☁️: ꒰O2꒱
El desconcierto de Jimin era casi tangible, una sensación que se extendía por todo su ser. Mientras tanto, el hombre frente a él lo observaba con una serenidad que contrastaba radicalmente con la tensa situación.
La nube blanca, que anteriormente cubría todo con su espesor, se había desvanecido, revelando la cruda realidad de un encuentro sobrenatural.
—¿P-Por salvarte? —repitió Jimin, su voz temblaba ligeramente mientras intentaba encontrar sentido a las palabras del hombre.
El joven de cabello negro dio un paso adelante, y Jimin pudo ver con claridad que sus ojos no eran los de un humano común; brillaban con la intensidad del cielo en una noche despejada, estrellada y vasta.
Pero tan pronto como la vio, aquel brillo desapareció.
Jimin se pasó una mano por su rubio cabello, tratando de procesar la avalancha de información que se le venía encima. Su vida, hasta ese preciso instante, había sido de lo más normal y corriente. Y ahora estaba cara a cara con lo que parecía un loco que había perdido la cabeza... o al menos eso quería creer.
—Entonces, ¿Quién eres tú? —preguntó, la curiosidad venciendo al miedo inicial que lo había paralizado.
El extraño esbozó una sonrisa encantadora, una sonrisa que iluminaba toda la estancia con su radiante presencia. Con un gesto teatral pero coqueto, subió un pie al sofá, estirando su brazo derecho hacia adelante con elegancia mientras flexionaba el izquierdo, revelando sus músculos con naturalidad. Su voz resonó con un timbre casi musical, como si un halo de luz emergiera detrás de él, dándole un aire místico y cautivador:
—Soy Jeon Jungkook, príncipe celestial de los Jackalopes—. Mientras mantenía aquella pose, miró fijamente a Jimin con una mirada penetrante y le guiñó un ojo, como si compartieran un secreto íntimo entre dos mundos.
Jimin estaba boquiabierto, impresionado no solo por el acto teatral sino también por la imponente figura frente a él. Sin demora, inspeccionó con la mirada cada detalle: brazos robustos, un pecho firme con pectorales definidos y, al continuar bajando la vista, unas piernas musculosas que parecían esculpidas por los dioses.
Jimin parpadeó, su rostro se tiñó de rojo como un tomate.
No podía creer lo que estaba sucediendo. ¿De dónde había salido este pervertido qué se presentaba desnudo en su casa?
—No entiendo. No puedo creerte. Seguro que la bebida que tomé en el bar me afectó y estoy borracho o algo así —murmuró, llevándose las manos a la cabeza mientras comenzaba a caminar hacia la cocina. Necesitaba despejar su mente, así que se sirvió un vaso de agua y lo bebió de un solo trago—. ¡Y cúbrete!
—Aish —Jeon rodó los ojos, y con un chasquido de sus dedos, el aire a su alrededor comenzó a brillar con una luz dorada. En un abrir y cerrar de ojos, apareció vestido con un conjunto de ropa deportiva color azul que se ajustaba a su cuerpo—. Esta ropa humana es muy incómoda.
—¿C-Cómo lo hiciste?
—Soy un príncipe celestial, ya te lo había dicho. Todo de mí es extraordinario. —Con un suave movimiento de su mano, pequeñas estrellas comenzaron a brillar alrededor de Jungkook, añadiendo un toque mágico a su presencia—. Aún no me crees, ¿verdad? —Se puso de pie y le extendió la mano—. Tómala, te mostraré algo que despejará todas tus dudas.
Con cierta duda, Jimin aceptó la mano extendida de Jungkook y se puso de pie junto a él.
El hombre, con una sonrisa tranquilizadora, le tomó ambas manos y cerró los ojos. De repente, comenzaron a elevarse como en un espectáculo paranormal. La nube que había desaparecido antes ahora los envolvía, y Jimin se sentía mareado, como si estuviera en la cima de una montaña, con vértigo, flotando, elevándose por encima de las nubes. Jungkook abrió un ojo y vio al humano horrorizado, a punto de desmayarse, cosa que lo desconcertó. Y sin querer, perdió la concentración, haciendo que ambos cayeran al suelo con un golpe sordo.
—Ugh —exclamaron ambos.
Jimin yacía sobre el pecho de Jungkook, su pulso acelerado y su respiración entrecortada. Podía sentir el latido firme del corazón de Jungkook bajo su mejilla, y el calor de su cuerpo lo envolvía. Su mente estaba en un torbellino de emociones y pensamientos, tratando de asimilar lo que acababa de suceder.
—¿Qué tal ahora, me crees?
Jimin solo sabía que quería llorar.
Un "boom" resonó en la estancia, como si una mini explosión de una nube se hubiera producido, dejando a Jimin completamente atónito.
—Te has convertido en un conejo otra vez.
Jungkook, ahora en su forma animal, rodó los ojos y se paró en dos patas, mirándolo con una expresión de exasperación.
—No soy un conejo, soy un Jackalope, una criatura mucho más increíble que un simple conejo —dijo con voz clara y firme. Jimin se puso de pie, arreglando su ropa, observando con incredulidad cómo el animal se paraba encima del sofá, adoptando una postura digna y majestuosa—. Soy el hijo del rey Jackalope del tercer cielo, el más poderoso de todos. El día de mi nacimiento, el cielo se adornó con nubes doradas y llovían gemas brillantes de tres colores.
Jungkook señaló hacia sí mismo con una sonrisa engreída, como si su mera existencia fuera motivo de celebración.
—Este cuerpo pertenece al príncipe del tercer cielo.
Jimin, aún aturdido, solo pudo murmurar en respuesta:
—Ah... está bien.
—¿Eso es todo lo que dirás?
—Mmh ¿Qué hace un príncipe en medio de Seúl? —cruzó los brazos, contemplando cómo la criatura se desplazaba con superioridad de un mueble a otro, su cola esponjosita ondeando con dignidad regia.
—Estoy en una misión, y tú me ayudarás —declaró con una voz que, a pesar de su tamaño diminuto, resonaba con autoridad.
—¿Por qué debería?
El Jackalope saltó del sofá con agilidad y se aproximó al joven. Con sus patitas firmes, tomó el rostro de Jimin, pellizcando sus mejillas hasta que sus ojos se estrecharon en finas líneas.
—Porque tú también estás en busca de algo —afirmó con tono dramático, como si estuviera revelando un gran secreto.
—Y-Yo... ¿C-Cómo lo sabes? —habló con dificultad, debido a la presión en sus mejillas.
Estaba desconcertado.
¿Cómo podía este ser saber que él también estaba en busca de su alma gemela, pero por la inexistencia de su marca no la había podido encontrar?
—La verdad es que no lo sé, —sonrío mostrando sus dientitos y arrugando su pequeña—. Solo quería sonar genial como en las pelis —admitió, soltando las mejillas de Jimin y dándole un golpecito amistoso en la nariz.
Jimin rodó los ojos, todavía sintiendo el leve hormigueo en sus mejillas.
—De acuerdo, te ayudaré. Pero, ¿Qué es lo que buscas exactamente? —cruzo los brazos y levantando una ceja.
—Mi luniel.
—¿Tu qué?
—Mi luniel —repitió, su tono se tornó grave—. Es la esencia que me permite ser un Jackalope completo. Por eso no tengo cuernos cuando me convierto en mi verdadera forma. Con él, mis poderes alcanzarán su plenitud, y además, es necesario para que pueda ascender al trono. Mi padre está a punto de jubilarse y, como su único heredero, la corona me corresponde. —pensó un poco tratando de buscar otras palabras adecuadas y así el humano pueda entenderle— Mi luniel es como talón de Aquiles. Sí, eso.
—O sea, ¿tu debilidad? ¿No conoces tus propias debilidades? —Jimin arrugó el entrecejo.
—¿Tú sí? —replicó Jungkook, levantando una ceja.
—Pues claro, soy alérgico a las nueces. Una probadita y me muero —sonrió irónico.
—¿Cómo podría un ser tan perfecto como yo tener debilidades? —bufó indignado, ¿Qué se creía este humano que era? ¿un débil humano como él? De solo pensarlo se estremeció y volvió a rodar los ojos—. Ahora, ven y dame un beso —soltó con confianza, cerrando los ojos y estirando los labios en un piquito, señalando con un dedo el lugar para el beso.
—¿Qué? Wakala. No, estás loco, no te besaré —retrocedió, colocando sus manos en sus labios por instinto.
El animal lo miró con el ceño fruncido y un ligero puchero en sus labios.
—Dijiste que me ayudarías —acusó cruzando sus pequeños y peludos bracitos.
—Pero nunca acordé besarte.
—Humano, humano... Si haces una promesa a un Jackalope y no la cumples —Jungkook se acercó y lo miró intensamente a los ojos.
—¿Qué me harás? —preguntó, su voz temblorosa delatando el miedo que empezaba a crecer en su interior.
—Morirás —hizo su pequeña mano en puño y llevó su diminuto pulgar al cuello simulando que le cortaría el cuello. La respuesta siendo simple y contundente, con un peso que parecía comprimir el aire entre ellos.
Jimin lo miró horrorizado y tragó saliva. ¿En qué lío se había metido?
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