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Mi Zorro Feroz XII

Aclaración: Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto. La historia de caperucita, obviamente, no me pertenece, pero si las locas cosas que pasan por aquí.

Advertencia: Escenas violentas, lenguaje soez, posible sexo explícito (que sé que les gusta cochinillos XD) y si hay algo más, iré avisando.

Historia corta (creo), Algunos personajes OoC.

Mí Zorro Feroz

§

Hinata se despertó al fin sobre una superficie cómoda y reconfortante.

Antes de abrir los ojos escuchó atentamente, sólo oyendo ruido de cacerolas golpeándose y pasos suaves en el suelo de madera. El olor llegó después,

Comida. Hinata supo dónde estaba antes de ver el techo de madera. La cabaña de Kaguya.

Ella parpadeó antes de poder recordar todo lo que había pasado. Hinata no sabía si era de noche o el día siguiente, se sentía algo entumecida, como si hubiera dormido más de la cuenta. Ella movió su cabeza para ver el brazo que recordaba herido y el hombro que Naruto le había mordido. Hinata, temerosa, movió lentamente el brazo, esperando dolor, pero ella se asombró al no sentir nada.

Un ruido amortiguado le hizo mirar a la puerta de la habitación y vió a su abuela. Ella parpadeó, la habitación estaba oscura por las ventanas cerradas, pero ella podía verla claramente. Kaguya se movió y abrió los paneles de la ventana dejando entrar los primeros rayos del sol, Hinata podía identificarlos, leves pero marcando un nuevo día.

—¿Qué día es hoy?— preguntó perdida, intentando sentarse.

—Has dormido toda la noche, ya empieza a amanecer—, susurró Kaguya moviéndose por la habitación, agarrando una almohada que estaba tirada al lado de la cama y poniéndola en su espalda para que estuviera cómoda.

Hinata vió a su abuela, ahora más claramente, tenía una marca rojiza desde la frente que bajaba hasta casi la barbilla. Pero luego parecía la misma de siempre.

—¿Y Naruto?— se preocupó de repente al no verlo.

Kaguya se sentó en la cama, junto a ella y tomó su mano.

—¿Quieres terminar de contarme qué pasó con el chico zorro?— le pregunto en cambio.

Hinata hizo una mueca. Ella no le ocultaba nada a su abuela, pero lo que había pasado con él era muy personal. Sintió su cara caliente mientras bajaba la mirada a los cobertores que tanto conocía.

— Hinata—, la llamó su abuela, pero ella mantuvo los ojos lejos de los de Kaguya—. Sólo quiero que me digas algo, sinceramente—, Hinata asintió—. ¿Han tenido sexo?

Ella se sintió encoger cuando asintió levemente. La mano de su abuela se apretó en sus dedos hasta que dolió, Hinata hizo un ruido amortiguado y ella la soltó. Kaguya salió de la cama y comenzó a caminar de forma furiosa por la pequeña habitación.

—¿Cómo...? ¿¡Cómo pudiste!?— gritó pero mirando hacia la ventana.

Hinata miró la espalda de su abuela.

—Yo...—, tartamudeo.

—¡A ti no te hablo!—, casi gruñó ella, sin voltearse.

Hinata frunció el ceño y giró sus piernas para bajarse de la cama, pero antes de que sus pies tocaran el suelo escuchó el aullido de Naruto. Ella se movió rápido a la ventana, rodeando a su abuela y casi sacando la mitad de su cuerpo por la apertura.

—¡Naruto!— lo llamó cuando lo vió en el borde de los árboles, sin acercarse.

El enorme zorro se había estado moviendo de un lado hacia otro, pero cuando escuchó la voz de Hinata se detuvo mirando fijamente a la ventana. Ella sonrió y agitó su mano en forma de saludo, lo vió acostarse sobre su barriga y apoyar su cabeza en sus patas delanteras. La sonrisa de Hinata se fue llendo de a poco cuando vio que no hacía ningún ademán de entrar en el terreno de la cabaña.

—¿Por qué no viene?— preguntó suavemente Hinata, sabiendo que su abuela se había colocado justo a su espalda.

—Ninguna de esas cosas pueden entrar en mí terreno—, dijo con cierta repulsión.

Hinata sintió un escalofrío con la voz de Kaguya y recordó todo lo que su abuela había hecho. Ella se volteó para verla con el ceño fruncido.

—Quiero que me expliques todo—, exigió Hinata.

Kaguya alzó una ceja por su tono, se la quedó mirando seriamente y al ver que Hinata ni desviaba los ojos, suspiró derrotada.

—Ya tienes la edad para saberlo— murmuró tomándola de la mano y sacándola de la ventana.

Hinata dió una última mirada hacia el zorro, notando que parecía dormitar. Ella se preocupó, parecía que Naruto había estado despierto toda la noche. Pero no pudo hacer más que seguir a su abuela al comedor. Ella la hizo sentarse y en ese momento Hinata notó que llevaba un camisón viejo, uno de los cueles usaba cuando se quedaba en la casa de su abuela paterna.

Kaguya se movió, sirviendo el desayuno frente a ella en la mesa. Hinata miró la avena y en seguida pensó si Naruto habría comido algo. Levantó la mirada para preguntarle a su abuela, pero ella habló antes de que algún sonido pudiera salir de su boca.

—No te preocupes por el chico zorro. Se mantuvo tantos años solo, debe saber cazar y alimentarse por sus propios medios.

Hinata bajó la cabeza, dándose cuenta que su abuela tenía razón. Su estómago decidió en ese momento decirle que tenía hambre, a penas había comido la carne hervida que Naruto le había dado en la cueva. Ella comenzó a comer mientras su abuela se sentaba con su propio tazón justo frente a ella. Estuvieron unos minutos comiendo en silencio. Hinata hizo muecas imperceptibles mientras traga la avena, no era su favorita, pero un mendigo no puede exigir.

—¿Cuántos años crees que tengo?— preguntó de repente su abuela.

Hinata levantó la mirada y observó su rostro. Su piel blanca a pensar de que siempre estaba bajo el sol. Unas pocas arrugas en la comisura de sus labios y a los costados de sus ojos.

—Si no te conociera... Tal vez unos treinta algo. Pero sé que eres más grande que eso. ¿Unos cincuenta?— preguntó dudosa.

Hinata había visto mujeres más jóvenes en el pueblo, mucho más arruinadas que su abuela, pero Kaguya siempre había sido así y ella jamás se preguntó el por qué. Kaguya soltó una risita amarga, mientras revolvía la avena. A penas había comido un poco.

—Tengo 130 años.

Hinata abrió los ojos enormes y luego negó con la cabeza.

—Eso... Eso no es posible— balbuceó.

—Si, si eres lo que yo soy— dijo Kaguya irguiendo su columna.

—¿Qué eres?— la pregunta saliendo de sus labios antes de que ella pudiera pensar.

Kaguya se levantó de su asiento y se alzó en toda su altura. A Hinata le pareció mucho más joven en ese momento, más joven de lo que se sentía ella misma.

—Soy la bruja Otsutsuki, guardiana del bosque maldito.

Hinata se tiró hacia atrás en su silla cuando una luz salió del cuerpo de Kaguya. De repente su pelo gris, que llegaba a la mitad de su espalda creció, llegando hasta atrás de sus rodillas y del nacimiento de su cabello salieron dos cuernos. "¡Dos cuernos!" Se asombró ella, pero lo que le hizo tirarse hacía atrás hasta caerse de la silla no fue eso. Fue que en su frente se abrió un agujero y salió un ojo rojo.

Uno igual al del lobo gris.

Continuará...

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