Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 11: Paseo Escolar

Un maldito paseo escolar.

¿Quién no ama un paseo escolar?... Yo, definitivamente yo. Yo mil veces.

Yo no era multimillonaria, ni mimada, ni quisquillosa, ni nada por el estilo; pero odiaba acampar en la ruralidad de la naturaleza. Quizás si era mimada, pero no era tan exigente tampoco, solo que era imposible no serlo cuando eras hija única de personas con bastante dinero... nadie era mentalmente tan fuerte como para resistirse a ser consentido.

Había personas en el mundo que preguntaban: "¿De qué sirve aprender historia?". Según mi parecer, nos ayudaba a comprender los errores de la humanidad en el pasado para así no volver a cometerlos en un futuro. Yo me preguntaba: "¿De qué me sirve ir a un bosque a acampar?"; no tenía idea, si me perdía en el bosque algún día, no tendría ni carpa, ni comida, ni nada... o sea, ese paseo era más por diversión que para enseñarnos algo útil, diversión que yo no tendría.

—Silencio —pidió la profesora—. Sé que están emocionados, pero tenemos que poner las reglas. Primero, traigan el permiso firmado por su tutor. Tienen hasta el viernes. Como nos iremos el sábado a las ocho, tienen que estar todos al menos quince minutos antes acá.

Al menos eso significaba que podría faltar el sábado a mi trabajo como ayudante. Realmente no sabía si eso me quitaba una carga o solo me remplazaba una carga por otra... otra potencialmente peor porque no podía llegar a dormir en mi cama después de tres horas.

—Les daré la lista de las cosas que debe llevar cada uno ahora y, por último, deben tener pareja.

Corah me agarró la mano como si yo fuera a ir a algún lado. Al menos había alguien fuera de mi familia que me apreciaba sin importar que, y se sentía lindo.

Lo primero que hice cuando llegué a casa fue recolectar las cosas que necesitaba y que podía conseguir en ese instante: saco de dormir, ropa, dinero y para cuando llegaron mis padres, el permiso firmado. Me sentía increíblemente responsable por mi rapidez.

Mientras guardaba el permiso en la mochila, miré de reojo mi laptop. No había avanzado en la obra desde hacía días y no había pasado de la séptima escena. Esperaba que ese paseo insípido a un bosque aburrido en el que con suerte vivían pájaros, me inspirara con una buena idea, pero lo veía poco probable.

Parecía ser que yo no conseguía inspiración de absolutamente nada o, simplemente, no me gustaba escribir tontas obras teatrales..., pero no me podía rendir, sería una vergüenza que no estaría dispuesta a pasar. Prefería escribir la maldita obra y perder antes que rendirme y perder de todas formas.

Summer McCabe podía tener muchos defectos y ser muy mediocre, pero tenía sus límites.

[...]

¿Quién diría que los sábados a las seis de la mañana tenía aspecto de pordiosera? Yo no sabía, jamás me había levantado un maldito sábado a las seis de la mañana. Lo más temprano que me había levantado alguna vez había sido a las ocho y bueno, algunas veces simplemente no había dormido en toda la madrugada del sábado por tener que estar en el aeropuerto esperando un vuelo, lo que definitivamente valía la reducción de mis horas de sueño.

Me di una ducha con agua caliente, me vestí, dejé las cosas que debía llevar en el living y tomé un buen desayuno. Cuando terminé, desperté a mi papá y él me llevó a la escuela para así comenzar un nuevo sufrimiento en ese año.

7:15 A.M. Nunca había llegado tan temprano a la escuela en toda mi vida escolar y agradecía que esa fuera una situación aislada.

Los únicos ahí eran Camila, Jason y otros dos chicos, amigos de Harry, (o sea, no me agradaban). La tensión en el ambiente era molesta para mí, los dos chicos convivían solo entre ellos y Jason, Camila y yo no cruzábamos ninguna palabra.

Quizás se pregunten: ¿por qué Jason y Camila nunca intentaron ser amigos si eran la misma clase de persona? Por esa misma razón. Ambos eran demasiado inteligentes y competitivos, o sea, desde el primer mes que se conocieron, se vieron como rivales naturales e imposibles futuros amigos.

Me quedé mirando la pantalla de mi celular. No tenía nada que mirar en realidad, pero prefería fingir que hacía algo a quedarme mirando la nada en la incomodidad del ambiente.

Con el paso de los minutos comenzaron a llegar más de mis compañeros, entre ellos Corah, y entonces pude relajarme.

El viaje en el bus fue bastante divertido. Eran dos horas de viaje, por lo que pensé que el dolor en el trasero por estar tanto tiempo sentada me haría la vida imposible, pero Harry con sus otros amigos "payasos" lo hicieron mucho más ameno.

Cuando llegamos al lugar de destino, nos bajamos y casi inmediatamente, comenzamos a armar las carpas.

—No sé porque hacemos esto. Ni que fuéramos niñitos exploradores —me quejé.

—Quizás es un experimento social para comprobar si enloquecemos sin Internet —respondió Corah.

—Tengo datos.

—No sirven sin señal.

Yo la miré aterrada.

—¡¿No hay señal?!

—Estamos fuera de la ciudad, en medio de un bosque, ¿tú que crees?

Comencé a maldecir con todas las groserías conocidas por mi cerebro y cuando revisé mi celular, comprobé las palabras de Corah. Dios, yo era una descerebrada.

El porcentaje de que ese viaje fuera una buena y divertida experiencia era de cero. Al menos solo serían dos días, volveríamos el lunes y lo tendríamos libre, por lo que disfrutaría de la comodidad de mi hogar como nunca lo había hecho en la vida.

El viaje no era un descanso, claro. La idea era aprender varios trucos de supervivencia y disciplina, por lo que el primer día fue agotador. Habíamos explorado una gran parte del área, lo que nos llevó tres horas caminando. Nunca pensé que una caminata de tres horas podía dejarme más adolorida que la primera clase de gimnasia del año, pero así había sido.

Cuando por fin llegó la hora de dormir, me sentí aliviada. Haber estado casi dos horas intentando hacer fuego con piedras y ramitas y no lograrlo, me había frustrado y el dolor muscular de las piernas, solo empeoraba la situación.

En ese momento, la orden era dormir y, al menos yo, era muy buena durmiendo.

Desperté por unos ruidos a las tres de la madrugada (al final no era tan buena durmiendo como creía), con eso me di cuenta de que mi celular tenía quince por ciento de batería. ¿Habría en algún lugar algún enchufe? Imaginaba qué no en un árbol, pero quizás había alguna casa o local cerca.

Si bien, mi celular era un tanto inútil sin Internet, mi adicción a la pantalla no me permitiría tenerlo apagado. Al menos necesitaba desbloquearlo cada cierto tiempo, ver el brillo de la pantalla y la hora, eso sería suficiente para que no entrara en una crisis a causa de mi dependencia de la tecnología. Maldecía a Graham Bell por haber comenzado esa terriblemente esclavizante tecnología llamada "teléfono", por su culpa, ahora tenía una dependencia emocional de un objeto.

Sin hacer mucho ruido, salí de la tienda que compartía con Corah con mi celular y cargador en mano. Hacía algo de frío, por lo que me puse una sudadera y comencé a caminar por donde recordaba que habíamos llegado.

El bosque tenía muchos pinos de un gran tamaño y se podía sentir el característico olor de estos en todas partes. Además, el ambiente era bastante húmedo, por lo que la tierra también lo era y se sentía muy blanda bajo los pies. Al menos el olor a los arboles me era agradable y me hacía sentir un poco más conectada con la naturaleza.

Caminaba de una forma algo extraña, ya saben, por el dolor de los muslos. Todos habíamos pasado ese maldito sufrimiento llamado "dolor muscular" alguna vez en la vida.

La situación era igual a una de esas malas películas de terror ochenteras, casi podía sentir la música que ponían en "Viernes 13" cuando Jason (no mi compañero, si no Jason Voorhees, el de la máscara de hockey y el machete) acechaba desde la oscuridad.

De pronto, oí el sonido de una rama rompiéndose al ser pisada. Me quede congelada, si era un asesino en serie, estaba muerta de todas maneras.

—¿Qué haces despierta?

Suspiré aliviada. Era la voz de Jason, y no la del asesino (ese no habla por si no lo sabían).

—Jamás hagas algo como eso otra vez —pedí, agarrándome el pecho.

A él no pareció importarle casi haberme provocado un infarto.

—No puedes andar caminando a las tres de la mañana en medio de un bosque.

—Es un bosque seguro.

—Aun así.

—Necesito buscar un lugar para cargar mi celular —le expliqué.

Jason me miró extrañado.

—¿En medio del bosque?

—No, idiota, pero debe haber algún lugar cerca con enchufe.

No era que estuviéramos en medio de la nada, solo era un pequeño bosque fuera de la ciudad y siempre en las carreteras había tiendas para abastecerse o lugares para parar a comer.

—¿Qué pasa si no recuerdas como volver?

—Bueno —tomé su mano—. Tú deberás recordarlo con tu súper cerebro.

Entonces comencé a arrastrar a Jason conmigo. Al principio él no iba muy convencido, pero eso cambió cuando llegamos a un local de comida rápida en la carretera, abierto las veinticuatro horas... Un maravilloso McDonald's, la pura representación del capitalismo y las multinacionales. ¡Tomen eso, gente que me dijo que llevar tarjeta de crédito al bosque era una estupidez!

Aunque Jason se negó al principio, le compré una hamburguesa de todas maneras. No me molestaba gastar algo de dinero en él, en especial cuando me había acompañado hasta ahí, en parte, en contra de su voluntad.

—Tómalo como una paga por las tutorías —le dije, cuando le entregué la comida.

Pude enchufar mi celular y además comer porquerías cuando todo lo que había comido eran cosas saludables. Que placer más grande.

Yo amaba la comida chatarra y, aunque sabía que no podía vivir de ella, me gustaba darme gustos de vez en cuando.

—¿Comes tan lento? —le pregunté a Jason cuando noté que yo había terminado y él iba aun en la mitad.

—No suelo salirme de mi régimen...

Yo lo miré con algo de curiosidad, mientras bebía de mi soda.

—¿Haces dieta?

—Es un régimen alimenticio que tengo desde hace años —dijo, sin mirarme a los ojos.

Parecía que no le gustaba hablar de ese tema, pero debía admitir que me causaba curiosidad. Nunca imaginé que Jason fuera tan estricto con su forma de comer.

—¿Entonces nunca comes porquerías poco sanas?

—Solo cuatro veces al año. Nada más.

No pude evitar abrir la boca sorprendida.

—¿Por qué haces tal atrocidad?

—No todos podemos comer como animales y ser delgados a la vez.

—Pero... ¿Qué importa ser delgado?

Jason bajó la mirada. Yo había captado que la situación tenía un trasfondo, quizás un pasado no muy agradable.

No sabía muy bien que decir al respecto, yo no tenía muchos problemas con mi cuerpo o mi peso. Normalmente estaba justo en la línea que debía estar, mi mayor problema eran otras cosas como mi poca masa muscular, mi poca resistencia física o mi casi nula flexibilidad.

—Lo importante es que lo hagas por ti —le dije, de repente—. No por la opinión de los demás.

—Tranquila, lo hago por mí.

No estaba segura de que así fuera, pero entendía que quizás había ciertas cosas de él con las que no se sentía cómodo y, en ese caso, estaba bien que quisiera cambiarlas. No todos podíamos amarnos tal y como éramos y si no nos gustaba algo, pues no le veía el problema a intentar cambiarlo para mejorar.

Le di una sonrisa y me levanté del asiento.

—Yo comprare otra por mí —bromeé.

Jason rio y le dio otra mordida a su hamburguesa.

Mientras estaba en el mesón, lo miraba de reojo para ver como iba. Seguía comiendo igual de lento, pero parecía que al menos le gustaba lo que comía, por lo que creía que era un tanto triste que fuera tan estricto con él mismo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro