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𝐂𝐚𝐩 𝟒. 𝐏𝐫𝐮𝐧𝐢𝐚

El reino de Hyrule fue un lugar donde abundaba la prosperidad y estaba lleno de vida, cuyo mayor problema sería lo que tendrías que comer el día siguiente. 

Aunque habia algo muy especial en ese reino y eran sus gobernantes, aquellos con el conocimiento sobre el pasado que algunos morirían por saber. 

O eso es lo que algunos pensaron. 

— Esto no es como lo imagine —

Fueron los pensamientos de una joven Prunia que habia tenido la suerte o desgracia de haber llamado la atención de la propia reina de Hyrule. 

Ella esperó que el motivo por el cual ahora estaba con alguien tan importante era por algo de gran magnitud pero no fue así. 

Aunque agradeció no estar en platicas aburridas aun sentía algo de incomodidad. 

— Ven, necesito mas luz — 

— ¿Qué clase de reina se dedica al estudio de cuevas? —

Prunia se sintió confundida y perdida, esto era algo que no acostumbró hacer ya que prefirió estar en su laboratorio e investigar cualquier cosa. 

No pudo saber que buscaba la reina de Hyrule y por mas que intentó resolver el enigma su cerebro cada vez la dejó con menos opciones. 

— ¿Te encuentras bien, pequeña? — 

La voz de la reina reflejó una calma la cual solo hizo sentir mas incomoda a una ya perdida Prunia. 

— ¡Por supuesto!... estoy aprendiendo mucho — 

La voz de la Sheikah reflejaba el mismo modo que el de un niño por su actividad favorita pero esa respuesta ella misma la consideró demasiado infantil.

— Aprender... ¿Te consideras alguien lista? —

— Hay varias cosas que no conozco... no creo serlo —

— Ya veo... —

Una leve sonrisa se mostró en la reina de Hyrule, aunque Prunia no entendió si aquello era algo bueno o malo.

Aquella mujer fue todo un enigma para la Sheikah, siempre con esa mirada calmada pero sería al mismo tiempo.

Siempre vistiendo el mismo vestido azul que nunca se manchaba incluso si pasaba por tierra.

Siempre con esa aura de misterio que daba indicios de que ella era mas de lo que todos conocían. 

Y sin embargo nadie pareció prestarle la más mínima atención, podía entrar y salir del propio castillo sin que nadie se diera cuenta excepto la propia Sheikah.

Como si jugara con Prunia invitándola a realizar algo prohibido pero que valía el riesgo.

En ocasiones si le siguió el juego y en otras simplemente no lo hizo, aunque a la propia reina no pareció importarle el hecho de recibir una negativa por parte de la joven sheikah. 

Es por eso en ese momento se encontró en la biblioteca del castillo de Hyrule cuya mirada se mantuvo fijamente en algunos planos que aun solicitaron retoques. 

Durante sus expediciones junto a la reina encontró lo que inicialmente llamo "arañas robóticas" y aunque no supo de su función en ese momento, no pudo evitar teorizar sobre como eran en su interior.

 Una mina de historia y tecnología bajo sus pies lista para ser explotada. 

— ¿Por qué no le ha comentado esto a alguien? — 

Fue el pensamiento de Prunia mientras siguió trazando en el papel, aunque ese pensamiento se trató de un comentario en el aire en vez de un pensamiento. 

— Saber demasiado es un peligro en ocasiones  —

Unas dulces palabras llegaron a sus oídos mientras sintió como una mano se posó en uno de sus hombros. 

No pudo oírla llegar pero a un lado suyo la reina de Hyrule la miró con una expresión tan calmada que solo provocó que un escalofrío pasara por todo su cuerpo. 

— Tu mente es fascinante, eres una chica muy lista —

Fue un halago en toda regla dirigido a la Sheikah que se encontró delante suyo, aunque la mirada de la reina siempre estuvo en los planos en lugar de su autora.

— Puede llevárselos si lo desea —

Fue la simple respuesta que dio Prunia, un intento de sonar lo más formal posible aunque se arrepintió al instante al entender lo que acababa de salir de su boca.

Afortunadamente para ella aquello pareció no haber sido escuchado por la reina, quien miró impasible un estante antes de tomar un libro y dar media vuelta.

— Deberías leer un poco, podría abrir tu mente —

Fue lo último que escuchó la Sheikah por parte de la reina que ya había abandonado la habitación.

Aquellas palabras si fueron escuchadas por Prunia pero en ese momento no necesitaba de algún tipo de distracción, analizando y trazando tan rápido como pudo.

— Ya es de noche —

Fue lo único que logro decir sin algún signo de sorpresa cuando la oscuridad se hizo presente en una ventana de la biblioteca.

Un alto grado de exigencia significaba una gran fatiga y por lo tanto un gran reposo.

Pero para aquella Sheikah esa fatiga no existía, ni el más posible signo de cansancio se podía apreciar en su rostro.

Algo que se pudo apreciar ya que se reclinó en su silla mientras subió sus pies sobre el escritorio.

No necesitó nada en ese momento pero un leve estruendo la había traído a la realidad nuevamente.

— ¿Un libro? —

Dijo ella mientras observó aquel objeto en el suelo, el cual había sido el culpable de aquel estruendo de hace un momento.

— ¿Cómo logró caerse? —

Tomó el libro en sus manos pero tan pronto como lo hizo aquello paso a segundo plano al encontrar esa parte del suelo con un uso excesivo.

Fue casi imperceptible a primera vista pero para alguien como Prunia fue algo demasiado obvio que incluso no temió decir que había sido a propósito.

— Pasaje secreto —

Un túnel fue su recompensa por mover una parte del librero, no se pudo apreciar el final lo que solo despertó más el interés de la Sheikah por llegar a un final.

Simples libros viejos fueron todo lo que encontró, pareció ser una parte de la biblioteca que se habia quedado atrapada en el tiempo.

— Historia de los Sheikah, Clan Yiga... Hylia —

Leyó cada título que pudo entender entre el polvo, cada libro pareció desprender un aire de conocimiento esperando a ser reclamado.

¿Era una mala idea? Claro que lo era.

¿Se metería en problemas por eso? Sin duda alguna.

¿Alguien se enteraría? 

— Solo es un libro, nadie lo notará — 

Fue el simple pensamiento que tuvo mientras tomo uno de los libros del montón bajo el brazo, no habia riesgo del cual preocuparse despues de todo, ¿Quién vendría a un lugar como ese en primer lugar?.

Y así fue como los días se volvieron semanas y esas semanas se volvieron meses, la mayoría del tiempo siempre al lado de la reina en cada investigación sobre el pasado.   

Realmente nunca entendió sus motivos para hacer lo que hacia, nunca le contaba a nadie y estaba segura de que se llevaría a la tumba todo lo que ella sabía.

Sin embargo había algo que había notado incluso a pesar del maquillaje que llevaba en su rostro.

— Se ve más cansada —

La Sheikah miró como la reina trabajaba en lo que parecía ser un telar, sintiendose como un estorbo en la habitación.

— ¿Tu crees en el destino, Prunia? —

La pregunta de la reina fue rápida y tan repentina que Prunia dio un rayón a sus planos arruinándolos en consecuencia.

— No, yo creo que siempre podemos escoger lo que seremos —

— Pero, si siempre estuvieras destinada a repetir tu... destino ¿Lo cambiarías? —

La vos de la reina desprendió esa formalidad que conocía la Sheikah pero había algo de sarcasmo al mencionar la palabra destino.

Aunque Prunia si tenía una respuesta prefirió guardar silencio, intrigada por la razón de la reina por hacerle esa pregunta.

— Si hubiera una forma de romper la rutina que tanto te ha molestado... ¿lo harías? —

Una ceja de la joven se arqueó al escuchar está nueva pregunta que le dejaba una sensación de que hablaba en un punto personal.

— Si hubiera alguien que viviera esa rutina... ¿La ayudarías? —

Aunque siempre mantuvo la calma, si Prunia la hubiera mirado a la cara hubiera visto algo de miedo en sus ojos mientras una de sus manos bajaba a su estómago.

— ¿Por qué me pregunta eso? —

Decir que la joven Prunia se sintió extraña sería poco, no entendió como esas simples preguntas pasaron a sentirse como un interrogatorio de un momento a otro.

— Porque cambiar es bueno, incluso aunque no queramos —

Para Prunia aquellas palabras solo eran eso, simples palabras que sonaban como el consejo de una madre a su hija.

Cambiar.

¿Cuáles eran las razones para hacerlo en primer lugar?.

— Cambiar no siempre es lo mejor —

Fueron las palabras que no se atrevió a decir mientras miró aquel libro que había llevado consigo.

Todo mundo conocía al clan Yiga y su relación con los Sheikah pero nadie recordaba su origen.

¿Y quién lo haría? Si la familia real se había encargado de borrar ese hecho.

Todo por el simple miedo de perder el poder.

¿Cómo seguir mirando a las personas que no dudarían en aplastarte por no ser lo que quieren?

La familia real y los Sheikah siempre juntos, un acuerdo mutuo que solo escondía la correa que uno llevaba.

Mantén a tu amigos cerca y tus enemigos aun mas cerca.

— Hay cosas que no deben cambiar —

Una mentira que funcionaba, no había problemas y ambos estaban en paz.

Quería gritarlo con todas sus fuerzas pero solo traería más problemas que ni siquiera estaban ahí.

Ningún Sheikah lo sabría, un simple rumor podía ser una bola de nieve incontrolable y ella no involucraría a su hermana en ese problema.

Tomando aquel libro en sus manos mirándolo por una última vez antes de arrojarlo a la chimenea.

Si el bien común dependía de dejar en el pasado varias cosas entonces lo haría.

Después de todo, para Prunia el pasado no debía de definir el futuro de uno mismo.

Con el tiempo la Sheikah siguió experimentando y leyendo pero cada día vio como el estado de la reina de Hyrule decaía cada vez más.

Además de que pudo ver su vientre más abultado cada día, un claro indicio de lo que estaba ocurriendo.

Y sin embargo la reina de Hyrule nunca le ordenó que se quedara a su lado pero aún así la Sheikah se rehúso a marcharse.

Tal vez era su sentido de lealtad o simplemente su necesidad de ayudarla, eso nunca importó aunque aquella sheikah no pudo evitar sentir una gran curiosidad cada vez que escuchó hablar a la reina acerca de su hija.

Sonaba tan segura al hablar como si supiera cada detalle de su hija, aunque también hubo algo de culpa en su alegría, culpa porque nunca podría darle la vida de que debió tener, culpa porque no la podría ver crecer, culpa porque arrojaría a una niña al mundo sabiendo lo que le harían. 

Culpa porque se llevaría ese sentimiento a la tumba, incapaz de gritar por ayuda la cual poco haría aunque llegará.

— Mi pequeña Zelda, se que serás alguien muy fuerte, mamá ya está orgullosa de ti —

Fueron las palabras llenas de amor de una madre mientras miraba a su hija dormida en sus brazos.

Su tiempo se había terminado y ella lo sabía, dando como última voluntad su deseo por el bienestar de su hija ante lo tiempos difíciles que se avecinaban.

Lo que pasó después fue algo que nadie le importó investigar, lo único que importó fue que si antes ya había diferencias entre las distintas razas de Hyrule ahora la tensión casi se podía ver, decían algunos.

Pareció una maldición o un chiste sin remate, empezó con la muerte de la reina de Hyrule, luego varios problemas de intereses y antes de que alguien lo hubiera notado ya había una guerra civil.

Y aun así, aquella Sheikah que a permanecido junto a la reina de Hyrule poco le importó el destino de su hogar. 

Su hermana estaba enojada con ella solo por desaparecer por varios años sin decir nada y no la quería ver, algo que era muto. 

No le interesaba tener pareja o algo por el estilo, por lo que simplemente se centró en la única cosa que habia tenido su atención por tantos años. 

La tecnología Sheikah antigua. 

No era fácil lo que quería y ella lo sabia pero valía la pena el riesgo, Sheikahs tan inteligentes cuya tecnología era lo mejor en aspectos de milicia. 

No le importaba el tiempo que necesitara despues de todo tenia suficiente, al fin y al cabo los Sheikah podían vivir mas de un siglo.

Pero... ¿Podría un Sheikah vivir mucho mas?

Los Sheikah ya eran hábiles pero ¿Podrían ser mas eficientes?

Los Sheikah ya eran listos pero... 

¿Se podría ser la mas lista?.

Cada pregunta llegaba a su mente y con ella un deseo por responderla, no necesitaba a su hermana, no necesitaba a la reina de Hyrule. 

Estaba sola y eso era suficiente.

Algunos hubieran dicho que era una mala idea con consecuencias graves para su salud física y mental. 

Pero el desarrollo de sus flechas ancestrales y algunos experimentos que la mantuvieron joven habia sido lo único necesario para argumentar en contra de lo que decían.

Y sin embargo, a pesar de que los años pasaban y aquella niña que encontró se habia convertido en una gran persona que no dudó en ayudar para crecer, todavía seguía encerrada en su laboratorio.

— Muy bien T.E.R.R.A.K, enciéndelo una vez mas —

Fueron las palabras dichas por Prunia cuya mirada se centraba un punto que brillaba constantemente en una de sus tabletas, mientras que el pequeño guardián cerca suyo presionaba un botón. 

— Esperemos que funcione... tiene que — 

Fue el pensamiento desesperado detrás de la expresión aburrida de la Sheikah mientras tomaba al pequeño guardián entre sus brazos como si fuera un gato. 

Llevaba meses buscando a Zelda, habia desaparecido como si la propia tierra se la hubiera tragado y nadie sabia donde estaba. 

No importaba que tanto buscara simplemente no encontró nada, sin embargo ese punto brillante le daba una mínima esperanza de encontrarlo. 

No podía llegar a ella pero si podía enviarle un mensaje donde quiera que ella estuviera, uno que llegara antes de que ella hiciera una locura. 

Aunque aquello tal vez ya era muy tarde, ya que Zelda se encontraba en la región Goron, un lugar que no era seguro explorar sin el equipo adecuado. 

Aunque aquello no pareció afectar a aquella chica, que a pesar de las altas temperaturas seguía moviéndose sin algún problema.  

— ¿Qué tan lejos estamos? —

Fue la pregunta que salió de sus labios mientras asedia por una elevación del terreno, moviéndose como una alpinista profesional gracias a las pequeñas mejoras dadas por Fay.

Aunque no obtuvo alguna respuesta por parte de alguno de sus dos acompañantes continuo con su camino hasta llegar a la cima. 

Siendo recibida por la montaña de la muerte que como si el destino lo hubiera dicho, lograría ver a la siguiente bestia divina que aunque parecía no haberla notado, habría sentido como le regresaba la mirada. 

Invitándola a entrar a sus dominios, algo que ella no dudaría en hacer mientras sentía como partes de su equipo comenzaban a brillar.  

Notas del vestuario:

• Creado y diseñado por Prunia.

•Es sumamente costosa por los materiales utilizados.

•Brinda protección y aislamiento contra el calor, frío o el agua.

•El modelo con "placas" es utilizado para escalar y en ocasiones para protección en combate cercano.

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