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Viejas amistades


Ian esperaba encontrase con Tiago a la salida. Pero no había ni rastro de él. Mejor, en ese momento no estaba de ánimos para otro enfrentamiento. Desde su llegada que había estado muy concentrado en Sophie, y si lo pensaba, había más personas con quienes estar y a quienes había extrañado.

Alan estaba ocupado siendo el asistente de su madre ese día, así que Ian se dirigió solo a casa de Claudia, sintiendo culpabilidad. A ella ni la había buscado y era su mejor amiga.

Estaba aún más nervioso que cuando había visto a Sophie. No por Claudia, sino por sus padres ¿qué debía hacer, solo aparecer en su puerta y tocar el timbre?

No sonaba como una buena idea. Decidió mejor rodear la casa y rogar que Claudia estuviera en su habitación.

Trepó el muro y miró hacia la ventana desde el jardín. Sophie le había dicho que esa casa era insegura, y tenía razón, además de entrar fácil, la madre de Claudia no se había percatado de nada.

Pensó qué hacer, si tirar una piedra o subir directamente por el tubo del desagüe, pero no necesitó hacer nada de eso. Claudia se asomó y ni bien lo distinguió abrió la ventana.

—Espérame afuera. Dame cinco minutos —le dijo casi en un susurro para no alertar a su madre.

Ian salió de nuevo y esperó sentando en la acera. La chica lo sorprendió corriendo hacia él y obligándolo a pararse para darle un abrazo.

— ¡Te extrañé mucho!

—Yo también. Gracias —respondió separándola para verla mejor. Algo indefinido en su aspecto la hacía verse un poco diferente a como la recordaba. Se notaba como una persona más segura de sí misma.

— ¿Gracias por qué?

—Por ser la primera que me recibe sin golpes o preguntas absurdas.

—No podría recibirte de otra manera, además tuve tiempo para hacerme a la idea, Sophie me contó que volviste hace días —dijo metiendo las manos en los bolsillos y comenzando a caminar, quería alejarse de su casa por si acaso su madre la viera.

—Si estás molesta conmigo porque no buscarte antes puedes hacerlo. Estás en tu derecho. La verdad es que volví y me concentré tanto en ver a Sophie que me olvidé de todo.

—Lo sé y lo entiendo. Lamento que haya terminado contigo.

—Es algo momentáneo. Por lo menos terminó también con el actor de cuarta. Necesita pensar las cosas y tener tiempo para perdonarme, luego regresará conmigo.

Claudia sonrió tímidamente, Ian no había cambiado, seguía creyéndose invencible y consiguiendo siempre lo que quería.

—Creo que a Sophie le va a llevar mucho tiempo perdonarte, sufrió mucho, y su vida es un caos, más que antes. Ni bien sale de un problema se mete en otro y ahora todo es televisado. No le dan ni un respiro.

—Ya sé, por eso le daré el tiempo que sea necesario.

—Es increíble que no hayas dejado de quererla y estés dispuesto a esperarla tanto. Cualquier otro se habría dado por vencido.

—Sabes lo que Sophie significa para mí, no voy a darme por vencido con ella. Solo voy a darle su espacio, pero asegurándome de mantener al yankee lejos de ella.

—Eso va a estar muy difícil —consideró exagerando sus palabras con un gesto—. Están juntos en las filmaciones y se supone que son algo así como novios en el programa. Además Sophie también está enamorada de él.

—No lo ama —determinó muy seguro—. Si lo amara no habría terminado con él cuando yo regresé. Que yo sepa no tenían problemas en su relación, a diferencia de mí, Steve no le hizo nada. Si lo amara me habría dejado de lado, pero habría continuado con él.

Claudia no comentó al respecto. Era imposible saber qué pensaba Sophie, siendo que ni ella misma sabía lo que pensaba. Solo el tiempo diría si Ian tenía razón y Sophie solo necesitaba tiempo para sanar sus heridas y retomar lo que había empezado con él.

Deambularon por la calle un momento, conversando como hacían antes. Se sentía bien estar juntos de nuevo. Claudia le contaba a su amigo como era su vida en el colegio ahora que Sophie no estaba ahí y los problemas que tenía con su madre, con quien no podía conectarse ni hacerle entenderla un poco. El chico le contaba sobre su tiempo en Londres y su situación con Sophie, Claudia como siempre lo escuchaba callada.

—Extrañaba hablar contigo —dijo la chica tras un corto silencio ocurrido por haberse contado todo lo posible—. De hecho extraño tener un amigo. Sigo sin encajar en el colegio, Sophie casi no tiene tiempo, Alan vive muy lejos y Camila y yo no congeniamos más que para ayudar a Sophie con sus problemas.

— ¿Y qué hay de Evan? ¿no se supone que quedaron como amigos o algo así?

—Supuestamente —suspiró —. Pero era mi novio, sabes que es difícil seguir siendo amigo de un ex novio.

—Yo soy amigo de Sophie.

—Porque quieres recuperarla, sigues enamorado de ella y sabes bien que no la consideras solo una amiga. Y yo no puedo considerar a Evan solo un amigo —confesó cabizbaja. Ni siquiera se había animado a contarle eso a Sophie.

— ¿Y por qué terminaste con él?

—Fue por mutuo a acuerdo. Pero en realidad él se aburrió de mí, estaba cansado de tener que salir a escondidas o que no tuviera tiempo para verlo. Además él cuida a Grecia la mayoría del tiempo y los niños me detestan, nunca congeniamos. A veces quisiera ser Sophie, con problemas locos y todo. Me llevaría bien con mi madre, Grecia me adoraría y no tendría miedo de enfrentarme a mis compañeros de colegio cuando me molestan —dijo apoyándose contra el muro de una casa, queriendo llorar—. ¿Soy patética? —le preguntó.

—No, ¿por qué lo serías?

—Porque mis problemas son estúpidos y me pongo a llorar por ellos.

—No son estúpidos, son tus problemas y son importantes para ti. Y también para mí. Solo te pido que por favor no seas como Sophie, no podría con dos como ella. De verdad me volvería loco y no tengo tiempo para sacarte de tantos problemas. No sabes lo complicada que mi vida es ahora. Debo mantenerme por mis propios medios si quiero comer o tener un lugar donde vivir. —Le secó las lágrimas con el dedo pulgar y logró distraerla un momento.

— ¿Ves? Ese sí es un problema de verdad. Pero te lo buscaste solo. Puedes vivir con Alan. Su casa es enorme, sus padres te adoran, está cerca de tu colegio...

—No voy a ir a pedirle a alguien que me deje vivir en su casa, aunque sea mi mejor amigo. Ni siquiera acepté vivir en casa de Sophie, y eso que la tendría cerca todo el tiempo.

— ¿Te pidieron vivir con Sophie?

—Su padre. Me dijo que como soy sobrino del hermano de Thaly, es como mi familia más cercana y es su deber hacerse cargo de mí, además Santiago se lo pidió. La verdad es que me quiere cerca para vigilarme. No confía del todo en mí, él es de la idea de tener a tus amigos cerca y a tus enemigos aún más cerca.

—No creo que lo haya dicho por ese motivo.

—Mi padre y él son como enemigos mortales. Los estuve espiado por meses, secuestré a su hija y casi logro que la maten, le robé documentos y casi logro que lo maten a él también o lo metan a la cárcel en el mejor de los casos ¿tú crees que no fue por ese motivo? Además quiere conseguir la mayor información posible sobre mi padre, salió libre.

La chica puso una cara de espanto, sabía lo que eso significaba. Que Ian estaba en peligro, su padre no lo dejaría vivir tranquilo sabiendo todo lo que sabía y después de haberlo traicionado.

Tiago decidió no confrontar a Ian ese día de nuevo. No podía arriesgarse a ser descubierto por el director del colegio. La pelea de esa mañana le había costado su segunda advertencia grave, una más y sería expulsado. El colegio Saint Abbel tenía normas de conducta estrictas y no serían indulgentes con él ni por ser uno de los mejores alumnos del colegio.

Entró algo temeroso a su casa. Sus padres ya debían estar enterados de lo sucedido y de seguro se llevaría un buen castigo. Lo primero que escuchó fueron las voces de sus padres discutiendo.

—¡No puedes comprarle un regalo después de lo ocurrido!—exclamó Nicolás.

—Su pelea fue por una causa justa. No estuvo bien que lo castigaran —respondía Thaly, más calmada que su esposo.

—Pero ya tiene varias faltas, una más y pueden expulsarlo.

—Escuchaste lo que dijo el psicólogo, puede ser una forma de reaccionar ante la falta de atención, se siente relegado por los gemelos y el nuevo bebé.

—Lo justificas siempre.

Tiago escuchó extrañado, si entendía bien, su madre estaba de su lado y encima le había comprado algo. No entendía lo del psicólogo ni esos supuestos sentimientos por ser relegado, pero la situación parecía mejor de lo que pensaba.

Entró a interrumpir su pelea, si su madre lo defendía él no dudaría en ponerse de su lado frente a su padre. Pero el panorama no era lo que esperaba. Sus padres discutían mientras Daniel estaba sentado en una silla, balanceándose mientras manejaba un enorme auto a control remoto, haciéndolo chocar una y otra vez contra la pared.

Los adultos no notaron su presencia, así que Tiago se sentó junto a su hermano menor y le preguntó en un susurro qué era lo que ocurría, sorprendido porque aparentemente sus progenitores no hablaban de él.

—Me castigaron por pelear en el colegio y como ya tengo varias faltas me amenazaron con expulsarme, pero no lo hicieron porque el psicólogo dijo que es una reacción normal para llamar la atención de papá y mamá porque estoy celoso del nuevo bebé y los gemelos.

— ¿Y se supone que eso es verdad? —bufó.

—Quién sabe, si eso dice el psicólogo ¿quién soy yo para contradecirlo? Además no peleaba por cualquier cosa, hay un idiota que repitió sexto grado como cinco veces y abusa de los más pequeños. Se metió con Sammy, no podía dejarlo —le contó sin quitar la mirada de su auto de carreras—. Cuando salimos de la dirección mamá me compró esto para que el fin de semana lo conduzca con papá y pasemos más tiempo juntos, pero él se enojó porque cree que no debería recibir nada ya que estoy a un pelo de ser expulsado.

Tiago recién entendió la situación y se alegró de lo que ocurría. Sus padres estaban tan concentrados en Daniel, que seguro se olvidarían de castigarlo a él y su problema se minimizaría.

—Por fin llegas. —Nicolás se tomó un tiempo fuera con su esposa al notar que había llegado su hijo mayor—. Me llamó tu director, estás castigado, ve a tu habitación y no salgas hasta mañana.

— ¿Por qué? Mami dile que no puede castigarme —recurrió a ella, seguro que su madre se pondría de su lado.

—Nada de mami, hazle caso a tu padre —respondió muy enojada.

—Espera, no es justo. A Daniel lo castigaron en el colegio exactamente por lo mismo que a mí, le compras un auto a control remoto y lo defiendes; ¡¿pero te pones de su lado para castigarme?! —se quejó señalando a su padre.

—No es lo mismo. Daniel peleaba por defender a Sammy. Tú atacaste a Ian sin motivo y es tu segunda falta grave. Recién me enteré que tenías una anterior porque te encontraron con una chica en el baño. Algo está muy mal contigo. Tu padre va a darte un castigo y yo voy a darte otro.

Tiago abrió los ojos con incredulidad. No podía creer lo que pasaba, ni su madre se ponía de su lado. Daniel lo miraba con una mueca de triunfo, disfrutando lo que ocurría y sus padres no le quitaban la vista de encima, esperando que obedeciera.

—A tu cuarto, ahora —repitió Nicolás.

— ¡Los dos son muy injustos! ¡Los odio! —les gritó antes de subir. No solía tener ese tipo de berrinches, pero ya estaba harto de ser siempre castigado o tratado como el peor hijo, y que Sophie y Daniel se salieran siempre con la suya.

Permaneció en su habitación no por obedecer a sus padres, sino porque realmente quería estar solo. Todo el mundo parecía estar en su contra, se sentía como el único ser razonable sobre la tierra. ¿Cómo era posible que Sophie y Alan aceptaran la amistad de Ian como si nada hubiera pasado? Además ¿cómo era posible que sus padres se pusieran del lado de Ian? Ese chico tenía de verdad algún poder extraño para manipular y poner a la gente de su parte.

Refunfuñó por lo bajo cuando Daniel entró, cargando su nuevo juguete.

—Vete, quiero estar solo.

—Es mi cuarto también y al final papá y mamá decidieron que me quedaría con el auto, pero que también estaría castigado. Tú y yo tenemos permiso para salir solo al colegio y regresar juntos al acabar las clases.

— ¿Juntos? —Tiago se dió la vuelta, levantando medio cuerpo de la cama.

—Me tienes que recoger por el resto de la semana. —Daniel se quitó los zapatos y se recostó también, encendiendo el control remoto de su auto para manejarlo por la habitación.

—Vete con Sophie, se supone que ella te lleva a sus filmaciones.

—No quiero ir. No iré de nuevo hasta que su productor me pague lo que me debe. ¡Son cuatrocientos dólares! Regresaré solo cuando haya ideado un plan malévolo para que me pague con intereses.

Tiago se enfadó más al escucharlo. Él apenas se las batía con la mesada que recibía y Daniel siempre manejaba irracionales cantidades de dinero para un niño de su edad.

—Igual no es justo, tengo que perder el tiempo contigo y sin salir. Mientras que a ti mamá te justifica. Ambos cometimos exactamente la misma falta, pero yo me llevo la peor parte, solo porque tú terminaste siendo el hijo del medio.

—No es mi culpa que tú no hayas aprovechado ser el hijo del medio. Es lo mejor del mundo —dijo Daniel son una sonrisa.

—¡No es lo mejor! Eres el más ignorado. Y ahora paso de ser el ignorado al que solo ven sus fallas.

—Nunca fuiste el ignorado. A mí siempre me andan comparando contigo. Me dicen que debería ser tan buen alumno como tú, que además de estar en el equipo de básquet tienes tiempo para estudiar, y eres como la estrella deportiva de la familia. Pero ser el hijo del medio fue lo mejor que pudo pasarme en la vida. Papá y mamá están tan ocupados con los gemelos que no tienen tiempo para castigarme cuando hago algo mal, y cuando se dan cuenta como hoy le echan la culpa no prestarme demasiada atención, así que se esfuerzan en hacer cosas para mí. Como que el fin de semana iremos papá y yo solos a manejar mi nuevo auto a una pista de arena. Y la próxima semana mamá me llevará al cine y a comer pizza.

Tiago lo escuchaba incrédulo. Nunca había pensado las cosas de esa manera. Por un lado no se había dado cuenta que Daniel se sentía su sombra, y por otro, Daniel de verdad sabía aprovechar las oportunidades. En lugar de sentir que daban un mejor trato a sus hermanos, se estaba aprovechando de la situación: mientras menos atención de sus padres recibía, más atención le daban luego para compensarlo. Era una paradoja y no podía evitar sentirse celoso.

—Buscas excusas y la verdad es que te sientes relegado, ya verás cuando nazca el nuevo bebé. Querrás matar a eso tres enanos.

—Tal vez quien se siente celoso y relegado por el nuevo bebé eres tú, por eso haces tanto escándalo —consideró.

—Yo ya estoy grande para eso —respondió algo ofendido, aquella era una acusación absurda, él ya no estaba en edad de sentirse amenazado por un nuevo hermano. Ya había superado esa etapa a los cuatro años, cuando Daniel había nacido.

—Yo también. Y a diferencia de ti yo si voy a ser un buen hermano mayor. Voy a defender a Max, Sebastián y al nuevo bebé cuando los molesten, les prestaré mis cosas y no me va a importar si me toca compartir habitación con ellos.

—Oye yo soy un buen hermano —dijo sabiendo que Daniel tenía razón, casi nunca lo trataba bien.

—Claro que no. Siempre te metes conmigo, nunca quieres que pasemos un rato juntos y me tratas como basura. Y supuestamente eres amigo de Sophie, pero solo te metes en su vida y le dices qué hacer, como si fuera tonta —terminó de hablar y se levantó de la cama, entró al baño y se encerró con seguro, dejando a Tiago con las palabras en la boca, aunque no estaba seguro de cómo defenderse. No era un hermano tan terrible, quería a Daniel, y a Sophie solo la protegía, o eso creía, tal vez la visión que otros tenían de él no era tan buena.


Un capi corto porque ya se acerca lo más interesante. la historia a partir de este momento tratará más de Tiago y el giro importante que da su vida, para bien y para mal. Así que les pondré otro capi mas tarde!

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