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IX

Jesse aún no podía creer que pasaría el fin de semana en la casa del hombre que amaba, se encontraba de pie en la ducha con sus dos manos entrelazadas sobre su pecho, de esta manera trataba de desacelerar su corazón. No podía creer que se sonrojó hasta las orejas cuando vio a Armand a quien le había tocado el primer turno en la ducha, salir vistiendo únicamente la parte baja del pijama y la toalla sobre su nuca recibiendo las últimas gotas de agua que se escurrían de su cabello. Tuvo que hacer malabares para contener su erección y es que le pareció tan erótico ver como el bello del pecho del mayor formaba surcos hacía abajo que se habían formado por la fuerza del agua que recorriera hace unos minutos ese cuerpo escultural.

Su cuerpo desnudo empezaba a temblar por el frío, había cerrado la llave del agua hace un momento, pero sus pensamientos lo retrajeron y estaba allí de pie a mitad de la ducha. Armand al no escuchar el agua cayendo y viendo que Jesse se tardaba en salir se preocupó mucho, sin ningún miramiento ingresó impaciente al cuarto de baño de su habitación, su boca se abrió, su corazón se arrebató, mientras no podía alejar su mirada de aquel hermoso cuerpo desnudo, delgado y perfilado. La espalda de Jesse era perfecta y proporcionada, tanto que si en sus charlas Jesse no le hubiera contado que todos los años él se preparaba para correr la Maratón, habría creído que el joven practicaba remo tal como él lo hacía en solitario o acompañado. La cintura de Jesse era definida y muy curvaba. Su trasero era redondo tanto que formaba un bello corazón invertido y sus piernas eran largas y bien contorneadas.

Armand tenía deseos que Jesse se volteara para verlo completo, pero cuando sus ojos subieron de nuevo y se posicionaron en los ojos azules del joven que había girado su cabeza para verlo, descubrió que este estaba sonrojado, comprendió que era la primera vez que lo estaba viendo desnudo y posiblemente el joven estaría avergonzado; aun así al avanzar llevó consigo una toalla limpia, llegó hasta unos pocos centímetros de la espalda de Jesse y comenzó a pasar delicadamente el paño absorbente de algodón egipcio para secar el cuerpo que tanto deseaba, mientras lo besaba y succionaba unas cuantas gotas de agua.

El contacto no era arrebatado, las caricias no eran desesperadas como Jesse lo había experimentado en el pasado. Esta vez la sensación era suave y delicada, un cosquilleo apenas perceptible que lo hacía desear mucho más de aquel contacto, moría por besar los labios de Armand y abrigarse en la tibieza que invadía su cuerpo.

Cuando toda la parte trasera del cuerpo del joven estuvo seca, el mayor lo volteo despacio con sus ojos ansiosos buscando los ojos azules que lo enamoraban, sin quitarle la mirada comenzó a deslizar la toalla por el cuello, los hombros y el pecho de Jesse; lo que terminó de derruir la prudencia y sensatez del joven que dejó escapar un suspiro gutural mientras cerraba sus ojos y su sonrojo se volvía más intenso, fue sentir cerca de su miembro ya erecto la dureza que Armand sostenía y con cuidado y mucha educación alejaba para seguir siendo un caballero, su caballero.

Cuando Jesse al fin tuvo el valor de abrir sus ojos se topó con los de Armand que le sonrió antes de comenzar a descender para continuar secando el cuerpo mojado, bajo por el pecho, la curvatura de su cintura y el vientre bajo, una vez la entrepierna fue secada el mayor retiró suavemente la toalla, vio el miembro de Jesse que palpitaba deseoso y dando rienda suelta a su deseo lo engulló mientras escuchaba el gemido ardiente que su joven amado soltó por la sorpresa, su boca húmeda y tibia daba placer al cuerpo recién secado.

Armand por un momento se sintió tan egoísta porque podía escuchar los gemidos de Jesse y sentir el temblor de sus dedos delgados y fríos sobre sus hombros, él sabía que le estada dando placer, pero no había comparación con el propio placer que recibía al tener por primera vez un contacto tan íntimo con la persona que lo estaba volviendo loco de remate. Dejó de succionar el miembro duro y continuó con la tarea de secar y hasta que quedó satisfecho volvió a erguirse encontrándose con las orbitas de los ojos de Jesse casi rojas talvez por una que otra lágrima que se le escapó por deseo o por amor.

El más alto acarició sus propios labios con el filo de sus dientes, trago todo el sabor que tenía de Jesse antes de besarlo con delicadeza y tomarlo de su mano para conducirlo a su cama. Lo recostó muy despacio sosteniendo el peso del joven con un solo brazo, se recostó sobre él colocando estratégicamente su cadera entre las piernas contorneadas que lo excitaban desde el momento que las vio desnudas en aquel cuarto húmedo. Y comenzó a acariciarlo suavemente y darle besos dulces que se estaban haciendo muy poco para todo lo que el joven deseaba de Armand.

Jesse comprendía la inseguridad y las reservas que Armand aun tenia, sabía que el mayor lo amaba, lo sentía, lo palpaba en cada caricia. Como culparlo, si él mismo dejo a la sociedad hacer de su vida lo que era y no era a la vez. Como explicarle a Armand que sus amantes, aquellos que le habían roto el corazón se podían contar con los dedos de una sola mano y aun le sobrarían dos. Aunque tratara de explicárselo no había forma de probarlo, si cuando la primera vez que destrozaron sus sentimientos, sus amigos del alma no lo abandonaron, ellos se turnaban para no dejarlo solo y hasta ellos se vieron envueltos en los escándalos, señalándolos como sus nuevas conquistas, como sus nuevos amantes, sin comprender que lo único que hicieron fue demostrar que eran leales y estarían a su lado no importa que, hasta el punto de exponerse a las habladurías solidarizándose con él, hasta el punto de convertirse en escudo humano ante las cámaras de los paparazis, para que él no fuera expuesto. Esos eran sus amigos, los de antaño, los de siempre, los 3 mosqueteros.

En lugar de actuar en su defensa ante una sociedad que lo había condenado a portar una letra escarlata, aprendió a ser cínico, hasta hipócrita consigo mismo al ocultarse tras una careta de descaro para no mostrar su dolor.

No podía, no encontraba la forma de explicárselo a Armand y es que perdió toda esperanza de encontrar a un buen hombre que lo amara con fidelidad y con entrega, por lo que al final ya no le importo lo que se dijera de él. Pero ahora si le importaba lo que el hombre frente a él pensara y sintiera, se arrepintió de su falta de perseverancia, de su poca fe en el amor, pero ya no había forma de desandar el camino que él solito había recorrido, tendría que afrontar las consecuencias de sus actos y pedía al Universo porque este amor que hoy entregaba fuera suficiente para conservar esta relación.

Cómo podía enmendarse, cómo explicárselo, ¿le creería? Sonrió para confortarse y decidió que pasara lo que pasara, aunque Armand lo dejara él debía saber lo que guardaba en su corazón. Cerro sus ojos con fuerza, respiro profundo para evitar el llanto y con el rostro del mayor besando su pecho, en susurro pronuncio: —¡Te amo!-

Sintió el frio en su pecho cuando el rostro de Armand abandonó su posición, luego de unos segundos abrió sus ojos para contemplar a su amado observándolo fijamente.

Armand sonrió sin mostrar sus dientes y sin perder de vista al dueño de sus anhelos, Jesse ante la intensa mirada del mayor sintió que desde su cuello subía un inmenso calor, mordió aún más sus labios y llevó sus brazos hasta cubrir su rostro, tratando de evitar que su sonrojo quedara expuesto.

El mayor nunca hasta hoy había contemplado a un Jesse desarmado, vulnerable y tierno, lo observó por unos segundos y se preguntó cuántas de las habladurías de la sociedad serian ciertas y cuantas inventadas. El Jesse que se mostraba ante él no era un casanova o un Don Juan como lo tildaban. Recordó cuando él mismo se vio involucrado injustamente en un chismorreo absurdo y sin sentido cuando terminaba sus estudios en la Universidad y seriamente se cuestionó ¿Cuánto de lo que había escuchado era verdadero?

Todas sus dudas se despejaron, hizo a un lado sus reservas y comenzó a dar cortos besos sobre los brazos de Jesse que los retiro para contemplar de nuevo a Armand que le sonreía y lo seguía besando en su cuello y dejaba reposar sus labios sobre la piel al centro del pecho en donde podía sentir los fuertes latidos del joven corazón. Mientras dejaba que el aroma y el sentimiento que Jesse despertaba en él lo embriagaran, giró su rostro y como gato meloso comenzó a restregar su mejilla sobre el torso casi lampiño, mientras cobijado en una inmensa felicidad expresaba al chico lo que gritaba su corazón: —! Yo también te amo Jesse¡-

Entre sonrisas de ambos y sonrojos de parte de Jesse, Armand preparó el cuerpo trémulo y palpitante de su joven amado. Condicionó su propio cuerpo para estar cómodo al momento de poseer a quien amaba y antes de penetrar le pidió permiso de hacerlo sin ninguna protección, no sin antes asegurarle que siempre había sido cuidadoso y que no debía haber ninguna preocupación por su parte. Jesse asintió y le aseguro que también por su parte no existía riesgo, ambos comprendían que el paso que hoy daban, el amarse sin ningún tipo de barreras era parte de la confianza que desde un inicio querían tener como pareja.

Al tener la aprobación de Jesse, Armand colocó su glande en la entrada del joven, poco a poco presionó y tuvo que cerrar un par de veces sus ojos para no correrse porque era demasiado erótico y sensual ver a su amado mordiendo sus labios, ciñendo con sus delgados dedos sus brazos musculosos y encorvando la espalda sobre la cama.

Lo hizo suyo completamente, el sentimiento descabellado que antes tenía en la mente de marcar la piel joven con el fin de borrar cada marca que sus previos amantes le hubieran hecho, se fueron disipando al ver los gestos y actitudes del joven. El Jesse que estaba frente a él, bajo su cuerpo, soportando su peso, era suyo, completamente suyo y ya no le importaba su pasado cierto o verdadero, hizo un juramento silencioso de no permitir que nadie más que él reclamara este derecho, nadie más podría llamarlo suyo, ese derecho de un tiempo acá solo a él le correspondía y para sellar ese juramente él se volvería la necesidad de Jesse, se convertiría indispensable en su vida, el oxígeno y pan del día a día, él se encargaría de convertirse en el único hombre de su vida, porque con su amor y dedicación borraría cada uno de los malos recuerdos de las relaciones previas que haya tenido su joven amante.

Se movió en su interior, Jesse casi pierde la conciencia al sentir la virilidad de Armand deslizándose suavemente. Por su parte Armand no tenía el valor de acometer con toda la pasión que sentía, evitaba quedar en ridículo frente a su impaciente amante, porque era tan placentero estar dentro de la estrecha y tibia cavidad que sentía que de un momento a otro se vendría.

En aquel recinto, solo se escuchaban las respiraciones entrecortadas, muchos gemidos encontrados, unos roncos y otros delicados, se veían dos cuerpos friccionados en un movimiento muy suave que hacía casi imperceptible el rechinar del colchón, en toda aquella habitación se sentía un confortable calor.

Ambos amantes se vieron a los ojos cuando Arman detuvo su movimiento, ambos sonrieron entre besos, mientras el mayor colocaba un brazo alrededor de la cintura del joven, con mucho cuidado de no perder el contacto con el interior de Jesse fue girando ambos cuerpos, hasta que el quedó recostado sobre la cama con el chico sobre él sentado a horcajadas, con sus delicadas manos sobre su peludo pecho. Jesse sonrió y mordió una vez más sus labios antes de jinetear sobre el cuerpo de su amado. Ahora el joven marcaba un ritmo cadencioso. Armand consiente que pronto llegaría el clímax, sujetó con una mano el miembro de Jesse que recibió la caricia con un gemido ahogado.

Jesse se sentía extasiado por la mirada de fuego de Armand que no lo perdía de vista, los ojos brillosos del mayor recorrían desde los ojos azules hasta la cadera de Jesse que subía y bajaba sobre su miembro. El joven sintió perder la cabeza, todo su cuerpo se envolvió en un agradable calor y el estallido de sus emociones llego a su final con un gemido profundo y la expulsión de su semen que atravesó la mano cóncava que sostenía su miembro, su esencia se depositó sobre su cuerpo y el cuerpo de Armand que al sentir tan exquisito placer no se pudo contener y encorvo los dedos de sus pies y dio dos estocadas más para correrse en el suave y palpitante interior.

Mientras ambos experimentaban la sensación del orgasmo pronunciaron sus nombres, este gesto era como el reconocimiento final y la reafirmación de la conciencia que tenían de la persona que tenían frente a ellos antes de sellar aquel pacto de amor con el fierro ardiente de la primera entrega.

Jesse se desplomó sobre el pecho del mayor que lo recibió entre sus brazos, lo colmaba de caricias y de cariñosos besos. Jesse sintió placentero el cosquilleo del miembro de Armand que de a poco se ponía flácido e iba abandonando su interior, sonrió y elevó su rostro que fue interceptado por el rostro sonriente del mayor que lo beso con mucho amor.

Los dos amantes aun abrazados uno sobre el otro en aquel mullido colchón sonrieron luego de escuchar el chasquido que sus bocas hicieron al separarse, Armand vio a los ojos a Jesse y dejó de sonreír cuando le empezó a decir:

—En todo este tiempo que hemos estado juntos, lo único que tenía en mi pensamiento con respecto a ti se resume en una sola palabra…"MIO" —

Los ojos de Jesse centellaron y un par de lágrimas los anegaron, mientras Armand continuó hablando:

—¡Jesse… tómame, exígeme, reclámame ante el mundo, porque te aseguro que yo soy tuyo, mi amor y mi pasión solo serán para ti!—

Las lágrimas de Jesse ya no fueron contenidas, se precipitaron sobre el pecho de Armand que sonrió de felicidad, mientras secaba del rostro joven la excesiva humedad. El mayor mordió sus labios y sujetó firmemente el rostro de Jesse para que lo viera directamente y le preguntó:

—No todo de lo que se ha dicho de ti es cierto ¿Verdad?—

Jesse solo negó con el movimiento de su cabeza, gesto que hizo muy feliz a Armand, al pensar que no se equivocaba y que a quien amaba era una persona de buenos sentimientos y ya solo eso importó.

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