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Pov Becky
− Hola, papá - le sonreí a mi padre cuando abrió la puerta, pero él, como siempre que venía, no apartó sus ojos de Sarah.
− ¡Mis niñas! - exclamó, mientras se hacía a un lado para dejarnos pasar - ... Y Freen.
− Buenos días, wo - freen beso su mejilla, y Sarah estiró ambos brazos hacia su abuelo.
− ¡Ven aquí, pequeña! - wo, eterno enamorado de mi hija, la tomó en brazos inmediatamente.
− Gracias por cuidarla, papá.
Wo hizo un gesto despectivo con su mano libre.
− Sabes que no es ningún esfuerzo. Adoro pasar tiempo con mi pequeña - respondió con una sonrisa de oreja a oreja.
A veces no podía creerlo. Al recordar lo alterado que se puso cuando se enteró sobre mi embarazo, y la forma en la que casi golpea a freen, me dan ganas de reír ante el enorme cambio que Sarah provocó en él. Era su debilidad, definitivamente.
− Nosotras nos iremos ahora... Adiós, y gracias, papá - me acerqué a él para depositar un beso en la mejilla, y esperar a que freen hiciera lo mismo antes de salir por la puerta.
− Pásenlo bien - respondió wo antes de cerrar la puerta.
− ¿A dónde me llevarás? - pregunté en un murmullo mientras caminaba hacia el coche, con el brazo de freen sobre mis hombros.
Mi ojimiel rió antes de acercar su rostro a mis cabellos, inspirando mi aroma.
− Sorpresa - susurró, antes de abrirme la puerta del coche y dejarme entrar.
Odiaba las sorpresas, y ella lo sabía. La miré, frustrada, mordiéndome el labio, y ella, divertida, se limitó a sonreírme ampliamente. El camino sucedió en silencio. Había algo sin resolver entre nosotras, ambas lo sabíamos, pero preferíamos no tocar el tema para no discutir.
Freen estacionó el coche frente a un edificio cerca de casa. El lugar era nuevo, moderno y sofisticado. Enormes vidrieras cumplían el papel de paredes, y unos pulidos pisos de madera cubrían todo el suelo. Mi ojimiel me guió de la mano hacia el ascensor, mientras yo no paraba de comerme con los ojos todo mi entorno, y ella me miraba con aquella sonrisita de ternura que me calentaba las entrañas.
− ¿Qué hay aquí?
− Mi amor... no seas impaciente - susurró dentro del ascensor, antes de inclinarse a besar mi coronilla, y yo le dediqué una mirada inquieta.
Piso 20...30...40... Inspiré hondo, mientras los pisos se sucedían unos tras otros. Estábamos solas allí adentro, y eso no hacía más que aumentar la siempre presente tensión sexual entre ambas.
Piso 53.
El ascensor se detuvo, y las puertas se abrieron. Miré, con los ojos abiertos como platos, el lujoso restaurante que se encontraba frente a mí.
− Es mío - murmuró freen, y abrí todavía más los ojos, mientras la miraba - Deja de mirarme así, vamos - susurró divertida, tomándome del codo y avanzando.
El tintineo de los cubiertos y una suave música de fondo inundaban el lugar. Risas, conversaciones. Era un lugar agradable, sumamente lujoso, pero confortable.
− Es tan lindo - susurré cuando freen corrió mi silla hacia atrás y yo me senté frente a una mesa de manteles color manteca y utensilios plateados.
A nuestra derecha se alzaba un enorme ventanal, dejándonos ver las brillantes lucecitas de la ciudad debajo de nosotras. Freen se sentó frente a mí, todavía sonriendo torcidamente. Cielos, qué hermosa que era esta mujer. Mi mujer...
Pov Freen
Solté una carcajada cuando Becky miró el plato frente a ella con sospecha.
− Son ostras - le informé, y ella frunció todavía más el ceño.
− Son raras
− Lo sé
Le expliqué el cómo debía comerlas cerca de tres veces, pero ella seguía estando insegura, por lo que finalmente me cambié de silla, a su derecha, y la ayudé.
− ¿Sabes a qué me recuerda esto? - susurró cuando hubo terminado de tragar su segunda ostra.
− ¿A qué? - pregunté, llevándome la copa de vino a los labios.
− A cuando me diste de comer en la Isla Anne, cuando nos acabábamos de conocer. Más bien, me engatusaste para que comiera - reprochó, mirándome con una sonrisita.
Solté una carcajada.
− Tú querías hacer una huelga de hambre, amor. No iba a permitirlo.
Becky sonrió divertida antes de tomar una ostra y comérsela ella sola. La miré, fingiendo orgullo, y me rodó los ojos.
− Debía rebelarme en tu contra de algún modo. Eras mi secuestradora, no lo olvides.
− Me adorabas ya desde ese entonces.
Jadeó, y me pegó un golpecito en el brazo.
− Egocéntrica.
Luego, todo pasó demasiado rápido.
Estaba a punto de responderle, pero alguien gritando mi nombre me hizo alzar la mirada. Dos de mis guardias venían corriendo hacia nosotras, mientras todos en el restaurante los miraban, perplejos.
Con el ceño fruncido, me puse de pie, pero uno de ellos, Pinpin, se arrojó sobre mí antes de que llegara a estar completamente parada, y me arrojó sobre el suelo en una posición bastante comprometedora, quedando el entre mis piernas y sus brazos en mi cabeza.
− ¿¡Pero, qué mierda!?
− ¡Non, señorita, está aquí!
¿Non? ¿¡Qué carajos!?
− ¡Sal de encima, Pinpin!
Un disparo. Dos.
Arrojé al guardia a un lado, buscando desesperada a Becky entre toda la multitud histérica. Mi morena estaba justo detrás del otro guardia, hecha un ovillo sobre el suelo.
− ¡Señorita, Baitoey y el resto están viniendo, deben esconderse! ¡La están buscando!
Sin dudarlo más, tomé a becky en mis brazos, y caminando en contra de la corriente de personas que corrían hacia el ascensor, dirigí mis pasos hacia una de las puertas de servicio. Irrumpí en la cocina con becky todavía apretada contra mi pecho, y esquivé las encimeras hasta llegar a un desesperado cocinero, que no sabía hacia qué lado correr.
− El frigorífico
− A-allí - señaló una puerta blanca a mi derecha, y la abrí de una patada, dejando a becky en el suelo, entre medio de todas aquellas comidas congeladas.
Mi morena estaba temblando, mirándome con los ojos abiertos como platos.
− Quédate aquí. Ni se te ocurra salir, ¿oíste? - no apartó sus ojos de mí, pero no respondió - ¿¡Oíste!? - asintió, nerviosa, y con una respiración profunda, giré sobre mis talones y salí por la puerta.
Pov becky
Un minuto. Dos.
Freen no me conocía en nada si de verdad pensaba que podría quedarme allí, parada, sin hacer nada.
Abrí la puerta con lentitud. No había nadie en la gigantesca cocina, y salí a paso lento, caminando pegada contra la pared, hasta la puerta.
Había un arma allí, a unos centímetros al lado del marco de madera oscura. Mi mirada se elevó unos cuantos centímetros más, y contuve un grito.
Pinpin. El chico que estaba tirado en el suelo, muerto. Era pinpin. El chico que se había arrojado sobre freen.
Me acuclillé en el suelo, y tomé el arma lo más rápido que pude. Nunca en mi vida había disparado un arma, y el metal frío me producía escalofríos.
Asomé un ojo por la puerta. Todavía se oían gritos, y uno que otro disparo. Freen estaba detrás de una mesa tumbada, intentando reavivar al otro guardia que yacía en el suelo. Habían cuatro hombres más en el suelo unos metros más allá. Estaban todos muertos.
Caminé un paso fuera de la cocina. Dos pasos.
− ¡Rebecca, vuelve, maldita sea! - freen me miraba con los ojos desorbitados desde detrás de la mesa, y luego todo fue increíblemente confuso.
Uno de los hombres tirados en el suelo, parecía estar muerto, pero repentinamente alargó un brazo, y logró alcanzar un arma que descansaba unos centímetros más allá.
Apuntó a freen. Mi freen. ¡Dios santo, iba a matar a Freen!.
No lo pensé. No tuve tiempo. Simplemente levanté mi arma y disparé.
El hombre cayó al suelo nuevamente. Con un jadeo, dejé caer la pistola al suelo, mirando al hombre muerto horrorizada. Lo había matado.
Mis amores segundo capitulo, espero les guste y lo disfruten. Estaré subiendo otro capitulo más tarde.
¿Qué creen que sucederá con becky después de su osada hazaña? 👀
Nos estamos leyendo, lxs quiero <33
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