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04

Una semana después.

Un peculiar dúo caminaba por un barrio residencial de Seul. El más bajo tenía el pelo rubio y rizado en las puntas, con algunas flores de colores adornando sus mechones, vestía con holgadas prendas color crema y mantenía un papel flotando cerca de su rostro. El otro era un poco más alto, tenía el cabello unos centímetros por encima del hombro, de un color chocolate natural, él parecía vestir más actualizado, con una simple camiseta blanca, unos jeans azules y unos zapatos de tela negro.

—¿Ya puedes admitir que esto fue una mala idea?— el pelicastaño habló, dejando salir un pesado suspiro luego. Estaba cansado y se notaba en su rostro malhumorado. 

—No es una mala idea, tontito.— replicó dulcemente el rubio, haciendo un movimiento con su mano para acercar más el papel.

—Al menos haz volar a estas maletas, ¿quieres?— le dijo amargamente.

—No quiero, me gusta verte sufrir.— le dijo en un tono alegre.

—Jodido sádico, y luego dicen que yo soy el endemoniado.— se quejó entre murmullos, cargando con los bolsos con algo de dificultad.

—¡Oh!— entonces, el rubio se detuvo frente a una casa normal, bastante grande y con un lindo patio sencillo. —Es aquí.

—Genial.— contestó átono, mirando alrededor algo incómodo. Se sentía observado, pero no había nadie alrededor, solo un trío de gatos en la muralla de la casa vecina sentados en fila.

—Ponle más emoción a tu vida, Hyunjin.— dijo el rubio, subiendo los peldaños que llevaban hasta el pórtico dando saltitos.

—¿Luego quién te mantendría en esta realidad, Felix?— dijo con sarcasmo.

El rubio ya no contestó, pues su amigo si tenía razón. Ignorando lo dicho, tocó al timbre con emoción, al fin vería de nuevo a su otro amigo. 

La puerta se abrió y por ella se asomó una cabeza, pero no era la cabellera rubia de su amigo australiano como él, era la de un joven alto con el cabello tintado de un azul algo desteñido ya.

—Hola, ¿en qué puedo ayudarle?— le dijo amablemente.

—¿Aquí vive Jake?— preguntó Felix.

—Eh, ¿quién lo busca?— preguntó dudoso.

—Soy su amigo de Australia, Felix. Y aquel chico es mi amigo, Hyunjin.— señaló al castaño que luchaba con los escalones para poder subir las maletas. —No sé si les aviso que vendriamos.

—¡Oh! ¡Sí mencionó algo de eso! Pasen, pasen.— dijo abriendo la puerta completamente y haciéndose a un lado para que entren. —Soy Heeseung, uno de sus roomates.

—¡Es un gusto, Heeseung!— Felix saludó alegre, entrando a la casa.

—¡Oi, Felix, dame una mano aquí!— Hyunjin gritó desde afuera, ya no daba del cansancio y las maletas pesadas seguían dándole pelea.

—Dejame ayudarte.— se ofreció Heeseung, dando un paso hacia afuera pero siendo detenido por el rubio.

—Yo lo hago.— dijo y con un chasquido de sus dedos, las maletas comenzaron a flotar.

—¡Qué mierda!— exclamó el peliazul, asustado.

Hyunjin se apresuró a entrar en la casa, seguido de las maletas, y tiró del paralizado chico hacia adentro. Cerró la puerta detrás suyo y dejó salir un suspiro cansado.

—¿Dónde está Jake?— Felix preguntó como si nada, ignorando el estado de shock en el que se hallaba Heeseung.

Unos pasos se oyeron en el pasillo y pronto, el mencionado estaba bajando la escaleras trotando. Felix sonrió en grande al verlo y corrió a su encuentro. Jake no lo pensó y saltó a los brazos abiertos del australiano mayor a penas lo vio. Tambalearon un poco por el impacto, pero se mantuvieron en pie, comenzando a dar vueltas en medio de su estrecho abrazo.

—¡Al fin llegaste, Lixie!— Jake saludó emocionado.

—¡Te hemos extrañado un montón!— dijo Félix.

—Hablá por ti. No extrañé a este mocoso escandaloso ni un minuto.— replicó Hyunjin, quien en contraste a sus palabras rudas, portaba una sonrisa alegre en su rostro. 

—Sigues siendo igual de amargado que el día que te conocí.— suspiró Jake, soltando a Felix para abrazar al otro visitante. Hyunjin fingió repulsión pero le devolvió el gesto con cariño. —Bueno, los llevaré a acomodarse en la habitación de huespedes.

—Claro, muchas gracias por el alojo.— agradeció el mayor.

Para el alivio de Hyunjin llevaron su equipaje escaleras arriba entre los tres, y luego de mostrarles su habitación, Jake los dejó solos para acomodarse.

—Lix, este lugar me da mala espina, ¿tenemos que quedarnos por tanto tiempo?— dijo Hyunjin, abriendo su maleta y sacando un cambio de ropas cómodo y decente para estar dentro.

—Jinnie, querido mío, ya quedamos en que debías practicar tu lectura de los ambientes. ¡La vibra aquí es bonita! ¡Tan mágica!— exclamó desde su lado de la cama donde se hallaba recostado. 

—No lo sé, Lix.— frunció su ceño al ver la expresión risueña y burlona de su mejor amigo, y mentor.

—Estaremos bien.— le restó importancia y usando su magia, volteó la maleta de su amigo, haciendo que todas sus prendas cayeran sobre la alfombra en el suelo.

—¡Felix, eres un pesado!— gritó, olvidandose de la conversación anterior y enfocandose en arrojarle un sueter a su amigo. Felix esquivó el intento de ataque y haciendo levitar algunas camisetas, las disparó hacia él. Hyunjin recurrió a agacharse para evadirlas.

Estaba por lanzarle un par de pantalones cuando escucharon un toque en la puerta.

—¡Chicos, ordenamos de cenar!— la voz de Jake se escuchó al otro lado. —Vengan cuando puedan y les presentaré a mis otros amigos, hay algunos que están ansiosos de conocerlos.

Ambos amigos dejaron su pequeña batalla de lado y salieron de la habitación.

ฅ^•ﻌ•^ฅ

M

ientras tanto, Sunghoon bajaba de su habitación en busca de algo para comer, con Niki siguiendolo por detrás.

—¿Podrás bajarlas?— preguntó el mayor, refiriendose a las escaleras.

—Sip, ya manejo esto de tener cuerpo de gato, incluso me siento más ágil y flexible.— dijo el menor, bajando los peldaños con veloces saltitos.

Iban a caminar hacia la cocina, cuando el rubio notó a Heeseung parado en la puerta de entrada sin moverse. Tenía la boca abierta y la mirada perdida en un punto fijo.

—¿Hyung?— murmuró tocando su hombro.

—¿Eh? Oh, ahm ya me iba.— masculló antes de correr a encerrarse en su dormitorio.

—Que rarito.— dijo Niki, avanzando hacia la cocina.

—Mucho para decir sobre eso no tienes, gatito.— bromeó Sunghoon.

—Callate, yo no elegí ser gato.— habló molesto, saltando a la encimera. —¡Y no me digas gatito!

—Pero si eres mi pequeño gatito mimado.— Sunghoon se acercó a el gato, hablandole con voz dulce y chillona mientras acariciaba su suave pelaje. Sonrió cuando sintió al pequeño ronronear bajo su tacto y estirar su cabecita hacia atrás en busca de más mimos.

—Me caes mal.— murmuró el menor.

ฅ^•ﻌ•^ฅ

perdón por nunca actualizar acá jskwmzwlld esq no sabía que hacer con esta historia y ahora ya sé, aunq no les prometo actualizaciones seguidas pq tengo mucho q hacer:p

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