Capítulo 23: Una comida diferente
En Manhattan, donde la superpoblación era algo habitual, los restaurantes de lujo solían estar llenos, sin embargo, y pese a que cuando el padre de Kagami llegaba a la ciudad conseguían ir a uno de ellos, extrañamente, hoy se encontraban en un pequeño local llamado "Buenos Aires".
Kagami nunca había estado en aquel lugar, pero se sorprendió gratamente por el excelente trato, la buena comida y para ser Manhattan... a buen precio. Era la primera vez que probaba la comida argentina, de hecho, seguramente también era la primera vez para Tetsu y su padre.
Sabían que habían elegido el lugar basándose en su economía, ellos no podrían permitirse un lugar de lujo, aunque Kagami también sabía que a Tetsu no le gustaban demasiado los sitios de ese estilo. Un buen filete de carne o una sopa era algo que todo el mundo agradecía y la cantidad que vino en los platos fue simplemente espectacular.
El padre de Tetsu era un hombre agradable. Su tono de voz calmado y suave, era terriblemente relajante y, sin duda alguna, se notaba cuánto apreciaba a su hijo. Durante la comida, la conversación giró en torno a las clases de Tetsu y a su día a día. Le preguntó si le gustaba estar allí, cómo se sentía con las duras clases y sobre todo, no se quedó con la duda de si estaba feliz moviéndose en ese ambiente.
Tetsu sonreía muy pocas veces, pero su padre parecía tener una facilidad especial para sacarle esas escasas sonrisas que tanto le gustaban a Kagami y tan pocas veces veía.
La llamada entrante al teléfono de Kagami le hizo excusarse un momento para poder ir a atenderla. Era rarísimo que Aomine le llamase a esas horas pero lo primero que pensó fue que se había quedado sin sobras de pizza en su nevera y podría estar esperándole en su piso para que le preparase algo de comer, lo cual hoy no sucedería puesto que estaba de comida familiar.
Saliendo fuera del restaurante, frente a los grandes rascacielos y la gente atareada que se movía de un lado a otro por las aceras, respondió a la llamada.
- ¿Qué pasa, Aomine? ¿Te has vuelto a quedar sin pizza?
- Kagami, necesito un gran favor.
- No voy a cocinar para ti hoy, me has pillado en medio de una comida familiar con el padre de mi novio.
- No es eso. Escucha. Estoy en Tokio.
- ¿Que estás dónde? – preguntó con el grito en el cielo creyendo haber entendido mal su ubicación.
- En Tokio.
- ¿Qué coño haces en Tokio? Tenemos entrenamiento toda la semana.
- Lo sé y por eso te llamo. Necesito que le digas al entrenador que voy a faltar un par de semanas.
- Se te ha ido la cabeza, ¿verdad?
- Kagami, escúchame bien y no grites, ¿vale? Pero acabo de casarme.
El silencio reinó unos segundos. ¿Casarse? Estaba en Tokio. ¿Qué narices estaba pasando allí? Aomine siempre haciendo locuras, él nunca cambiaría.
- Madre mía, tu representante y el entrenador van a matarte – susurró Kagami – y yo también cuando vengas. ¿Cómo se te ocurre casarte sin avisarme? Pero... Joder, felicidades – susurró finalmente ante el suceso – Pero, ¿se puede saber cómo has acabado en Tokio?
- Nos casamos rápido y corriendo a altas horas de la madrugada. Hasta desperté a un cura – se reía Aomine – no quería ni casarme a esas horas, pero al final, lo conseguí. Y, después, cuando llegamos al aeropuerto John F. Kennedy, el primer avión que salía era a Tokio, casi a las dos de la mañana, así que ni lo pensamos. Compramos un par de billetes y empezamos la luna de miel.
- Sin duda alguna, creo que ésta es la peor de las locuras que has hecho en toda tu vida.
- ¿Puedes decírselo al entrenador y a los chicos?
- Sí, yo se lo digo, pero eso no impedirá que quieran matarte cuando vuelvas.
- Vamos, Kagami, no es para tanto, no tenemos ningún partido en estas próximas dos semanas, sólo voy a saltarme algunos entrenamientos. Tampoco es que los necesite, ya sabes que sólo yo puedo vencerme a mí mismo.
- Eres idiota – sonrió Kagami –. Oye, ¿se lo habéis dicho a vuestros padres? Porque teniendo en cuenta que Akashi viene de buena familia, dudo que su padre se lo vaya a tomar de buen grado esa escapada que habéis hecho.
- Él fue el que mandó a su hijo al compromiso, no debería afectarle. Además, ahora que estamos casados, al que debería importarle algo de su esposo es a mí, por algo viviremos juntos. Masaomi puede enfadarse todo lo que quiera.
- Es interesante tu punto de vista, Daiki. Realmente estáis locos – sonrió – pero me alegro por vosotros y espero disfrutéis vuestra luna de miel. Por cierto, ¿la llamada de anoche era por lo de tu boda?
- Claro que era por eso. ¿Por qué te llamaría sino a esas horas de la noche? Quería que fueras mi testigo y Akashi llamó a Tetsu, pero ninguno contestó la llamada.
- Ya, estábamos un poco ocupados. ¿Entonces querías que fuera tu testigo en la boda?
- Claro que sí, eres mi mejor amigo, pero como no respondiste, llamé a mi hermana. Era la única disponible a esas horas de la noche.
- ¿Y Akashi?
- Llamé yo a Kise, un compañero de la academia. No se llevan bien, pero en cuanto yo le pedí el favor, apareció.
- Oye, Daiki, debo volver dentro. El padre de Tetsu está en la ciudad y se marcha mañana, así que hoy estaremos todo el día enseñándole la ciudad y eso. Les he dejado comiendo solos así que...
- Sí, sí, márchate. Lamento haber interrumpido.
- Sabes que me alegro por ti. Ya le doy la noticia a Tetsu de lo vuestro, seguro que se alegrará por Akashi, al fin y al cabo, es su compañero de cuarto.
- Genial. Que vaya bien la comida con su padre.
- Sí, disfruta la luna de miel y dale nuestras felicitaciones también a tu esposo.
Kagami colgó el teléfono y sonrió. Realmente Aomine siempre había estado loco, pero esta última se llevaba el premio gordo. En parte, entendía ese arrebato que habían tenido, considerando cómo era la familia de Akashi. Los dos necesitarían alejarse un poco, sobre todo Akashi tras lo del último concierto. Tomar sus decisiones sin la presión de su padre iba a hacerle bien. Seguramente, su padre habría estado muy encima de él estas semanas para que eligiera lo que él deseaba sin pensar en los sueños y deseos de su hijo. Alejarle de todo eso había sido una idea acertada por parte de Daiki. Allí elegiría su futuro sin presiones.
***
Frente al gran lago de Central Park, observando las barcas con algunas parejas, tanto el padre de Tetsu como Kagami, permanecían en silencio. Tetsu se había disculpado para ir al aseo, dejándoles unos segundos a solas.
- Entonces, jugador de los Knicks – inició la conversación el padre.
- Sí, señor.
- Ya.
- Sé lo que puede pensar sobre ello. Soy consciente de que muchos deportistas famosos no son demasiado fieles a sus parejas o que tienen rollos ocultos y esas cosas, pero quiero dejarle claro que me gusta mucho su hijo, no podría pensar en estar con nadie más que no fuera él.
- En realidad, pensaba en lo que voy a fardar en el pueblo cuando les diga a todos que mi hijo sale con un jugador de la NBA – sonrió su padre, calmando así a Kagami y haciéndole sonreír.
- Oh, vaya. Pues si necesita ayuda con eso, podemos ir de visita en mis vacaciones y pasear frente a sus amigos.
- Eso estaría muy bien. Supongo que sabrás que Tetsu y su madre no tienen una buena relación.
- Algo he escuchado por su hijo. Supe que ocurría algo cuando me preguntó por mi relación con mi familia. Creo que intentaba comparar ambas para saber si ocurría algo.
- Es una larga historia – sonrió el padre con cierta tristeza –. Tetsu no es mi hijo biológico. Cuando me casé con mi mujer, ella ya estaba embarazada de otro hombre, un novio del instituto que no dudó en abandonarla cuando acabó el curso. Yo ya la amaba en aquel entonces. Supongo que ella me vio como un salvavidas y fui un iluso creyendo que algún día, cambiarían sus sentimientos y podría amarme. Creo que no lo conseguí, pero me impactó aún más ver cómo trataba con desprecio a su propio hijo por el odio y el rencor que le tenía al padre. Por eso intenté ser el mejor padre de todos, intenté enseñar a Tetsu todo lo posible, estar con él. Realmente lo aprecio como si fuera mi propio hijo.
- Usted es su padre – susurró Kagami –. Hizo lo mejor para él y Tetsu es feliz, no creo que en ningún momento, él le haya considerado como un extraño. Siempre va a ser su padre, le crió y le enseñó todo lo posible. Le ofreció todo su afecto y ha sido un gran apoyo para él. Creo que Tetsu no pudo tener un mejor padre que usted y quiero que sepa que, en nuestra casa, cuando Tetsu acabe la carrera y yo me decida a pedirle que viva conmigo – sonrió Kagami ante aquella propuesta que todavía no había dejado caer a Tetsu – quiero que sepa que tiene un hueco. Puede venir cuando usted quiera a vernos.
- Muchas gracias. Lo tendré en cuenta y espero que en mi ausencia no le pierdas de vista y lo cuides.
- Lo haré. Puede estar seguro de ello.
- Bueno, ¿seguimos con el paseo?
La voz de Tetsu interrumpió la conversación de ambos y provocó una sonrisa cómplice antes de continuar enseñándole Manhattan al padre de Tetsu.
Fin
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