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Capítulo 5: Erotismo

La tenue luz del recinto hizo que Kagami no pudiera apreciar muy bien el rostro de Tetsu, sin embargo, podía imaginarse que no estaba muy conforme con el asunto. Pese a todo ello, Kagami se recostó en el sillón y se puso cómodo para la función. Ese chico ya no podría decirle que no. Era un precio muy alto lo que debería pagarle por ese striptease pero no le importaba con tal de darse aquel capricho. Sabía que ese chico no hacía privados, así que él sería el primero y seguramente el último que le vería en aquellas circunstancias. Eso le excitaba.

El dedo índice de Tetsu tocó el botón de una minicadena que se encontraba a su lado y subió levemente la rueda del volumen dejando que la música sonase con algo más de fuerza. Kagami le observó con su triunfante sonrisa recolocándose aún mejor para disfrutar del espectáculo.

Tetsu suspiró. Cerró los ojos y se concentró en aquella música que captaban sus oídos. Empezó moviendo su cadera con lentitud pero en un movimiento tan seductor, que hizo que Kagami se relamiera sentado sobre su cómodo sillón. Todo el cuerpo de ese chiquillo era excitante.

Se recostó en el sillón buscando una posición cómoda y dejó sus manos sobre los brazos del sillón. Quería relajarse y aunque haber tenido sexo con ese chico habría sido lo mejor de todo, debía conformarse con un bailecito privado y cierto roce que quizá él le ofrecería.

El chico se puso de espaldas a Kagami, agarrando la barra y agachándose mientras exponía su trasero, moviéndose de arriba abajo hasta que cargó su peso sobre las manos, elevándose y haciendo la primera acrobacia en la barra. ¡Era emocionante! Pero lo que el pelirrojo ansiaba era verle empezar a quitarse la ropa.

Su cintura ganaba velocidad a medida que el ritmo musical cambiaba, llegando su trasero a captar la plena atención de Kagami, relamiéndose en su sitio y obligándole a recolocarse mejor su miembro a medida que se endurecía con aquellos movimientos que le excitaban.

Tetsu no perdía ojo a sus gestos. Cada vez que sus dedos tocaban el lugar donde estaba su intimidad, recolocándola bajo el pantalón como podía, le indicaba que hacía bien su trabajo. Nunca esperó que las danzas y el duro entrenamiento de su cuerpo para la danza clásica, pudiera ayudarle en un trabajo como aquel, pero así era pese a que no se le daba bien el baile moderno ni el contemporáneo.

Viendo la impaciencia de Kagami y cómo se enderezaba en ocasiones para intentar tocarle o quitarle alguna parte de la ropa, Tetsu tomó con ambas manos la camiseta y estiró de ella para abrirla. Los botones saltaron al instante, permitiendo al pelirrojo ver su torso antes de resbalar la camisa por sus hombros y espalda con un movimiento tremendamente erótico hasta dejarla caer al suelo.

Su piel era muy blanca y pese a que su abdomen era musculoso, tenía una musculatura fina. Un chico bajito, delgado y terriblemente sexual con esos gestos sugerentes que su rostro colocaba. Tetsu aprovechó aquel momento donde Kagami se relamía los labios para acercar su rostro. El pelirrojo se incorporó con rapidez, deseando besarle, probar esos labios rojizos que le tentaban a cada segundo, pero Tetsu se apartó con una divertida sonrisa en su rostro.

- Quiero que te restriegues – susurró Kagami con una sonrisa al ver lo juguetón que estaba ese chico.

- Que me restriegue, ¿eh? – sonrió Tetsu – lo haré si me prometes no tocar zonas íntimas.

- Me portaré bien – levantó las manos Kagami como si fuera un atraco, demostrándole que las tendría bien visibles y le haría caso.

¡Ese hombre era todo un caso! Estaba acostumbrado a salirse con la suya y aunque Tetsu no quería tener que obedecerle, sabía la cantidad de dinero que le iba a dar por tan sólo un baile y restregarse levemente por encima, así que no le quedaba más remedio. Se armó de valor y se puso de pie sobre las piernas de Kagami, dejando las del pelirrojo en medio.

La corbata seguía en su cuello pero no quería quitársela aún, en cambio, con un tirón, sus pantalones cedieron ante la sonrisa lujuriosa de Kagami. Su miembro oculto tras el tanga estaba a salvo por ahora de su mirada lasciva, pero el menor no sabía cuánto tiempo podría mantenerlo a resguardo con aquel chico.

Movió su cadera en círculos primero y después, de delante hacia atrás, rozando con sus nalgas el muslo de su compañero en dirección a la entrepierna. ¡Era vergonzoso hacer aquello! Pero intentó pensar en la medicación de su abuela, en la matrícula, en ayudar económicamente a su padre que siempre le había apoyado con su sueño... ¡Sólo era un rato! Así lo pensaba Tetsu.

Jugó con sus dedos sobre el fino hilo del tanga, permitiendo que el pelirrojo se deleitase con aquella visión antes de que metiera una mano en el bolsillo de su propio pantalón, sacando un billete y colgándolo en aquella cinta.

Tetsu estaba acostumbrado a que hicieran ese tipo de cosas, muchos se acercaban a él con el pretexto de poner algún billete en su tanga aunque... sólo era una excusa para acercarse a él y tocarle ligeramente. No era algo que le importase demasiado mientras no se pasaran de la raya.

Por otro lado, Kagami tan sólo buscaba pretextos para tener a ese chico más tiempo a su lado. Era extraño la sensación que creaba en él, ningún otro bailarín le había obsesionado tanto como ese chico de sugerentes movimientos. Al dejar el billete, sus dedos rozaron la suavidad de su piel, casi como la de un bebé. La tela de su tanga también era de un tejido diferente al que generalmente llevaría un hombre, no era áspero sino todo lo contrario, un tacto sedoso y que incitaba a tocarlo aún más.

Restregándose sobre su pierna, el miembro de Kagami despertaba en silencio deseando mucho más que un simple baile, aún a sabiendas que no podría. Su excitación aumentaba a cada movimiento de las manos del menor, a cada meneo de su cadera. Ese chico parecía haber nacido para seducir, era el pensamiento que el pelirrojo no podía quitarse de la cabeza y en cuanto sus manos agarraron las nalgas de Tetsu, una corriente le hizo darse cuenta de que un baile no serviría para quitarse las ganas de tenerle.

Se incorporó con rapidez, moviendo con cierta brusquedad a Tetsu y tomando sus muñecas hasta empotrarle contra la pared a su espalda. Podía ver la incertidumbre y un leve temor reflejado en sus ojos azules, casi vidriosos ante aquel acontecimiento que vivía, pero no se detuvo. Tomó sus labios con posesión pese a la resistencia que encontraba por parte del pequeño al intentar escabullirse.

Sus labios, tan dulces como un melocotón, pero de un color rojizo casi como una manzana, le impedían soltarlos. Tetsu forcejeaba, sus muñecas ejercían fuerza sobre las grandes manos de Kagami pero no hubo efecto alguno. No podía liberarse. ¡Era la primera vez que le besaban! Tampoco sabía muy bien lo que estaba haciendo, simplemente, aquellos dominantes labios conseguían su propósito, haciendo lo que quería con él, marcando un ritmo que él era incapaz de seguir e incapaz de frenar.

¡Frenó! Kagami frenó abruptamente dejando a Tetsu reponerse de aquel suceso. El agarre de sus manos cesó y el pelirrojo empezó a apartarse. ¡Se había pasado de la raya! Kagami sabía eso de sobra, pero sólo podía fijarse en ese chico que había bajado la cabeza hasta ocultar sus ojos tras su flequillo.

- Lo siento... ha sido un impul...

Tan rápido como una gacela, el puñetazo impactó en su mejilla haciéndole perder el equilibrio aunque sin llegar a tirarle al suelo. ¡Sorprendido! Así se quedó Kagami, unos segundos paralizado, como si su mente tratara de analizar lo que había ocurrido. ¡Le había dado un puñetazo! Y no podía decirle nada, sabía que había cruzado una línea que prometió no cruzar y que ese chico había interpuesto entre ellos.

- Esto se acabó – escuchó la voz de Tetsu bajo aquel flequillo que ocultaba su rostro antes de que se moviera con violencia, colocando su antebrazo sobre el pecho del pelirrojo y apartándole de su lado para poder buscar su ropa en el suelo.

- Ey... lo siento, en serio, no volverá a pasar.

- Claro que no volverá a ocurrir – dijo Tetsu muy convencido – ya has tenido tu sesión, ahora no quiero volver a verte. No vuelvas a pedirme algo así, mi respuesta es un "no".

Tomó su ropa y se vistió con rapidez pese a que Kagami intentó agarrar su muñeca una vez más, dispuesto a disculparse las veces que hiciera falta por haber metido la pata en aquel impulso. La poca confianza que había tenido hacia él, acababa de perderla en un instante.

Estaba a punto de alcanzar su muñeca, cuando Tetsu la apartó con rapidez de su lado, tomando distancia de él y terminando de colocarse su pantalón.

- NO ME TOQUES – le gritó ante el asombro de él – no quiero volver a verte cerca de mí.

Kagami se quedó helado ante aquel grito sin saber cómo reaccionar. Era un chico de cuerpo delicado, no demasiado musculoso ni grande, pero aunque su cuerpo no impusiera, su tono de voz lo decía todo. Estaba realmente enfadado y no sabía cómo arreglar algo así. Quizá si hubiera sido una chica, le habría regalado bombones, flores, disculpado cincuenta mil veces de ser necesario... también estaba acostumbrado a que todo el mundo quisiera estar con él, ya fuera por ser un jugador famoso de la NBA o por su dinero o influencias, pero ese chico era completamente diferente.

Sin mediar ninguna palabra, Tetsu terminó de vestirse y salió de la sala como alma que lleva el diablo, dejando a Kagami solo en la estancia. No quiso hablar con nadie, tan sólo caminó a paso rápido, lo más veloz que pudo para tomar distancia y salió hacia el camerino, dispuesto a cambiarse y marcharse a casa.

Kagami, en cambio, se quedó estático unos segundos antes de tomar su chaqueta y salir donde estaba su compañero. Siempre ocupaban la misma mesa y, por tanto, no le costó encontrar a ese moreno que tampoco parecía él mismo. Hoy estaba raro. Aomine era esa clase de chicos que disfrutaban con la compañía de las camareras y los strippers, fueran chicos o chicas, le daba lo mismo, pero hoy estaba ausente, con un cubata casi lleno en su mano.

Se sentó de golpe, haciendo retumbar el cómodo sillón y captando la atención de Aomine al instante.

- ¿Estás bien? No has bebido apenas y no estás salivando detrás del primer trasero que ves – sonrió Kagami intentando no pensar en su situación.

- La verdad... es que ayer me pasó algo muy raro y... me tiene un poco trastocado.

- ¿Qué ocurrió?

- Tuve sexo con un desconocido en el metro y... me gustó, fue excitante, pero ahora no dejo de pensar en ese chico. Cuando cierro los ojos sólo recuerdo el sexo con él, su cuerpo, sus jadeos, los tengo aquí grabados a fuego – indicó su cabeza -. ¿Y tú qué? No parece tampoco tu mejor noche.

- No quiero hablar del tema, Aomine.

- ¿Tan mal ha ido el privado? – sonrió antes de darle un sorbo a su bebida -. ¿Es que no se te levantaba o qué?

- Eres idiota, claro que se me levantaba – se quejó con notable enfado pese a saber que Aomine bromeaba – ese chico me vuelve loco pero... me he pasado de la raya.

- ¿Qué has hecho?

- Besarle.

- No es tan grave. Yo he besado a muchos en los privados.

- Tú te acuestas con ellos, yo sólo pedí un baile y él no es como los chicos que tú sueles pedir, no hace privados nunca.

- Entonces... deberías ir y disculparte. Además... veo que te ha dado fuerte – sonrió al ver la marca rojiza de su mejilla.

- Sí lo hizo. Así que acostándote con gente en el metro... - cambió de tema nuevamente Kagami.

- Tío... fue la mejor experiencia de mi vida – sonrió Aomine con cierto toque de lujuria en su rostro.

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