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03

Yoongi se reclinó hacia atrás en su asiento y dio un largo trago a su whisky doble.

--Entonces, ¿mañana irás a conocer a tu futuro esposo? -cuestionó su mejor amigo de la infancia.

--Ni siquiera es mi prometido, Nam. -replicó, dedicándole una mirada de enojo al apuesto chico. --El abuelo no ha dejado de insistir y preguntarme cuándo me dignaré a ir a conocer al niño. -resopló frustrado por su situación --Pensé que contaba con un par de días más para encontrar la manera de dar largas al asunto hasta que se resignara, pero el muy astuto me conoce bien, por lo que se me adelantó y ahora me esperan mañana en Busán.

La varonil risa del alto y fornido chico resonó en la oficina, ganándose la mirada molesta del pelinegro.

--¿Cómo vas con SeokJin? -cuestionó el pálido en venganza, satisfecho cuando la cara de Namjoon se tornó seria.

--Sí que sabes arruinar el ambiente. -resolló molesto.

--Tampoco es para que te pongas melancólico. -indicó Yoongi tras presenciar el largo suspiró que escapó de los labios de su amigo --No es que cuestione tus decisiones, pero ¿sigues creyendo que tomaste la correcta?

--A estas alturas no estoy ya seguro de nada. -respondió con una sonrisa tensa y mirada enigmática.

Ambos chicos suspiraron y se apuraron en terminar su trago.

[.]

--Toma. -dijo el abuelo Min mientras le tendía a Yoongi una pequeña bolsa de papel tipo boutique completamente cerrada.

--¿Qué es esto, abuelo? -cuestionó, curioso. La bolsa tampoco poseía algún logotipo, lo que hacía imposible saber qué había dentro.

--Es un regalo para tu cita de hoy. Apuesto a que ni siquiera te molestaste en comprarle algo. -refunfuñó --No sé qué les pasa a los jóvenes de hoy en día. En mis tiempos los detalles eran primordial para cualquier persona, pero esas cosas parecen haber perdido importancia. Los jóvenes prefieren...

--Abuelo, me tengo que ir. -interrumpió el menor de los dos. Ya había escuchado ese sermón miles de veces y no estaba dispuesto a escucharlo justamente ese día.

Para su fortuna, su abuelo sonrió complacido en su dirección --Sí, por supuesto. Debes irte antes de que se te haga tarde.

Yoongi solo asintió a lo dicho, dispuesto a irse a pesar de que llevaba tiempo de sobra.

--No olvides comprar rosas. -recalcó --Los detalles son muy importantes.

--Sí, abuelo. -contestó con una sonrisa que intentaba enmascarar las pocas ganas que tenía de hacer aquello.

--Y Yoongi... -llamó cuando el pálido se dispuso a irse --Yo te avisaré cuándo darle el regalo al chico, ¿de acuerdo?

El ceño del pelinegro se frunció ante tal pedido. Sin embargo, el mayor mantuvo su rostro impasible todo el tiempo, por lo que Yoongi solo lo aceptó y se marchó.

***

Jimin frunció sus labios en desacuerdo, negándose a llevar puesta la ropa que Taehyung sugería.

--Ya dije que no. -contestó de manera berrinchuda a ojos de su amigo --No quiero usar nada de eso, Tae.

--Pero, Minie, ya aceptaste conocer al hombre que obviamente está interesado en ti; si no, no tendría caso venir desde Seúl a verte, ¿no crees que es justo arreglarte lo mejor posible?

--Estoy bien así, Taehyung. No creo que él deba hacerse una idea equivocada de mí. Prefiero que me vea tal cual soy.

--Pero no tiene nada de malo que luzcas ropa bonita. -insistió --Déjame maquillarte, te prometo que no te vas a arrepentir.

--Ya te dije que no. No. -enfatizó --Yo visto así. -dijo señalando su ropa --Mi cara es esta. -señaló su rostro --Este soy yo, Park Jimin. Esto es lo que hay y nada más.

--Sabes que no es verdad. -dijo suavemente el pelirrojo, acercándose más para mirarlo directamente a los ojos. --Eres muchísimo más de lo que dejas ver, Minie. Lo sabes. -sonrió tiernamente tras decir esto y elevó el mentón del contrario para que no apartara la mirada como pretendía hacer.

--Estoy asustado, Tae. -confesó con los ojos húmedos --No sé que voy a hacer.

Taehyung observó a su mejor amigo morder con fuerza su labio inferior y no pudo más que suspirar ante esa imagen de vulnerabilidad que tenía frente a sí.

--Todo va a estar bien, te lo aseguro.

***

--Oh, Minie, amor. Que bueno que bajas. Min Yoongi no debe tardar en llegar. -dijo su madre. --¿Ya estás listo? -interrogó dubitativa, con su vista fija en la sencilla vestimenta de su hijo, pero sin cuestionar nada al respecto.

--Sí. -respondió en un murmullo y con la cabeza gacha, por lo que no pudo notar la mirada resignada que intercambiaron su amigo y su madre.

--Bueno, ya me tengo que ir. Kookie me está esperando. Aún debemos terminar de amueblar la casa en la que viviremos. -Jimin admiró la hermosa sonrisa que se plantó en el rostro de su mejor amigo. Era obvio lo enamorado que estaba de Jungkook y Jungkook de él.

Sintió una pequeña punzada de envidia al pensar que él nunca viviría un amor así. Estaba seguro de que jamás encontraría a alguien que lo amara intensamente y sin condiciones.

Era imposible.

Él no era como Taehyung.

Su mejor amigo poseía tanto belleza interna como externa. Tenía todo lo que a él le faltaba. Carisma, encanto, un rostro de ángel y una bondad que provocaba que cualquiera quedara prendado de él.

Sonrió sincero hacia el precioso chico de sonrisa cuadrada. Puede que él no encuentre nunca el amor verdadero, pero se alegraba de que Taehyung sí lo hiciera.

--Adiós, Tae. Salúdame a Jungkook. -se despidió.

--Me ayudas a servir la comida, cariño? Tu padre tampoco tarda en llegar.

Ambos, madre e hijo, se dieron a la tarea de dejar todo listo para cuando el señor Park y su invitado llegaran.

El señor Park fue el primero en hacerlo y, junto a su esposa, se dedicaron a bromear con un nervioso Jimin que poco a poco se relajó y empezó a reír con las típicas ocurrencias de sus progenitores.

Sin embargo, toda la tensión que había abandonado su pequeño cuerpo de repente volvió cuando el sonido del timbre se escuchó en toda la casa.

Quiso chillar cuando su madre se levantó de su lugar y fue hasta la puerta.

Observó a su padre caminar en la misma dirección que su madre después de instarlo sutilmente a hacer lo mismo.

--Hola, soy Min Yoongi. -se presentó el pálido una vez abrieron la puerta y pudo observar el rostro de quienes supuso eran el señor y la señora Park.

--Adelante, pase por favor, señor Min. -dijo la amable mujer. Luego, el padre de Jimin hizo las presentaciones de manera formal.

-- ...Y este es nuestro amado hijo, Jimin.

Los ojos de Yoongi capturaron el momento en que el pequeño doncel dio un respingo.

--Hijo, saluda. -dijo pacientemente el hombre hacia su cabizbajo hijo, quien siempre se mostraba extremadamente tímido con los desconocidos

--Hola, señor Min, es un gusto conocerlo. -pronunció con voz baja e insegura.

Pero justo en el momento en que dejó de observar al suelo para plantar su mirada en el rostro del recién llegado, se había quedado pasmado y sintió como su rostro se calentó de repente.

Y es que, por todos los cielos.

¡Min Yoongi era condenadamente guapo!

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《Akina》

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