-Kageyama Tobio-
Nota: basado en la segunda temporada.
El equipo de Karasuno se encontraba entrenando en la cancha mediante un partido, con los jugadores divididos en dos, mientras el entrenador les observaba sin ánimos y deseando que acabaran; después de todo había intentado finalizar el entrenamiento dos partidos atrás, pero sus jugadores parecían no cansarse nunca.
— Ukai, tengo algo que anunciarles a los chicos — habló el profesor Takeda adentrándose en el gimnasio.
— Si consigues que se detengan son todos tuyos —le respondió.
Después de varios intentos fallidos por parte del profesor para intentar que le prestasen atención no le quedó más remedio que alzar la voz a la espera de una reacción positiva debido a la noticia.
— ¡Viajaremos a Tokio! — exclamó ilusionado, aunque su expresión cambió cuando el equipo le dedico una mirada confusa, una respuesta bastante lejana a la que él había previsto.
— ¿Vamos a jugar contra el Nekoma? — preguntó Hinata, con ansias de quizá poder enfrentarse de nuevo a ellos.
Con el interés de los jugadores sobre él Takeda procedió a dar la noticia con más detenimiento; no solo confrontarían al que consideraban su equipo rival, también a todo el Grupo de la Academia Fukurōdani, compuesto por varias escuelas de Kanto que a menudo realizaban partidos de práctica conjuntamente. Todos se sorprendieron ante la invitación, pues de no ser por Nekomata —el entrenador del Nekoma— hubiese sido muy improbable que el Karasuno hubiera podido unirse al grupo, tenían mucho por lo que agradecerle.
Sintiendo la emoción ante aquella gran oportunidad continuaron con el partido que habían dejado a medias con aún más energía y ante la atenta mirada de su entrenador, a quien ya no pareció importarle llegar a casa en horas tardías de la noche; ver a los chicos tan motivados también le había animado a querer esforzarse al máximo.
Sin embargo, para lograr ir a Tokio todavía tenían un obstáculo que superar: aprobar todos los exámenes finales, tarea especialmente difícil para Tanaka, Hinata, Nishinoya y Kageyama, quienes tenían ciertas dificultades para el estudio. Debido a la desesperación que sentían por la posibilidad de no ir a Tokyo en caso de suspender, ya que las clases de repaso obligatorias para alumnos atrasados eran el mismo fin de semana, se vieron obligados a pedir ayuda a Tsukishima, a quien no le agradó demasiado la idea. Por suerte, su nueva manager Yachi no solo era adorable, también muy inteligente, por lo que se ofreció a echarles una mano.
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El día anterior al viaje llegó y la ilusión por jugar era notable en el rostro de los jugadores, excepto en los de Hinata y Kageyama que habían suspendido inglés y literatura respectivamente. Ambos se veían depremidos, pues haber reprobado por errores tontos que hubieran podido solventar poniendo un poco más de atención no era un plato de buen gusto.
— Vuestras clases son mañana por la mañana, ¿verdad? — les preguntó Tanaka recibiendo un asentimiento decaído por su parte — Conozco a alguien que puede traeros cuando acabéis, así solo perderíais algunos partidos.
— ¡¿En serio?! — gritaron de forma coordinada con esperanza.
Y así lo planearon, mientras Hinata y Kageyama realizaban sus clases la hermana de Tanaka les esperaba fuera para llevarles junto al grupo. Allí el resto de jugadores del Karasuno bajaban del autobús dispuestos a ganar la mayor cantidad de partidos posibles. Fueron recibidos por el Nekoma, quienes les esperaban con ansias.
— Bienvenidos, será un placer volveros a machacar — les saludó Yamamoto, o mohicano como le solían llamar refiriéndose a su pelo, con una sonrisa triunfante —. ¡¿Eh?!, ¿por qué ahora tenéis dos mánagers lindas? — cambió su tono al percatarse de que Shimizu estaba acompañada de Yachi.
— Este en el verdadero poder del Karasuno — respondió Tanaka interponiéndose en su campo de visión con una pose victoriosa, sin darse cuenta de que sus managers ya se habían marchado incómodas por la situación acompañadas por la mayoría de sus compañeros.
— Conseguimos una manager linda y ahora ellos tiene dos — dijo indignado Yamamoto—. Kuroo esto no justo.
— Deja de quejarte, con nuestra manager no necesitamos más — le reprendió el nombrado.
— ¿Tenéis una manager nueva? — cuestionó Nishinoya introduciéndose a la conversación.
Antes de que alguien respondiera la atención de todos fue robada por una joven que salió del polideportivo mirando a su alrededor como buscando a alguien, y es que no era para menos, pues sus rasgos finos y su cabello brillante la hacían ver realmente bonita. Cuando sus ojos se posaron en ellos sonrió y empezó a caminar en su dirección. "Está viviendo hacía aquí...", pensaron nerviosos Tanaka y Nishinoya, sin saber muy bien como reaccionar.
— ¡__________! — la saludó animadamente Kuroo permitiéndoles fantasear también con su nombre —. ¿Ocurre algo?
— El entrenador me mandó a buscaros, tenéis que calentar — le contestó con una expresión amigable.
— Y esta es nuestra manager, ¡el verdadero poder del Nekoma! — anunció Tanaka ante las caras expectantes de los dos chicos del Karasuno, arrebatándoles un pequeño grito de incredulidad.
Por otro lado, la causante del revuelo interrogó con la mirada a Kuroo intentando entender que ocurría y porque Tanaka estaba tan feliz de repente. Este se limitó a encogerse de hombros, incapaz de decirle que aquello lo había causado ella con su sola presencia.
— Ellos son Tanaka y Nishinoya, vienen del equipo del Karasuno — se los presentó.
— Es un placer, los veré dentro mientras juegan — habló ella con una sonrisa para volver a dirigirse al polideportivo con sus compañeros de equipo detrás.
— Nos estará viendo... — susurraron ambos fascinados.
Poco tiempo después todo el equipo se encontraba realizando partidos de prácticas junto a otros como el Ubugawa, Shinzen o el propio Fukurōdani, pero muy alejados de sus expectativas iniciales no lograban ganara ni un solo set, teniendo que dar vueltas a la cancha realizando paradas como castigo. Sus contrincantes empezaban a dudar del buen ojo de Nekomata, no lograban entender porque los recomendó; no eran malos, pero eran mediocres. Justo cuando el ánimo del equipo empezaba a decaer en un tiempo muerto del partido contra el Nekoma Hinata y Kageyama se hicieron presentes, dejando expectantes a quienes no los conocían.
— ¡Chicos!, rápido tenéis que ayudarnos a defender el honor de nuestras managers — les gritó Nishinoya cuando se percató de su llegada.
— ¡Nosotros defenderemos el honor de nuestra manager! — exclamó Yamamoto en respuesta.
— Yo no necesito que nadie defienda mi honor... — dijo _________ en voz baja.
— Nosotras tampoco... — continuaron Shimizu y Yachi.
En algún momento del partido los energéticos de cada equipo empezaron una discusión sobre quien las impresionaría más con sus jugadas, hasta que la conversación fue derivando en apostar su honor en la batalla al más puro estilo medieval. Como ya se había hecho costumbre a lo largo del día toda la atención de los presentes estaba sobre ellas, avergonzándolas. Los recién llegados no fueron la excepción, analizado a la nueva manager del Nekoma.
— Es linda, pero no le gana a Shimizu — le mencionó Hinata a Kageyama, quien no podía estar más en desacuerdo; sin embargo, decidió mantener silencio, pues estaba seguro de que empezar una disputa sobre quien era más linda no ayudaría con la incomodidad que ellas sentían.
El partido continuó con el dúo ya incorporado y aunque conseguían rebajar la ventaja de sus rivales parecía ser demasiado tarde para alcanzarles. Durante una jugada consiguieron marcar un punto usando uno de sus ataques rápidos y sus compañeros se acercaron a felicitarles; no obstante, Kageyama se encontró a si mismo casi sin darse cuenta observando a ___________ y queriendo que esta hubiese apreciado su colocación, su sorpresa llego cuando se dió cuenta de que ella ya estaba sonriéndole. A partir de ese momento tomaron un mejor ritmo gracias a las colocaciones precisas del chico, realmente parecía que tenían posibilidades de ganar.
— Creo que nunca había visto a Kageyama tan motivado — mencionó el profesor Takeda al entrenador.
— Puedo imaginar el porqué — respondió viendo a la chica nueva, que se encontraba hablando tranquilamente con Yachi sobre cómo ambas consiguieron sus puestos recientemente.
Finalmente se anunció el fin del partido y, siendo este el último del día, del entrenamiento; Nekoma había vuelto a ganar, pero no se lo habían puesto fácil. Ukai estaba apunto de despedirse y marcharse a su dormitorio cuando Nekomata se acerco a él.
— Ukai, ¿puedo pedirle a uno de tus chicos que nos ayude a recoger?
— Sin problema, avisaré a Daichi.
— En realidad estaba pensando en Kageyama — aclaró, a lo que el entrenador asintió sin darle importancia.
Él mismo se dirigió al joven para que le acompañara, acercándolo al banco donde se encontraba __________ .
— Mis chicos suelen quedarse entrenando y no quiero que ella se quede esperando sola, ¿me harías el favor de acompañarla? — le preguntó mirando a ambos.
— Entrenador, no es necesario — intentó protestar ella, pero parecieron no escucharla.
— Está bien — aceptó él con nervios, apenas había empezado a despertar su interés por la chica y ahora se preguntaba que debía decir para causar una buena impresión.
Aquello se convirtió en una escena extraña en la que con un sonrojo en las mejillas mantenían el foco en los jugadores que se encontraban practicando remates. Al otro lado de la cancha los entrenadores de sus respectivos equipos se marchaban.
— Así que necesitabas ayuda para recoger — habló Ukai —. ¿Qué tramas?
— Seré viejo, pero no ciego. Solo les he dado un empujón a esos dos — rió.
Los minutos pasaban y ninguno parecía reaccionar. El ambiente solo empeoró cuando cierto jugador del Nekoma se percató de la cercanía de ellos, no dudando en intervenir.
— ¡Rey! — le llamó Yamamoto por el apodo que tanto odiaba —. No te atrevas a intentar robarnos a nuestra manager — le advirtió acercándose de forma amenazadora.
— Ella no es de tu propiedad — le resaltó poniéndose a la defensiva, pues no le gustó que hablase de ella como si de un objeto se tratase.
Esas palabras solo consiguieron enfadar al mohicano, quien agarrándole de la camiseta le levantó y le acorraló contra la pared, haciendo que se diera un golpe en la cabeza. Su intención de gritarle era clara pero un brazo se interpuso y apoyó la mano en su pecho intentando retenerle, pues no tenía la fuerza necesaria como para separarle completamente. Queriendo quitarse de encima a quien fuese giró en esa dirección, pero se relajó al ver que se trataba de __________, a quien no podría hacerle ningún tipo de daño.
— Kageyama tiene razón, no soy propiedad de nadie y no deberías ser tan posesivo conmigo — habló ella con determinación haciéndole retroceder entristecido, hasta ese momento no había pensado en las molestias que podría causarle a quien intentaba proteger.
— Iros a descansar, nosotros nos ocuparemos de recoger cuando acabemos — dijo Kuroo intentando aligerar el ambiente al mismo tiempo que colocaba una mano en el hombro de su compañero a modo de consuelo.
Sin ver la necesidad de responder la chica agarró la mano de Kageyama comenzando a caminar en dirección a los dormitorios, no se dieron cuenta de que seguían agarrados hasta que llegaron a la entrada de los dormitorios, aquel gesto se les había hecho muy natural y el camino se les hizo demasiado tranquilo como para hablar de lo que acababa de ocurrir.
— Siento mucho lo de antes, no quise que te vieras involucrado en algo así — se disculpo ella cuando llegaron al punto en el que debían separarse para ir a sus respectivos cuartos.
— No fue tu culpa, no te preocupes — la tranquilizó.
— Pero te golpeaste, ¿tu cabeza esta bien? — cuestionó mientras se acercaba a él intentando examinarlo.
— ¡Sí! — exclamó alto y alterado debido a su cercanía —. De verdad eres linda... — susurró, para después agachar la cabeza al darse cuenta de que lo había dicho en voz alta.
— Tú también eres lindo... — le correspondió —. Deberíamos ir a dormir, buenas noches.
Ni siquiera ella supo porque lo hizo, pero antes de marcharse le dió un beso en la mejilla dejándolo paralizado de la sorpresa; solo volvió en sí cuando salió de su campo de visión y se llevo la mano a la cara sintiendo aún sus labios en ella.
— ¿Kageyama?, ni que hubieses visto un fantasma — bromeó Hinata, quien volvía de haber estrenado.
Sin mediar palabra el nombrado dió media vuelta y se marchó a su dormitorio con solo un pensamiento en su cabeza: si ella era un fantasma era el más bonito de todos.
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