Cerrando capítulos
No pensó demasiado para encontrarse con su padre en un lugar público, disminuyendo las posibilidades se ser traicionado. Él ya lo esperaba en el lugar citado, una cafetería grande y muy concurrida.
Deseaba verlo cansado y demacrado, como la última vez que lo había visto recién salido de la prisión. Por el contrario, lucía más joven y vigoroso de lo que nunca lo había visto. Además de lozano lucía tranquilo. Confiado tomaba un sorbo de su café sosteniendo un cigarrillo entre los dedos, listo para darle una calada. Al verlo llegar torció los labios de manera cínica, dibujando una media sonrisa burlona que le echaba en cara el ser tan sentimental para haber aceptado el trato.
Seguro y con el pecho en alto caminó hacia él y se sentó a la mesa, lo observo desafiante, esperando a ver si le decía algo. Bruno sacó una servilleta del servilletero y con un bolígrafo hizo unas anotaciones. Luego le extendió la servilleta.
—Ve a esa dirección y busca a Charles Greenville. A él pregúntale dónde está Mary—le dijo encendiendo un nuevo cigarrillo.
—Creí que tú ibas a decirme...
—Él te dará más información de la que yo pueda darte. La última vez que vi a tu madre su embarazo no estaba avanzado, ni siquiera estaba seguro de que lo estuviera en realidad, pero se negó a abortar porque quería que yo me hiciera cargo de ambos, quería embaucarme. Cuando le aseguré que eso no iba a pasar desapareció del mapa. Años más tarde me enteré que sí te había tenido y luego abandonado en algún lugar. No podía tener un hijo por ahí así que le pedí a Franz que moviera cielo y tierra hasta encontrarte. No quisimos decirte la verdad para que no sufrieras. Tómalo en cuenta, de tus dos progenitores yo soy el único que se interesó por ti.
—Yo voy a sacar mis propias conclusiones. —Agarró a la servilleta y se levantó para irse, no tenía nada más que hablar con él.
—Ian. Vas a ese lugar, hablas con ese sujeto y te regresas en el primer avión ¿entendiste? —le dijo para finalizar.
Ian asintió y salió de la cafetería donde Sophie lo esperaba en la puerta. Ella parecía tener la respiración contenida, nerviosa por lo que pudiera sucederle. Al verlo en una pieza saltó a abrazarlo.
—¿Qué te contó? —le preguntó nerviosa.
Ian le mostró la dirección y el nombre del sujeto al que debía buscar. No estaba seguro de su relación con él o si de verdad le daría información, mas estaba por averiguarlo.
De inmediato se dirigieron a tomar un tren hacia Northampton, una ciudad comercial cercana donde se suponía encontrarían a Charles Grenville. Sophie tenía una corazonada sobre la identidad de ese hombre, pero prefería no decirla. Durante el trayecto evitaron hablar sobre su destino. La posibilidad de dirigirse voluntariamente a una trampa solo los ponía más ansiosos. No se separarían en ningún momento, así pasara lo que pasara el destino los atraparía juntos.
Llegaron al lugar señalado al anochecer. Estaban exhaustos y hambrientos, en el camino sus ojos buscaban ansiosos un lugar donde pudieran comer luego, o incluso buscarían un alojamiento para la noche.
Las penumbras avanzaban sobre un barrio residencial de clase media, donde pintorescas casas blancas de tejado verde se acomodaban ordenadamente una junto a la otra. La que debían visitar se diferenciaba de resto únicamente por el número de la puerta y varios juguetes en las escaleras de entrada, lo que demostraba que ahí vivían uno o más niños pequeños. La reja negra y baja de metal que rodeaba la propiedad estaba abierta, así que se dirigieron directamente a la puerta principal.
No pasó mucho rato desde que tocaron el timbre hasta que una mujer rubia de ojos verdes se asomó a la puerta. A ambos muchachos el corazón se les hizo un puño y se dieron cuenta que no habían pensado qué iban decir; saludar como si nada y preguntar por Charles Grenville o preguntar directamente por Mary.
Antes de preguntarles quienes eran, la mujer gritó hacia adentro, ordenándoles a un par de niños que hacían alboroto que se quedaran tranquilos un rato. Después les dedicó total atención a los chicos que esperaban en su entrada.
—¿Tú eres Mary? —preguntó Sophie de manera impulsiva. Ian la codeó para que se callara.
—¿Por qué la buscan? —la mujer se puso seria y los observó con detenimiento, preocupada, ignorando a los niños que nuevamente gritaban dentro.
—En realidad buscamos a Charles Grenville—intervino Ian—. ¿Vive aquí?
—Sí vive aquí. —Se mantuvo seria— ¿Quiénes son y por qué lo buscan?
—Es algo personal —dijo Ian.
—Mi padre no está en condiciones de recibir visitas, menos si no sé quiénes lo buscan.
—La verdad no estamos seguros de por qué lo buscamos. Queremos hablar con él sobre Mary. —Sophie se animó a subir el último escalón de la entrada para estar a la altura de esa mujer—. ¿Por qué no le pregunta si quiere recibirnos?
Con la mirada clavada en ellos y manos nerviosas los invitó a pasar. El interior de la casa era como cualquier otra perteneciente a una familia pequeña. Atravesaron la sala donde efectivamente dos niños, un varón y una mujer, discutían por un juego de mesa y continuaron avanzando hasta el final de un pasillo. La mujer tocó un par de veces la puerta y sin esperar una respuesta abrió el paso hacia una habitación oscura. Prendió la luz y un hombre anciano que miraba por la ventana hacia las luces del vecino giró lentamente.
—Papá estos chicos te buscan. —Se arrodilló junto a la silla y le habló en voz alta.
—¿Qué chicos? —su voz era ronca y pausada.
—Ellos, no sé quiénes son, quieren hablarte sobre Mary.
Eso pareció captar la total atención de aquel hombre. Ian y Sophie se acercaron aún preguntándose mentalmente qué decirle o qué preguntarle.
—Buenas noches. Me dijeron que usted podría darme información sobre Mary. —Se dio cuenta entonces que no estaba seguro de su apellido.
El anciano tardó un momento en responder y su hija permaneció en la habitación parada junto a él.
—Mary mi hija murió hace años, ¿qué quieren saber de ella?
Por un momento la infantil ilusión que permanecía encendida en el corazón de Ian se apagó.
Sophie se dio cuenta que aquel hombre era el abuelo de Ian, que su novio sí tenía una familia así que se adelantó a contarle la verdad.
—Él es Ian, es hijo de Mary.
Ian de nuevo quiso codearla para que se callara pero ya era tarde. Tanto el anciano como la mujer estaban impresionados.
—¡Mary nunca tuvo hijos! —determinó el anciano y volcó la mirada de nuevo hacia la ventana.
—Por supuesto que lo tuvo, es él —reclamó Sophie.
—No vengan a decir mentiras, váyanse.
La mujer les hizo un gesto para que salieran. Ian no esperó para irse y Sophie se rehusaba.
Caminaron hacia el pasillo pensando que la mujer los sacaría también de ahí, sin embargo, les hizo pasar a la sala y mandó a los niños a su habitación.
—Por Dios ¿eres el hijo de Mary? —le preguntó medio llorando—.Te buscamos tanto...
—¿Me buscaron?
—Pues no lo buscaron bien. ¿Cómo es que terminó en un orfanato?—Sophie estaba impaciente por obtener respuestas y esa mujer se las iba a dar.
—Es una historia complicada. Primero dime cómo nos encontraste.
—Mi padre me encontró cuando tenía diez años y es otra historia larga, pero me dijo que viniera aquí si quería saber sobre mi madre.
—¿Bruno? Pensé que estaba en prisión.
—Ya no. Eso qué importa. ¿Va a decirnos si es verdad que lo abandonaron, o que pasó? —Sophie con su impaciencia volvió a atacar.
—Mary es mi hermana mayor y mucho de lo que pasó me lo contó después porque yo era una niña cuando sucedió. Mi padre trabajó por años para los Steel y Mary lo ayudaba en la casa desde pequeña. Después empezó una relación o algo así con uno de los hijos de los patrones. Ella estaba enamorada de él y él solo se acostaba con ella, y bueno... Mary a veces hacía cosas estúpidas o era demasiado ingenua. Creyó que si se embarazaba de Bruno él se casaría con ella. Luego se le vino el mundo encima cuando él le dijo que como mucho le iba a pagar el aborto. Lo pasó muy mal, tanto por el desplante de Bruno como por el rechazo de mi padre. Lo despidieron por eso e intentó convencer a Mary de abortar para no seguirse metiendo en problemas con esa familia, pero ella se negó. No sé si fue porque de verdad quería al bebé o albergaba la esperanza de que Bruno cambiara de opinión en un futuro. Luego dio a luz en casa y mi padre tomó la decisión de hacer desaparecer al bebé cuando tenía pocas horas de nacido. No supimos a dónde se lo llevó o qué hizo con él. Consiguió un certificado de defunción y quiso hacerle creer a todos que había nacido muerto, por sabíamos que no era verdad. No importó cuanto Mary y yo le suplicamos, no quiso decirnos la verdad. Después de tres años ella no lo soportó más y se fue a Estados Unidos, quería comenzar de nuevo. Un año más tarde me hizo decirle a mi padre que había muerto en un accidente, no quería saber nada de él. Luego conoció a William, se casaron, tienen dos hijos varones y por fin pudo rehacer su vida y ser feliz. Le tomó años de terapia, pero pudo dejar todo su pasado atrás.
—¡¿Dejar su pasado atrás?!— Sophie saltó— ¡¿Tiene un hijo perdido y simplemente se olvidó de él?! ¿qué clase de monstruo es?! Yo no podría vivir tranquila hasta encontrarlo. ¿Tiene idea de todo lo que Ian sufrió? ¿De los años de abandono y los restantes en que su padre lo usó como un objeto?
—¡Sophie ya basta!—Ian la detuvo—. Gracias por contarme esto. —Se levantó tan estoico que sorprendió a amabas.
—Las cosas no son así. Yo aún no le perdono a mi padre lo que hizo y sí pensaba mucho en ese bebé, pero tampoco podía soportar que mi hermana viviera de esa manera, exigiendo repuestas que no iba a obtener. Lo que importa ahora es que tú nos encontraste y no sé cómo se lo vaya a tomar ella, pero debo decírselo.
-—No le digas nada —determinó Ian—. Ella es feliz, ¿para qué perturbarla?, yo tampoco la necesito en mi vida.
—Somos familia, por supuesto que te necesitamos.
—No, no son su familia —Sophie se volvió a meter—. Ser de la misma sangre no los hace una familia. Él y yo tendremos una verdadera, con hijos perfectos a los que no vamos a abandonar nunca y con los que tendremos una verdadera relación. Mientras tanto él va a estar bien conmigo y quienes lo queremos de verdad.
—Escuchen... —Rendida, la mujer se dirigió a un mueble y abrió una puerta sacando de ahí un álbum de fotos, pasó las hojas rápidamente y sacó una fotografía suelta—. Me llamo Katherine y voy a darte mi número y la dirección de Mary. ¿Hay alguna forma en que pueda comunicarme contigo?—Escribió en la hoja de una libreta que reposaba junto al teléfono.
—Vivo en el extranjero, si lo veo conveniente yo me pondré en contacto con ustedes —dijo rechazando la dirección, aunque Sophie sí la tomó y la guardó con cuidado en su chaqueta, pensado que Ian podría cambiar de opinión.
No obstante, sí recibió la fotografía y la observó unos momentos. Una hermosa mujer rubia sonreía junto a dos niños de aparentemente cinco y tres años, junto a un apuesto hombre de sonrisa blanca y alineada. Parecía la publicidad de alguna revista norteamericana.
—Esta es la última foto que me mandó, es de hace un mes —le explicó.
Ian le agradeció con un gesto de la cabeza y le depositó la fotografía en la mesita de café, dándole a entender que no la quería.
Cuando salieron de la casa ya era de noche. En la oscuridad caminaron a paso lento hasta albergarse bajo la luz de una farola.
Ian dilucidaba las siluetas de la calle. Un gato gris corría a esconderse detrás de un arbusto y el ladrido de los perros hacían eco. Sophie esperaba pacientemente a que Ian pronunciara alguna palabra.
—¿Hijos perfectos? ¿De cómo se te ocurre eso? —preguntó de pronto.
—¿Estás insinuando que la pequeña Lily no va a ser perfecta?
—Demasiado —sonrió al fin. Le extendió la mano y se dirigieron hacia la avenida principal entrelazando sus dedos.
—¿Y ahora qué? ¿Compramos boletos a Estados Unidos?
—¿Para qué?—preguntó.
—Para ver a tu madre ¿No quieres conocerla aunque sea por curiosidad?
—¿Para qué voy a conocerla? Tú misma lo dijiste, mi familia eres tú. Solo necesitaba cerrar este capítulo de mi vida, saber la verdad y ya la sé. Ahora solo puedo seguir adelante.
Sophie se soltó de la mano y le dio un fuerte abrazo poniéndose de puntas para decirle un "lo siento" al oído.
—¿Nos vamos a casa?
—No todavía. No quiero que mi padre siga libre.
—¿Vas a declarar? —se asombró.
—Estoy seguro que él no iba a cumplir su parte del trato. Quiero recuperar mi nombre, el que a alguien se le ocurrió ponerme en el orfanato. No vendrá de mi familia biológica, pero está bien para iniciar mi propia estirpe. Lo que no sé es qué va a pasar después Sophie. Sabes que aún en prisión puede hacernos daño. —De verdad quería darle a Sophie una solución, solo que no la encontraba. Vivir en paz sería un ideal imposible para ellos y quería estar cien por ciento seguro de que Sophie sabía a qué se estaba metiendo por permanecer a su lado.
—No lo creo. ¿Recuerdas lo que te dije?, ¿de que no me iba a hacer nada porque estaba bajo el ojo público? He estado pensando y tengo un plan.
—Sophie tus planes descabellados sacados de novelas no van a funcionar, esto es algo serio.
—Mi plan es serio también. Yo voy a protegerte con mi vida no importa lo que tenga que hacer.— Sonó tan creíble que Ian no dudó de sus palabras ni por un instante; lo cual era más aterrador que encontrarse a su padre con un arma a la vuelta de la esquina.
Bueno ya se acerca el gran final! gracias por leer, comentar y votar sigan haciéndolo por favor!!!
Ian ya sabe que sucedió con su madre aunque no era lo que esperaba y pues a saber el plan de Sophie.
Un besote, l@s quiero mucho!
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