor con piel cetrina y pelo negro y grasoso.
―¿Quién es él? ―preguntó Micaela a Scorpius en un leve susurro.
―El profesor Snape ―le respondió Scorpius en un susurro―. Creo que ya lo conoces...
―¡¿Es enserio?! ―exclamó en un susurro Micaela.
―¿Por qué te mentiría?
―¡SLYTHERIN!
Albus llegó a paso apresurado al lado suyo. Y jadeando habló:
―Ahora... de seguro... me odian.
Y se dejó caer en el asiento.
―Eso yo ya lo creo ―dijo Micaela al ver como James Potter miraba con una mezcla de odio y desepción a su hermano―. Pero tranquilo, que nosotros siempre estaremos allí para ti. Incluso Venus.
Venus Scamander había quedado en Gryffindor, junto con su hermano, Lyssander Scamander.
ϟ
―¿Cómo fue que quedaste en Slytherin, Albus? ―preguntó Theo Nott II.
―No sé ―mintió Albus―. Solo creo que lo que decía James sobre que iba a quedar en Slytherin era verdad ―añadió. Casi mentira: el casi queda en Gryffindor pero le había dicho al sombrero que era mejor que lo mandará con sus nuevos mejores amigos―. Igualmente, ¿qué tiene de malo?
―Nada ―se apresuró en decir Theo―. Pero... ―Se calló y no dijo nada más.
―Calma, Theo ―dijo Blaise Zabini II―. No creo que Albus te vaya a matar, ¿cierto, Albus?
Albus rió y asintió con la cabeza.
―¿Ves?
―Di no al bullying ―dijo Micaela, mirando a Albus y a Theo.
―¿Eso que tiene que ver? ―preguntó Scorpius, causando un encogimiento de hombros de parte de Micaela―. A veces eres rara ―rió, negando con la cabeza.
―Me lo han dicho mucho.
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