Prólogo
En la época de las guerrillas, terratenientes y demonios, mejor conocida como el Sengoku, existía Inu No Taisho, el gran e imponente lord de las tierras del este, el más poderoso Daiyokai de la región del Japón feudal.
Muchos decían que era frío, sin corazón, sin piedad... Sin embargo el temible monstruo estaba enamorado de una humana, pero no cualquiera, ella era una mujer muy hermosa, de gran corazón, era la princesa de una importante familia que la había comprometido con uno de los más poderosos terratenientes, pero la mujer de nombre Izayoi escapó de su palacio para librarse de su destino y reunirse con su amado Lord.
Ellos compartían el mismo amor, tanto que de ese amor nació un hermoso pequeño, un cachorro de orejas perrunas y hermoso cabello plata al igual que su padre. Después un año, Setsonanu Takemaru, el prometido de Izayoi, había descubierto su paradero, en las tierras del oeste.
Inu No, no podía hacer nada, Izayoi estaba muy débil para sobrevivir a la pérdida de sangre después del parto, pero el pequeño cachorro estaba con vida y muy sano, con todo el dolor del mundo abandonó a su amada esposa después de pedirle disculpas por no poder salvarle pero se lo recompensaría cuidando muy bien de su cachorro, recogió al niño y lo envolvió entre mantas, apoyandolo en su pecho para brindarle el calor que emanaba su cuerpo y huyó del lugar, rumbo a su palacio en el oeste, donde Takemaru no podría hacerles daño.
Inu No se lamentaba todos los días por no haber salvado a Izayoi, pero al menos no había perdido a su hijo, fruto del amor entre ellos, y además le recordaba tanto a ella. "Inuyasha" fue la última palabra que le susurro antes de morir, acatando su petición puso al cachorro, Inuyasha.
Tomó el pequeño bulto donde estaba el niño y lo cargó, dirigiéndose al gran salón del palacio, solo esperaba que su antigua mujer no lo rechazara por su anterior falta. Explicó todos los acontecimientos detalladamente, a lo que Irasue comprendió la situación, como una madre haría tomó al pequeño en sus brazos, arrullandolo con mucho cariño.
A pesar de que ella era fría y de pocos sentimientos, no despreciaría al niño por no ser su hijo o por no ser un Yokai de sangre pura, él no tenía la culpa de haber nacido así, además le encantaban las orejitas peluditas que tenía sobre la cabeza, eran tan tiernas.
El hijo de Irasue, Sesshomaru, no estaba contento con la noticia, ahora su madre tenía que cuidar de su medio-"hermano" y ella ahora poseía los sentimientos humanos que detestaba y deseaba nunca tener.
Inu No sabía que Sesshomaru no aceptaba el hecho de tener un medio hermano, en parte eso lo entristecia porque estaba seguro de que el pequeño sufriría mucha discriminación por parte de todo aquel que lo viera.
El tiempo pasaba muy rápido e Inuyasha ya tenía 8 años, era un jovencito muy imperativo, con mucha energía para jugar, pero siempre que preguntaba si podía salir a jugar afuera, la respuesta era no.
Inuyasha aún no entendía los peligros que habían allá fuera, era un inocente niño que no sabía nada del mundo exterior, un niño alejado de los otros por ser diferente, odiado por los Yokais por ser de sangre impura.
Simplemente por ser un hanyou,
no humano ni demonio,
solo un hanyou con un
espíritu anhelante
de ser libre.
Aviso:
Esta historia, como leyeron, No es mía, créditos a su respectiva creadora :
Agradezco la idea para hacer esta historia, espero que disfrutes de lo que tu mente a creado.
Gracias linda.
❤️
"Quiero Ser Libre"
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