Capítulo 5: Partido
Era viernes. Todos amaban los viernes, ya que significaban la llegada del fin de semana, pero para mí... para mí significaba que el día de mi primera tutoría con Jason estaba cada vez más cerca.
Estaba en la última clase del día: lengua y literatura. Quizás la razón por la que no podía escribir una obra era porque jamás presté mucha atención a la clase de lengua. Solo estudiaba lo suficiente como para aprobar, saber leer como la gente y no cometer errores ortográficos como para lastimar la vista de algún ser inocente.
Cuando por fin la clase terminó, tomé mis cosas con poco ánimo y me dispuse a salir de la sala. Ese día había un partido de fútbol americano en la escuela, por lo que todos se fueron casi corriendo a sus hogares para así volver en la tarde con más ánimo.
Yo no sabía si volver. Normalmente asistía a todos los partidos de fútbol americano, ya que Corah era porrista, Cory jugaba en el equipo y, además, Jack era el capitán. Pero esa vez, no me sentía con tanto ánimo, principalmente porque no sabía si quería ver a Cory jugar.
Corah se había ido inmediatamente, pues las porristas debían llegar antes a practicar una última vez la rutina.
De pronto, un mensaje de mi amiga llegó a mi celular: "Espero que vayas al juego... ya faltaste al de basquetbol de hace dos semanas".
A mí no me interesaban los deportes, para nada, mi mejor deporte era tragar comida... y quizás tener sexo, pero asistía solo para ver a Corah animar a los equipos. En toda la vida había visto distintos partidos de fútbol, fútbol americano, rugby y básquetbol; todo por Corah y su pasión anti natural.
Eran las seis cuando volví a la escuela. Todos estaban vestidos con los colores del equipo, con banderines y pintura en la cara. Yo solo me había puesto una camiseta azul y pantalones blancos para no desentonar y terminar siendo abucheada por "amargada".
El partido comenzaba a las siete, así que comencé a buscar un asiento vacío hasta que me topé con alguien conocido: Harry.
—¡Ven! ¡Te guarde un puesto! —me gritó.
Me metí por entremedio hasta llegar al asiento vacío junto a mi compañero, quien, a su otro lado, tenía a sus desagradables amigos. A veces no entendía porqué Harry se juntaba con ese grupo, el que, yo sospechaba que solo lo utilizaba por su popularidad, dinero e influencia.
—¿Y tus padres? —pregunté, al notar que los señores Roberts no estaban por ahí.
Harry apuntó a la primera fila.
—Son los padres del capitán, tienen preferencias.
La chica que estaba al lado de Harry, lo rodeó por los hombros con su brazo y se pegó a él casi como un gato cuando quería atención.
—¿Después del partido vas a ir con nosotros? —le preguntó, dándome a mí una mirada amenazante.
—Claro —respondió Harry sin notar lo que pasaba.
O Harry era muy despistado o era un idiota.
Cuando el juego comenzó, casi quedé sorda. Los gritos de apoyo eran una tortura para mis tímpanos.
Las porristas saltaban y hacían su rutina, eran extremadamente coordinadas y cada vez que levantaban a una y la dejaban caer, podía ver que su cabeza se estrellaría contra el suelo. Por suerte eso no pasó en la realidad, solo en mi cabeza.
En cuanto los equipos, los visitantes eran bastante buenos, pero no tenían a ningún jugador tan bueno como Jack. El chico era rápido, ágil y fuerte; lo tenía todo para ser una estrella del fútbol americano algún día.
Luego de una hora, ganamos. Yo podía no ser parte del equipo, pero era de la escuela que tiene el equipo, por lo que había ganado también.
Cuando la gente comenzó a irse, yo bajé a la cancha para ver a Corah.
—¡¿Viste mi voltereta?! —preguntó, aún eufórica por la emoción.
—Claro que la vi, por un momento pensé que debería correr a urgencias contigo porque te romperías la cara —bromeé.
Corah dio una risa.
—Todo está sumamente calculado, no te preocupes.
En ese momento, Jack se acercó a nosotras, con su casco en la mano y su cuerpo sudado. Su cabello castaño estaba tan mojado que parecía que venía saliendo de una ducha... repugnante.
—¿Irán a la fiesta? —nos preguntó.
—¿Hay fiesta? —pregunté.
—Ahora que ganamos, sí. Será en la casa de Tiffany.
—Claro —respondió Corah, con una sonrisa.
Yo en cambio me quedé analizando la situación. ¿Iría a la fiesta en la casa de mi nueva enemiga mortal?
—Entonces nos vemos ahí —nos dijo.
Cuando Jack se marchó, Cory pasó junto a nosotras. Por inercia, lo saludé con una sonrisa, él solo me devolvió la sonrisa y siguió su camino.
—Iremos a la fiesta —dije, decidida.
No podía rendirme tan fácil. Como había dicho anteriormente, si yo me metía en algo, lo hacía hasta el fondo.
[...]
Al entrar a la casa de Tiffany, me sentí extremadamente incomoda. Era un descaro de mi parte meterme a la casa de alguien con quien, en ese momento, tenía una clase de rivalidad... aunque ella no tuviera idea. Luego lo pensé mejor, ese era mi momento para descubrir qué clase de chica era Tiffany y cuáles eran sus intenciones con Cory.
La casa era muy grande, tenía dos pisos y una piscina con minibar en el patio. Supuse que al ser tan grande el lugar y haber tanta gente, nadie me vería entrar a las distintas habitaciones, por lo que comencé a subir al segundo piso disimuladamente.
Había un montón de puertas arriba, así que comencé a abrirlas una por una con mucho cuidado.
—¿Qué haces? —preguntó una voz a mis espaldas.
Di un salto y me volteé a ver a Harry.
—Nada —mentí.
—¿Nada significa revisar una casa ajena?
Solté un suspiro al ser descubierta.
—¿Es tan malo? —la verdad es que nunca había hecho algo tan malo como eso, yo era tan tranquila como un caracol.
—No en realidad. Si no están cerradas, entonces puedes pasar. No es delito.
—Estoy segura de que...
—¿Quieres sentirte mal o qué? —cuestionó.
—Está bien, tienes razón... Esto no es un delito llamado allanamiento —dije, fingiendo demencia.
—Si buscas el cuarto de Tiffany... es el de al fondo —dijo, apuntando una puerta al final del pasillo.
—¿Cómo sabes?
—He venido antes, muchas veces —explicó, caminado hacia la puerta—. Tiffany y mi hermano son amigos, incluso nuestras familias han comido juntas.
Yo solo lo seguí algo insegura.
Harry giró la manilla, abriendo la puerta.
—Puedes pasar. No es delito.
Entré con desconfianza. No sabía que buscaba en realidad. ¿Un mal hábito que la hiciera peor que yo? ¿Un diario de vida con todos sus secretos? ¿Un altar secreto con la foto de Cory?
Mire a mí alrededor sin tocar nada, mientras Harry cerraba la puerta detrás de nosotros.
—¿Y?
—Parece una chica muy normal —respondí.
—¿Qué esperabas? ¿Qué escondiera un alienígena en su armario?
—Aún no reviso el armario.
Tifanny tenía un gran armario con puertas de lama de color blanco.
Me acerqué al armario, tomé la manilla de una puerta y la abrí.
—Sí que tiene ropa —comentó Harry.
—Tiene mucha ropa —dije boquiabierta.
Solo por curiosidad comencé a mirar la ropa perfectamente colgada y ordenada por color. Su estilo se parecía al mío en algunas cosas, también parecía amar el rosado y los colores pasteles.
De pronto, pasos y voces se hicieron presentes en el pasillo. Harry se pegó a la puerta de la habitación para oír mejor de dónde venían.
—Vienen para acá —susurró, alterado.
Los dos comenzamos a mirar en todas direcciones buscando una salida, hasta que Harry me empujó hacia adentro del armario, entró conmigo y cerró la puerta con mucho cuidado.
Nos agachamos para quedar menos apretados entre las prendas colgadas y guardamos silencio. Gracias a las puertas de lama, podíamos ver bastante bien el cuarto.
La puerta se abrió de golpe y Tiffany entró junto a un chico. Ambos reían y hablaban notoriamente a gusto, y al entrar cerraron la puerta con seguro.
—Mi hermano... —susurró Harry.
Jack era el chico que estaba con Tiffany. La situación acababa de ponerse peor y, por alguna razón, sentía que no iba a mejorar.
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