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04

Yoongi miró totalmente sorprendido al pequeño chico frente a él. Jamás había visto a una persona ruborizarse tan ferozmente y en tan poco tiempo.

No pudo evitar preguntarse si el chico se sentiría bien cuando lo vió abrir y cerrar la boca como un pez que le falta el aire, mientras esos pequeñísimos ojos tras sus anteojos -que apenas sí eran visibles- parecían querer salirse de órbita.

--Lo siento, Jiminie suele ser bastante tímido. -se apresuró a explicar el señor Park. --Pero una vez se sienta en confianza ya no lo es... tanto. -agregó esto último con una sonrisa de disculpa.

--Pasemos a la mesa antes de que se enfríe la comida. -sugirió la señora Park para alivio de Jimin, que ya no se sentía capaz de permanecer más tiempo siendo el foco de atención de los presentes.

Yoongi ocupó su lugar en la elegante mesa de ocho sillas. El señor Park estaba a la cabeza mientras que la señora Park ocupaba el primer asiento del lado derecho de su esposo, Jimin ocupaba el primero, pero del lado izquierdo y Yoongi estaba sentado al lado de Jimin.

--Este pescado está realmente delicioso, señora Park. -halagó el pálido que aún degustaba de la variedad de platillos que ocupaban la mesa. --De hecho, todo está realmente delicioso.

--Muchas gracias, pero el crédito no es solo mío. Jimin me ayudó a preparar casi todo. -dijo sonriente la mujer. Y es que sí, su hijo también había heredado sus dotes culinarias.

--¿Es así? -preguntó, antes de mirar en dirección del chico a su lado, pero solo se topó con un Jimin cabizbajo que parecía querer hacerse pequeñito. Además, podía jurar que estaba ruborizado ¡otra vez!

Los señores Park rieron suavemente por la tierna actitud de su hijo completamente avergonzado. A sus ojos, su pequeño era tremendamente adorable cuando su timidez salía a flote -lo cual era bastante común- y, aunque sabían que no era del todo correcta esa actitud tan tímida, no podían no morir de ternura con él.

--Nuestro Jimin es muy tímido cuando es el foco de atención. -dijo a modo de disculpa la fémina, aún con una sonrisa adornando sus labios.

--Minie parece una fresa, ¿no es así? -agregó su padre. En ese momento Jimin deseó como nunca ser invisible porque nuevamente la atención recaía en su persona.

--Cariño, no seas malo, déjalo en paz. -recriminó cariñosamente la madre del tímido doncel.

--Pero digo la verdad. Nuestro pequeño es realmente adorable cuando se sonroja, ¿o no?

Yoongi observó la pequeña discusión de sus anfitriones. Se notaba el amor que se tenían y el que le tenían a su hijo.

Parecían una familia unida y feliz. No pudo evitar pensar en su propia familia y en lo feliz que era cuando su padre vivía.

Y no es que no lo fuera después. Su abuelo lo acogió a él y a su madre en su casa cuando esto ocurrió. Siempre contó con el amor y el apoyo incondicional del mayor, pero aún así el sentimiento de pérdida estaba allí.

--¿Quieres postre, Yoongi? Puedo llamarte así, ¿cierto? -el cuestionamiento de la mujer lo hizo salir de sus cavilaciones y regresar al presente, en donde Jimin no se dignaba a mirarlo a los ojos y se mantenía comiendo en silencio mientras que los padres de este continuaban con la charla amena.

Más tarde, luego de degustar un delicioso postre, que supo luego lo preparó el tímido chico, tomaron asiento en la inmensa sala.

Yoongi y los señores Park hablaron de diversas cosas, todo iba desde gustos personales hasta aspiraciones profesionales. Yoongi podría haberse sentido avasallado de no ser por la manera tan amena y natural en la cual se desarrolló la conversación. Por su parte, Jimin apenas formaba parte de la conversación, ya que se limitaba más a escuchar de manera atenta todo lo que el pálido decía y solo respondía con monosílabos o frases sencillas a lo que le cuestionaba. Claro, esto siempre con un rubor adornando sus facciones.

Jimin en verdad se sentía encandilado y le estaba costando disimularlo, al menos solo sus padres eran capaces de notar su creciente interés en Min.

Para cuando Yoongi se carcajeó tan desenfadadamente que incluso había mostrado sus encías, Jimin se supo perdido. Una involuntaria sonrisa lo hizo achicar sus ya de por sí pequeños ojos ante tal acción, todo esto bajo la atenta mirada de sus padres.

--Jiminie, ¿por qué no le muestras los alrededores de la casa a Yoongi? -propuso su padre quien también se había tomado la libertad de tutear al susodicho.

Y bueno, tampoco es que a Yoongi le molestara. Le agradaban los Park. Sentía cierta calidez al estar junto a ellos.

El joven doncel pareció dudar, pero tras ver las sonrisas de ánimo que le dedicaban sus padres, decidió reunir valor y hacer lo que se le pedía.

--V-vamos, señor Yoongi.

Jimin frunció los labios e hizo un puchero cuando su padre soltó una suave risa por su tartamudeo.

En verdad que su padre disfrutaba de verlo avergonzado.

Mientras tanto, Yoongi, que había presenciado el tierno puchero y la mirada que intentaba verse amenazadora en el suave rostro de Jimin, no pudo más que sonreír enternecido.

Era cierto lo que había dicho el señor Park, Jimin era adorable.

***

Yoongi miraba absorto la cantidad de árboles frutales y las flores que adornaban el jardín de los Park. Era obvio que sus anfitriones gozaban de un muy buena posición económica, tal como había mencionado su abuelo.

--Tu familia exporta frutas, ¿no es así? -preguntó, más por hacer conversación que por otra cosa. Después de todo, ya sabía la respuesta a esto debido a la conversación que sostuvo con los mayores.

--Sí, pero en realidad nuestro mayor mercado está aquí, en Busán. Somos uno de los principales distribuidores de frutas.

Yoongi escuchó atento la respuesta que le fue dada. En realidad estaba sorprendido por la facilidad con la que Jimin había dicho aquello, ya que lo dijo con una fluidez que no esperaba y, lo más sorprendente, no tartamudeó.

--¿Q-qué? -cuestionó el castaño al notar la mirada sorprendida del mayor.

--No, no es nada. -negó un poco avergonzado por haberse quedado mirando tanto tiempo la cara del otro.

La caminata por los alrededores de la casa continuó con charlas esporádicas entre ambos chicos. Yoongi se dedicaba a observar los alrededores mientras fingía que no notaba la persistente mirada del doncel puesta sobre él.

Al llegar la hora de irse, notó lo rápido que había pasado el tiempo en compañía del castañito que, poco a poco, se mostró menos tímido y más espontáneo.

El pelinegro ya se despedía de la peculiar familia cuando su celular sonó.

--Permiso. -dijo en dirección a los Park, quienes le sonrieron en respuesta --¿Qué pasa, abuelo?

--¿Aún estás en la casa de los Park o ya te marchaste? -cuestionó el veterano, yendo directo al grano.

--Ya me iba, ¿por qué? -preguntó extrañado. Su abuelo a veces se comportaba extraño.

--El regalo, Yoongi. -habló, energético como de costumbre --Entrégale el regalo a Jimin y recuerda que es de tu parte. -dicho esto, colgó.

Yoongi se recriminó por ser tan olvidadizo, pero -en su defensa- su abuelo le había dicho que lo entregara cuando él así lo ordenara.

Tomó la pequeña bolsa de papel del asiento del piloto que es donde la había dejado anteriormente y se encaminó nuevamente en dirección a los Park que lo miraban curiosos.

--Esto es para ti. -dijo, extendiendo el brazo en dirección a un muy sorprendido Jimin, que luego de titubear un poco tomó entre sus manos el regalo.

--¿D-debo abrirlo ahora? -cuestionó inseguro.

Yoongi lo meditó un momento.

En realidad no era necesario, pero él tenía curiosidad de saber qué le había enviado su abuelo, por lo que respondió de manera afirmativa.

Y lamentó haberlo hecho.

--¡Oh, Dios! -exclamó la madre de Jimin cuando este abrió el pequeño estuche que extrajo de la bolsa.

El señor Park estaba atento a la reacción de su hijo, quien no parecía poder salir de su asombro y no podía culparlo.

Después de todo, ¿quién regalaba un costoso anillo de compromiso envuelto en una bolsa de papel?

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Estas son bolsas de papel.

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《Akina》

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