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Capítulo 6

El día estaba llegando a su fin. Los colores naranjas y amarillos caracteristicos del atardecer se filtraban por la ventana de la habitación, la calidez llenaba el espacio y mi corazón de una manera inexplicable, llevandose consigo todo rastro de tristeza sobrante.

Me sentía en paz, tener conmigo al chico más maravilloso que he conocido, sentados en el sofá, con su cabeza recostada en mi regazo. Acariciaba sus cabellos negros y brillantes mientras mantenía sus ojos cerrados disfrutando de mi tacto. Su cuerpo aún sufría de leves espasmos y sus mejillas mojadas por sus lágrimas.

Cuando Tae abrió la puerta, lo que pasó después sucedió tan rápido que no pude registrarlo hasta ahora. Un joven bañado en lágrimas aferrándose a mi camisa como si su vida dependiera de ello, buscando un soporte para mantenerse en pie, pidiendo en silencio que no lo dejara solo. No necesitaba que lo hiciera, aunque quisiera, no podría separarme de él, era demasiado tarde para eso.

No mentía cuando dije que se había vuelto mi luz, lo necesitaba cada día, en tan poco tiempo me había aferrado tanto a él que dolía, dolía cada vez que no veía su sonrisa, dolía cada vez que se encerraba en sí mismo, dolía cada vez que lloraba, dolía cada vez que no podía ayudarlo. Dolía, dolía cada maldita vez.

Taehyung es tan hermoso y puro que no se merece nada de esto. Incluso me atrevería a decir que es como un niño, con un alma tan pura y noble, incapaz de hacer daño a nadie. ¿Entonces, por qué?

¿Por qué las mejores personas son las que más sufren?

– Pequeño...

– Mis padres… –Comenzó a decir – Mis padres están muertos Jinie…y todo es mi culpa… – Rompió en llanto una vez más, mientras escondía su cara en mis piernas y aferraba sus pequeñas manos a mis pantalones.

¿Su culpa? ¿Cómo puede ser su culpa?
–Tete...no digas eso bebé... – Seguí acariciando sus cabellos con la esperanza de poder absorber aunque sea un poco de su dolor.

Tenía nuevamente ese nudo ya conocido en mi garganta. Intentaba ser fuerte para él, aunque lo que más quería era echarme a llorar por el dolor que me provocaba verle tan roto, tan pequeño, tan frágil.

Respire profundo e intenté calmarme. No podía derrumbarme, tenía que ser fuerte y más aún que Tae se está abriendo a mí y me necesitaba. Es la primera vez que él menciona algo relacionado a su pasado, a su vida y aunque me destrozara lo que Tae estaba dispuesto a decirme, me dije que iba a ser fuerte, por los dos, por él.

Estaba dispuesto a ser el pilar que necesitaba, aunque eso significaba perderme a mi mismo en el proceso.

– Es mi culpa Jinie… –Apenas podía escuchar sus palabras amortiguadas. – Yo… y-yo soy diferente y por eso… por eso… –Un nuevo sollozo salió de sus labios, uno más roto que el anterior. Su voz era quebrada y transmitía claramente el inmenso sufrimiento guardado en tan pequeño cuerpo.

–Tete… – lo tomé por los hombros para lograr que se sentara, quería que me mirara a los ojos y supiera que sin importar qué, estaba ahí para él –Bebé, mírame estoy aquí contigo… –Tomé sus mejillas con mis manos y comencé a limpiar sus lagrimas – Respira bebé… estoy aquí y no me iré, no importa lo que me digas… – Le sonreí lo mejor que pude.

Tae sorbió su nariz y asintió, más lágrimas silenciosas se escapaban de sus pequeños ojos, lágrimas que continuaba limpiando con mis pulgares. No tenía intenciones de retirar mis manos de su hermoso rostro, sabía el necesitaba un soporte y yo quería serlo. Estábamos tan cerca y a la vez tan lejos.

– Mi mamá era una mujer increíble… – comenzó su relato con la mirada perdida, como si estuviera regresando a esos momentos de su vida. – Era una mujer muy amable y preparaba unos postres increíbles. Me repetía muchas veces cuánto me amaba y me llenaba de mimos cada vez que llegaba del colegio. – Sonrió aún perdido en sus pensamientos – Yo la amaba mucho Jinie y la sigo extrañando cada día desde que se fue.

Más lágrimas silenciosas resbalaban por sus suaves mejillas. Hice un gesto para que continuara.

– Mi padre era todo lo contrario. Siempre tan frío e inexpresivo. Muchas noches lo escuché pelear con mi mamá y al día siguiente ella aparecía con moretones en sus brazos y piernas. Siempre los ví, por más que se esforzara en ocultarlos. Siempre lo supe y no hice nada.

Un nuevo sollozo apareció y no pude evitar apretarlo contra mi pecho de nuevo, acaricie sus suaves cabellos y dejé un tierno beso en su coronilla. Los espasmos debido al llanto fueron disminuyendo, pero no se apartó y doy gracias por ello, necesitaba tenerlo entre mis brazos.

–Éramos una familia perfecta y feliz a la vista del mundo, pero nadie imaginaba lo que sucedía tras las puertas de mi casa. Las personas se conforman con lo que ven en el exterior. Nadie se preocupa por ver más allá de lo que muestra.

«Cuanta verdad tienen tus palabras pequeño»

– Un día… –Sentí como Tae apretaba más su agarre a mi camisa –Y-yo… yo no sabía que mi papá estaba en la casa y él… él escuchó todo… y...

– ¿Qué escuchó pequeño? – tenía miedo de preguntar pero debía llegar al fondo de lo que atormentaba a mi pequeño. Así podría ayudarlo.

Tae comenzó a negar rápidamente y se separó violentamente de mí. Se levantó del sofá en el que nos encontrábamos y comenzó a caminar por toda la habitación, negando con su cabeza y llevándose las manos a sus oídos. Entonces lo supe…Tae estaba teniendo un ataque de ansiedad.

Me levanté lo más rápido que pude para alcanzarlo. Coloqué mis manos en sus hombros para evitar que siguiera moviéndose. El seguía negando con su cabeza y sollozando. Tomé sus manos con las mías para que dejara de hacerlo y levanté su rostro para que me mirara.

– Tae, bebé…mírame estoy aquí – Pero él seguía con la mirada desenfocada, perdido en sus recuerdos  –Estoy aquí bebé…estás a salvo conmigo – Arrullé hasta que volvió en sí y me abrazó aun llorando, se dejó caer al suelo y yo le seguí sin querer separarme de él.

– Ese día había llegado del colegio y mamá estaba en la cocina preparando galletas.

– No sigas si sientes que es demasiado Tete… No es necesario que hagas esto– Lo interrumpí.

– No…quiero hacerlo. No puedo mantenerlo más, esta opresión en mi pecho se hace cada vez más con el pasar de los días y ya no puedo más... Por favor Jinie… Haz que desaparezca.

– Adelante pequeño. Aquí estoy. Eres muy fuerte bebé – Lo abracé aún más fuerte. 

Escuché un suspiro proveniente de sus labios, luego escondió su rostro nuevamente en mi pecho y continuó.

– Yo…y-yo le confesé a mi mamá que me gustaba un chico de mi clase.–Tae salió de su escondite para mirarme con sus ojos llenos de dolor y suplica.

Conocía esa mirada. Una mirada llena de terror a ser juzgado, a ser señalado solo por gustar de una persona de tu mismo sexo. Y me dolió… dolió porque nadie debería sentirse de esa manera por amar a una persona.

–Pápa bajaba las escaleras cuando escuchó todo Jinie...– Continuó sosteniendo mis manos que se aferraban a su rostro.– Él… é-él enloqueció y comenzó a gritarme y golpearme, diciendo que era una deshonra para la familia, que estaba enfermo y que no merecía ser llamado persona… – Más sollozos escaparon de su boca– Mamá intentó detenerlo pero estaba fuera de sí y luego… lue-luego él...tomó un cuchillo y…

– Detente pequeño, no sigas… –Tomé a Tae en un fuerte abrazo, mis lágrimas se deslizaban por mis mejillas, escuchaba su fuerte llanto y sentía sus brazos apretar con fuerzas.

–Dijo que todo era mi culpa…que maté a mamá por ser como soy…que prefería estar muerto que tener un hijo como yo… y luego él… é-él… –Dijo para luego soltar un llanto desgarrador que estrujó mi corazón.

– Shhh, lo sé pequeño… no tienes que decir más, estoy aquí y no me iré, no te dejaré.

«Jamás lo haría»


Sentía el dolor de Tae en carne propia, cada sollozo y temblor en su cuerpo era como miles de flechas en llamas atravesando mi pecho y destrozando mi corazón. El tiempo era relativo en ese momento, se me hizo una eternidad el que estuviéramos en el suelo abrazados y llorando, cuando solo pasaron algunos minutos.

Incluso ahora recostados en la camilla de la habitación con Tae entre mis brazos, el tiempo parece detenerse, creando la ilusión de que tenía todo el tiempo del mundo para sostenerlo entre mis brazos. Oh, padre tiempo, que cruel puedes llegar a ser, convirtiendo los momentos felices en rafagas fugaces y los momentos de dolor en la eternidad más larga.

Podía escuchar aún los leves sollozos de mi ángel, estaba seguro de que las imágenes de lo sucedido se repetían una y otra vez en su mente sin darle un respiro. Sin poder decir nada inteligente para distraerlo de esos pensamientos, saqué del bolsillo de mi bata mi celular junto con los audífonos inalámbricos que me acompañaban a todos lados.

Cuidadosamente y sin querer molestarlo, coloqué uno de ellos en su oreja derecha y el otro lo llevé a mi oreja izquierda. Encendí el Bluetooth, los conecté, abrí Spotify y comencé a reproducir una de mis Playlist.

Curiosamente, la primera canción en reproducirse es Dusk 'til dawn. Me encantaba esa canción.

Como si fuese algo que he hecho durante toda mi vida, algo totalmente natural para mi, comencé a acariciar los suaves y azabaches cabellos de Tae. Su cabeza descansaba en mi pecho y su mano estaba aferrada a mi cintura. Sin un milímetro de distancia entre nosotros, unidos, como siempre hubiera querido estar.

But you'll never be alone
(Pero nunca estarás solo)

I'll be with you from dusk 'til dawn
(Estaré contigo desde el atardecer hasta el amanecer)

I'll be with you from dusk 'til dawn
(Estaré contigo desde el atardecer hasta el amanecer)

Baby, I'm right here
Cariño, estoy justo aquí.

– Es una hermosa canción… –Dijo.

– Lo es...

«Ojalá pudiera cantartela»

–Quisiera que alguien me dijera palabras tan lindas.

–Nunca estarás solo Tae, yo estaré contigo cada segundo de cada día si me lo permites, te abrazaré cada vez que las cosas vayan mal, estoy justo aquí para ti, cariño.

Tae levantó su rostro y nuestras miradas conectaron. Sus ojos rojos e hinchados por el llanto me miraban con cierto brillo asomando, el primero que veía en ellos y...era hermoso. No pude evitar perderme en sus preciosos ojos.

– ¿Lo prometes? – Preguntó con más lágrimas deslizándose por su mejilla.

«Oh Tae. Si supieras que mi corazón pertenecía incluso antes de conocerte»

Limpie las nuevas lágrimas con mis dedos, aparté un mechón de pelo que se deslizaba por su frente y le di un pequeño beso en esta que prolongué lo más que me fue posible. Cuando me separé, Tae tenía los ojos muy abiertos y un leve sonrojo adornaba sus mejillas, cuanto extrañe verlo así.

«Eres tan hermoso mi ángel»

– Lo prometo pequeño.

– Te quiero Jinie… –Dijo para luego esconder su rostro en la curvatura de mi cuello.

Sentí mi corazón latir con tanta rapidez que pensé haría un agujero en mi pecho y se iría volando por la ventana hasta alcanzar las nubes. Mis mejillas quemaban por el fuerte rubor que apareció en ellas. El sentimiento de euforia era increíble. Tae había dicho que me quería.

Mi mente racional se desconectó completamente, ignorando toda imposibilidad de estar con Tae, mi paciente. Ya no importaba nada. Sólo importaba el hermoso chico entre mis brazos y mi decisión de permanecer a su lado aunque eso acabara conmigo.

– Yo te quiero aún más mi príncipe...


La luz del sol entraba por la ventana de la habitación y mi cara estaba justo en su camino. Tenía el brazo entumecido derecho entumecido y sentía un peso extra en mi pecho, cintura y piernas, el calor era asfixiante.

Fui abriendo mis ojos lentamente, acostumbrándome a la luz y entonces lo ví. Cabello negro, pequeños ojos, nariz muy bien perfilada, labios carnosos y rojos entreabiertos con un hilo de baba saliendo de ellos, cuerpo delgado cubriendo la mitad del mío y una blanquecina mano aferrándose a mi camisa. 

«Así quiero despertar todos los días»

Me quedé admirando la belleza de mi pequeño mientras los recuerdos de la noche anterior llenaban mi mente. Un Tae confiando en mí. Un Tae siendo valiente enfrentando sus demonios. Un pequeño que dejó salir todo lo que lo atormentaba.

«Estaba tan orgulloso de él»

–Estaré contigo en cada paso que des… –Susurré para después dejar un dulce beso en su frente.

Desvié mi mirada hacia el reloj de la habitación y este marcaba las 8:00 de la mañana. Mierda, ¡Jungkook va a matarme!. Con cuidado de no despertar a Tae, me deslicé fuera de la cama, me coloque los zapatos y con una última mirada al hermoso chico que ahora abrazaba una almohada. Salí de la habitación.

Pero como la suerte no estaba de mi parte y la felicidad parecía no querer acompañarme por mucho tiempo. Justamente Jimin me vió salir de la habitación de Tae. ¿Qué pecado cometí en mi vida pasada?

– ¡SeokJin! Te estuve llamando como un loco el día de ayer, fui a tu casa y ¿adivina qué? estaba vacía…¡Te estuve esperando toda la noche! ¿Me puedes decir donde diablos estabas?

– Puedes bajar la voz ¿Por favor? Necesito lavarme y un café, no, mejor dos.

– ¡Ah no, eso si que no! Me vas a decir en estos instantes donde estabas ¿Sabes lo preocupado que estaba? y ¿por qué sales de la habitación de Tae? ¡Jungkook tiene horas buscándote!

– Dormí en el hospital ¿está bien?, por eso no llegué a casa anoche. –Dije ya de mal humor, necesitaba lavarme los dientes,  necesitaba café y necesitaba que Jimin dejara de hacer preguntas.

– Espera…No me digas que… ¡¿DORMISTE EN LA HABITACIÓN DE TAE, CON TAE?! – Gritó

– ¡SHHH! Callate, alguién podría escucharte! –Logre tapar su poca con la palma de mi mano pero ya era muy tarde.

– ¿Qué acabas de decir? –Todos los cabellos de mi cuerpo se erizaron al escuchar esa voz. Lentamente me di la vuelta y ahí estaba.

No puede ser verdad.

–Profesor...

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