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Capítulo 8: Cuidados

Había muchos coches aparcados en la entrada del edificio. Por lo general, habría dado un par de vueltas y esperado a que alguno se marchase, pero a esas horas de la madrugada, dudaba que alguien fuera a salir. Al aproximarse con lentitud y pese a las risas contenidas de Kagami cada vez que cambiaba una marcha y el coche daba un tironcillo, Tetsu continuó conduciendo calle abajo.

- Gira a la derecha.

- Pero...

- Es el parking del edificio.

Kagami abrió con su mano sana un pequeño cajón del vehículo y sacó un mando, el que se suponía abriría la gran puerta que ahora estaba cerrada. Al pulsar el botón, la puerta inició el recorrido de apertura.

- Es la plaza sesenta y cuatro, en el segundo piso subterráneo.

¡Era un edificio de lujo! O así lo veía Tetsu. Por fuera no lo parecía, era gris y verde, con mucho cristal. Sin embargo, lo tuvo más claro cuando tras aparcar, subieron en el ascensor y Kagami iba explicándole que tenían portero que se quedaba con las visitas que entraban y conocía a los que allí vivían. ¡Debía ser increíble acordarse de todos! Porque era un edificio enorme.

- ¿En qué piso vives? – preguntó Tetsu por curiosidad.

- El veinticinco. Tengo unas vistas increíbles.

Típico de los deportistas alardear de cosas así, fue lo que pensó Tetsu al escucharle, pero no quiso decirlo en voz alta. Él ni siquiera debía estar allí y su pensamiento estaba en que debía marcharse a la academia lo antes posible, pese a que los fines de semana no tenían clases. Seguramente hasta su compañero de cuarto se habría marchado con su familia. Todos en la academia lo hacían, pero él... vivía demasiado lejos de su familia y a la única que tenía cerca era su abuela. Iba a veces a verla, pero tampoco es que estuviera demasiado cerca como para ir todos los días o todos los fines de semana.

- Pareces algo tenso – susurró Kagami al ver su rostro inexpresivo fijo en la puerta metálica del ascensor.

- No esperaba tener que acompañarte hasta aquí. Sólo quería regresar a mi habitación y descansar.

- Puedo acompañarte a casa si es lo que quieres.

- ¿Acompañarme? – susurró Tetsu, echando una ojeada a su brazo y la sangre que empapaba la tela – no estás en condiciones de acompañar a nadie. Te ayudaré a curarte eso y luego me iré.

- ¿Aún estás enfadado por lo de antes? – preguntó Kagami, mirando cómo los números ascendían en la pantalla del ascensor.

- No tenías derecho a hacer algo así. Me lo prometiste.

- Fue un impulso. No volverá a ocurrir.

- Ni siquiera debería estar aquí en tu casa. No me fío de ti, pero me has ayudado con ese tipo y estás herido por mi culpa así que...

- No haré nada que pueda incomodarte, lo prometo.

- Tu promesa ya no tiene valor para mí. No cumpliste la anterior. ¿Por qué ésta sería diferente?

- Porque no quiero verte enfadado de nuevo conmigo.

- ¿Quién te ha dicho o qué te ha hecho pensar que no estoy enfadado contigo?

- Bueno... yo...

- Has hablado como si hubiera estado enfadado, pero sigo enfadado contigo. Gracias por ayudarme con ese tipo pero sigo cabreado por lo que has hecho.

- Entonces déjame pedirte perdón invitándote a algo.

- No bebo alcohol, tampoco me interesa tomarme un café contigo ni nada por el estilo. Eso sólo te beneficia a ti, que eres el que quieres pasar tiempo conmigo por un motivo que desconozco... bueno, sí conozco, crees que en algún momento me acostaré contigo y eso no va a pasar. Ya te dije que no me acuesto con clientes ni nada por el estilo. Sólo bailo en el club.

El silencio reinó en el ascensor tras aquellas palabras. Kagami prefirió permanecer callado y no meter más la pata con ese chico. Estaba claro que seguía enfadado y era algo normal después de lo que había hecho. Sin embargo, Tetsu también tenía ese corazón honrado y benevolente como para dejar a un lado su enfado y acompañarle a su casa para ver cómo estaba la herida. Quizá se sentía un poco culpable de que él se hubiera visto envuelto en un asunto del club, al fin y al cabo, no le habría ocurrido nada si no le hubiese protegido de aquel tipo que le acosaba.

Salieron del ascensor y caminaron por el pasillo. Tetsu seguía de cerca de Kagami hasta llegar frente a una robusta puerta con el número 25-D, imaginó que del piso 25 y la D en referencia al resto de puertas que habían en ese mismo piso.

Kagami abrió la puerta y dejó entrar a Tetsu primero, encendiendo la luz del interruptor de un lateral. No era una casa demasiado espaciosa, al menos las habitaciones parecían pequeñas y algo estrechas, pero sí parecía un piso grande, con numerosas habitaciones. Tetsu entró un poco en el hall. Los muebles eran muy normales, nada de diseño como se había imaginado en una estrella del deporte como Kagami.

- ¿Qué ocurre? Pareces decepcionado.

- No es eso, es que esperaba...

- ¿Algo ostentoso? – preguntó con una sonrisa – no me gusta mucho gastarme dinero sólo porque sean diseños famosos. No te quedes ahí en la entrada, vamos.

Paseó por el pasillo. Era bastante ancho en comparación al resto de las habitaciones. La cocina estaba impoluta, la pudo ver desde la puerta del pasillo, pero siguió a Kagami. El resto de puertas estaban cerradas, imaginó que serían habitaciones y posiblemente cuartos de aseo. La única puerta que estaba abierta era la del fondo hacia la que se dirigía el pelirrojo. No era tampoco una sala demasiado espaciosa, pero tenía un sofá grande, una televisión enorme y una chimenea de diseño. Al fondo, bajo los cristales y haciendo rinconera, un pequeño mueble que guardaba libros junto a un sillón. Para Tetsu, aquel sitio tenía su encanto gracias a las grandes cristaleras por las que se veía el río.

Entre la oscuridad del momento, algunas luces brillaban en el agua, barcos que surcaban las aguas a esas horas de la madrugada. Kagami encendió una pequeña lámpara de una mesilla para iluminar lo justo y le dio a un botón encendiendo la chimenea de gas.

- Voy a ir a por el botiquín para curarme esto – susurró Kagami al ver que Tetsu estaba fijo en los barcos que navegaban en el río.

Buscó en uno de los armarios del baño hasta que halló todo lo necesario. No estaba seguro si Tetsu le ayudaría o no a curarse aquello. No era un corte demasiado profundo pero sí sangraba como un condenado. Lo peor es que tenía partido en breve y no sabría si podría jugar como siempre con esa herida, pero eso era un asunto personal que no pensaba contarle al chico. Lo que sí tendría que hacer era llamar a su representante y entrenador para que revisase la herida y no era algo que le apeteciera demasiado. Se esperaba un sermón.

Al salir al salón, se encontró a Tetsu acuclillado en el suelo, revisando los libros de su pequeño mueble bajo la ventana. Parecía gustarle la lectura por cómo los miraba.

- Puedes llevarte alguno si quieres, la verdad es que tengo poco tiempo para leer. La mayoría eran de mi madre. Falleció hace unos años.

- Lo siento. Es mejor que no...

- Puedes leerlos igualmente, no es algo personal ni nada por el estilo. De hecho, estaría bien que alguien les diera un uso.

- Déjame ver tu brazo – susurró Tetsu después de resoplar.

No quería tener que entrar en temas personales como lo de su madre. Lo que él pensaba era que si eran de su difunta madre, era mejor no meterse en problemas y no llevarse ninguno, no quería perderlo y que pudiera suponer un dolor emocional para el chico. En esa estantería estarían bien. Kagami, en cambio, parecía ser consciente de lo que pensaba el chico, pero no dijo nada, se sentó en el sofá y esperó a que Tetsu se sentase a su lado.

- Voy a cortarte la manga – comunicó al ver la manga larga y lo estrecha que era para poder sacarla sin hacerle daño en la herida.

- Sí, sí... corta lo que quieras.

Tetsu tomó unas tijeras pequeñas y empezó a cortar la fina camiseta larga para dejar la herida al descubierto. Aún sangraba pero no parecía profunda y eso estaba bien. Tomo agua oxigenada para desinfectar, consiguiendo que al echarla sobre la sangre, Kagami se quejase diciendo que escocía.

- Dame el brazo – comentó de forma inexpresiva Tetsu al ver que lo había apartado con rapidez – y no te quejes tanto.

- Pero... escuece.

- Claro que escuece, está desinfectando. Voy a ponerte Betadine también para evitar que se infecte.

- Eso va a escocer más, ¿verdad?

- No me seas crío – se quejó Tetsu al ver la cara de indignación que ponía Kagami.

Un tenso silencio se hizo mientras Tetsu terminaba de revisar y curar la herida. Cuando acabó, con mucho cuidado, vendó el brazo de Kagami por miedo a que pudiera hacerse daño mientras dormía en algún mal gesto, pero con idea de quitársela al día siguiente y dejar la herida al aire libre para que pudiera secarse más rápido y cicatrizar. Seguramente, Kagami seguiría con la curación a partir de ahí.

- Pues ya está. Ahora que veo que estás mejor, me voy.

- Espera – tomó el brazo de Tetsu – seguro que estás muerto de hambre. No has comido nada, ¿verdad?

El ruido de las tripas de Tetsu le delataron incluso antes de que pudiera decir algo o incluso negarse a esa propuesta. Kagami sonrió, porque si era bueno en algo aparte del baloncesto... era en la cocina. Le encantaba cocinar. Era un pasatiempo que aprendió y disfrutaba con su madre antes de aquella enfermedad que se la arrebató.

- Prepararé algo. Aunque no lo parezca, se me da bien la cocina.

- ¿Hablamos de poner pizzas al horno? – preguntó Tetsu con incredulidad.

- No, nada de eso – se quejó -. ¿Crees que todos los deportistas comemos comida basura o qué?

- Algo así. Es la idea que tenía preconcebida de vosotros.

- Bueno... mi mejor amigo y compañero sí come bastante comida basura – susurró Kagami algo sonrojado al pensar en Aomine – él odia cocinar, de hecho, suele venir por mi casa a gorronear y cuando le echo, entonces pide comida basura para llevar. ¿Te gusta el pescado?

Era bien sabido que a mucha gente no le gustaba el pescado, pero Tetsu sonrió al ver cómo Kagami revisaba la nevera y todo lo que había en ella.

- No me disgusta.

- De acuerdo, siéntate un rato en el sofá. Prepararé rollitos de lenguado. Espero te gusten. No tendrás alergia a algún ingrediente, ¿no?

- Que yo sepa no.

Con aquello en mente, Kagami empezó a sacar ingredientes, todo lo que necesitaría para aquel magistral plato al más estilo gourmet. Cuando cocinaba, solía olvidarse de todo a su alrededor. Normalmente, Aomine se ponía a ver algún partido de la NBA o hockey, o incluso béisbol, él era todo un deportista, adoraba todos los deportes y se le daban genial por igual pese a tener su preferencia en el baloncesto. Hoy su compañía era diferente, pero pese a no escuchar la televisión, se centró en la cocina. Quería que fuera el plato más exquisito que ese chico jamás hubiera probado. Iba a poner todo su empeño en que saliera perfecto.

Con todo listo, sólo miraba el horno para ver cuándo el lenguado estaría listo, con aquellos langostinos en su interior y el puré de patata con nuez moscada se horneaba. Para cuando finalmente lo sacó y lo sirvió en platos, llevó la bandeja hacia el salón descubriendo que Tetsu se había quedado completamente dormido en el sofá. Sólo pudo sonreír al ver su rostro de ángel durmiendo medio acurrucado. Debía estar muy cansado.

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