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Freya se encontraba tumbada en su cama mientras sus compañeras se arreglaban para el baile, ella estaba decidida a no ir hasta que apareció un paquete con una carta de su madre, rogándole que por favor asistiera. La chica Malfoy nunca había hecho nada lindo por ella, decidió que ese podía ser el primer y único acto de cariño hacia su madre.

El vestido que le había enviado era sencillo, se trataba de un vestido color rojo con las mangas debajo de sus hombros; no tenía ni brillos ni adornos, aunque le costara aceptarlo, su madre la conocía mejor de lo que ella quisiera.

Sus compañeras de habitación no paraban de parlotear mientras se maquillaban y se arreglaban el cabello, Freya no haría nada de eso, simplemente dejaría su cabello suelto y arreglaría su rostro como estaba acostumbrada a hacerlo. Además de que planeaba llegar tarde, su madre le había pedido que asistiera, no había puesto ninguna regla.

Angelina Johnson no paraba de hablar de Fred Weasley y Freya estaba segura que en cualquier momento la golpearía, la paciencia no era una aliada suya. Al parecer la morena estaba perdidamente enamorada de Weasley. «Si tan sólo supiera...», pensó la castaña con una sonrisa burlona en el rostro, que no tardó en esfumarse. Ella no era más que un secreto de Weasley, sería Johnson la que se presentaría al baile con él.

Las chicas no tardaron en desaparecer de la habitación, sin dirigirle la palabra, habían terminado por entender que Malfoy no quería amigas. En cuanto desaparecieron, la chica se metió a darse una ducha; intentó relajarse, pero los nervios se habían apoderado de ella, no podía dejar de pensar en cierto pelirrojo.

Se restregó la cabeza con fuerza, como si eso pudiera ayudarla a sacarlo de su mente.

Cuando terminó de ducharse se secó el cabello y después se maquillo lo más natural posible, no quería parecer una máscara como sus compañeras. En cuanto estuvo lista, se colocó el vestido y se miró al espejo, no pudo evitar sonreír al verse. Lucía increíble.

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Fred Weasley bailaba con Angelina, quien utilizaba un bonito vestido blanco sin mangas y lucía muy guapa, pero la mente de Fred estaba muy lejos de ahí; no podía dejar de pensar en cierta chica insolente y cínica. Lamentaba no haber tenido el valor de invitarla al baile, pero si lo hubiera hecho, ¿qué? Nada hubiera cambiado, Malfoy la hubiera rechazado y el resultado hubiera sido el mismo: Angelina Johnson.

Intentó no pensar eso, el baile estaba bastante bien y aunque Malfoy no estuviera ahí, la estaba pasando bien. Pero ese era el problema, sólo la estaba pasando bien, cuando podría estar pasándola increíble.

Volteó hacia la puerta del Gran Comedor, esperando ver a Freya Malfoy entrar, con su paso arrogante y su mirada distante. Y parecía que sus pensamientos habían sido escuchados, porque de un momento a otro apareció la chica Malfoy, con un espectacular vestido rojo, que resaltaba su bien formada figura.

Todo el Gran Comedor se había girado al verla entrar, la chica sonrió con suficiencia y se paseó alrededor de las parejas. Fred estaba seguro que la única mujer que podía hacer ese tipo de entrada era Freya Malfoy.

La siguió con la mirada por todo el lugar, la chica parecía estar tremendamente aburrida, no había intercambiado palabra con nadie ni tampoco había bailado.

Terminó por verla salir del Gran Comedor, después de unos diez minutos de pasearse.

—Ahora vengo —le dijo a Angelina y se apresuró para seguir a Freya.

Caminó detrás de ella por un rato, recorriendo largos corredores y subiendo escaleras interminables, hasta llegar a la Torre de Astronomía.

—Weasley, deja de esconderte, sé que llevas siguiéndome desde que huí del baile.

Fred salió de su escondite y sonrió a medias. Freya lucía aún más hermosa de cerca, sus ojos brillaban casi tanto como el reflejo de la luna en su rostro.

—¿Qué te hizo cambiar de opinión respecto al baile? —preguntó el pelirrojo acercándose a ella.

Ambos estaban recargados en el barandal, admirado la fría noche que estaba frente a ellos.

—Mi madre. Me rogó que asistiera y me envió el vestido, me pareció grosero rechazarla —respondió encogiéndose de hombros.

—Y tú, como la buena hija que eres, apareciste dos horas tarde y te paseaste por diez minutos.

La chica sonrió burlona.

—Puse mis condiciones.

Se quedaron un rato en silencio, simplemente admirando el paisaje. Aunque Fred prestaba muy poca atención a la increíble noche, sólo podía admirar a Freya, quien parecía no molestarse porque el pelirrojo la mirara.

—¿Qué tal el baile, Weasley? —preguntó la chica al cabo de un rato.

—Pudo ser mejor —respondió el pelirrojo encogiéndose de hombros.

—¿Y qué lo hubiera hecho mejor? ¿Tener sexo al final de la noche? —preguntó la chica, con su clásica voz cínica.

—Eso aún puede ocurrir, Malfoy —dijo el pelirrojo mientras le acariciaba el brazo, a lo que la chica se estremeció—. Pero no, no era eso lo que estaba pensando.

—¿Entonces qué?

Fred suspiró. Temía decirle la verdad a Freya, pero si no lo hacía... iba a arrepentirse por siempre, de eso estaba seguro.

—El baile era fantástico, Malfoy. Todo estaba increíble, sólo había un problema.

La chica lo miró con la ceja encarnada.

—La chica con la que quería ir no estaba ahí.

—¿Qué no habías invitado a Johnson?

Fred sonrió, mirando a Malfoy fijamente.

—Para ser una chica tan inteligente eres lenta. Tú no estabas ahí.

Freya frunció el ceño.

—Si querías ir conmigo, ¿por qué no lo dijiste?

—Tú sabes por qué.

La chica suspiró, acercándose a Fred para que éste la rodeara por la cintura.

—¿En qué nos metimos?

Fred le acarició el cabello.

—No tengo ni la más remota idea, Malfoy, pero no parece haber una salida. —La chica asintió— ¿Te da miedo?

—Por supuesto, Weasley, yo no estoy acostumbrada a sentir.

—Quién diría que la gran Freya Malfoy tiene miedo.

La chica rió.

—Todos le tenemos miedo a algo, la gente sin miedo carece de interés.

—¿A qué más le temes?

—¿La verdad? —Fred asintió—. A todo. —Suspiró— ¿Qué hay de ti?

Fred dudó unos segundos, si le decía eso a Freya no habría vuelta atrás. La chica lo miraba expectante, estaba seguro de que insistiría hasta saber la verdad.

—Tengo miedo de ti.

—¿De mí?

—De perderte —admitió—. Sé que algún día te irás y será para siempre.

Los ojos de Freya se habían cristalizado, Fred sonrió al verla así, tan... vulnerable, algo que no era típico en ella.

La tomó del rostro y unió sus labios en un dulce beso, uno, que a diferencia de todo lo que habían vivido, era real. La chica le acarició el cuello, mientras Weasley la abrazaba por la cintura. Sintió la lengua de la chica recorrerle los labios, y la abrazó contra él; sus cuerpos estaban completamente unidos, al igual que sus bocas.

Deslizó las manos por el vestido de Freya, encontrando la cremallera y abriéndola lentamente. El vestido de la chica cayó al suelo, dejando ver su delgado y desnudo cuerpo.

Fred le besó el cuello mientras la chica se deshacía de su saco y demás. La escuchó suspirar mientras le acariciaba el torso, antes de volver a unir sus labios.

Acarició el cuerpo de Freya con dulzura, a diferencia de las otras veces, que sólo podía sentir anhelo. La chica lo besaba con ternura, sin apresurarse, simplemente disfrutando del contacto.

Cuando ambos se encontraron completamente desnudos, de pie, uno frente al otro; Fred no pudo evitar mirarla a los ojos.

—¿Estás segura?

La chica soltó una carcajada.

—¿En serio me lo preguntas ahora?

Fred le acarició el rostro.

—Es sólo que... nunca lo hemos hecho así, Freya —se atrevió a decir, la chica sonrió al escuchar su nombre.

—En ese caso, sí, Fred, estoy segura.

Fred la envolvió con su cuerpo y la chica suspiró al sentirlo. Se dedicó a acariciarle el cabello al pelirrojo, mientras jadeaba y cerraba los ojos.

—Merlín, Fred —dijo abrazándolo contra ella.

En cuanto terminaron, el pelirrojo sonrió de oreja a oreja, sin moverse de dónde estaba.

—No me cansaré de decírtelo, Freya: eres maravillosa.

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