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Sorpresas

MI METEORO FAVORITO

Capítulo 14: Sorpresas


Las sirenas de los coches de la policía dejaron de sonar, pero las luces giratorias de los vehículos policiacos rotaban sobre su eje. Observando toda la escena caótica se encontraban Nahikari y James.

―Fue una suerte que el ministro Lynette haya averiguado el paradero de las hijas de Gru ―decía Nahikari.

―Con magia todo es posible ―dijo de forma seca, James.

―Por favor, ya te lo explique todo. ¿No seguirás enojado con el ministro, verdad?

―Supongo que no... Solo espero que esto termine bien, pero sé que no será así.

―¿Tú crees?

―Ron Weasley y su esposa Hermione Weasley, héroes de la guerra. Cuando la prensa amarillista se entere de su separación y la relación con el Ministro de Magia de Brasil..., caerá estiércol al ventilador, eso no lo dudes.

―¿Crees que tu tío le dará el divorcio?

―Supongo, de lo que estoy seguro es que no será nada bonito..., estúpido tío Ron, todo es su culpa aunque me duela admitirlo.

»Verás ―continuaba James, al ver la expresión de su novia―, mis tíos al principio estaban muy enamorados, pero con el tiempo mi tío empezó a tratar a mi tía más como su madre o su sirvienta. Eso y el hecho de que ahora ha descuidado su figura..., mi tío es obeso.

―Eso es terrible..., me refiero a eso de que trata a tu tía como sirvienta.

Hum, lo otro también lo es. Mi tía siempre me dijo que mi tío Ron era muy aficionado a la comida. Claro, cuando era joven no importaba ya que nunca engordaba, pero cuando creció no solo lo hizo a lo alto sino también a lo ancho.

―No te burles de tu pobre tío.

―Sé que eso es mala onda, pero deberías ver a mi tío. No puede moverse de uno a otro lado a menos que sea usando su varita. No puede pasar por ninguna puerta. La vez pasada que estuve en su casa, vi como ensanchaban la chimenea.

Ay, por Merlín.

.

.

Ajenos a la pareja de jóvenes magos, Gru abrazaba con fuerza a sus hijas y no paraba en darle las gracias a una incómoda Meena.

―No fue nada, señor. Quien salvó a sus hijas fueron los hermanos macana o algo por el estilo.

Oh, no, no, no, nada de eso, tú ayudaste a mis niñas así que ahora considérate siempre bienvenida en mi casa.

Meena trató de protestar, pero al ver la cara de consternación de Edith y Margo, puso una carita dócil y le aseguró a Gru que iría a su casa para jugar con sus hijas.

―Gru, siento interrumpir, pero hay un asunto del que debes enterarte ―le dijo Rex, el hermano de Meteoro. Era obvio que se estaba refiriendo a su misión secreta para con la Liga Anti Villanos.

―¿Tiene que ser justo ahora?

―Lo siento, pero es urgente.

Ag, qué se le va a hacer. Meena, te encargo a mis pequeñas ―le pidió Gru a la malvada niña exploradora y Margo puso cara de pocas amigas ya que era ella la encargada de cuidar a la revoltosa de Edith y a la inocente de Agnes, además, ella era mayor que Meena.

Apenas Gru y Rex se perdieron de vista. Meena empujó a Agnes para separarse de su abrazo.

―Ni pienses que voy a jugar contigo.

―Oye, ¿por qué eres tan mala? ―le riñó Margo, mientras se ajustaba los lentes y la miraba ceñuda.

―¿Y qué tienes contra nuestros amigos los minion?

―¿Me preguntas qué tengo contra ellos? ¡Después de lo que me hicieron!

―¿Pues qué te hicieron? ― preguntó esta vez Agnes.

―Esos, esos... ¡Se comieron todas mis galletas y jamás me pagaron! No son gratis, sabes, tenía que venderlas por toda la cuadra. Al final, como no reuní el cupo, Isabela, la líder de mi grupo de exploradoras me expulsó con ignominia.

―No lo sabía ―dijo Margo, quien intercambio miradas con sus otras hermanas―. Lo siento mucho, hablaré con Kevin y los demás, te prometo que te pagarán hasta la última galleta.

―Ya para qué. Toda mi vida soñé ser una niña exploradora con estilo para la moda y ahora no podrá ser.

Meena puso una autentica cara de pena.

―Sabes, nosotras cuatro podríamos formar nuestra propia tropa de niñas exploradoras ― sugirió Agnes, y todas la miraron.

―Es una buena idea Agnes, ¿Tú que dices, Edith?

―Si permiten chicas ninja en su tropa no veo porque no.

―Bien, ¿qué dices, Meena? ―le preguntó Margo con una sonrisa.

―Yo..., oigan, no les dije toda la verdad, también hice una que otra cosa mala en la tropa de Isabela ―decía la corredora con vergüenza―. Creo que podría ser catalogada como una villana, ¿eso no les importa?

―¡Bromeas! ―gritó Edith por la frustración―, nos la pasamos toda la vida rodeadas de villanos y nos la pasamos bomba. Claro que eres bienvenida.

Meena miró a las chicas con ojos abiertos como platos y luego empezó a llorar. Las chicas la abrazaron a continuación y esta vez a Meena no pareció importarle.

.

.

En el laboratorio del Doctor Locovitch, Gru pudo observar que se llevaba a cabo una reunión de todos los corredores.

Meteoro, Pedro Bello, Mafio y compañía, el Barón Hans Fritz, Penélope Glamour, Kevin y los minions, miraban como ingresaba Gru junto con Rex.

―Que bien que los dos hallan llegado al fin ―decía el Doctor Locovitch― , bien como les expliqué hace un momento...

―Hey, espere Doctor ―le interrumpía Gru―, falta Meena.

―El asunto que estamos discutiendo, es muy serio y no es para que las niñas se entrometan..., ya aprendí mi lección de cuando enfrentamos a El Macho.

Gru, puso una cara de desconcierto y luego el Doctor Locovitch, sin abandonar su sonrisa sarcástica, se agarró la cara con las manos y se quitó el disfraz.

―¡Doctor Nefario!

―¡Sorpresa, Gru! Yo también trabajo para la Liga Anti Villanos y Pie Traseron me pidió que viniera de incognito.

No solo Gru, también Rex y los demás corredores miraban con asombro al Doctor Nefario.

―¡Ag, ese hombre me saca de quicio! ― se quejaba Gru por todo lo alto y junto con Rex fue a tomar asiento.

―Lamento esto ―se disculpaba el Doctor Nefario―. Pero Pie Traseron vio que sería conveniente tener un agente de incógnito, después de todo, hablamos de alguien muy importante como la señora Yutani.

―¿La copresidenta de industrias Weyland-Yutani? ―preguntó Rex.

―¿Qué tiene que ver esa con la misión y por qué tendrían que estar todos los demás en este sitio? ¿Acaso también trabajan para Pie Traseron?

―Eso lo explicaré en seguida, pero primero lo primero, puesto que ustedes dos llegaron tarde mejor les muestro el monitor así nos ahorraremos tiempo.

El Doctor Nefario, encendió el enorme monitor y este reveló lo que eran los trofeos Huevos de Ñandú. Más fotos clasificadas e información aparecieron vinculando la muerte del señor Weyland en el polo sur con la destrucción de una pequeña ciudad en Norte América y la llegada de hombres de Yutani trayendo huevos de xenomorfo.

―Al parecer Silvestre dos Caras, trabaja en secreto para la señora Yutani y por las grabaciones de la cámara de seguridad del laboratorio, él ya tiene todos los huevos de xenomorfo ―exponía Nefario―. El hombre se dirige a la Guayana Francesa, allí planea escapar con los huevos con una nave de transporte espacial que saldrá del centro espacial de Guayana. Una vez en el espacio, la señora Yutani tendrá los medios legales para quedarse con los huevos, solo Dios sabe lo que haría con esas cosas.

―Entiendo ―decía Rex―, pero todo lo que nos ha dicho no explica la presencia de los demás corredores en el laboratorio.

―Sí, a eso iba. Como todos ustedes saben, Silvestre dos Caras, estaba obsesionado con apoderarse del dinero de Penélope Glamour. En su disfraz de La Garra Siniestra, atentó varias veces contra la vida de Penélope, pues bueno, Dos Caras acaba de secuestrar a Penélope.

Todos intercambiaron miradas desconcertadas ya que Penélope Glamour, estaba justo delante de ellos.

―Creo que mejor yo explico esta parte ―dijo tímida Penélope―. Verán, a quien secuestró Silvestre dos Caras, fue a Trixie.

―¡¿Qué?! ¡Explícate! ―gritó Meteoro.

―Pues que Trixie vino a Sud América para poder estar contigo Meteoro, ella se disfrazó como yo..., y entonces la secuestraron.

―¿Desde cuándo Trixie estaba en Sud América? ―quiso saber Meteoro, que cada vez más estaba perdiendo la paciencia.

―Pues desde que comenzó la competencia... Lo siento Meteoro, todo es mi culpa, no debí acceder al plan de Trixie.

Meteoro quedó en shock por la impresión. Era Trixie quien lo había retado cuando se encontraron en Montevideo. Ahora todo cuadraba, ya le parecía extraño que Penélope haya copiado tan bien su pose clásica ante las cámaras.

―¡Maldición, Penélope!, ¡¿en qué estabas pensando tú y Trixie?!

―Oye amigo, cuidado con ese tono de voz ―le advirtió Mafio, quien junto a sus demás compañeros, era muy sobreprotector con la rubia corredora.

―Ya basta, no ganamos nada buscando culpables en este momento. Lo mejor es ir tras Silvestre dos Caras y rescatar a la novia de Meteoro ―decía Pedro Bello, para tranquilizar los ánimos.

―¿Bueno, qué estamos esperando? ―decía el Barón Hans Fritz―, tenemos las maquinas más veloces que se encuentran en esta parte del mundo, solo nosotros podemos realizar esta misión.

Bata lata rescote Trixie ―dijo Kevin y fue respaldado por los otros Minion.

―Bien ―dijo el Doctor Nefario con esa expresión de severidad tan característica suya luego de intercambiar miradas con los demás.

―No te preocupes, Meteoro ―le animaba Gru―. Yo sé cómo piensan los villanos pues también era uno. Seguro Silvestre dos Caras no hará daño a Trixie, al menos no por el momento. De seguro tratará de eliminarla de forma espectacular como para que todos lo vean, eso nos dará tiempo para rescatar a Trixie.

Pero lo pepote Penélope visto tue Silvestre dos Caras ―dijo Kevin.

―Kevin, tienes razón ―dijo Gru―. Si dos Caras ve a Penélope, descubrirá que en realidad secuestró a Trixie. Debemos evitar que vea a Penélope o él matará a la novia de Meteoro.

―No pueden dejarme aquí. Es mi culpa todo este embrollo, quiero ayudar.

―Sugiero que Penélope vaya dentro del Despreciable ―sugería Rex―. Ese vehículo tuyo, es tan grande, que Penélope puede ir escondida allí.

Meteoro no puso ninguna objeción y todos los pilotos se levantaron para ir donde sus coches. Silvestre dos caras les llevaba mucha ventaja, pero como había dicho Gru, seguro el villano se tomaría su tiempo con tal de acabar con la que creía era Penélope.

Meteoro se introdujo de un salto en su coche y golpeó uno de sus puños contra la palma de la otra mano.

―No... Esto no es culpa de Penélope. Si hay que culpar a alguien sería a mí. Trixie, mi amor, no desesperes. Pronto iré a rescatarte.

CONTINUARÁ...

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