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Pov Freen

− ¿Tienes alguna idea de porqué Non lo hizo?

− Ninguna. Luego del día en que me dio a Becky, no lo volví a ver, ni me interpuse en sus negocios.

− Más poder.

− Tiene que serlo, no hay otra razón.

− ¿Qué harás con él? - Noey se balanceó en su silla, frunciendo el ceño.

− Destruirlo. No permitiré que se salga con la suya luego de lo que hizo. Luego de todo el daño que le causó a becky, toda esta mierda.

− Hablando de eso - noey se puso de pie, caminando con total confianza hasta la esquina en donde guardaba las bebidas - ¿Cómo está Rebecca? Looknam va a volverme loca. Quiere ir a visitarla.

Me encogí de hombros.

− Está viviendo en un pueblo perdido en el medio de la nada. Le envié una carta y a un grupo de guardaespaldas. Si looknam quiere ir, que lo haga - comenté despreocupadamente - Según los informes que recibo cada dos días por parte de los guardias, es mucho más seguro allí que acá. Beck está trabajando en una librería, aunque no entiendo el por qué.

− ¿Le enviaste dinero?

− Obviamente.

− ¿Sabes a dónde irás cuando todo esto termine?

− No tengo ni la menor idea - acepté la copa de vino que me ofreció, mientras suspiraba.

− Estás enfadada con ella.

− Muchísimo. Se comportó como una niña. No debería haberse ido, debería haber hablado conmigo.

− Ella habló contigo, Freen.

− Siempre pensé que era un encaprichamiento, nunca creí que de verdad le afectara tanto, Noey.

− ¿La extrañas?

Tardé un momento en contestar.

Extrañar.

Si me lo hubieran preguntado hace algo más de un año, habría respondido que extrañar era una mera muestra de debilidad. Que no había espacio en mi vida para extrañar a nadie. Pero ahora sabía que ese pesar que sentía en el centro del pecho, ese dolor que no me dejaba dormir en las noches, y ese maldito espacio vacío entre mis brazos, era eso.

− La extraño tanto que duele. Y a mi hija, mi Sarah - sacudí la cabeza, dolida - nunca pensé que podría llegar a doler tanto, Noey.

− Lo sé, freen. Pasé por lo mismo cuando Looknam se fue de casa aquella vez. Fue espantoso.

Asentí, y di por cerrado el tema mientras abría un par de carpetas en donde mantenía guardada información sobre Non.

Pov Becky

− Guarda estos en la sección de terror, Rebecca.

Asentí con la cabeza y tomé la pila de libros que descansaba sobre el mostrador, comenzando a caminar hacia la estantería más lejana de la tienda. Mientras los estaba acomodando, la campanilla de la entrada sonó, e inmediatamente me giré para ver de quién se trataba.

Durante las tres semanas y media que llevaba aquí, me había convertida en una paranoica. Cada vez que sonaba la campanilla de la entrada a la librería o recibía algún recado, mi mente dudaba entre la felicidad de que fuera Freen, y el terror a que fuera algún enemigo.

Expiré tranquila cuando vi aparecer por la puerta a Alex, la dueña de la tienda a un par de casas a la derecha. Alex era pequeña, morena como cualquier buena tailandesa, y muy guapa. Y estaba interesada en mí. Lo había sabido desde el primer día que me vio comprando en su tienda. Me había sonreído cálidamente, mientras sus ojos brillaban.

"Así que tú eres la chica nueva." Había comentado.

Así era como me conocía todo el pueblo. La chica nueva, la madre soltera. Alex, Mind y el gerente del hotel eran las únicas personas del pueblo con las cuales mantenía contacto regularmente, y el resto de la población se preguntaba el porqué de mi auto aislamiento.

− Buenos días, Mind. Rebecca. -  inclinó su cabeza en mi dirección, y le sonreí amigablemente mientras me acercaba al coche de Sarah junto al mostrador.

− Buenos días, Alex. ¿Hay algo que pueda hacer por ti? - pregunte, a la vez que acomodaba mejor las mantas alrededor de mi hija.

− A decir verdad, sí. Quería invitarte a cenar conmigo esta noche.

Me erguí rápidamente, sorprendida ante su falta de rodeos.

− Esto, no lo sé, yo... - no quería cenar con ella. O quizás sí. Definitivamente, no me gustaba Alex. No de esa manera - Está Sarah, y...

− Oh, Becca, que eso no te impida ir. Puedo cuidar a Sarah por ti, si no te molesta.

Le eché una mirada a Mind. Ella tenía la esperanza de verme con Alex, ya que se pasaba seis de mis ocho horas de trabajo hablándome sobre los múltiples talentos de la mujer. Inspiré hondo, sintiendo las miradas de ambas fijas en mí, expectantes.

− Está bien - respondí finalmente. Sería sólo una cena con una amiga. Sólo eso.

− Perfecto, te recogeré en el Hotel de Satta a las siete - luego de sonreírme mostrando una hilera de dientes perfectamente blancos, Alex dio media vuelta y salió de la librería.

Si freen se entera, va a matarme.

− Oh becca, es genial que hayas aceptado salir con Alex.

− No será una cita, Mind. Y Alex sólo es una amiga - murmuré mientras acomodaba una pila de libros distraídamente, ignorando la mirada penetrante que me dedicó mi jefa durante unos cuantos minutos.

− Tu ya estás enamorada, ¿No es así? - murmuró finalmente, haciéndome suspirar.

− ¿Cómo lo sabes?

− Tienes ese típico aire de mujer enamorada. Es como si estuvieras feliz y triste al mismo tiempo. ¿Es la madre de Sarah?

Asentí.

− ¿Qué sucedió?

− Es complicado.

− El amor siempre lo es.

Suspirando, me dejé caer sobre un banco detrás del mostrador, junto a Mind.

− Su trabajo era...complicado. Le pedí que lo dejara porque nos ponía a todos en peligro, pero no quiso hacerlo. Luego de un accidente, decidí irme.

− Y viniste aquí.

Asentí.

− No pretendía huir de ella, sólo quería hacerle abrir los ojos.

− ¿Has vuelto a saber algo de ella?

− Me envió una carta el mismo día en que llegué aquí. Pensé que tardaría semanas en localizarme, pero tiene contactos. Dijo que dejaría... Ese trabajo peligroso. Pero eso llevará tiempo.

− La extrañas.

No fue una pregunta, y asentí mientras acariciaba las mejillas de Sarah con suavidad, mientras ella dormitaba pacíficamente.

− No pensé que la extrañaría tanto. No puedo parar de llorar.

− Debes hacérselo saber a Alex.

− ¿Qué cosa?

− Que no podrás llegar a nada con ella. Merece saberlo.

− Por supuesto que sí. Sólo quiero ser su amiga...

− Todo andará bien, becca - Mind me dio un leve apretón en el hombro antes de ponerse de pie para atender al cliente que acababa de llegar.

Yo solo recé porque tuviera razón.

Pov freen

− freen, tenemos noticias.

Me giré, dejando sobre el escritorio la fotografía enmarcada de becky y sarah sonriendo, y Baitoey se adentró en mi oficina.

− Ratchanon está hospedado ahora mismo en el Risort, habitación 129.

− ¿Está sólo?

− Con una mujer.

− Vamos - tomé mi chaqueta, echándole una mirada a la foto en la que los dos amores de mi vida me sonreían, antes de salir.

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