Capítulo 10: ¿CSI o La Ley y El Orden?
Había ganado la trivia de historia y geografía, por lo que tendría la opción de eximirme del examen final. ¿Me servía de algo? Me quitaba un peso de encima al no tener que rendirlo, pero en realidad, el examen de historia y geografía era el más fácil para mí. Todos los demás exámenes eran un problema mayor..., pero bueno, no todo en la vida era perfecto. Debía agradecer las oportunidades que me daba el destino.
Gracias a Jason (aunque me costara admitirlo), había conseguido la calificación más alta de mi vida en matemáticas. Cuatro tutorías y habían sido todo un éxito.
Nunca pensé que algo que no me interesaba en lo más mínimo me entraría en la cabeza, menos si era Jason el que me lo explicaba, pero parecía que el sujeto tenía un superpoder que lo hacía ser bueno en todo, incluso en enseñar a seres tan poco avanzados en las matemáticas como lo era yo.
En ese momento, iba con mi examen para mostrarle mi calificación a Jason.
—Oye —lo llamé, parándome frente a su puesto.
Él levantó la mirada.
—¿Qué pasa?
Tomé mi examen con las dos manos y puse la calificación frente a su cara.
—Wow, no pensé que lograrías algo tan bueno. Si sigues así, aprobaras fácil —dijo convencido.
—Gracias... —susurré, con el dolor de mi alma. Incluso pude sentir que algo me había raspado la garganta.
—¿Qué?
—Que gracias —volví a susurrar.
—Dilo más alto, no te oigo —pidió.
—Oíste perfectamente, no te hagas el desentendido.
Jason soltó una risa.
—Está bien, dejaré de torturarte por hoy.
Yo le di una sonrisa, por primera vez, y me marché para salir al receso, contenta con mi calificación.
[...]
La clase siguiente era la de química, otra materia en la que no era buena, para nada, pero al menos me parecía más divertida e interesante que matemáticas.
Me senté junto a Corah como siempre y comencé a fingir que prestaba atención, como siempre también. La clave era pegar la mirada al frente y asentir cuando la profesora te mirara directamente, como si entendieras de qué hablaba.
—Hoy daré los grupos para su proyecto.
Eso llamó mi atención. No recordaba ningún proyecto (que sorpresa), pero si debía hacer uno, rogaba que fuera con Cory. Aunque no le hablara, esa sería la excusa perfecta para cruzar palabras y de una forma natural.
La profesora comenzó a decir los nombres de los grupos de cuatro. Yo solo la miraba fijamente queriendo lavarle el cerebro y que dijera: "McCabe, Diamond..." y otros dos apellidos poco relevantes.
—McCabe...
«¡Si! Vamos Zeus, confío en ti y en tus poderes», pensé en ese momento, en mi desesperación.
—Roberts, Manson y Hansen.
«¡¿Qué?! ¡Zeus hijo de tu mamita...!». Nunca más le pedía un favor a ninguna clase de Dios, pues todos parecían hacerse los sordos ante mis plegarias.
No sólo no me había tocado con Cory, si no que Jason Hansen estaba en mi grupo de trabajo.
—Por Dios —dijo Corah con alegría—. Nos tocó con el cerebrito, la tenemos asegurada.
Corah, Harry, Jason y yo éramos un grupo. Tres idiotas nulos cuando se trataba de cualquier ciencia y un amante de la física, química, biología y matemáticas... era obvio como funcionaria el trabajo. Jason sería el jefe y los demás sus secuaces medianamente útiles.
Al final de la clase, la cual era la última del día, Jason se acercó al puesto donde nos sentábamos Corah y yo.
—¿Cuándo nos juntaremos para comenzar esto?... ¿Y dónde está Harry?
Miré hacia el lado y vi a Harry coqueteando con una de nuestras compañeras. Al parecer se había recuperado de la decepción de Camila, ya era el mismo Harry de siempre.
—¡Harry! —lo llamó Corah—. Trae tu trasero hasta acá.
Harry se despidió de la chica y saltó por encima de unas sillas como un salvaje, hasta llegar a nosotros.
—¿Qué hay? —preguntó, como si no supiera alguna razón por la que tuviéramos que hablar.
—Tenemos un proyecto de ciencias que planear —le dijo Jason.
—Mi departamento no es muy grande —dije yo—. No va a ser muy cómodo.
—Mi casa es un desastre... o al menos mis hermanos menores lo son —siguió Corah.
Jason miró a Harry.
—Harry es quien tiene la casa más grande.
—Claro, no hay problema —respondió, con una sonrisa, Harry.
—¿Qué tal mañana?
—¿Trabajaremos en un proyecto de ciencias un viernes? —preguntó Corah, espantada.
Jason la miró extrañado.
—Sí.
Corah se quedó en silencio unos segundos, como pensando en que debía responder para no causar un lio.
—Mañana será entonces —dijo al final, con una sonrisa nerviosa.
Jason y Harry se despidieron de nosotras, amabas comenzamos a tomar nuestras pertenencias para salir de la sala.
Cuando llegamos a nuestros casilleros a dejar las cosas y sacar otras que debíamos llevar a casa, ella comenzó a quejarse.
—¿Quién hace trabajos los viernes? —cuestionó.
—Las personas que aman los trabajos —contesté.
Corah cerró su casillero de golpe y apoyó su espalda contra él.
—El sábado tengo entrenamiento con las porristas... —me comentó—. Quería descansar el viernes.
—No creo que hagamos mucho —la consolé—. Supongo que pensaremos en algo, repartiremos tareas y veremos que materiales comprará cada uno... Quizás podamos irnos antes de las siete.
—¡¿Estaremos cinco horas en eso?!
Me quedé calculando cuantas horas eran desde las dos a las siete.
—Perdón, soy mala en matemáticas, no me juzgues —le dije cuando me di cuenta de que había calculado mal la cantidad de horas—. Quería decir a las cinco, no a las siete.
Eso hizo que Corah se sintiera un poco más aliviada.
De por sí, Corah odiaba hacer trabajos, le aburrían terriblemente e incluso prefería hacer una prueba, lo que me parecía la preferencia más tonta de mi amiga. El ser mejores amigas no significaba que concordáramos en todo, si así hubiera sido, entonces ella no se vestiría como si fuera a un funeral, mientras yo me ponía colores para bebés.
—Bueno, nos vemos mañana... para trabajar —dijo, con muy poco ánimo.
Corah me dio un beso en la mejilla y luego se alejó en dirección a la puerta principal de la escuela. Realmente la pobre no quería malgastar horas de su viernes en trabajos de ciencia.
[...]
En efecto, todo lo que hicimos el viernes en la tarde fue pensar en el proyecto... Bueno, Jason pensó en el proyecto.
Había dicho un montón de palabras científicas como: ácido desoxirribonucleico (aún no puedo decirlo bien, así que ADN y ya), pH, alcalinidad, yodo sódico y huellas dactilares.
Al final nos decidimos por un proyecto del proceso para revelar huellas digitales (no tenía idea de cómo se hacía, no me pregunten). Aunque debía admitir que me había emocionado como sonaba, me sentía como un detective en "CSI" o "La Ley y El Orden".
De pronto, no podía dejar de escuchar la canción de introducción de "CSI Las Vegas" una y otra vez, y cuando por fin lo olvidé, solo podía escuchar una frase en mi cabeza: "En el sistema de justicia criminal, las ofensas de origen sexual se consideran especialmente perversas. En la ciudad de Nueva York, los detectives que investigan estos terribles delitos son miembros de un escuadrón de élite conocido como: unidad de víctimas especiales... chin chin".
—¡Summer!
—¿A-ah?
—¿En qué cosa tan importante piensas que no prestas atención? —Jason parecía molesto.
«"En el sistema de justicia criminal..."».
—En nada.
—Como siempre... —masculló el muy infeliz.
Por el momento, él y yo estábamos solos en la sala de tareas de la casa de Harry. Una sala con computadores, escritorios, impresora y un mini refrigerador. Lo último porque nadie podía pensar cuando su estómago y tripas exigían ser abastecidas, pues para eso estaban también esas cosas dentro de nosotros: para pedir comida. Si yo hubiera tenido que ser un órgano en mi siguiente vida, hubiera deseado ser un estomago... (ya estaba hablando estupideces).
De pronto, Corah entró junto a Harry con platos con tartas en sus manos.
—Las manda mi mamá —dijo Harry.
Yo tomé mi plato y técnicamente me comencé a engullir el postre. Tenía antojo de algo dulce y la madre de Harry debía haber leído mi mente.
—¿De qué han hablado? —preguntó Corah.
—No mucho —respondió Jason—. Summer no escucho nada de lo que dije.
—¿Por qué?
—Al parecer estaba perdida en sus "importantes" pensamientos.
«"En el sistema de justicia criminal...". ¡Ay, ya cállate voz de hombre desconocido!».
—En realidad no estaba pensando en mucho, solo me distraje.
Fuera cuando fuera, yo no solía ser una persona que pudiera mantener su atención en una sola cosa por completo. No solía durar más de diez minutos concentrada en algo, menos si no me gustaba, a menos de que pusiera todo mi esfuerzo en ello.
—De todas maneras, no hay que hacer mucho ahora —dijo Jason—. La próxima semana comenzaremos a planear que diremos y cómo lo presentaremos.
—Podríamos poner el tema de "CSI Las Vegas".
Entonces, cuando creí que ya lo había olvidado, Corah lo trajo de vuelta.
—Uh, y podemos hacer fichas criminales como las de "La Ley y El Orden" —propuso Harry.
—Maldita sea —susurré.
—Quién diría que las huellas digitales podían ser divertidas —comentó Harry, mientras comía.
Yo solo me quedé quieta mientras oía la conversación con la música de fondo en mi cabeza.
Ahí estaba mi incapacidad de concentración, en su máxima expresión.
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