08
Sana POV
──¡¿Chaeyoung?!──Abrí los ojos sorprendida cuando me encontré a mi cuñada parada frente a la puerta de mi casa al volver del trabajo.
Chaeyoung se dio vuelta y soltó un suspiro.
──¡Gracias al cielo! Estaba comenzando a pensar que me había equivocado de dirección.──Luego, súbitamente, me rodeó con sus brazos y me estrechó con fuerza. Inmediatamente le devolví el apretón, a pesar de que todavía seguía paralizada.
──¿Qué haces aquí? ¿Te envió Tzuyu?
Ella sonrió mientras se inclinaba sobre el coche de Minju y acariciaba las mejillas de mi hija con suavidad.
──¿Cómo está la sobrina más preciosa de todas?──Preguntó con una aguda voz, y me respondió sin dejar de sonreírle a Minju.──No, Tzuyu no me envió. Quería saber cómo estabas, y digamos que Seúl no es el lugar más seguro del mundo para nosotras en este momento.
──¿Por qué no?
──Entremos, te lo contaré todo.
Chaeyoung se apresuró a tomar el coche de Minju mientras yo abría la puerta de mi casa con rapidez, e ingresó detrás de mí, mirando todo con ojo crítico.
──Pequeño, pero lindo.
──Tzuyu casi me asesina cuando vio la habitación de Hotel en la que estaba viviendo, y alquiló este lugar. Me encanta.──Respondí, comenzando a sentir la felicidad de tener a mi cuñada y mejor amiga frente a mí.──¿Cómo estás tú? Te he extrañado, duende.
Chaeyoung soltó una risita mientras cargaba a Minju en sus brazos y me seguía hacia la cocina.
──Lo sé, yo también te he extrañado a ti. No podía creerlo cuando Tzuyu me contó que te habías ido.
Torcí el gesto, y Chaeyoung se instaló en un taburete en la cocina mientras me veía preparar dos tazas de café.
──Estaba furiosa conmigo.
──Estaba destrozada. Créeme, Sana, no te quiero hacer sentir mal, ni mucho menos, pero nunca había visto a mi hermana así. Estaba decidida a tomar el coche y salir a buscarte, a donde sea, pero la convencí de que debía pensar con racionalidad. Inmediatamente envió a los espías a buscarte.
──Fue fácil encontrarme.
──Bastante, sí. Creo que fue por las amenazas de Tzuyu en caso de que no te encontraran.──Me estremecí. Sí, podía imaginármelo.──Estaba como loca, tirando las cosas de los estantes y realmente pensé que se quedaría calva si seguía tirándose el cabello de esa forma.──Chaeyoung sacudió la cabeza.──La tienes a tus pies, chica, y nunca pensé que le diría eso a nadie.
Me mordí el labio mientras dejaba una taza de café frente a ella, y le daba un sorbo a la mía.
──No quería lastimarla, Chaeyoung, sólo... Hacerla entrar en razón.
──Y créeme que lo hiciste. Eres mi heroína, Sana.
Rodé los ojos mientras soltaba una risita.
──Fue, definitivamente, la decisión más difícil de mi vida.
──Puedo imaginarlo. La amas tanto como ella te ama a ti, ¿Verdad?
──Lo hago.──Asentí, mientras observaba el oscuro líquido dentro de la taza.
──Sabes que lo están haciendo por nosotras, ¿No?
──¿Hacer qué?
──Salirse de la mafia.
──¿Mina también se está saliendo?
──Claro que sí, y la amo todavía más por eso.
──¿Por qué Seúl es peligroso para nosotras ahora?
──Oh, eso... ──Chaeyoung acomodó mejor a Minju en sus brazos, mientras mi pequeña seguía durmiendo.──Ellas tienen muchos... Socios, que se verán tremendamente perjudicados por lo que están haciendo. Por lo que sé ahora, dos de ellos están intentando asesinarlas, aunque la mayoría decidió no meterse en su camino. A pesar de estar abandonándolo todo, Tzuyu sigue siendo la más temida, ya sabes.
Rodé los ojos. Claro que sabía.
Estaba por demás acostumbrada a las miradas temerosas que le dedicaba la gente de vez en cuando mientras estábamos en algún lugar con gente conocida, y era simplemente insoportable.
──¿Y por qué siguen allí? ¿Porqué no se van ellas también, si están en peligro?
──Necesitan terminar de cerrar ciertos negocios, ver a quién le delegarán su... reinado del terror.──Comentó dramáticamente mi nuera, haciéndome soltar una carcajada.
──¿Y creen que alguien podría intentar hacernos algo para dañarlas a ellas?
──Exacto. Estando en un pueblo pequeño es más fácil controlarnos, en Seúl no lo es.
Suspiré.
──Estoy cansada de todo esto. No puedo esperar a que se acabe de una maldita vez.──Farfullé, dándole otro sorbo a mi café.
Chaeyoung asintió con la cabeza.
──Y eso que tú solo has estado aquí por un año y medio, yo llevo seis, Sana, y llevo pidiéndoles que se salgan desde entonces.
──Claramente eres más paciente que yo.──Susurré mientras comenzaba a lavar las dos tazas vacías.── ¿Hay muchos guardias con nosotras?
──Muchos... ¡Oh, lo olvidaba! ¿Quién es la mujer con la que tuviste una cita hace un par de días?
Rodé los ojos mientras cerraba el grifo y me giraba hacia Chaeyoung secándome las manos con un paño.
──No fue una cita. Roseanne es sólo una amiga y me había invitado a cenar. Una cena de amigas.
──Tzuyu se volvió loca.
──Lo sé. Lo noté cuando me envió un trago a mi mesa y luego se marchó del restaurante. Realmente, no podía creer que hubiese venido hasta aquí y se pensara marchar sin siquiera hablar conmigo.
──Sí, mi hermana puede ser una gran estúpida cuando quiere.
──Ni que lo digas... ──Mascullé, y Chaeyoung me sonrió de oreja a oreja.
──¿Sabes qué significa esto?
──¿Qué?
──Que esta será... ¡Una noche de chicas!
Rodé los ojos y cargué a Minju cuando Chaeyoung la acercó a mí.
──Genial, ya extrañaba ser embadurnada de cosméticos hasta morir.
Chaeyoung soltó una risita.
──Eres dramática, Minatozaki. ¿Puedo tomar un baño?
──Claro que sí, duende. Por el pasillo hacia la derecha.
Chaeyoung se apresuró al cuarto de baño mientras yo me sentaba en la sala con mi hija en brazos.
Sólo rezaba a Dios por que las cosas comenzaran a resolverse de una maldita vez.
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Tzuyu POV
──Tzuyu, déjalo en el suelo.
──¡Dímelo, maldito cobarde! ¿¡Quién mierda te envió!?──Sacudí una vez más al idiota, golpeando su cabeza contra la pared, y él resolló.
Sentí la inquietud de Mina detrás de mí mientras el hombre que habíamos encontrado apuntándonos con un arma en el estacionamiento de mis oficinas no paraba de sollozar.
──Tzuyu, debemos marcharnos de aquí, maldita sea.
──No hasta que este idiota hable.──Mascullé, apartándolo de la pared y tirándolo al suelo.
Estaba tan malditamente cansada de esto que podría haberlo golpeado hasta desfigurarlo.
Una semana y media había pasado desde que volví de Suwon, y ya habían estado a punto de asesinarme 15 veces. Fuera de mi casa, en mi oficina, en la calle, y en cada maldito lugar al que me dirigiese.
Ya había negociado con Taehyung, uno de los imbéciles que me había estado buscando para asesinarme, y a pesar de que me costó no tener su cuello frente a mí y no estrangularlo, sabía que los beneficios que le estaba dando ahora serían suficiente como para que no me jodiese más.
Ahora sólo quedaba el malnacido de Felix, y estaba casi seguro de que el hombre que ahora me miraba desde el suelo con los ojos temerosos debía ser uno de sus seguidores.
──Tzuyu, no sé si lo olvidas, pero acabas de despedir a todos tus empleados, ¡Todos!
──Salvo los que están en Suwon.
──Por desgracia, ¡Nosotros no estamos en Suwon! No tenemos protección, Tzuyu.
──No seas cobarde, Mina.
──Tzu...── Mina no terminó de pronunciar mi nombre cuando el ruido de llantas derrapando nos hizo levantar la cabeza con rapidez.
Levanté el arma que le había quitado al hombre, apuntando hacia el grupo de seis hombres vestidos de negro que comenzaron a correr en nuestra dirección, ridículamente armados.
──Baje el arma y no nos veremos en la obligación de hacerle daño, señora.
Fruncí el ceño cuando sentí la mano de Mina sobre mi hombro, sin dejar de mirar al interlocutor de los recién llegados.
──Deja la maldita arma, Tzuyu.
──Puedo con ellos.
──Claro que no.──Susurró de vuelta en mi oído.──Mira hacia atrás.
Lentamente, giré mi cabeza para echarle un vistazo a mis espaldas, en donde diez hombres más comenzaban a rodearnos.
──Mierda.
Mina sacudió la cabeza en mi dirección, y dejé caer el arma al suelo.
──Me las pagarás, Chou.──Masculló, frustrada, y yo le sonreí íronicamente.
──Caminen hacia adelante, lentamente.
──¿Quiénes mierda son ustedes?──Preguntó Mina mientras nos acercábamos a ellos.
──Felix nos envió. Las llevaremos con él.
──Así que estamos secuestradas.──Comenté divertida.
──Sí, señora.──Respondió el hombre que ahora revisaba mi traje en busca de algún otra arma.
Me contuve para no soltar una carcajada.
Esto tenía que ser el maldito karma.
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