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Capítulo 31: El Baile

Había llegado el gran día... el día del baile. Típico final de las historias adolescentes, ¿por qué? Ni idea, lo cierto era que tenían bastante poca gracia. Si yo hubiera dirigido una película adolescente, el final hubiera sido en una sala de operaciones, mientras al personaje principal le hacían un trasplante de riñón... no, demasiado tétrico. Mejor en un Resort en Orlando... ¿para qué pensaba esas cosas? Yo no escribiría ninguna película.

Cuando salí de mi cuarto con mi vestido, mi peinado y mis accesorios puestos, a mi madre le brillaron los ojos.

—Mi niña podría ser una modelo.

—Creo que no soy lo suficientemente delgada.

—Corazón, es el siglo veintiuno, las modelos no tienen que ser delgadas, deben tener actitud y estilo —me animó.

—Tampoco tengo eso —aseguré.

—Así pareciera que lo tienes —dijo mi papá, con una risa.

Mi padre siempre hacía esas bromas, pero la cosa era mutua.

—La poca gracia la saqué de ti, padre.

Ambos reímos y nos dimos un abrazo.

En ese momento, mi celular sonó, era Cory.

—Cory esta abajo —dije, sin mucho ánimo—. Tengo que ir.

Mi madre me miró algo preocupada.

—Mi amor, ese era el chico que tanto te gustaba, ¿qué pasó ahora?

—Nada... Estoy feliz, en serio —mentí.

No quería que ellos se preocuparan, pero sabía que ellos no se tragaban esa mentira. Al menos entenderían que preguntándome no lograrían sacarme nada.

Les di una sonrisa a mis padres, tomé mi bolso de la mesa para guardar mi celular y me despedí para ir abajo. Cory estaba ahí, justo en frente de la puerta del edificio, esperando junto a un auto negro.

Antes me hubiera derretido al verlo con traje, pero en ese momento solo podía pensar que se veía guapo, como cuando vez un modelo en una revista, pero no sientes nada romántico por él.

—¿Conduces? —le pregunté.

—Aprendí hace unos meses —abrió la puerta del copiloto y yo entré. Esa había sido la frase más larga que me había dicho en su vida.

Él se dio la vuelta y subió al asiento del conductor.

El trayecto a la escuela fue muy silencioso, solo le dije que se veía bien y él me dijo lo mismo, luego solo hubo silencio.

Cuando entramos al gimnasio (donde era el baile) comencé a sentirme nerviosa. Yo no era una maestra del baile y no quería hacer el ridículo bailando como un gusano que se revuelca cuando le echan sal.

De pronto, Corah apareció tomada de la mano con Máx.

—¡Amiga! —exclamó y me dio un abrazo.

—Hola —dije, sin mucho ánimo.

Tenía ganas de decirle a Corah lo que pasaba conmigo y con mis sentimientos, pero sería egoísta decírselo en ese momento. No quería preocuparla y arruinar su noche, porque yo sabía cómo funcionaba nuestra amistad, para ella yo era prioridad y para mí lo era ella. Ambas esperábamos que eso nunca cambiara, ni siquiera cuando fuéramos ancianas demacradas.

—Max y yo iremos a bailar, nos vemos después... y disfruta —me susurró, guiñando el ojo.

Yo le di la sonrisa más natural que podía.

—¿Quieres bailar? —me preguntó Cory, cuando Corah y Max se habían marchado.

Yo asentí nerviosa.

Todo iba bien o al menos no terrible hasta que pusieron una canción lenta.

Cory se acercó a mí algo nervioso y puso sus manos en mi cintura, yo puse mis manos en sus hombros y comenzamos a bailar.

Para mi bailar lento no era bailar, era balancearse de un lado a otro pegado a una persona, pero quizás eso era lo romántico, poder pegarte a una persona mientras de fondo sonaba una balada romántica.

Por una razón comencé a recordar a Harry. Comencé a imaginarme como se vería él con un traje, con su yeso en el brazo... No puede evitar soltar una risita al pensar en eso.

—¿De qué te ríes? —me preguntó, curioso, Cory.

—Solo recordé algo lindo —le dije.

De pronto, la mirada de Cory se topó con la mía, poniéndome más nerviosa aún de lo que ya estaba. La mirada de Cory bajó a mis labios y sin dejar que yo dijera algo, me besó.

Yo no sabía qué hacer, ese había sido mi sueño durante dos años. Tener a Cory Diamond en mis brazos, besándome al son de una balada romántica..., pero había dejado de serlo hacía semanas. Mi sueño en ese momento era tener a Harry conmigo.

Me separé de Cory para decirle lo que pasaba, pero algo me lo impidió.

Harry estaba ahí al fondo, vestido con un traje, mirando con algo de tristeza la escena. Antes de que pudiera correr hacia él y explicarle lo que sucedía, se dio media vuelta y salió por la puerta del gimnasio.

—Voy al baño —me avisó Cory en ese momento, dándome una sonrisa muy nerviosa, y se marchó.

Yo me quedé de pie ahí, en medio de las parejas bailado, durante casi un minuto completo. Tenía que ir por Harry y hablar con él, pero no podía abandonar a Cory así como si nada... ¡Tenía que avisarle a Cory que iría por Harry!

Corrí en dirección al baño de hombres y cuando llegué frente a la puerta, la abrí un poco para asegurarme de que no hubiera nadie y ahorrarme una vergüenza más.

Yo juraba que los hombres no hablaban en el baño..., pues me había equivocado.

—Creo que no debí besarla —se lamentó Cory—. ¿Ahora que hago?

—Deja de jugar con ella —era la voz de Max.

—No estoy jugando con ella.

—La invitaste al baile y la besaste solo por lástima —era la voz de otro chico del equipo de fútbol—. ¿Eso no te parece jugar con ella?

—Solo quiero que se sienta bien hoy...

Dios, nunca había escuchado a Cory hablar tanto y siendo tan expresivo.

—Si lastimas a Summer, te mataré por ser un idiota —le advirtió Max—. Así que, mejor, aclárale las cosas ya. Eso es lo que se merece.

Cory estaba jugando conmigo, yo no le interesaba... ¡A Cory no le importaba en lo más mínimo!

Una sonrisa se formó en mi cara y corrí lejos del baño lo más rápido que mis plataformas me dejaban correr, volví al gimnasio y luego salí por la puerta que había salido Harry.

Comencé a pensar hacia dónde pudo haber ido y entonces otra duda surgió en mí... ¿Dónde diablos estaba Corah? ¿Me habría visto correr como desquiciada? Si Max estaba en el baño y él era su pareja... Me olvidé de eso, me ocuparía del tema después.

Me decidí por la que yo sabía que era la ruta más corta hacia la casa de los Roberts y comencé a correr de nuevo, rezando porque mis pies no perdieran el equilibrio al andar con esos zapatos no aptos para correr.

A lo lejos, divisé a Harry caminando cabizbajo mientras pateaba algo en el suelo.

—¡Harry! —comencé a gritar.

Él se quedó quieto, provocando que chocara con él.

—Ten cuidado —me dijo, agarrándome para que no cayera al suelo—. ¿Qué haces aquí?

—Vine por ti.

—No tienes que hacerlo. Disfruta tu noche con Cory.

—Lo que viste...

—No tienes que explicar nada. Yo sé que Cory siempre te ha gustado y jamás dejará de gustarte... Tú siempre lo has dicho —me dijo—. Esto no es culpa tuya, ni tienes que sentir lástima por mí. Seguiremos siendo amigos...

Entonces lo besé. Ya no soportaba que siguiera diciendo estupideces. ¿Amigos? Nosotros estábamos lejos de ser amigos en ese momento.

Cuando nos separamos yo hablé:

—A Cory no le importo, solo me invitó y besó por lástima... —dije, con una sonrisa y la respiración algo acelerada.

Harry pareció procesar unos segundos lo que le había dicho.

—Lo voy a matar... —dijo, intentado volver a la escuela, pero lo detuve.

—Está bien, él a mí tampoco me interesa... Es un alivio que no esté interesado en mí.

—¿Qué?

—Es obvio que Cory ya no me importa...

—Ah, ¿sí? —preguntó, sin entender.

—¿Eres tan idiota?

—Creo... porque aún no puedo comprender bien de que hablas.

Golpeé mi frente con la palma de mi mano.

—¿Qué acaso todo lo que ha pasado entre nosotros no lo deja claro?

Harry se quedó pensado, como si no fuera suficientemente obvio, como si no nos hubiéramos besado ni demostrado cariño que era claramente en un sentido romántico, no del que nos dábamos antes, cuando éramos simples amigos de la infancia.

—¡Es que me gustas tú, tarado! —exclamé—. ¡Tú, no Cory!

—¿En serio? —preguntó, con una sonrisa y un brillo en los ojos.

—¡Que sí!

—¿Segura?

—No hagas otra pregunta o te daré una cachetada.

—Tú también me gustas... mucho —confesó—. Lamento todas las veces que te lastimé o fui un idiota, no te lo merecías.

Yo lo miré enternecida y, en parte, me sentía victoriosa, por fin había logrado que se disculpara por algo.

—Yo lamento no haber venido contigo como mi pareja... y haber lastimado tus sentimientos también.

—Podemos ir vestidos de gala a comer al McDonald's —me dijo con una risa.

Le sonreí y volví a besarlo... por fin sentía que había tomado una perfecta decisión en mi vida. Sí, me había demorado bastante, pero, como dice el dicho: todo lo bueno se devuelve... No, ese no era. ¿Después de la tormenta viene un arcoíris? ¿Ese servirá?... Bueno, digamos que sí.

Quiero decir que no se alteren porque aun queda un capitulo para darle final JSJSJSJS

Espero que les haya gustado el capítulo ❤️

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