10
Pov becky
− Ese ¡Ese es él!
Levanté la mirada de mis senos, los cuales llevaba vigilando por una hora para que no se saliesen del minúsculo corpiño, y miré hacia donde Looknam señalaba.
Un hombre de unos 35 años, altura media, contextura ancha, e intimidante.
− ¿Estás segura de que es kia?
− oey dijo que siempre llegaba a las 11:30 en punto, rodeado de guardaespaldas. Es él.
Asentí, inspirando hondo, mientras lo veía caminar confiadamente hacia uno de los apartados de la derecha.
− Mira como todas esas putas se aglomeran a su alrededor.
Efectivamente, la mitad de las chicas del lugar se habían acercado a él bailando y tonteando en su cara.
− Looknam, no olvides que esta noche seremos una de esas putas.
Looknam puso una mueca de asco antes de inspirar hondo y erguir la espalda.
− Pechos arriba, becca - susurró, mientras me tomaba de la mano y me llevaba a rastras hacia un caño que iba del techo al suelo, justo en frente del apartado en el que Anurak kia se encontraba, repantigando tranquilamente sobre un enorme sillón rojo
- Bien Rebecca, aquí vamos.
La miré con los ojos como platos mientras tomaba el caño con una mano, dando una vuelta alrededor de él.
− No sé hacer eso, Looknam.
− Entonces aprende Rebecca- masculló, mientras enganchaba uno de sus dedos en el borde de la tanga roja que tenía puesta y me atraía hacia ella.
El gesto llamó la atención de kia, y me hizo enrojecer por completo.
− ¿Qué mierda...?
− Rebecca, olvídate de la vergüenza y haz esto por la madre de tu hija, maldita sea.
Tragué saliva e inspiré hondo, asintiendo, y tocando el frío caño con mis manos. Looknam se puso de espaldas a él y apoyándose sobre el frío metal cilíndrico, comenzó a deslizarse hacia abajo. Kia se incorporó, apoyando los codos sobre sus rodillas, y mirándonos con una sonrisita en el rostro.
− Lo tenemos. Muéstrale el trasero - susurró Looknam, y tragándome toda mi dignidad, comencé a inclinarme hacia abajo, deslizando mis manos sobre el caño, bajo la atenta mirada de Anurak kia.
Casi chillo sorprendida cuando Looknam me dio una fuerte nalgada, y la miré con los ojos desenfocados.
− Lo siento - susurró, todavía más avergonzada que yo, y siguió bailando lentamente alrededor del caño.
Los próximos cinco minutos los recordaría como los más embarazosos de toda mi vida, sin exagerar.
Seguí frotándome contra el caño de metal, y contra Looknam, frente a la atenta y lujuriosa mirada de kia y los tres gigantes que lo secundaban, hasta que el idiota por fin se levantó y se acercó a nosotras lentamente.
− Buenos días, princesas... - saludó con una sonrisita, mientras tomaba un mechón de mi cabello entre sus dedos y lo depositaba detrás de mi oreja, bajando luego su mano por mi cuello hasta llegar a mi escote y rozar uno de mis senos con la palma de su mano.
Reprimí la arcada que me subió por la garganta, e intenté sonreír lo más sensualmente que pude.
− Hola, guapo - Looknam se mordió el labio mientras deslizaba su dedo índice por el brazo de kia, y él le sonrió lascivamente mientras se giraba hacia ella.
− Ustedes son nuevas aquí, ¿verdad?
− Sí, somos unas novatas - Looknam puso una expresión de niña buena que me hizo querer reír, pero me contuve. No era el momento.
− ¿Y a ti? - Anurak se giró, sonriéndome ampliamente - ¿Te ha comido la lengua el gato? - susurró demasiado cerca de mi rostro, y gracias al cielo pude no mostrar en mi cara todo el asco que sentí en ese instante.
− Ella suele ser la callada - susurró Looknam, saltando en mí defensa - No suele abrir mucho la boca, pero cuando lo hace, es capaz de llevarte al cielo con ella, cariño.
Ugh.
− ¿Estás dispuesta a abrírmela a mí? - susurró el hombre, todavía cerca de mi rostro, y me obligué a sonreír sensualmente y asentir con lentitud.
Kia se apartó, y por fin pude respirar normalmente, antes de girarse a Looknam y volver a sonreír perversamente.
− Vengan conmigo, les prometo que la pasarán muy bien.
− Setecientos por las dos, no menos.
Kia torció la boca en un gesto irónico y asintió.
En cuanto se giró para llamar a sus perritos falderos, levanté una ceja en dirección a Looknam, que se encogió de hombros y respondió inocentemente en un susurro.
− Tengo que cumplir con mi papel.
Menos de quince minutos después, y un chequeo de sus guardaespaldas que no fue más que una excusa para tocarnos el pecho, ya estábamos sentadas sobre los asientos de cuero de la limusina de Anurak Kia, yendo hacia su casa.
Sólo podía rogar porque el lugar al que nos llevaran fuera el mismo en el que estaba freen, pero eso no era algo seguro.
Inspiré hondo, intentando ignorar la mano grande y callosa que acariciaba mi pierna en forma ascendente, y me enfoqué en encontrar a la estúpida de mi novia.
Pov freen
− Sólo un poco más... - gruñí cuando los dedos comenzaron a sangrarme, pero no paré de maniobrar para lograr romper la cuerda con aquella afilada astilla.
Hacía más de una hora que estaba en lo mismo, y la impaciencia me atenazaba mientras no paraba de mover mis manos sobre las ataduras.
− Sólo un centímetro más de cuerda, sólo... ¡Sí! - separé mis manos de mi espalda, soltando con rapidez las ataduras de mis pies.
Kia nunca había sido muy inteligente para asegurarse de que sus prisioneros se quedaran en donde los habías dejado.
Solté un insulto cuando comprobé que la puerta se hallaba cerrada, y di un paso atrás antes de levantar la pierna y pegarle una fuerte patada, haciendo que la puerta de metal se abriera con estruendo y golpeara contra la pared.
Oh sí, libertad.
Pov becky
Comencé a hiperventilar.
− Lo matamos. Mierda, Looknam, lo matamos. He matado a otra persona, ay, mierda.
− becca tranquila. Sólo está inconsciente, mira, respira.
Me acerqué al cuerpo inerte de Anurak y comprobé que, efectivamente, respiraba pesadamente.
Maldición lo que hago por ti Freen Sarocha, todo porque te amo y no me imagino sin ti en esta vida, sin ti ni nuestra hermosa hija aun que te comportes como una verdadera estúpida.
Cuando llegamos al lugar, kia nos dirigió inmediatamente hacia su habitación, un espacio enorme, con una cama enorme, un sillón enorme y ventanales enormes.
En cuanto entramos, él comenzó a besar mi cuello, empujándome hacia la cama, y yo no podía hacer más que mirar a Looknam en busca de ayuda. Casi sufro de un infarto cuando ella golpeó a kia en la cabeza con una especie de candelabro de casi treinta centímetros de largo, y el cuerpo del hombre cayó pesadamente hacia adelante, encima de mí.
Luego de dos minutos de pensar que moriría allí asfixiada, Looknam por fin lo pudo mover, y yo salí de mi prisión respirando agitadamente y pensando que lo habíamos asesinado.
− Tienes razón, está vivo.
Looknam asintió, mientras caminaba hacia la puerta y espiaba que no hubiese moros es la costa.
− Vamos, no hay nadie. Tú hacia la derecha, yo hacia la izquierda. Si no encontramos nada, aquí en veinte minutos, ¿entendido?
− Sí, recuerda, ve hacia los lugares más ocultos, subsuelos, y cosas de ese tipo.
− Bien, nos vemos.
Asentí, mientras comenzaba a caminar hacia el lado izquierdo del pasillo. Me sentía desnuda, tenía frío y estaba aterrorizada, pero aun así continué caminando, intentando no perder la calma.
Luego de lo que parecieron horas, algo a mi derecha llamó mi atención. Era una larga escalera que bajaba, terminando en una vieja puerta doble de metal. Bajé un par de peldaños, decidida a abrirla, pero frené de golpe cuando noté que alguien estaba intentando abrirla desde adentro.
Me eché nuevamente hacia atrás, pensando en qué excusa pondría por andar fisgoneando cuando tendría que estar complaciendo sexualmente al idiota de Kia.
Casi chillo cuando la puerta se abrió con un increíble estruendo, golpeando la pared. Alguien le había pegado desde adentro, y ese alguien ahora estaba allí, en el marco de la puerta, inspirando hondo.
Y ese alguien era freen.
Casi me ahogo de felicidad. Ella no me vio en un principio, pero cuando levantó la mirada, quedó de piedra.
Contemplé los cambios de expresiones que sufría su rostro.
Indiferencia, reconocimiento, incredulidad, y finalmente, rabia. Una extraña mezcla de miedo, rabia y confusión.
Diablos, qué atractiva era.
− ¿¡Qué mierda...!? - no llegó a terminar de hablar, porque yo ya había bajado las escaleritas corriendo, y me había lanzado a sus brazos en medio de un segundo.
Por reflejo, me rodeó con sus brazos mientras yo casi la ahogaba con los míos, y rodeaba su cintura con mis piernas.
Luego de un minuto, su aliento chocó contra mi cuello cuando habló.
− Será mejor que tengas una buena excusa para esto, maldita sea.
− Vine a salvarte, idiota - mascullé, enfadada por su enfado, pero demasiado aliviada como para soltarla.
Luego de otro momento, freen me soltó, haciendo que me separe de ella. La miré, dolida por su rechazo, y reparé en que ella prácticamente estaba echando fuego por los ojos.
− ¿Qué haces vestida así?
Supe que estaba haciendo un enorme esfuerzo para no comenzar a gritar, y suspiré.
− Era la única manera de llegar hasta aquí.
− Tú, tú te... - no terminó de hablar, y su mandíbula estaba tan tensa que pensé que se la rompería.
Inmediatamente comprendí qué estaba pasando por su cabeza.
− ¡No! Iugh, freen no. No llegué a acostarme con él.
− ¿No llegaste? - susurró amenazadoramente.
− Sólo me besó. Un poco. Y luego calló sobre mí cuando looknam lo golpeó en la cabeza.
− ¿¡Sólo te besó!? ¿¡'Sólo'!?
− freen, creo que estás actuando como una desagradecida.
− Me acabo de enterar que mí mujer - casi gritó, enfatizando el 'mí' - estuvo haciendo de puta con mi peor enemigo, ¡creo que tengo derecho a estar furiosa!
Resoplé.
− Sólo lo hice para poder sacarte de aquí, freen. Y no tenemos tiempo para uno de tus momentos cavernícolas ahora, tenemos que encontrarnos con looknam - me volteé, comenzando a subir la escalera rápidamente.
No conseguí llegar al pasillo cuando me tomó con fuerza por las caderas, estrellándome contra su pecho.
− Hablaremos luego de esto.
− Sí, claro - mascullé. Estaba furiosa.
Yo había dejado de lado mi dignidad y orgullo, arriesgado mi vida y pasado por cosas horribles para venir a salvarla, y ella no hacía más que gruñirme como una estúpida.
− ¿A dónde vamos? - preguntó fríamente, adaptando su paso al mío.
− A la puerta de la habitación de kia. Quedamos en que nos encontraríamos allí con looknam... ¿Qué haces? - pregunté cuando la vi sacarse la camiseta por la cabeza.
− No permitiré que nadie más te vea así, de ser posible - masculló agriamente, tendiéndome su camiseta.
Tuve ganas de arrojársela a la cara, pero ya estaba cansada de ir semi desnuda por allí, así que ponerme la prenda fue un alivio. No hablamos más en el camino, y cuando llegamos al punto de partida, looknam estaba allí, moviendo su peso de una pierna a la otra nerviosa.
Freen bufó cuando la vio llevando el mismo atuendo que yo. Looknam, sin siquiera notarlo, se arrojó a sus brazos, y freen le devolvió el abrazo rígidamente.
− ¿Y noey?
− Fui a buscarla pero no la encontré - susurró Looknam, y supe que estaba al borde del llanto.
− ¿Tienen alguna idea de cómo salir de aquí?
− Baitoey estará en la puerta trasera esperando.
− Bien, vayan con ella, yo buscaré a noey.
− freen, no...
− Rebecca - se separó de Looknam para hacerme frente, tan alta e intimidante que di un paso hacia atrás, asustada - He dicho que irán con Baitoey, y lo harán, ¡Ahora!
− No actúes como una idiota, freenzo - la vi cerrar los ojos ante el reto de Looknam.
Estaba perdiendo la paciencia.
− Vamos Looknam, evidentemente puede arreglárselas sola - tomé a mi amiga de la mano, comenzando a caminar hacia cualquier lado.
− becky, vuelve aquí.
Ignoré las órdenes de mi novia, más furiosa que nunca, y Looknam se adaptó a mi paso.
− freenzo puede llegar a ser una estúpida cuando se lo propone.
− Ni que lo digas.
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