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"Un amigo verdadero te protege, ayuda y está contigo en las
buenas y en las malas,
elige bien a los tuyos
si no quieres ser
traicionado"
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La fatiga le estaba poniendo difícil su objetivo; llegar con Kagome. Los soldados estaban pisandole los talones, sin embargo tal vez, sólo tal vez podría lograr escapar de ellos.
Fue mala idea parar a calmar su sed, ahora se encontraba abrazado a los sacos que traía, concentrado en esconder su olor y su presencia, oculto entre el verde follaje, escuchando a los soldados revisar la zona.
—¡Kagewaki! ¡¿Lo puedes sentir?!—
—¡No Izumo, al parecer lo hemos perdido! — el demonio saltaba sobre las copas de los árboles hasta que paró en seco, precisamente en el árbol donde se escondía Inuyasha —¡Alto! ¡Hagan silencio! ¡Puedo oír algo! —
Inuyasha abrió sus ojos como platos ¿Lo encontrarían? Rápidamente tapó su nariz y boca, el sonido de su respiración podían oírlo, contuvo todo lo que pudo el aire en sus pulmones.
Kagewaki agudizó su oído, podría haber jurado que lo oyó, sin embargo Seikai le llamó.
—¡Kagewaki! ¡Revisemos la aldea! ¡Seguramente debe estar ahí, escondido! —
—¡Sí! ¡No pudo haber desaparecido de un momento a otro! ¡Tiene que estar en la aldea! — afirmó Izumo.
Kagewaki miró detalladamente el bosque, nada, parecía como si nadie hubiera pasado por ese lugar, además el olor del muchacho desaparecía justo en esa aldea, asintió a sus compañeros y fueron a revisar la aldea humana, pero si al menos hubiera mirado donde sus pies estaban puestos, habría podido ver los dos orbes dorados que le miraban fijamente...
Inuyasha estaba llegando al límite, iba a desmayarse si no respiraba ahora, dio gracias a Kami cuando el tal Kagewaki se fue, inhaló tres profundas bocanadas de aire y cayó hacia atrás mirando la tenue luz que perforaba las hojas.
Ya más despreocupado y después de haber comprobado que los soldados no estaban cerca, retomó su viaje, esta vez por tierra para no ser virsto, corriendo deprisa pero no con miedo a que lo atraparan, ahora con lo que llevaba Kagome seguramente se pondría feliz.
Admiró el hermoso paisaje a su alrededor, el bello cielo celeste que pronto se cubriría por los tonos lila, rosa y naranja, indicando que la noche pronto llegaría.
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Inu No Taisho estaba impaciente, sentado en su trono mientras el constante repiquete de sus dedos golpeando la madera, resonaba en el gran salón. Pronto no fue el único en la sala, pues unos guardias abrieron las grandes puertas, provocando un estrepitoso sonido, unos soldados trajeron ante su presencia al hijo de Yusaku, había mandado por él que seguramente debía saber del paradero de su hijo.
—Aquí me tiene, Alteza, pero dígame ¿Que necesita tanto de mí como para hacer que estos soldados fueran a sacarme de mi cueva? — el tono arrogante en la voz del chico estaba irritando a Inu No.
—Escucha, muchacho, yo hago aquí las preguntas, no tú, así que calla—
El moreno de ojos celeste le miró despreocupada mente, manteniendo un poco de incredulidad en su mirada, esperando a que su "Señor" se dignara a hablar.
—Quiero saber: ¿Donde. Está. Mi. Hijo? — cada palabra la dijo con remarcado enojo y dureza, mientras sus penetrantes ojos ámbar le daban una mirada filosa, que en cierto momento llegó a causarle un escalofrío.
—No lo sé, señor, y aunque lo supiera, no se lo diría, usted... —
El fuerte golpe del puño de Inu No impactando en el posa-brazos del trono, hizo que parara de hablar, Inu No Taisho estaba más que furioso, casi en estado de histeria se podía decir.
—Escúchame bien, Koga, puedes ser el hijo del gran Yusaku que alguna vez fue mi amigo y hermano durante su vida, pero eso no me impedirá matarte, así que mejor dime todo lo que sabes de Inuyasha—
Koga tragó pesadamente su saliva, no podía revelar el paradero de su amigo y menos a la hermosa dama que le hacía compañía.
—Escuche, yo... En verdad no sé donde está Inuyasha, hace casi un año lo encontré merodeando en el bosque, lo llevé a mi cueva para que descansara por unos días, pero luego él se marchó, lejos, pero no sé a donde, desde eso no lo he vuelto a ver— le relató lo ocurrido, exceptuando el hecho de que cuando encontró a Inuyasha, estaba herido.
Inu No miró con una dura y fija mirada al joven demonio lobo, parecía que decía la verdad, respiró hondamente, volviendo a su semblante de dolor mientras miraba a otro lado, parecía cada vez más lejano que pudiera tener nuevamente con él a su hijo. Koga por su parte, avanzó hacia el gran Daiyoukai bajo la atenta mirada de los soldados, se detuvo en medio de un escalón quedando en frente de Inu No.
—Vete, puedes irte —dijo con voz rota y con una mano tapando sus ojos, claramente tratando de ocultar las lágrimas que sus ojos no podían contener.
—Señor... Su hijo está bien— Inu le miró con tristeza— Hoy lo vio, él está vivo y sano... Pero no pretenda que él vuelva con usted, ahora disfruta de la libertad que siempre deseó y usted le denegó, así que le pido que desista de sus intentos por encontrarlo, él no querrá volver— habló pausada y calmadamente, intentando consolar al gran señor.
Éste por su parte, hizo una seña con su mano y rápidamente los guardias le hicieron retirarse de la sala, Koga le miró una última vez, viendo como se levantaba del trono y caminaba seguramente a sus aposentos, luego la puerta de cerró tras de él.
Inu No se dirigió al cuarto de Inuyasha, se quitó su gran coraza (armadura) junto con su capa y espada, luego se recostó en la cama, tomando la pequeña mantita donde su difunta Izayoe envolvió a su cachorro entre sus manos, mojandola poco a poco con sus lágrimas, le había fallado a su esposa; no pudo proteger a su amado hijo...
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Debo admitir que me destrozó el corazón escribir ésto, pude sentir el dolor que sentía Inu No Taisho
💔
En fin, espero que hayas disfrutado el cap y en especial tú:
Espero que sea de tu agrado como va tu historia, los créditos son solo tuyos. 😉
Bye Bye
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