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Capítulo 14: Discusiones

Llevábamos algo así como dos horas trabajando en el proyecto... o, mejor dicho, ayudando a Jason a trabajar en el proyecto.

Cuando pensé que la situación no podía ser peor, la nueva novia de Harry se había quedado, justo ahí en la sala donde trabajábamos. Si no hubiera sido por esa maldita universitaria todo se hubiera encontrado perfecto o al menos normal.

Aunque tenía que admitir que me molestaba un poco cuando Harry iba y le daba un beso a su novia, siendo que estábamos haciendo un trabajo, yo no decía nada para evitarme los problemas. Por suerte, Jason estaba ahí y él sí que se molestaba cuando alguien no se concentraba en el trabajo.

—Harry, concéntrate —le pidió por quinta vez.

—Ya voy.

En ese momento Jack entró con una bandeja con cosas.

—Mamá les mandó esto —dijo, mostrando la bandeja con jugo y galletas.

—¡Si! —exclamó Corah—. Me moría de hambre.

Jack rio ante la reacción de mi amiga.

—Debiste haber dicho. Son invitados de mi hermano, él debería atenderlos.

En ese momento, noté como Harry le dio una mirada llena de rabia.

Jack y Harry tampoco estaban buenos términos, pero eran hermanos que vivían en la misma casa, no tenían más opción que tener que convivir.

—Y tú no tienes porqué entrar acá —respondió Harry—. Estamos trabajando.

—¿Qué hace tú novia acá?

—Ella sí es aceptada.

—Por ti, ¿qué hay de los demás?

Sentí los nervios recorrer mi cuerpo, lo que menos quería ver era una pelea a golpes de los hermanos Roberts porque claro, aunque no solían pelear de forma física, si las cosas seguían así de tensas, dejaría de limitarse a las palabras y comentarios violentos y terminarían en una riña física.

—Ella no está molestado.

—Yo tampoco... —se defendió Jack— y Corah y Summer son mis amigas también.

Corah tenía la boca llena de galletas, pero entendió que debía decir algo a favor de Jack.

—A mí no me molesta —dijo, apenas.

—¿Summer? —preguntó Jack, mirándome.

—A-ah... —vacilé—. N-no a mi t-tampoco m-me m-molesta.

Eso debió haber sido un récord de tartamudeo, pero el ambiente estaba tan tenso que podía sentir que cualquier cosa podía terminar en una terrible explosión.

—Terminé —avisó Jason, de pronto.

Todos lo miramos con un poco de culpa, al parecer, todos habíamos olvidado que estábamos ahí haciendo algo importante.

—Solo debemos ver lo que vamos a decir en la presentación y ya.

—Oh —dijo Corah, con algo de remordimiento—, l-lo siento...

—Está bien. Mientras aprendan lo que deben decir y no hablen estupideces, ni improvisen —dijo lo último mirando a Harry.

—Improvisar le da un toque de peligro.

—No necesitamos peligro en un básico proyecto de ciencias —le dijo.

—¿Quieren comer algo más? —preguntó Jack—. Podemos ir al comedor, mamá va a volver a la oficina ya, pero yo puedo hacer algo.

—¿Cocinas? —pregunté.

Nunca en mi vida lo había visto cocinar, aunque no me sorprendía, pues él era bueno en muchas cosas.

—Claro. Sé hacer muchas cosas que no sabes —dijo, guiñándome el ojo con una sonrisa.

¿Eso tenía connotación sexual o no? Aunque si hablábamos de connotación sexual, yo sabía que lo hacía bien... o al menos eso me había dado a entender Tiffany.

Yo solté una risa nerviosa, aunque no solo era su comentario lo que me había puesto nerviosa, si no que los demás estuvieran ahí y que Harry nos estuviera mirando para nada contento.

—Yo acepto la oferta —dijo Corah, interrumpiendo el momento incomodo.

—Entonces vamos —le dijo Jack.

Todos fuimos al comedor y nos sentamos en la mesa mientras Jack hacía algo en la cocina. Yo estaba sentada entre Jason y Corah, y al frente estaban Harry y su novia... como fuera que se llamara.

Harry y su novia estaban hablando entre ellos, viendo unas cosas en el celular de ella, mientras nosotros tres entablábamos una conversación aparte. Corah había comenzado a hablar sobre una tienda de zapatos de estilo gótico que amaba y nos estaba mostrando fotos de los modelos a Jason y a mí, para que la ayudáramos a escoger el mejor.

Una media hora después, Jack había vuelto con panqueques estirados en un plato.

—Oh, por Dios —dijo Corah con emoción—. Amo los panqueques.

—Aún queda más mezcla, por si quieren más —nos dijo Jack.

Todos comenzamos a sacar y rellenarlos con las cosas que Jack había llevado a la mesa. Yo amaba los panqueques con dulce de leche o Nutella, comerlos era mi pasión. Después de los wafles y el kuchen de frambuesa, los panqueques eran mi postre favorito.

Después de ir a la cocina y traer bebidas, Jack se sentó en la punta de la mesa a comer con nosotros.

Todos comíamos felices, excepto Jason, quien llevaba cinco minutos masticando el mismo panqueque con un poco de dulce de leche.

—Jason —lo llamé en susurró. Por suerte, los demás estaban distraídos hablando de otras cosas.

Él me miró.

—¿Qué pasa?

—Tres panqueques no te harán nada... —le dije—. Haces atletismo, ¿no?

Él asintió.

—Entonces no te hará nada, es solo una vez.

Jason miró el postre como pensando si debería comerlo de una vez por todas.

—Tienes razón... Bajaré las calorías en el gimnasio después —dijo, un poco más tranquilo, para comenzar a comer de forma normal.

Yo le di una sonrisa y volví a mi panqueque. No importaba si los panqueques me volvían una bola algún día, sería una bola feliz.

—Summer —me llamó Jack—. No hay entrenamiento mañana.

—¿Por qué no? —pregunté, curiosa.

—Es nuestro sábado libre —me explicó Jack.

—Genial. Mi segundo sábado libre.

Aunque el anterior no había sido tan libre después de todo. Haber estado acampando en ese bosque había sido una experiencia agotadora y bastante aburrida.

—Maldición —dijo Corah—. Yo si tengo prácticas mañana.

Comencé a burlarme de Corah.

—Pobrecita, tendrá que levantarse temprano —le dije.

Corah arrugó la nariz, pero no me dijo nada.

—Como no hay entrenamiento vendrá el equipo —avisó Jack, interrumpiendo nuestro juego.

Yo lo miré espantada.

—¿Ahora? —quise corroborar.

—Sí.

—¿Acá?

—Sí.

El equipo de fútbol americano, equipo en el que estaba segura de que Cory era parte y, por lo tanto, suponía que estaba invitado.

—¿Cory es parte del equipo?

—Sí.

—¿O sea que Cory vendrá?

—Sí —dijeron todos al unísono, menos la chica universitaria.

—Evita tartamudear —me dijo Jason, con un tono burlesco.

—¿Qué? —le pregunté, volteándome a verlo.

—Fuiste demasiado obvia con lo de la fiesta... —me dijo—. El único que no lo nota es el mismo Cory.

Agarré mi cabeza con las manos. Esa maldita fiesta, ese maldito vodka y video... todo eso impedía que pudiera acercarme a Cory como alguien normal. No era que antes de eso pudiera acercarme mucho, pero al menos podía saludarlo, sí, entrecortado, pero el punto era que le dirigía la palabra y él no salía corriendo despavorido.

—Creo que me iré a mi casa.

—No, no, no —me dijo Jack—. No seas cobarde.

—Sí, Summer. Además, Cory no es el único chico guapo del equipo —me dijo Corah, guiñando el ojo.

—Lo sé. Ahí está Jack —le dije apuntándolo.

—Jack no.

El nombrado la miró con algo de decepción.

—¿Qué acaso no soy lindo?

—Sí, pero tú no cuentas. A ti ya te conocemos bien..., pero están Mark, Louis...

—Hay mejores que Louis —dijo Harry, entrometiéndose en la conversación.

—No hables Harry, tú eres heterosexual, tú opinión no cuenta —lo reprendió Corah.

—Pero sí sé cuando alguien es lindo —argumentó—. Yo soy lindo.

Corah lo miró un momento con algo de desinterés y negó.

—Hay mejores.

—¡Corah! —se quejó Harry.

—Yo creo que él es el más lindo —dijo la universitaria, dándole un pequeño beso a Harry.

—Creo que no ha visto a su hermano —me susurró Corah.

Yo reí en mi interior. Si Corah hubiera dicho tal cosa en voz alta, Harry ya se hubiera ido a encerrar a su cuarto y probablemente le dejaría de hablar por al menos un mes.

—El punto aquí es: ¿a qué hora viene el equipo? —preguntó Corah.

—Una hora —le respondió Jack, masticando un panqueque.

—¿Nos podemos quedar? —volvió a preguntar Corah.

—Claro.

—Voy a tartamudear —dije, lamentándome.

¿Cómo podría estar relajada mientras era una de las dos chicas solteras en la sala, rodeada de hombres populares, lindos y atractivos? Era cierto que no todos tenían caras perfectas, pero todos tenían alguna cualidad que parecía atractiva: brazos fuertes, piernas fuertes, sonrisa linda, voz gruesa, inteligencia, buen sentido del humor, etc.

—Solo es un equipo de fútbol —dijo Corah, como si no fuera la gran cosa.

—Lo dices porque tú los conoces a todos. Eres porrista, simpática y particular con ese estilo gótico... —le dije—. Alguno debe estar incluso baboso por ti.

Corah soltó una risa.

—¿Conmigo? —dijo sin parar de reír—. Ni que fuera la capitana de las porristas.

—No importa que puesto tengas en las porristas, ni siquiera si eres la base en la pirámide. Lo importante es ese sexy uniforme, con el que, si te agachas, se pueden ver hasta tus ovarios.

—Summer tiene un punto —me apoyó Jack.

Yo sabía que a muchos de los chicos de nuestra edad le gustaban las porritas porque se veían increíbles con el uniforme. Quizás era una tontería, pero bueno, ¿quién era yo para juzgar? A mí también se me caía la baba cuando veía a Cory con su uniforme del equipo de futbol.

—No a todos les gustan las porristas —argumentó Corah.

—Lo sé. Ahí está Jack —le dije.

Yo sabía que él jamás había salido con una de las porristas, ni tampoco le había interesado alguna. Extrañamente, Jack solía salir con chicas un poco más discretas, de hecho, a muchas de ellas no las recordaba o no las había notado hasta que se hacían sus novias. La chica más popular con la que había visto a Jack era Tiffany.

—¡Olvídate de Jack!

—¡Hey! ¡Yo soy el capitán, lo que yo piense es importante!

—Sí, pero eres nuestro amigo.

Jack me miró dudoso.

—¿Gracias?

Seguimos hablando así durante media hora, hasta que Jason se despidió, debido a que tenía cosas que hacer, y también la novia de Harry, quien dijo, sin que nadie le preguntara, que debía hacer un trabajo para la universidad con un grupo de amigos. Entonces nos quedamos solo los cuatro restantes, viendo televisión en la sala, esperando a que llegarán los demás jugadores del equipo.

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