-Levi Ackerman-
El último soplo de aire salió del equipo de maniobras, indicando que el gas se había terminado. Sin embargo, gracias a aquel movimiento desesperado había salvado la vida de sus compañeros y el titán excéntrico se encontraba en sus pies empezando a evaporarse.
- ¡Soldado ____ ! - gritó su capitán en forma de reproche.
- ¡Sí, capitán! - respondió.
Sabía que había incumplido ordenes directas y, probablemente, le esperaba una reprimenda severa. Aún así, lo único que se podía encontrar en sus ojos era determinación, la misma que había empleado al arriesgar su vida.
- ¿Acaso no escuchó la orden de retirada? - le recriminó, tal y como esperaba.
- ¡La escuché, capitán!
Los demás soldados contemplaban en silencio aquella escena, sorprendidos de la templanza de la soldado, pues cualquiera estaría temblando si el capitán Ackerman se dirigiera a ellos de esa forma.
- ¡Diríjanse todos a los caballos! ¡Volvemos a casa! - volvió a alzar la voz el capitán, pero esta vez dirigida a todo el grupo, o lo que quedaba de este.
Mientras cada uno subía a su caballo dos muchachos comentaban lo ocurrido mediante susurros.
- ¿Crees que la castiguen cuando lleguemos? - preguntó un soldado de pelo rubio a su compañero, que miraba con inquietud como la protagonista del encuentro tenía ahora la mirada baja.
- No lo sé, Armin - dudó, mientras por dentro estaba deseando que no fuera el caso. Después de todo, lo difíciles que eran los castigos de su capitán no era un secreto para nadie y no sería de su agrado que la joven que los salvó pasara por alguno de ellos.
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Ya habían pasado algunas horas desde que llegaron a la base cuando una presencia hizo que todas las voces del comedor se apagaran. Los ojos del responsable viajaron de mesa en mesa, buscando a alguien en especifico. La encontró en una de las mesas más alejadas del resto, donde habitualmente se sentaba sola con sus pensamientos, no obstante, esta vez se encontraba acompañada por tres soldados, los mismos a los que había salvado la vida.
Cuando sus miradas se cruzaron el primero en darse cuenta fue Eren, ya que se encontraba justo a su lado mientras los otros dos estaban de espaldas. Este puso su mano en la pierna de la chica en un breve intento de darle ánimos.
- Soldado _____, acompáñeme a mi despacho - la voz del capitán no se hizo esperar.
Sin mencionar palabra la nombrada se levantó y caminó detrás de este, notablemente nerviosa por saber que castigo le impondrían. Una vez allí, Ackerman rodeo su mesa y se sentó apoyando sus pies en esta mientras se limitaba a observar a su soldado.
- ¿Era consciente de que no le quedaba gas? - cuestionó al pasar unos segundos de silenció.
- Sí, capitán.
- Y a pesar de ello y de la orden de retirada lo hizo - continuó.
- Sí, capitán.
Aunque era incapaz de ocultar su nerviosismo su voz no mostraba ninguna duda, sabía que había cometido una insensatez, pero esta le permitió salvar a sus compañeros y no se arrepentía.
- Tuvo mucha suerte de que el titán no se percatase de su presencia, los excéntricos son muy impredecibles - con cada palabra el ambiente tenso de la habitación era cada vez más pesado, la joven no podía intuir a donde llegaría aquella conversación.
- Lo sé, capitán.
- Entonces, ¿por qué? - la mirada acusatoria cambió por una más demandante.
- Vi la oportunidad de salvar la vida de mis compañeros y la aproveché, aún si eso implicaba poner la mía en riesgo.
Un par de segundos de silencio, que para la soldado fueron eternos, se hicieron presentes. "Como el capitán decida que no es motivo suficiente estoy acabada", pensaba ella.
- Me alegro de que lo hiciera - volvió a hablar el capitán, haciendo que abriera los ojos sorprendida -. Sin embargo, desobedeció una orden y eso es algo que no puedo pasar por alto, por lo que sus entrenamientos se alargaran una hora durante esta semana y cuando acabe vendrá a quitar el polvo de mi despacho.
Suspiró aliviada, pues no era un castigo excesivamente duro al fin y al cabo, sin contar con que debería pasar tiempo a solas con Levi todos los día para realizar la segunda parte de su tarea y no tenía claro si aquello la disgustaba o la ilusionaba, después de todo también sentía una fuerte admiración por su capitán. Este se replanteaba si había hecho una buena elección de castigo, el cual no tenía nada que ver con los que imponía de normal. "No está mal tenerle misericordia a quien salvó parte de mi escuadrón, ¿verdad?", no tenía la respuesta a su propia pregunta pero algo tenía claro, Hange se iba a burlar de él por esto.
- Entendido, capitán. Si eso es todo, me marcho.
Estaba cerrando la puerta del despacho detrás de sí cuando lo escuchó.
- Nos vemos mañana, ______.
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