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¿¡Eres hijo de esa caja!?

¡Mi Vida en One Piece!

Arco: Capitán Kuro

Capítulo 08

¿¡Eres hijo de esa caja!?

Los personajes de One Piece no son míos, les pertenecen a Eiichiro Oda.

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«Destino, Fortuna, Sueños.

Estas ideas indetenibles están muy dentro en el corazón del hombre.

Mientras esas personas busquen libertad en esta vida,

Estas cosas no desaparecerán de la tierra» —Gold D. Roger.

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Capítulo dedicado a @Airam070287

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Luffy normalmente no tenía problemas para quedarse dormido o para dormir, pero aquella mañana no fue el caso. A unos cuantos pasos de él podía escuchar una serie de murmullos que lo molestaban y no lo dejaban seguir en el mundo de los sueños.

Con un pequeño gruñido abrió los ojos, parpadeó un par de veces hasta que despertó por completo. Dio una vuelta en su futon y dirigió la vista a la fuente de los murmullos, allí sentados estaban sus hermanos mayores, Sabo y Ace.

—¿Por qué está levantado? —preguntó un curioso Sabo.

—¡No lo sé! Cuando desperté ya estaba así —contestó casi histérico Ace.

Luffy bostezo aún con sueño, salió de la calidez de sus sabanas, pero una fría brisa de invierno lo hizo dudar. Inteligentemente tomó la sabana y la colocó sobre sus hombros, una vez bien abrigado se levantó y camino hasta sus hermanos.

Se asomó por encima del hombro de Ace y observó lo que con tanta atención veían los mayores "Ah, solo es una erección", pensó Luffy volviendo a bostezar. Al parecer Ace ya había llegado a la pubertad y estaba experimentando los cambios que con ella venían.

—Un baño de agua fría ayudará —aconsejó Luffy.

Dándole toda la ayuda que estaba dispuesto a prestar, Luffy no estaba de humor para dar la "charla" además de las explicaciones del porque sabía esa información, cuando claramente era el menor de los tres, aunque eso solo era físicamente, mentalmente era mucho mayor.

—¿En serio? Lo intentaré —Ace parecía feliz de tener una solución para el problema entre sus piernas.

—¿Cómo sabes que un baño ayudará? —indagó curioso el rubio de los hermanos.

—Se-cre-to —se limitó a decir el menor con una sonrisa malvada.

—¡Luffy!

Luffy rió, el se divertía mucho con las expresiones que hacía Sabo cada vez que le negaba información. Dado su educación Sabo debería ser el más listo, pero al tener la experiencia de una vida pasada Luffy era mucho más inteligente, tal vez era trampa, pero el Mugiwara no podía hacer nada.

—No te lo diré. Como sea, Ace —al fondo Sabo se quejó diciendo algo como "No me ignores". Luffy no le hizo caso—. Deberías encargarte de tu problemita antes de que Makino llegue.

El rostro de Ace adquirió un lindo color escarlata "¡Su inocencia y ese sonrojo lo hace ver adorable!", pensó Luffy en modo Fan girl. Mientras el menor fantaseaba, el hijo del rey de los piratas salió de la habitación.

—Tienes agallas para ignorarme Luffy —masculló Sabo arrancándole bruscamente la sabana a Luffy.

—¡Oye! ¡Devuélvemela hace frío!

—¡No quiero!

—¿Quién es el infantil ahora?

—¡Cállate, tú empezaste!

Si, Luffy se podía considerar el más inteligente de los tres, pero en cuanto a fuerza fruta era el más débil. Y eso lo comprobaba cada vez que peleaba con sus hermanos y aunque fuera un pequeño juego de manos, Luffy era fácilmente sometido.

—¿¡Qué demonios están haciendo tan temprano, mocosos!? —vociferó Dadan entrado a la habitación.

—Le enseño a Luffy que debe respetar a su hermano mayor —señaló Sabo realizándole una llave al menor.

—Da...Da-dan... A-Ayuda —suplicó Luffy estirando su mano hasta tomar la muñeca de la mujer.

—¡Dejen de tonterías y vayan a cazar el desayuno! —ordenó la bandida, pateando a ambos niños a fuera de la casa.

—¿Dónde está tu espíritu navideño, Dadan? —reprochó Luffy por el trato dado en un día tan especial.

—Estará aquí cuando ambos lleguen con la comida— prometió, encendiendo un cigarrillo—. ¿Qué esperan?

—Esto es explotación navideña —se quejó Luffy tomando su tubería de acero y caminando hacía el bosque.

—¡Yo cazaré antes que tú! —proclamó Sabo corriendo y adelantándose a Luffy.

—¡AAH! ¡Espérame Sabo!

//SALTO DE ESCENA//

—¡Increíble Luffy, Sabo! —alabó con una sonrisa encantadora Makino.

Allí encima de la mesa había un enorme jabalí el cual serviría como la cena navideña la cual alimentaria a todos los bandidos más los tres estómagos sin fondo de los hermanos.

—Fue fácil cazarlo —se jactó Luffy con una sonrisa creída.

—¡Oye! ¡Yo hice todo el trabajo pesado! —replicó el rubio

—¡Pero yo pensé el plan! —añadió Luffy.

Makino rió y acaricio el cabello de ambos niños.

—Lo cierto es que ambos hicieron un buen trabajo —ante los elogios los niños se sonrojaron—. Ahora que recuerdo, Luffy tengo algo para ti.

Los ojos de Luffy brillaron— ¿Qué es? ¿Qué es?

Makino sin borrar su sonrisa caminó hasta la bolsa que había traído consigo, abrió el cierre y comenzó a rebuscar en el interior. Con emoción y excitación Luffy saltaba alrededor de Makino intentado ver que le había traído.

—Ta-dan —mostró Makino lo que parecía ser un suéter y pantalón de color rojo.

Luffy doblo la cabeza hacía un lado confundido.

—Es un... ¿Traje de Santa?

—¡Correcto! Yo misma lo hice para ti, seguro que te verás adorable.

Si Luffy hubiera nacido como niña en ese mundo no habría dudado en colocarse el traje, pero ahora era un niño y dudo. Dudo ya que había una gran posibilidad de que Sabo y Ace se burlaran de él. Ese pensamiento incremento cuando escucho una carcajada apenas audible del rubio.

Luffy se giró a verlo, Sabo se contenía para no reírse a todo pulmón así como los demás bandidos presentes. Sin querer ser el centro de las burlas Luffy decidió declinar el regalo lo más amable posible.

—Yo... Makino yo... —los ojos de Luffy se fijaron en los dedos de la joven los cuales tenían varias curitas en ella—. Y-Yo... N-No puedo esperar para ponérmelo.

—¿En serio? ¡Qué bien Luffy! —Makino sonrió brillantemente a la vez que le entregaba el traje a Monkey.

//SALTO DE ESCENA//

—¡Kyaa! ¡Luffy te ves adorable! —alabó Makino encantada.

Luffy sonrió sinceramente ante lo feliz que ella estaba, lo cierto que el traje era cómodo y acogedor. Incluso venia incluido un gorro de navidad que estaba encima del sombrero de paja.

—Bueno supongo que comenzare a cocinar —dijo la joven adulta caminando en dirección a la cocina.

—¡Te vez muy bien, mocoso! Jajajaja —Dadan así como la mayoría de los bandidos se burlaron de Luffy.

"Que no te molesten, Makino está feliz así que eso es lo único que importa", pensó Luffy dándose ánimo.

—Lo cierto es que te vez bien, tu no les hagas caso —defendió Ace colocando las manos en los hombros del menor.

—Lo sé, ellos solo están celosos porque jamás serán tan adorables como yo —sí, Luffy podía ser muy narcisista cuando quería.

—¿¡Qué dijiste, mocoso!? ¡Te matare! —amenazó Dadan tomando al Mugiwara por el cuello con toda la intención de darle un puñetazo.

—¿A quién vas a matar, Dadan? —formuló esa pregunta una voz con un tilde de peligro en el tonó.

El cigarrillo en los labios de Dadan se calló en el mismo momento que su cuerpo entero se convirtió en piedra. Por otra parte haciendo uso de su habilidad gomosa Luffy estiró su cuello para ver a la persona recién llegada.

—¡Abuelo! —mencionó con una gigantesca sonrisa—. ¡Si viniste!

Al no poder huir del agarre de la líder de los bandidos Luffy estiró su cuello rodeando el cuerpo del marine en un abrazo. Si alguna persona no hubiera estado acostumbrado a las habilidades de Luffy hubiera considerado la escena aterradora y desagradable.

—¡Claro que vine! No podía negarme a la petición de mi lindo nieto —comentó Garp acariciando la cabeza de Luffy.

—Oye Ace, deberías preguntarle al abuelo sobre lo que te sucedió esta mañana —aconsejó Sabo en un susurró.

—Eh, no quiero. Además ya paso.

—Abuelo —llamó Luffy—. Ace ya llego a esa edad.

—¿Cómo que esa edad? —preguntó confundido el adulto.

Luffy suspiró ante lo tonto que podía ser a veces el hombre.

—Ace y Sabo necesitan que les des la charla.

—¿La charla? —Garp se cruzó de brazos pensando—. ¿La charla?... Ah, la charla. ¿Te refieres a esa charla?

—Sí, Ace esta mañana tuvo un pequeño problema allí abajo.

—Oh —la mirada del héroe se fijó en sus nietos mayores—. Ya veo la charla... Bien Ace, Sabo, Luffy ya es hora de que reciban la charla.

//SALTO DE ESCENA//

—¡JAJAJAJAJAJAJA!

Luffy una que otra vez había escuchado el dicho "morir de risa" y en esa ocasión creía firmemente que podía morir de la risa que tenía. Ver al famoso Monkey D. Garp dando "la charla" era algo que nunca pensó que sería testigo.

Todo había resultado tan ridículo y gracioso que Luffy había tenido que literalmente huir de allí. Sus instintos de supervivencia lo llevaron lo más lejos del marine para así poder reír a todo pulmón. Era una lástima no haber escuchado todo.

Luffy sabía que varios de los consejos que Garp les estaba dando a Sabo y Ace le resultarían de mucha utilidad cuando él mismo tuviera ese problema entre las piernas, pero poder reír sin correr peligro de ser víctima de un puño de amor era más importante que esa pequeña, pero vital información.

Después de reír hasta llorar Luffy por fin pudo calmarse, con una sonrisa en su rostro se giró y caminó de regreso a la casa de los bandidos, la cual en ese momento estaba decorada para navidad. Los hermanos habían decorado todo el lugar con las cosas que habían encontrado en la Terminal Gray e incluso había conseguido regalos para todos.

Luffy subió la mirada para tratar de ubicar el sol, pero para su decepción el cielo era cubierto completamente de nubes grises las cuales dejaban caer miles y miles de pequeños copos de nieves. Gracias a su traje de Santa, Luffy estaba lo suficiente abrigado como para tener frío.

Sin saber la posición de sol para orientarse Luffy comenzó a caminar en una dirección aleatoria, con su tubería de hierro despejo su camino de la vegetación. A Luffy no le resultaba difícil abrirse paso por la espesa vegetación gracias a su agilidad y a la comodidad de su ropa.

Fue en el momento que Luffy saltaba un árbol caído que sintió un fuerte y casi insoportable dolor en su pecho, que lo hizo caer de rodillas en la nieve. El pequeño sentía una fuerte y abrumadora presión en los pulmones que le impedía respirar, sus pequeñas manos enguantadas se cerraron en puños sobre su abrigo.

La visión de Luffy comenzó a fallar dejando ver puntos negros en todas partes, pero inesperadamente y sin explicación alguna el dolor se detuvo, como si nunca hubiera estado allí.

Monkey D. Luffy jadeo sonoramente en busca del vital oxígeno, el Mugiwara perdió el equilibrio por un momento por lo cual colocó sus manos en la nieve para evitar caer del todo. Pequeñas gotas de sudor bajaron desde su frente recorriéndole el rostro hasta finalmente caer en la nieve.

Respirando sonoramente Luffy gateo hasta un árbol cercano donde se recostó tratando de recuperar el aliento, él sentía que había corrido una maratón. Descuidadamente Luffy se quitó el gorro navideño así como también el sombrero de paja, sus mechones de cabello estaba pegados a su cara debido al sudor. Quitándose los guantes Luffy se pasó las manos por la cara así como también su cabello, despeinándose en el proceso.

Luffy con el paso del tiempo fue recuperando la normalidad de su respiración, fue en ese momento que escucho el crujir de unos pasos en la nieve. Perezosamente abrió los ojos los cuales había cerrado con anterioridad, parpadeo un par de veces y dirigió la vista al lugar del sonido, su vista se encontró con un hombre.

De inmediato las alertas en el cerebro de Luffy se encendieron, su instinto de supervivencia le gritaba en que huyera, dado que ninguna persona normal o simplemente alguien con sentido común, se adentraría a la Montaña Corvo. Ya que podía ser comido por cualquier animal salvaje o bien ser robado por los bandidos que allí vivían.

Además otro punto para sospechar que ese hombre era peligroso era su vestimenta, no era para nada ropa apropiada para el invierno.

El hombre, el cual se iba acercando a Luffy, vestía una chaqueta azul oscura la cual de lo larga que era rosaba la nieve, usaba un pantalón y botas de color negro. No usaba ninguna camisa en cambio su pecho era cubierto por vendas. Y lo más aterrador del sujeto era que ocultando su rostro llevaba un mascara azul con forma de demonio.

El individuo se detuvo justo al frente de Luffy, este por su parte tuvo que subir la mirada para poder verlo. Ninguno de los dos dijo nada.

El desconocido llevó la mano derecha a su espalda de dónde sacó una pistola con una peculiar apariencia. El arma era completamente blanca con detalles en dorado, a Luffy le entro un escalofrió al ver la pistola, por alguna razón le resultaba muy familiar.

La pistola dio vueltas en la mano del hombre y por la forma en que la movía se notaba que era un experto manejando armas de fuego. Al terminar de jugar con la pistola la apuntó hacia Luffy. La chica reencarnada por su parte no sintió miedo alguno, dado que al ser de goma por lógica las balas no le harían daño, simplemente revotarían. Luffy de lo único que debería de tener miedo es de algún objeto filoso.

El de la máscara ladeo la cabeza confundido por la falta de miedo del niño, pero sin impórtale mucho disparó. El sonido de la bala asusto a las aves cercanas las cuales alzaron vuelo huyendo.

La bala impactó en el hombro derecho de Luffy incrustándose en su piel.

—¡AAAAYYY! —gritó de puro dolor Luffy.

Rápidamente Luffy llevo su mano izquierda a la herida la cual no paraba de sangrar, el líquido carmesí era absorbido por el abrigo el cual se volvía de un rojo más oscuro. Luffy abrió los ojos incrédulos a la vez que un par de lágrimas bajaban debido al dolor "Estoy herido... Una bala me hirió", pensó Luffy temblando de miedo.

"¡N-No pu-puedo estar herido!", pensó Luffy retrocediendo tratando de huir, pero su espalda chocó contra el árbol en el que había estado recostado.

—¿U-Usas Ha-Haki?

Haki, esa era la conclusión más lógica a la cual podía llegar Luffy ya que era imposible que una bala normal pudiera lastimarlo. Los ojos del Monkey se abrieron más de lo humanamente posible al escuchar su voz la cual tenía un leve tono agudo como el de una niña.

—¿Q-Qué me... Me... ¡Qué me hiciste!? —asustado Luffy preguntó.

—Me sorprende que estés llorando —admitió con cinismo el hombre con una voz ronca y macabra—. Pensé que ya te había acostumbrado al dolor de una bala.

Miedo, horror, pánico todas esas emociones se reflejaron en el rostro de Luffy, su pequeño cuerpo comenzó a temblar sin control alguno, igual que un venado recién nacido. El miedo había consumido todo el ser de Luffy, su mente le gritaba que corriera pero su cuerpo simplemente no se movía.

"Voy a morir... Voy a morir... Voy a morir... Otra vez", eran los pensamientos del Mugiwara.

Desde que había reencarnado se había obligado a olvidar su muerte, pero parecía que ya no podía huir más de su horrible pasado, porque parecía que este la había seguido hasta ese mundo. Al frente de él estaba el mismo asesino que la había asesinado en su primera vida.

Paralizado por el miedo Luffy no tenía escapatoria.

—Acabaré lo que empecé ese día.

¡BANG!

Luffy abrió los ojos en par en par sus ojos negros estaban fijos en el techo de madera, pero no lo veía en realidad, su pecho bajaba y subía rápidamente a la vez que su camisa estaba pegada a su cuerpo debido al sudor que expulsaba su cuerpo.

Luffy se sentó en la hamaca donde había estado durmiendo y se quitó el sudor de la frente con la mano.

—Solo fue un mal sueño... —se intentó convencer a sí mismo—. Solo fue una horrible pesadilla.

//SALTO DE ESCENA//

Después de esa pesadilla Luffy había estado con un humor negro por varios días, pero a pesar de ello intento ser lo más amble posible con su tripulación. Ellos no tenían la culpa por los demonios internos de su capitán.

Una serie de acontecimientos surgieron antes de llegar a la siguiente isla en la que embarcaron. La primera fue que el galeón de acero fue bautizado por Luffy con el nombre de "El Perla Negra".

—¿Por qué Perla Negra? —había preguntado Coby.

—Es en honor al barco más rápido del mundo —había contestado Luffy, recordando al navío cuya apariencia era negra desde la madera hasta las velas. No pudo evitar sonreír al llegar a su mente el rostro del peculiar Capitán Jack Sparrow.

Muchos de los tripulantes estuvieron intentado recordar a un barco con esas características; pero ninguno lo logró. Más de una persona pensó que su capitán se había inventado la historia. En cuanto al barco rosa, este aún no tenía nombre, pero esto no quería decir que no hubiera varias opciones. Aunque por los momento Luffy aún no se decidía por ninguno.

Otro suceso resaltante en el viaje fue que Mohji le exigió a Nami que le devolviera a Ritchi, el león. Esto lo hizo frente a una gran audiencia. Decisión y seriedad habían estado impresas en el rostro del domador. Y eso era todo un logro dado que estaba enfrentado cara a cara a Nami.

Y todo esto requería valor, mucho valor. Luffy, Zoro y Buggy tuvieron por un momento admiración por él, pero tras ver sus piernas temblando los sentimientos disminuyeron aunque el respeto por el domador quedo.

Luffy considero que este acto de valentía era algo que seguro tomaría en cuenta el Sombrero seleccionador de Hogwarts para un candidato a Gryffindor, la casa de los leones. Monkey sonrió ante la ironía de que su antigua mascota había sido justamente un león.

Este encuentro se convirtió en una discusión la cual ambos protagonistas lanzaban argumentos bastante buenos, tal parecía que Mojhi se había preparado de antemano para esa pelea. Aunque tras alargarse el encuentro Luffy decidió que Ritchi decidiera con quien quedarse.

No fue sorpresa para nadie —excepto de Mojhi— la decisión del felino. El león pervertido había preferido quedarse con Nami que con su antiguo domador. Por lo tanto Luffy siendo el capitán tuvo que prestar su hombro para que el pirata llorará y se desahogara, diciendo constantemente cosas como: "Ritchi es un traidor" "Mujeres ladronas" y una variedad de cosas más.

Sintiendo lastima por el estado de su nakama, Luffy decidió que Mojhi dejara de ser un "domador" y se convirtiera en el "entrenador" de Princesa y Nessie. Mojhi vio está oportunidad que le daba su capitán como una forma para tomar venganza en contra de Ritchi. Por lo cual termino aceptando.

Desde ese día Mojhi estuvo a cargo de los dos reyes marinos. Su alimentación, cuidado, entretenimiento y entrenamiento estaban a cargo de él. Ambas criaturas se encariñaron rápidamente con él, muchos se quedaron sorprendidos, pero la realidad era que el ahora entrenador tenía un don para los animales. Claro que para Princesa y Nessie, Luffy siempre seria su humano favorito.

Pero sin lugar a dudas el evento más resaltante del viaje y el más aterrador fue cuando el capitán Monkey D. Luffy hizo cumplir su palabra: «El más lento del entrenamiento recibirá un castigo». El pobre y desafortunado hombre más lento resultó ser una de los grumetes de Buggy, un moreno calvo y con labios grueso.

—Si sobrevives una hora vivirás sino... —Había dicho un Luffy con una voz de ultratumba mientras sostenía del cuello al aterrado morreo. Sin contemplaciones lo lanzó por la borda—. ¡Princesa, Nessie! —llamó, ambas criaturas salieron del mar a la vez que el pirata nadaba entre ellas—. ¡Ataquen!

El grito que dio el pirata payaso calvo penetro hasta en los huesos de toda la tripulación. Los cuales veían con miedo a su capitán para después desviar la vista a su nakama que nadaba frenéticamente de un lado a otro, siendo perseguido por ambas bestias marinas.

Todos jadearon horrorizaron al ver que tanto Nessie como Princesa iban en serio en su tarea de atacar al moreno. No tenían piedad y no le daban descanso al hombre, se veía que en verdad se lo querían comer, dado que de sus colmilludas mandíbulas escurría grandes cantidades de baba.

Mientras pasaba de manera muy lenta aquella hora, Princesa había logrado acercarse lo suficiente para morderle el trasero arrancando gran parte de la tela del pantalón que usaba, dejando a la vista de la tripulación unos calzoncillo blancos con corazones en rojo —para suerte del moreno—.

Debido al miedo el hombre, chillo aún más fuerte para nadar con una rapidez casi sobrehumana para huir de los dos reyes marinos que parecían que llevaban días sin comer. Para alivio del moreno y decepción de los animales, la hora paso y el castigo quedo cumplido.

Desde esa perturbadora experiencia el pirata payaso jamás en su vida volvió a quedar de ultimo en los entrenamientos, lo que enorgulleció a Luffy fue que el moreno se había vuelto uno de los miembros más rápidos de la tripulación.

Por otra parte, al ser testigo de este castigo toda la tripulación se esforzaba para no ser los últimos, dado que ya había comprendido de lo que era capaz Monkey D. Luffy y él era un hombre que cumplía con su palabra, en ese momento muchos concordaron que era muy probable que en el futuro él se convirtiera en el rey de los piratas.

//SALTO DE ESCENA//

Un día particularmente despejado de nubes un vigía avisto una isla a lo lejos. Al tener esta información un par de grumetes fueron a informar a los respectivos capitanes y a la navegante en jefe.

Ante el aviso Nami salió de la lujosa y tecnológica habitación de la sala de control del Perla Negra. Caminando pausadamente hasta llegar a la cubierta y detenerse en el barandal del barco, miró a través de unos binoculares —que había llevado consigo— en la dirección en la que le habían señalado estaba la isla.

La mujer frunció un poco el ceño al detectar las nubes de tormenta que rodeaban a aquella pequeña isla. En su experiencia como navegante, Nami pudo deducir que esa tormenta era extraña y para su molestia no entendía el porqué. Aunque tenía una pequeña sospecha.

—Funan. Trae los mapas que están en el escritorio de la sala de control —pidió sin dejar de ver por los binoculares.

—¡Hai, Nami-san! —pronunció Funan con sumisión. Se giró y miró con arrogancia a los hombres que limpiaban la cubierta a unos cuantos pasos de él—. ¡Y ustedes quiero ver mi reflejo en el piso cuando vuelva!

—¡Hai, Funan-sama.

Con un aura de satisfacción Funan subió la barbilla y se fue a hacer lo que le pidieron. Desde hace varios días el pirata disfrutaba del privilegio que le otorgaba ser uno de los subordinados de Nami y la tripulación principal.

Para ser exactos un día unos miembros de la tripulación de Buggy habían intimidado al trío de hermanos para que así ellos hicieran la tediosa tarea de trapear la cubierta, dado que al conocerlos los hombres sabían que los hermanos eran débiles y no podían ir en contra de ellos.

Por supuesto que no tomaron en cuenta el ser encontrados por Luffy en el momento que intimidaban al trío. Los payasos terminaron con gigantesco chichones sobre sus cabezas y un sermón que duro horas y desde ese día nadie se atrevería a meterse con los hermanos. Tigre, Rey y Funan era la envidia de la tripulación entera al ser los favoritos del capitán y la tripulación principal.

—Aquí están los mapas que pediste, Nami-san— entregó Funan con una sonrisa.

—Gracias —Nami los tomó y posteriormente los revisó hasta que encontró el que estaba buscado— ¡Aquí está! Esa isla es... Mmmm ¡Sí, no hay lugar a dudas! —exclamó con una enorme sonrisa viendo a su subordinado—. En esa isla hay un tesoro y no cualquier tesoro ¡Uno legendario!

—¿¡Un tesoro!? —inmediatamente Funan fue contagiado por la emoción de encontrar un tesoro.

—Sí, he escuchado historias en torno a esa isla— recordó Nami a la vez que hablaba con algo de misterio.

Un mal presentimiento surcó al del afro naranja, pero aun así preguntó—: ¿Q-Qué tipo de historias?

—Se dice que allí reside un tesoro que ha estado oculto años y que hasta la fecha nadie lo ha encontrado... Además hay una leyenda sobre esa isla —relató sombríamente haciendo tragar grueso a Funan—. La leyenda dice: «Que aquellos que osen arribar a la isla, recibieran un castigo divino» —justo en el momento que Nami termino de hablar un ruidoso trueno resonó asustando así al más que aterrado Funan—. Claro que solo es una leyenda.

Nami se encogió de hombros despreocupada; y muy divertida por la reacción de su subordinado así como también de la pequeña audiencia que tenía.

—Oh, una isla —comentó un Luffy sin camisa. El cual se limpiaba el sudor que cubría su cuerpo con una pequeña toalla.

Atrás de él venía un Coby bastante golpeado, sudado y extremadamente exhausto. Varios días atrás el Mugiwara había comenzado en darle un pequeño, pero riguroso entrenamiento extra a Coby, a petición de este último.

Coby era pequeño, débil y delgado por lo cual Luffy se estaba dedicando a fortalecer su cuerpo con diferentes tipos de ejercicios. Si todo salía como lo planeado por el capitán, Coby sería uno de los primeros en aprender algunas técnicas del rokushiki.

—¡Luffy en esa isla se dice que hay un tesoro! ¿No acercamos? —preguntó Nami.

—Sí, porque no.

Con una sonrisa pegada al rostro la navegante se dirigió a la caja de comando que estaba en la cubierta.

—¡Giren a estribor, nuestro curso lo cambiaremos en dirección a la isla!

La voz de Nami resonó através de los altavoces del Perla Negra, siendo escuchada por todos los miembros de los tres barcos. Los respectivos navegantes de cada navío —Cabaji el del barco de Buggy, Rey en el barco rosa y Ritchi en el galeón— acataron las órdenes y cambiaron el curso.

Corrigiendo el rumbo, los tres barcos cambiaron su trayectoria rumbo a la isla ya antes mencionada. A la vez que se acercaban las olas del mar se volvían cada vez más grandes y furiosas, meciendo bruscamente los navíos de un lado a otro. El cielo se oscureció por las grandes nubes de tormenta que rodeaban a la pequeña isla, miles y pequeñas gotas de lluvia mojaban a todo aquel que se encontrara afuera.

Como la navegante Nami ladraba orden tras orden, las cuales eran ejecutadas por la tripulación, incluso Luffy que era el capitán estaba ayudando. Después de un buen trabajo en equipo los barcos por fin pasaron la tormenta, la cual curiosamente solo estaba alrededor y no sobre la isla.

Ya sin el clima hostil pudieron navegar tranquilamente hasta la isla donde anclaron cerca de la playa, la tripulación rápidamente bajaba los botes al mar, los cuales usarían para llegar a tierra firme.

—Bien ya que estamos aquí aprovechemos para abastecernos con agua fresca y frutas —explicó Luffy a Nami y Buggy.

Ambos piratas asintieron con la cabeza y comenzaron a reunir a los hombres que bajarían a la isla y se encargarían de buscar los suministros. Los piratas se agruparon en tres grupos.

El primer grupo era liderado por Luffy con él estaban Nami, Ritchi y el flaco y gordo que habían pisado a Luffy en la anterior isla.

Coby aún nervioso se convirtió en el líder del segundo grupo. Y sin ningún inconveniente sobre su líderazgo, estaban los hermanos Tigre, Rey, Funan.

Como líder del tercer grupo estaba Buggy, el cual era acompañado por Cabaji y Mohji. Zoro por su parte había sido designado como la autoridad máxima en los barcos, esta decisión se basó en que nadie quería lidiar con el pésimo sentido de orientación del espadachín, aunque en la decisión también se basó en que por más que lo intentaran, nadie podía despertar a Zoro.

Con todas las preparaciones listas los tres equipo abordaron los botes y remaron hasta la costa, una vez en la isla cada grupo tomo direcciones diferentes para recorrer más terreno.

—Kiiikii rikiii —ladró un perro.

Luffy se detuvo y sus nakamas atrás de él lo imitaron, el capitán parpadeo un par de veces intentando procesar lo que sus ojos veían. Al frente del grupo había un perro grande, el pelaje era corto de una tonalidad gris, las orejas eran pequeñas, pero puntiagudas en un color marrón, la nariz era redonda y un tanto húmeda color negro, pero lo realmente inusual en el animal era que tenía una larga cresta y barbilla de gallo esta era de un color rojo vivo. Así como también en vez de tener una cola canina tenía largas y bonitas plumas de color blanco que terminaban al final con una mancha en negro.

El can se detuvo un momento para observarlos, sus ojos negros los examinaron, pero después de un rato bostezo de repente, una larga y húmeda lengua rosada salió del hocico mostrando también unos colmillos bastante afilados. Después de ese largo bostezo el perro cerró su mandíbula y comenzó a caminar hasta perderse en el bosque.

—¿Qu-Qué era eso? —tartamudeó Nami con duda respecto al animal. Una gota de sudor bajo por su nuca—. ¿Era un perro?

—Creo que era un perro con parte de gallo —supuso el gordo—... Mmmm... ¿Qué tal un pello?

—Creo que sonaría mejor un garro —opinó su compinche.

—La isla de los animales raros —susurró Luffy abriendo los ojos sorprendido.

De repente recordó las notas de sus cuadernos, según sus notas después de haberse encontrado con Buggy llegarían a la isla donde vivía Usopp, pero eso no había sucedió. Primero habían llegado a la isla que controlaba Ganzack y ahora habían llegado a la isla de Gaimon.

Luffy frunció el ceño al notar que sus notas no eran muy ciertas en muchos aspectos, suspiró y en ese momento a su mente llego que en el manga el Luffy original, Nami y Zoro había llegado primero a la isla de los animales raro antes que a la isla de Usopp. El Monkey no supo cómo sentirse ante esa revelación.

—¿Qué dijiste Luffy? —curiosa Nami preguntó.

—Estamos en la isla de los animales raros —contestó el Mugiwara—. Ya había escuchado sobre esta isla. Aquí los animales son dos especies diferentes en una —informó en el momento que retomaba la caminata para adentrarse más en el bosque—. Por lo extraños de sus apariencias los animales son la razón por lo que los piratas huyen antes de encontrar el tesoro.

—Si lo que dices es cierto entonces... La leyenda sobre el castigo divino es falso —mencionó decepcionada la navegante.

—Oh... Un conejo —señaló el flaco a una larga serpiente de pelaje blanco y escamas en rosado claro, la cabeza tenía forma de serpiente pero sobre ella sobresaliendo dos largas orejas de conejo.

—No es un conejo, es una serpiente —puntualizó su compañero el gordo.

—Mmmm ni serpiente ni conejo... Es un conepierte o... ¿Un serpinejo? —murmuró el falco con seriedad—. ¡AY! ¡ME MORDIOOO! —gritó de dolor cuando el animal le mordió la nariz de repente.

Su nakama sin perder el tiempo corrió para socorrerlo, creando ambos un escándalo que seguro era escuchado por toda la isla. De entre unos arbustos salió un cerdo de gran tamaño de un color rosado claro, este tenía una melena marrón de león. El animal atraído por el ruido se acercó al gordo donde con unos grandes y filosos colmillos le mordió el trasero al desprevenido pirata.

—¡AAAHHH! —chilló de agonía corriendo de un lado a otro.

—¡CAPITAAAN! —lloriquearon ambos hombres en busca de ayuda.

Viendo el espectáculo a una buena distancia a Nami y a Luffy le salieron a cada quien un respectiva gótica en la cabeza. Notado lo divertido de la situación el capitán no dudo en sacar su Den-Den Mushi y tomar muchas fotografías.

—¿No vas a ayudarlos? —indagó la única mujer del grupo.

—Después... Vivirán unos minutos más —contestó tomando varias fotos de diferentes ángulos.

Una vez conforme con las fotos tomadas, Luffy se apiado de sus nakamas. Tomó a ambos animales por sus mandíbulas para abrirlos y dejar en libertad a los piratas, dejo al reptil sobre una rama y colocó al león que parecía cerdo cerca de un arbusto y lo empujo para que se alejara.

—Listo —avisó Luffy chocando sus palmas.

—¡Capitaaan! —agradecieron ambos nakamas a los pies de Luffy.

—Ya, ya, ya pasó —consoló un poco arrepentido Luffy por no haberlos ayudado antes.

—¡AAAAAAAAAHHHHHHHHHHH!

—E-Ese grito... ¿No era de... Coby? —nerviosa Nami preguntó.

—Vamos a ver —ordenó Luffy con el ceño fruncido.

Apartando apresuradamente la vegetación que se encontraba en su camino, el grupo de Luffy corrió hasta el lugar donde había provenido el grito de Coby. Salieron del bosque para encontrase con un espacio abierto con un pequeño claro de aguas cristalinas.

Luffy al igual que los demás no pudieron apreciar la belleza y tranquilidad del lugar cuando Nami chilló y señalo en una dirección. Automáticamente todos giraron sus cabezas para ver a Coby, recostado contra la corteza de un árbol, con el alma, literalmente afuera.

El gordo y el flaco solo pudieron abrazarse con miedo al ver que alrededor de Coby había una serie de agujeros que marcaban el contorno de su figura. Nadie debía ser un genio para saber que eso agujeros fueron causados por las balas de una pistola.

—¡Coby! —gritó Nami, en su rostro estaba plasmada pura preocupación. Sin decir nada más, avanzo unos pasos, dispuesta a correr hacía él.

—Espera —Luffy tomó la muñeca de Nami y la jaló, haciéndola retroceder.

—¡Luffy! ¿Qué estas hacien... ¡AAAH! —la navegante no puedo terminar su pregunta cuando una bala paso justo al frente de su cara.

—Ya te puedes ir —Luffy la soltó, con su mano libre este la coloco en su bolsillo.

—Gra-Gracias —agradeció ella tragando saliva, varias gotas de sudor bajaron por su cara hasta perderse en su pecho.

Nami se llevó las manos a su corazón, sintiendo los acelerados latidos. Levantó la mirada y vio a Luffy en ese momento su corazón se aceleró aún más. Pero no pudo detenerse a pensar en esto, cuando un estruendo se oyó haciendo que los pájaros de la zona alzaran el vuelo.

Luego de eso se pudieron distinguir el sonido de una pistola, gritos de rabia, ramas romperse y hojas moviéndose en todas direcciones y en algunos casos desprendiéndose de los árboles para así volar en la dirección que soplara el viento.

El alboroto se movía y se acercaba en dirección a ellos, sin que nadie lo esperara entre los arbustos salió un... Un arbusto dentro de un cofre salió corriendo. Detrás del arbusto salió volando Buggy con los ojos en blanco y dientes de tiburón.

El payaso, el cual solo contaba con su torso, brazos y cabeza, voló alrededor de un árbol bastante grueso persiguiendo el arbustos. Ambos dieron vueltas una y otra vez hasta que sus siluetas iban desapareciendo debido a la velocidad que iba.

De repente ambos se detuvieron jadeantes, pasaron unos segundo y ambos volvieron a correr.

—¡Detente! —ordenó Buggy al arbusto.

Mientras la persecución continuaba, los demás miembros de los tres grupos se reunieron en el claro, así como también las piernas del payaso, todos habían sido atraídos por el escándalo. En un movimiento inteligente el payaso se detuvo y se dio la vuelta, el arbusto intento detenerse, pero era demasiado tarde. Buggy lo había atrapado.

—¡Ya te tengo! —exclamó con júbilo el pirata—. ¡No te muevas! ¡Estas rodea... —Buggy abrió los ojos como platos y se apartó del arbusto—. ¡Por Enel! ¿Qué demonios eres tú?

El dicho «No juzgues un libro por su portada», se podía poner a prueba en ese momento. El arbusto en realidad había resultado ser el cabello afro de color verde de un hombre, este al parecer estaba atrapado en un pequeño y viejo cofre del tesoro.

El hombre tenía la piel oscura, seguramente por la exposición diaria al sol, su frente era amplia de tal vez unos cinco dedos, curiosamente sus cejas negras estaban unidas logrando formar una sonrisa, sus ojos eran oscuros y tenía una espesa barba marrón toda sucia y enredada.

—¿Eres hijo de esa caja? —Cabaji realizo la pregunta que todos los presentes se hacían en su cabeza.

—Sí —afirmó el hombre del afro verde con voz solemne—. Mi madre me sobreprotegía así que... —él parpadeo un momento ante lo que decía—. ¡CLARO QUE NO!... —gruñó observando a los piratas con ojos cautelosos—. Tal vez me sobrepasen en número pero no dejare que les hagan daño a los animales.

—Solo vinimos a explorar la isla —Luffy dio un paso al frente, ocultando el hecho de que su objetivo principal era buscar el tesoro de la leyenda—. No dañaremos a los animales. Somos piratas no cazadores.

—¿Piratas? ¿En serio? —el habitante de la isla sonrió de orea a oreja— Yo también fui un pirata... Mi nombre es Gaimon, soy el guardián de la isla.

—Soy el capitán Monkey D. Luffy y ellos son mis nakamas —Luffy le devolvió la sonrisa.

//SALTO DE ESCENA//

Después de esa peculiar reunión, la tripulación más Gaimon y sus animales, se dirigieron a la costa cerca de donde se habían anclado los barcos. La mayoría de los hombres en los barcos bajaron interesados en Gaimon y también en los peculiares animales, aunque el más feliz de todos era Mohji, el cual estaba rodeado de varios cuadrúpedos.

—¡VEINTE AÑOS! —fue la exclamación que hizo la mayoría de la tripulación.

Así es —asintió Gaimon—. Llevo en esta isla veinte largos años... Solo rodeados por estos animales. Realmente no recuerdo la última vez que hable con un humano. Aún no puedo creer que estoy sentado con todos ustedes.

El del afro verde solo sonrió, más que feliz de tener compañía humana. Contagiados por su alegría la tripulación también sonrió.

—Ano... Gaimo-san —llamó Coby, obteniendo toda la atención—. En 20 años, más de un barco debió haberse acercado a esta isla ¿Por qué es que aún sigues aquí?

—¡Es verdad! —apoyó Nami a Coby—. A pesar de la tormenta que rodea la isla algún barco debió haber anclado aquí.

—... — Gaimon no contestó de inmediato, meditando sobre que responder. Sus ojos oscuros se centraron en cada persona hasta que cayeron en el capitán.

Este no se giró a verlo, ocupado jugando con la trompa del elefante con piel de tigre. Gaimon sonrió con resignación, tal vez se arrepentiría, pero a pesar de ello él quería hablar. Sin más que pensar él decidió contar su historia.

Narro su historia de cómo veinte años atrás había llegado a esa isla junto a la tripulación pirata a la que pertenecía. Su objetivo era simple, encontrar el tesoro que se escondía en la isla. Un mes después de su llegada la tripulación habían encontrado unos cofres, pero para su decepción y la de sus ex-nakamas, todos y cada uno estaban vacíos.

Decepcionados y frustrados su tripulación habían vuelto al barco para partir, en ese momento Gaimon se había preguntado si alguno de sus nakamas se había molestado en revisar la cima de aquella gigantesca montaña de roca.

Con los ánimos levantados Gaimon decidió investigar. Escaló con algo de dificultad, dado a su constitución delgada no tenía casi fuerza en los brazos, pero con perseverancia llegó a la cima. Una vez que logro ver por encima pudo distinguir unos cuantos cofres de madera.

Debido a la felicidad y euforia que sintió perdió el equilibrio y sin más cayo de la montaña, afortunadamente su caída fue amortiguada por un cofre, un cofre en el cual quedó atorado y en el que actualmente residía. En ese momento había corrido hasta la costa para pedir la ayuda de sus nakamas pero para su sorpresa estos habían zarpado olvidándose completamente de él.

Claro que esto no le importo mucho al pensar que el tesoro era completamente suyo. Claro que luego se dio cuenta que estando atrapado en el cofre no podía escalar la montaña. El tiempo fue pasando y se fue encariñando con los animales hasta tal punto que los consideraba todos amigos, unos nakamas más confiables que los mismo humanos, debido al cariño que les procesaba Gaimon había decidido protegerlos así como su tesoro... De esa manera veinte años pasaron en un abrir y cerrar de ojos.

Todos los piratas presentes estaban conmovidos por la historia de Gaimon, incluso hubo algunos hombres que soltaron algunas lágrimas.

—¡Bien está decidido! —declaró Nami levantándose—. ¡Gaimon, subiremos a esa montaña y te daremos tu tesoro!

Luffy suspiró con decepción— Supongo que el hábito de robar a piratas no se le quitara jamás —murmuró para sí mismo.

—¡Eres una brujas rastrera! —gruñó con furia Buggy señalando con un dedo a la navegante—. ¡Se lo que estas planeando! ¡Quieres que bajemos el tesoro para que puedas robarlo! ¡Eso no lo permitiré!

—¡Buggy! —siseo Nami con un aura oscura a su alrededor.

El payaso trago saliva, y su confianza flaqueo por un instante ante el demonio que estaba enfrentando.

—Conque hasta aquí llego Buggy —dijo Luffy quitándose el sombrero y colocándolo en su pecho.

En el siguiente instante una lluvia de puñetazos volaron directamente a Buggy.

—¡Yo elijo a quien le robare! —informó Nami mucho más relajada después de que dio la paliza.

Luffy colocó su mano en uno de los hombros de Gaimon, se acercó lo suficiente para susurrar unas palabras que solo ambos podían escuchar.

—Como capitán me comprometo a que Nami ni nadie robe tu tesoro.

—Gracias... Supongo —a Gaimon le bajo una bota de la cabeza.

El habitante de la isla se preguntó mentalmente su había sido buena idea contarles sobre su tesoro a esa peculiar tripulación pirata.

//SALTO DE ESCENA//

El grupo no perdió tiempo para dirigirse al lugar donde residían los cofres del tesoro.

—Gaimon. Supongo que ya te diste cuenta pero nosotros originalmente veníamos a por el tesoro... Aun así nos diste su ubicación muy fácilmente ¿Por qué confiar en nosotros? —preguntó Luffy con curiosidad.

En el canon Gaimon había decidido confiar en el Luffy original, pero eso fue por varias razones. Ya sea en el manga Luffy había llegado solo con Nami y Zoro y en el anime se le sumaba Ussop. En los dos casos eran un grupo relativamente pequeño. Pero ahora Gaimon había conocido a tres tripulaciones piratas unidas en una.

El residente de la isla lo pensó por un tiempo, él subió la mirada y se encontró con los ojos de Luffy los cuales irradiaban curiosidad, aunque el contacto visual se vio interrumpido cuando la serpiente-conejo calló en la cabeza del Mugiwara. El animal se enrollo en el cuello del Monkey y este no parecía que se movería de allí en el corto plazo.

"Una persona que tiene tal encanto con los animales, no es una mala persona", pensó Gaimon con una sonrisa.

—Cuando dijiste que no eran cazadores, me di cuenta que venían a por el tesoro —confesó, él alzó la vista para ver la montaña a la cual se dirigían—. Me emocione por hablar con alguien a parte de mí mismo y también me alegre de ver piratas y recordar aquellos años de piratería de cuando era joven.

—Siempre pudiste mentir... Decir que no había tesoro, que ya otros piratas lo habían saqueado —presionó Luffy, el cual no quitaba la vista del reptil que dormitaba en su cuello, él no quería que el animal lo mordiera.

—No lo sé... Ustedes son diferentes a todos los piratas que he visto hasta ahora... Mugiwara tú eres diferente.

—¿Diferente?

—Si... Tal vez fue el hecho en que quisiste hablar conmigo y conocerme —habló deteniéndose en frente de la montaña rocosa —. Algo me decía que podía confiar en ti Mugiwara... Además a mis amigos animales les caes bien... —sonrió al mismo momento que cambiaba de tema—: Aquí estamos ¡Por fin llego el día!

—Bien, yo traeré el tesoro —informó Luffy.

Sin decir nada más el Monkey comenzó a saltar en el aire hasta alcanzar la cima, su pequeña demostración de habilidades se ganó varias miradas sorprendidas de algunos nakamas que no estaba al tanto de sus tantas habilidades.

Luffy una vez que piso la cima, camino sin mucho apuro hacia los cofres y; no se sorprendió en lo absoluto cuando vio que en el interior estaban completamente vacíos.

"Bien... ¿Ahora que hare?", pensó con una sonrisa triste.

—Oe ¡Mugiwara! ¿Por qué demonios tardas tanto? —preguntó Buggy, el cual había volado hasta allí solo con su torso—. Oh.

El entendimiento pronto golpeo al payaso.

—¿Sabes lo que hay que hacer? ¿Verdad? —Luffy lo miro con seriedad.

—Por supuesto —respondió Buggy con la misma seriedad.

Abajo, Gaimon era el más emocionado, después de veinte años por fin podría tocar su tesoro. La euforia que sentía se intensifico cuando ambos piratas se asomaron en la cima, ambos con dos cofres debajo de los brazos.

—¡Los tenemos! —gritó Luffy—. ¡Son cinco cofres!

El corazón de Gaimon retumbaba a toda marcha, como si hubiera estado corriendo.

—¡Muy bien Mugiwara, Buggy!... Ahora bájenlo —gritó el del afro a toda prisa.

Por un instante no hubo contestación y no se veía que los capitanes hicieran algún movimiento para bajar.

—Sabes Gaimon, eres demasiado confiado... Ahora tengo el tesoro en mis manos ¿Por qué debería dártelo? —el tonó de voz de Luffy había sido malicioso.

Nami frunció el ceño— ¡LUFFY! —regañó, algo dentro de ella se apretó fuertemente ante el pensamiento de que Luffy era como cualquier otro pirata.

—¿Lu-Luffy-san? —tartamudeó Coby dando un paso atrás, él no quería creer lo que estaba diciendo su capitán.

—¡Senchō! —gritaron incrédulos los hermanos Rey, Funan y Tigre.

—¡Monkey D. Luffy baja eso ahora mismo! —demandó furiosa la navegante—. ¡Ese tesoro le pertenece a Gaimon! —el flequillo ocultaba los ojos de Nami. Ella sintió en ese momento que toda la confianza que se había ganado Luffy había desaparecido, con algo de tristeza susurró—: Lo prometiste.

—... —Gaimon bajo la cabeza, cabizbajo—. Es-Esta bien... Déjenlos.

Después de que esas palabras salieron de la boca de Gaimon una gran cantidad de reclamos salido de todos los piratas reunidos. Moviendo las manos para calmar el alboroto, Gaimon logró que todos guardaran silencio.

—Mugiwara y Buggy son realmente muy amables... Demasiado amables para ser piratas —en ningún momento el hombre en la caja subió la mirada.

—¿Cómo?, ¿Qué?, ¿Qué quisiste decir? —eran las mayoría de las preguntas de los presentes.

Finalmente Gaimon subió la mirada para ver a ambos capitanes, por su rostro gruesas lágrimas bajaban como si de una cascada se tratara.

—Lo-Los co-cofres están... Están vacíos ¿Verdad? —preguntó Gaimon con una clara tristeza, pero a la vez con la esperanza de equivocarse.

—Si —contestó oscuramente Buggy.

La última esperanza de Gaimon fueron rotas por las palabras de Buggy. Los capitanes bajaron, tirando al suelo los cofres vacíos.

—Lo había sospechado pero... Pero... No quería admitir esa posibilidad —escurridizas lágrimas bajaron por el rostro de Gaimon.

—Volvamos a la costa —ordenó Luffy con voz suave.

Uno a uno los piratas se fueron alejando de la montaña; y en poco tiempo el sonido de las olas se escuchó y los barcos volvieron a estar a la vista. En todo el trayecto un silencio oscuro e incómodo que nadie se atrevía a romper.

Luffy suspiro, se acercó a Tigre y le susurró unas palabras al oído. Asintiendo con la cabeza el hombre obeso se fue, tomo uno de los botes de remos y se dirigió al Perla Negra.

—No te desanimes Gaimon —habló Luffy mirándolo a los ojos—. Hay muchos tesoros en el mundo esperando ser descubiertos... Especialmente el más grande de todos.

—El One Piece —murmuró, sus ojos brillaron al pensar en el tesoro—. Sí, tienes razón Mugiwara.

—Únete a mi tripulación Gaimon —pidió sin rodeos Luffy.

El del afro abrió los ojos como platos al igual que varios miembros de la tripulación.

—¿Lo dices en serio Mugiwara? —con alegría preguntó.

Monkey asintió con la cabeza— Sí.

El silencio volvió una vez más, mientras todos los presentes esperaban la respuesta del habitante de la isla.

—Eres muy bueno Mugiwara —Gaimon lloró de felicidad—. Pero no puedo aceptar, estos veinte años me he hecho amigo de estos animales —con sus manos señaló a todos los animales—. No me puedo ir y dejarlos solos. Me necesitan para que los proteja.

—... —Luffy lo miró a Gaimon y después a los animales—. Entonces que vengan con nosotros —dijo para lo que él era la solución.

—¿Qué? —preguntó Gaimon.

—¿¡Qué!? —exclamó Nami.

—¿¡QUEEEE!? —gritó todo el mundo.

—Vez el barco rosa —Luffy señaló al navío—. Aún no tiene un capitán, te lo ofrezco, en el puedes ir tú y tus animales... Una tripulación conformada por animales, eso nunca antes había sido visto —comenzó Luffy a murmurar para él mismo—. Seré la envidia de todos los piratas.

—Mugiwara —lágrimas de felicidad caían como cascada de los ojos de Gaimon.

Inmediatamente los piratas comenzaron a gritar de alegría por el nuevo miembro, incluso los animales comenzaron a realizar toda clase de ruidos.

—¡Senchō! —gritó Tigre saltando con dificultad del bote de remos, en sus manos traía una botella de sake y dos platillos.

Al ver los objeto que traía Tigre, los demás piratas guardaron silencia sabiendo muy bien los que sucedería a continuación.

—El juramento de padre a hijo —murmuró Gaimon conociendo perfectamente lo que aquello significaba.

Luffy se sentó al frente de su próximo nakama, Tigre se acercó y les dio a cada uno un platillo, seguidamente lleno cada uno con el sake. Gaimon se limpió las lágrimas y con semblante decidido alzó el platillo para que todo el mundo la viera.

—Yo Gaimon acepto tomar la copa de hijo con todos ustedes como testigos... Te seguiré a ti Monkey D. Luffy en tu recorrido para convertirte en el rey de los piratas y más allá, te serviré como espada y escudo hasta que de mi último aliento —levantó el platillo en dirección a Luffy y luego lo llevo a sus labios.

Luffy también bebió, el juramento estaba hecho y ya nadie lo podía romper, los piratas sombreros de paja estallaron en aplausos de alegría.

—¡MINNA! ¿Saben lo que esto significa? —preguntó Luffy con una sonrisa a su tripulación alzando el platillo vacío.

—¡FIESTA!

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Aclaratorias:

Nota de Autor:

Más de un año sin actualizar. Estoy más que segura que más de uno me quiere matar por esto, y en realidad lo siento. No tengo ninguna excusa para la tardanza, pero realmente espero que lo hayan disfrutado. Aviso que ya la mitad del capítulo siguiente está escrito y si todo sale bien, el próximo mes lo publicare. 

Beta:

JovannyAlonzo

Besos.

SaraDragonil1

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