11
Después de un día estresante y agotador, la nueva pareja de recién casados llegó hasta el departamento de soltero del mayor, el cual sería el hogar de ambos ahora.
Decir que Jimin se sentía nervioso sería quedarse corto. La palabra correcta era aterrado. Se sentía a punto de un ataque de nervios de tan solo pensar lo que podía ocurrir esa noche, después de todo, era su noche de bodas.
Pese a que Yoongi le aseguró que le daría su tiempo y no lo obligaría a hacer nada que no quisiera, todavía quedaba esa pequeña duda en su interior que no lo dejaba en paz.
¿Y si Yoongi quería consumar su matrimonio? ¿Qué haría? ¿se negaría o sucumbiría? Porque si de algo estaba seguro el castañito, es que una parte de él, esa parte insensata y curiosa que ya lo había metido en problemas una vez, quería averiguar qué se sentiría hacer el amor con el pálido. Se cuestionaba cómo sería ser besado con pasión por él, ser tocado, sentirlo dentro...
Bajó el rostro avergonzado por el rumbo de sus pensamientos.
¿Qué pensaría de él si supiera que no era tan casto como se suponía que era? ¿Qué diría de saber que ya había fantaseado varias veces con su noche de bodas y que en todas y cada una de esas fantasías su comportamiento era todo menos inocente?
"Probablemente se escandalizaría". -pensó, con sus mejillas ardiendo y los latidos de su corazón a mil debido a lo bochornoso de sus pensamientos.
Yoongi observaba con escepticismo la manera en la que las abultadas mejillas y las orejas de Jimin adoptaban un furioso rubor.
"¿Es que acaso este niño nunca deja de ruborizarse?" -bufó en su interior.
Sin duda pasaría mucho tiempo en abstinencia si todo ese nerviosismo era debido a lo que se suponía debía pasar esa noche.
Con fastidio hizo a un lado ese pequeño sentimiento de pesadez que amenazaba con envolverlo.
Tampoco es como si le emocionara la vida marital al lado del inexperto chico. Es más, estaba más que seguro que no se perdería de nada si nunca tenían relaciones sexuales.
--Jimin. -llamó y un tic nervioso hizo a su ojo parpadear cuando el pequeño doncel dio un pequeño brinquito en su lugar --Puedes usar el baño primero. -le informó con voz templada debido al esfuerzo que hacía para mantener su temperamento a raya. Procedió a abandonar la recámara antes de dejar al descubierto todo el enojo y estrés que le causaba lidear con el asustadizo menor.
***
Jimin observó avergonzado cómo Yoongi lo dejaba a solas. Se reprendió mentalmente por haberse sobresaltado cuanto este mencionó su nombre. Pero es que, ¿cómo obligaba a su cuerpo a no reaccionar ante la profunda y grave voz del mayor? En su defensa, él tuvo la culpa. No debió aprovechar el momento justo en que salía de sus ensoñaciones para entonar su nombre con voz tan varonil.
Con pereza se acercó hasta la puerta que daba al baño. Llenó la bañera con agua caliente y se sumergió, olvidándose del resto del mundo durante un largo rato. Para cuando decidió salir -envuelto en una bata de baño que, a juzgar por lo bien que le quedaba, era más que seguro que había sido comproda para él- se topó con la sorpresa de que no estaba solo ya.
Y se sintió desfallecer al estar prácticamente desnudo frente a su esposo que en ese momento se encontraba acostado en la cama.
--Te tardaste, estaba a punto de preguntarte si estabas bien. -dijo el azabache en su dirección.
--Lo siento. Tomo baños de larga duración. -explicó, con los ojos puestos en cualquier punto que le evitara mirar a Yoongi a los ojos.
Lo cual el pálido agradeció mientras su mirada estaba clavada en las tonificadas piernas que se encontraban desnudas y expuestas en ese momento.
"¿Quién diaría que el tímido chico poseía semejantes piernas?"
Y no, Yoongi no se consideraba precisamente un admirador de esa parte de la anatomía de alguien. Sin embargo, necesitó más fuerza de voluntad de la que estaba dispuesto a admitir para apartar la mirada.
Con pesadez se encaminó hacia el baño donde tomó una ducha fría. Necesitaba sacar de su cabeza la imagen de las sensuales, voluminosas y bonitas piernas que se cargaba su pequeño esposo.
[.]
Los días transcurrieron hasta convertirse en semanas. Semanas en las que la joven pareja habían creado una rutina diaria en la que ambos se sentían a gusto. Cada día el mayor despertaba gracias a los deliciosos olores de un rico desayuno preparado por su esposo. Y, claro está, el aroma a café recién hecho. Luego, el pálido se marchaba a trabajar y entonces Jimin se encargaba de los quehaceres del hogar -aunque en honor a la verdad no había mucho que limpiar ya que Yoongi solía ser muy ordenado-. Tras tomar un baño, el castaño se dedicaba a practicar alguna nueva receta vista en internet o en algún libro, razón por la cual siempre había algún bocadillo o postre al horno cada vez que el azabache inhalaba aire dentro de su casa. Y la hora de la cena no era una excepción.
Y aunque innumerables veces Yoongi había insistido en que no era necesario tantos esfuerzos de su parte, el más bajo hacía oídos sordos, por lo que inevitablemente el pálido ya se había acostumbrado a todas esas atenciones.
Se sentía a gusto con sus pequeñas pláticas cuando se sentaban a comer. Si bien el pequeño doncel no era muy dado a hablar al principio, con el pasar de los días había descubierto que era muy ameno charlar con él, pese a los pequeños silencios que aún solían reinar cuando la timidez de este salía a flote, pero incluso los silencios eran agradables.
Y es así como Jimin había convertido el frío y funcional departamento de soltero de Yoongi en un cálido hogar. Y, era extraño en realidad si se pensaba con detenimiento, ya que ambos actuaban como una pareja feliz, pero sacando el sexo de la ecuación.
--Jimin, ven siéntate. -pidió el pelinegro cuando el más bajo se demoró en la cocina. Porque, lo crean o no, Min Yoongi no comía sin Jimin sentado a su lado.
--Ya está. -dijo el castaño acudiendo al llamado de su esposo con un cuenco en mano. Luego de tomar su asiento y dar gracias por los alimentos, se dispusieron a comer.
Con una taza de café en mano como complemento perfecto para cerrar la hora del almuerzo, Yoongi observó detenidamente las expresiones que hacía Jimin cada que tomaba un trago de su café con leche.
Le causaba gracia que al principio el menor se mostrara un tanto reacio a tomar el oscuro líquido, asegurando que le desagradaba su sabor. Yoongi pudo haber demostrado lo indignado que se sintió tras escuchar aquello, pero en cambio, decidió hacerle saber de lo que se perdía. Tras insistirle fervientemente, finalmente Jimin había sucumbido a su petición de que al menos probara agregándole un poco leche. Así es como dio inicio a otro hábito compartido, ya que cada día -y sin falta- el castaño preparaba una taza de café para Yoongi y otra de café con leche para él.
--Jimin. -llamó el mayor con suavidad, saboreando el último sorbo de café --No me parece bien que te quedes todo el día aquí encerrado.
Observó el momento exacto en que el más bajo creó una línea recta con sus labios. Conocía esa expresión, era la misma que hacía cada vez que le hablaba del tema de salir y socializar con otras personas.
--Me gusta estar aquí. En serio, no me molesta. -respondió, como tantas veces atrás.
--Ya sé que te gusta. Pero en serio pienso que necesitas salir más. -insistió --Puedo hablar con Seokjin para que juntos...
--No, por favor. -interrumpió --Él debe de tener sus propios amigos con los que compartir su tiempo. No quiero que se sienta obligado a pasar tiempo conmigo. Además, ya te lo he dicho. Me gusta recibirte en casa cuando llegas del trabajo. -dijo en medio de un sonrojo.
--Aún así, prefería que socialices un poco, que salgas de compras... no sé, lo que sea. -contestó, observando el leve sonrojo que, lejos de exasperarlo, cada día le resultaba más y más normal. Incluso adorable.
--¿Tú... no me quieres aquí? -escuchó que pronunciaba el más bajo con lo que pudo reconocer era aflicción.
--No es eso. -se apresuró a decir, sintiéndose culpable por el semblante triste del castaño. Había aprendido rápidamente lo sensible que este era cuando se sentía rechazado --También me gusta encontrarte aquí cuando llego a casa, créeme. -aseguró, sonriendo levemente cuando sus miradas conectaron y Jimin no la apartó como antes solía hacer --Hagamos esto... -propuso --¿Por qué no vas de visita donde tu mejor amigo? ese que no pudo venir a la boda.
Jimin sonrió en grande cuando escuchó aquello. Por supuesto que le encantaría ver a Taehyung. Y no es que no haya pensado en eso antes, solo no quería hacer mal tercio entre los recién casados. Aparte, él también estaba recién casado.
Pero quizás ya había pasado tiempo suficiente.
--Sí, me gustaría ver a TaeTae.
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《Akina》
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