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Nuevas oportunidades

Sin contar con un horario de trabajo fijo, Ian sentía que tenía demasiado tiempo libre. Ya había puesto todos los asuntos de la pizzería en orden y había suspendido indefinidamente la presentación de Sophie. Aprovechó esa tarde libre para ir a buscar a Claudia. No la veía desde hacía algún tiempo y tenía muchas cosas para ponerla al día.

A escondidas trepó la muralla de su casa y le lanzó un par de piedras a su ventana. Podía verla desde el jardín. Como casi siempre, la chica estudiaba en su ordenado escritorio, muy concentrada en un texto del colegio. Se sobresaltó al escuchar el primer golpe contar el cristal y cayendo en cuenta de lo que pasaba abrió la ventana.

—Te veo en la calle —le dijo a Ian, casi en un susurro para que su madre, que estaba en el piso de abajo, no la escuchara.

Ian esperó sentado en la acera. Sabía cómo era; Claudia buscaría una excusa para salir, y eso tal vez tomaría tiempo.

Después de un rato la chica pelirroja salió corriendo.

—Le dije que iba a comprar hojas de carpeta. La librería está cerca así que no tengo mucho tiempo —le explicó, mientras avanzaban rápido para salir del campo visual de la casa y la madre de Claudia no los descubriera.

—Pensé que esta tarde irías con Sophie a hacer esas boberías vanidosas de mujeres.

—Quería ir, pero mamá no me dejó. Estoy cerca a exámenes finales. Sabes cómo es, le falta encadenarme a mi escritorio en esta época.

—Claudia... —pronunció su nombre con tono de regaño.

—Lo sé, no debería dejar que me controlen así, soy casi mayor de edad, blah, blah... Sophie me dice eso todo el tiempo y sé que tiene razón, pero son mis padres, son sus reglas, mi familia funciona de esta manera. Podría rebelarme si quisiera como lo hice con Evan, créeme que ahora tengo muchas más libertades que antes.

—Eso me cuesta creer, porque te vemos menos. Sophie te necesita, sabes que eres la única que la hace entrar en razón a veces.

—Lo sé, y me da mucha pena no verla. De todas maneras creo que es mejor, debe irse acostumbrando —cabizbaja desaceleró el paso. Su crespo y desordenado cabello rojo cayó sobre su rostro y no se molestó en retíralo.

—¿De qué hablas? —Ian la detuvo y le quitó el cabello para verla.

Claudia esquivó la vista y movió nerviosamente su pie sobre la acera de cemento gris, pensando cómo hablar.

—Voy a irme —dijo finalmente—. Mis padres quieren que regresemos a Rumania a fin de año, cuando acabe el colegio.

—¡Estás loca, no puedes irte!—Ian exclamó con un sobresalto.

—El hermano de mi padre está abriendo un negocio allá y mi padre quiere participar. Cree que nos irá mejor, además a mi madre nunca le gustó realmente este país, cree que es el culpable de mi rebeldía y poco respeto a la autoridad.

—¿Me estás jodiendo? Eres la persona más respetosa de la autoridad que conozco ¿Qué vas a hacer tú allá? Has vivido aquí toda tu vida, ni siquiera hablas bien el rumano.

—Tendré que aprender. —Levantó los hombros, dándose por derrotada—. Allá iré a una universidad y ayudaré con el negocio. ¿Qué más puedo hacer Ian?

—Quedarte.

—¿Y qué hay de mi familia? pese a todo amo a mis padres y no puedo vivir alejada de ellos. Tal vez tú no lo entiendes... — Interrumpió su frase, dándose cuenta de lo que había estado apunto de decir.

—Porque no tengo familia —Ian continuó su frase.

—No, perdón Ian, no quise decir eso, ni sonar insensible...

—No te preocupes, es la verdad. Yo no tengo a nadie más que a mis amigos y a Sophie, que es toda mi vida. Pero sí puedo entenderlo. Hace años pensaba que Sophie iba a dejar todo atrás por irse conmigo a Inglaterra, ahora sé que eso no va a pasar, así que nos quedaremos. Claudia... sinceramente creo que deberías quedarte, porque además de familia tienes amigos y toda una vida aquí, pero si quieres irte e iniciar de cero, es tu vida. Me va a dar mucha pena y un gran problema al tener que consolar a Sophie, aun así no puedo exigirte ni obligarte a nada. Solo pedirte que lo pienses. —La abrazó, su amiga comenzaba a llorar. No podía saber de primera mano lo que sentía, mas sí podía empatizar con sus sentimientos—. Solo una cosa. No le digas a Sophie todavía. No es un buen momento.

—No iba a decírselo sino hasta una semana antes de irme, así no busca boicotear mi ida. Es capaz de secuestrarme —sonrió.

—Mejor díselo cuando estés en el aeropuerto, una semana es mucho tiempo para que consiga una cabaña deshabitada para encerrarte... o encerrar a tus padres. Es más probable que los haga desaparecer a ellos, o les rompa los huesos hasta que acepten quedarse.

Claudia rió con más ganas, dejando escapar de sus ojos claros sus últimas lágrimas. Ya había pasado mucho tiempo y tenía que regresar con hojas para evitar sospechas. Hablando de temas menos tristes, caminó con su amigo hacia la librería.

Esta vez sin cargar su guitarra, Tiago se dirigió a la salida del colegio "Santa María". Después de pensarlo, se dio cuenta que lo único que podía hacer de momento era rectificar públicamente el error cometido con la canción. Posiblemente era demasiado tarde, posiblemente no funcionaría, mas podía intentar arreglar las cosas yendo por el camino correcto.

Buscó a Valeria, no tardó en localizarla, ella se aproximó a él caminado delicadamente, meneando de un lado al otro su falda del uniforme.

—Retiré el video como querías y agradece que la gente de Youtube no sepa donde vivo porque tienen ganas de matarme. Igual no sirve, como te dije, el video ya está por todos lados, solo perdí seguidores y me gané insultos en varios idiomas.

—No importa, necesito que subas otro video. —Interpuso entre sus rostros un DVD.

— ¿Qué es esto?—Lo recibió examinándolo curiosa.

—Lo sabrás al subirlo. Recuperarás seguidores, créeme. Necesito que esté en un lugar donde muchos puedan verlo. Ponlo hoy, sino voy a acosarte hasta que lo hagas.

—El acoso me gusta —respondió coqueta. Tiago se dio cuenta que había elegido muy mal sus palabras.

—No voy a acosarte de buena manera.

—Hola papi —la muchacha saludó a alguien que estaba detrás de Tiago.

Rápidamente él se dio la vuelta y se encontró con el serio rostro de un hombre de mediana edad, vestido de traje y un ralo cabello blanco peinado hacia atrás. Asustado por haber estado amenazando a la hija de ese hombre, se alejó de inmediato de ella.

—Papi él es Tiago —Valeria lo presentó con una sonrisa.

—Soy Leonardo Ostria, director de "Ostrialanda y asociados". —Se presentó extendiéndole una tarjeta. Tiago la guardó sin mirarla—. Mi hija me habló de ti, y vaya furor que causaron en internet con tu canción. Escuchamos rumores de que la KTV está interesada en comprártela. Por favor dime que no se las vendiste.

—No se las vendí —respondió de mala gana, recordando que tenía como cuarenta llamadas perdidas de Susan.

—Perfecto. No importa lo que te ofrezcan, te ofreceremos más.

—¿Por la canción? ¿Quieren comprarla?

—Sí, hay que aprovechar que está de moda.

—¿Y para qué la quiere una agencia publicitaria? Creo que la KTV la quiere para una novela, eso tiene más sentido.

—Para un comercial —frunció el ceño, como si fuera tonto preguntar eso.

—¿Comercial de qué?

—Qué importa, si la tenemos nuestros clientes se pelearán por ella, o quien sabe y conseguimos una cuenta nueva. Lo importante es conseguir la exclusividad. ¿Por qué mejor no nos reunimos y hablamos esto con calma? ¿Qué tal hoy? ¿o mañana? Tú dime, solo no vayas con la KTV u otra agencia.

—No voy a ir con nadie, la canción ni siquiera es mía— explicó, de repente cayó en cuenta de algo—. Espere, ¿me está diciendo que otras agencias podrían estar interesados en la canción?

—Si no te han hablado todavía es porque no te han encontrado. Créeme, otras agencias son como vampiros chupa sangre, buscarán llevarse la canción gratis, así que no caigas. Yo te daré un trato justo, en mi agencia estamos buscando siempre nuevos talentos y apoyamos a los jóvenes —intentó convencerlo poniendo una mano sobre su hombro.

Tiago le retiró la mano. Comenzaba a tener una gran idea.

—Claro, hablamos luego. —Quiso escaparse. Tenía que llamar a Alan de inmediato.

—¿Vas a llamarme? —el hombre le preguntó, poco convencido.

—Por supuesto, como sea —respondió distraídamente buscando el número de Alan en su teléfono—. Mire, solo asegúrese que su hija suba el video que le di. —Mientras llamaba salió corriendo. Si la idea que tenía en mente funcionaba, no solo conseguiría el perdón de su hermana, sino que ella terminaría besándole los pies.

Las dos jóvenes compartían pensamientos nerviosos. De rato en rato, sentadas en el asiento trasero del taxi, cruzaban miradas como intentando decirle algo a la otra, y de inmediato se desanimaban. Tamara no lo soportó más y expresó en voz alta lo que ambas no se animaban a decir.

—¿Camila no sería capaz, verdad?

—¡No lo sé! —Sophie exclamó impaciente, agradeciendo que al fin el silencio incómodo terminara y Tamara se hubiese animado a dar el primer paso para conversar del tema.

—Yo no la conozco, tú eres su amiga y no creo que nadie sea tan...

—¿Perra? Oh sí, créeme que Camila puede llegar a serlo. Solo espero que no sea así; de todas maneras debemos decírselo a Alan.

—¿Debemos? ¡Díselo tú!

—Si se lo decimos las dos tendrá más credibilidad —suplicó. No quería ir sola, no sabría cómo afrontar eso.

—No, olvídalo, Alan y yo no nos hablamos.

—¿Por qué?

Tamara se mordió la lengua. No sabía si contarle a Sophie lo ocurrido con Alan, aunque moría de ganas de hacerlo.

—Dime que pasó —insistió, más por curiosidad que por preocupación.

—Que a veces hablamos, sobre Camila y eso. Y el otro día me llevó a mi casa, hablamos de su muy seria y romántica relación y de repente se le ocurrió besarme, ¡así de la nada! —Al final decidió contárselo. No aguantaba las ganas y tal vez así Sophie entendería por qué ella no podía contarle a Alan los posibles y ruines planes de su novia.

—¡Oh por Dios! —gritó tan fuerte que el chofer del taxi perdió control del volante un segundo y Tamara se cubrió los oídos—.¡Eso es genial! Si te besó significa que le gustas. ¡Podrían ser novios y así se olvida de Camila! Es perfecto. —Sus ojos brillaron—. ¿Cómo no se me había ocurrido?, tú y Alan harían tan linda pareja... olvida a Tiago, quédate con Alan.

Tamara bufó con sufrimiento, ya tenía demasiado con su madre insinuándole cosas con Alan, como para tener a Sophie de casamentera también. A pesar de que Tiago le había advertido que a su hermana le gustaba jugar a la celestina.

—No es lo que crees, Alan tiene muchas pajas mentales. Una vez que arregle su vida, lo más seguro es que no quiera nada conmigo ¿por qué querría algo conmigo? —intentó sonar coherente y sin quererlo un deje de tristeza escapó con sus palabras. "¿Por qué Alan me querría?" Se dijo a sí misma, de golpe se arrepintió. Sophie no veía motivo alguno por el que ella no le gustaría a su primo, así que Tamara tuvo que aguantar quince minutos de viaje escuchado los divagues desordenados de su amiga, que se barajaban entre las muchas razones porque las que Alan seguramente la amaba con locura, hasta por qué era mejor que Camila y varios esbozos al azar sobre planes descabellados para abrirle los ojos a Alan sobre Camila y una futura relación con Tamara.

Sophie como siempre shipeando a la gente. Y pues ya sabrán que está maquinando Tiago y qué pasará con Claudia :D

Un poco corto, pero ya mañana viene lo emocionante. Nos leemos!!!

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