Capitulo 2: Primeros recuerdos
⚠️ Advertencia ⚠️
Este capítulo puede contener escenas fuertes, maltrato psicológico y físico, bullying, mención de trauma, tráfico humano, entre otros. Por favor tener discreción.
Cabe resaltar que NO apruebo y mucho menos acepto todos los tratos, antes mencionados, también recordar que está es un historia ficticio que busca mostrar o relatar la verdad del mundo sin filtro, aunque parezca demaciado cruel quiero ser lo más realista posible.
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Solo miraba en dirección a la casa escuchando los diferentes gritos que mis padres se lanzaban, lloro sentada en las piernas de una de mis madrinas y veo las estrellas que adornan la noche, acurrucada en donde estaba con mi pequeño cuerpo de 6 años, esta es la primera pelea de mis padres este año. En un momento los gritos suben de intensidad y rápido salgo de los brazos que me sostenían para correr dentro de la casa, entrando al cuarto de mis padres donde mi madre empacaba sus cosas, lloro aún más ante esto.
—Mami ño te vala —digo estallando en llanto a lo que ambos me observan parando su discusión.
Sus miradas se clavaron en mí y sentí miedo en ese momento, luego de unos minutos sonrieron abrazándome acepte gustosa dejándome rodear por ellos.
Tengo miedo de que ambos me abandonen y sé que este es el miedo de cualquier niño.
Estaba en el banco con mi madre según ella estábamos allí para hacerle un favor a mi papá, jugaba con una pequeña libreta en mis manos en la que intentaba escribir mi nombre, lo cuál no se me complicaba tanto para mis 7 años de edad, en un momento levanté la vista viendo con curiosidad a las personas del lugar, veía a mi amigo Káiser sentado frente a mí, mi familia dice que el es imaginario, que no existe, aunque sé que es todo lo contrario. Sonrió, pero está sonrisa se esfuma y mi expresión cambia a una de temor cuando siento que me tiran debajo de las escaleras que daban a la segunda planta del bando, algunas personas se tiran sobre mí y es en ese momento que me aterro, en el instante en el que iba a gritar alguien me lo interrumpe cubriendo mi boca y sólo lloro en silencio, viendo como una señora estaba encima mío cubriéndome con su cuerpo con la intención de que no me vieran.
—¿¡Dónde está la niña!?
Escucho la voz de un hombre furioso y me encojo un poco en mi cuerpo, algo que siempre he odiado desde que tengo 5 años es mi capacidad para entender a las personas y mi mente; que graba cada detalle que ve.
Escucho como a varios hombres, por lo que deduje, las diferentes voces amenazan a las señoras detrás de las taquillas con artefactos extraños que veo de reojo.
Luego de unos minutos u horas que parecieron eternos, la señora sobre mí se levanta y suspiro levantándome de igual manera, nerviosa y asustada corro hasta mi mamá rompiendo en llanto al estar en sus brazos.
—Ya pasó, todo está bien.
Sus palabras en un susurro cálido evitan que entre en pánico, pero aún así no me alejo de ella en ningún momento al sentir un nudo formarse en mi garganta.
—Parece que también pensaban llevarse a la niña—Suspira la señora que estaba sobre mí hace unos momentos —El secuestro a los niños se está volviendo más común, solo para venderlos.
Esas palabras casi no las entendí, pero al sentir el fuerte agarre de mi madre comprendí que no era nada bueno.
Al sentir esto y a Káiser restregarse sobre mí me sentí un poco relajada, aunque mis lágrimas no dejaran de salir.
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Ya no sé qué me frustran; si sus peleas o el miedo de abandono, pero aún después de todo, esto es normal en un niño, ¿no?
Sus discusiones llegan hasta la casa del vecino dónde me encuentro, sé lo forzados que son para distraerme, después de todo nunca he sido una niña fácil con mis pensamientos, a esta edad es algo que nadie sabe, siento que no deberían saberlo, sólo empeoraría mi situación. Salgo corriendo de regreso a mi casa al notar la distracción de los vecinos y escuchar un grito, en el mismo se escucha claramente mi nombre, entro por la puerta tracera de la casa.
Llevé mis manos a mi boca para callar un sollozo, aún así la exclamación de temor no tardó en salir de mis labios.
—¡No!—Cerre los ojos aterrada, respire profundamente y al abrir nuevamente los ojos...
Mi madre bajó la botella de vidrio que sostenía sobre la cabeza de mi padre quien estaba arrinconado contra la puerta que daba al frente de la casa con los ojos cerrados.
Ella desvió la mirada de mi padre hacia mi y viseversa, finalmente deja la botella junto a ella, sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas saliendo corriendo al cuarto de ella y mi padre me observó para luego salir tras mi madre, desde donde yo estaba sólo escuchaba los sollozos de ambos.
Suspiré caminando para recojer la botella y colocarla en su lugar, observando el resto de la colección que estaban allí.
—No quiero ni imaginar qué hubiera pasado si no llegaba —Murmuro bajo.
—Ni lo menciones, no es la primera vez después de todo
Asiento ante las palabras de Káiser y aún con lágrimas en los ojos voy al cuarto de mis padres, ellos estaban abrazados, me acerco a ellos uniéndome al abrazo.
—Será la última grave en años—murmura en mi cabeza, causando que lo escuchará.
Pensé que los únicos problemas los tendría en casa... Qué mal pensar eso, en la escuela nada cambia, después de todo; los problemas me siguen, suspiró al escuchar la campana de la merienda, salgo viendo a mis amigas esperarme, voy con ellas y juntas nos vamos a un lugar de la escuela a comer tranquilas después de todo solo tenemos 8 años estando en 3° grado, después de comer charlamos un poco, o bueno, ellas lo hacían, me gusta más escuchar que hablar.
—¿Ustedes están listas para el exámen de mañana?—Pregunta Leonela la más alta del grupo y tímida en cuanto al resto de personas, su cabello es enrrulado, su piel morena y ojos marrones oscuros son buena combinación.
—¿Porque les aterra tanto?—Alzo una ceja observándolas a todas, somos un grupo pequeño, de 5 sin contarme a mi.
—Mari, una cosa es que puedas pasar fácilmente esos exámenes a nuestra edad, en cambio a nosotros nos cuesta —Justifica Alaska, ella casi es de la misma estatura que Leonela, le gusta que le digamos Ala, su piel es clara, cabello castaño claro y ojos marrones claros, casi ámbar.
Suspiro—Lo siento, Ala...
—Ala tiene razón Mari, nos superas en eso así que mejor no lo menciones—Añade esta vez Dakota, ella es la más pequeña de todas nosotras en estatura, su cabello es negro corto a la altura de los codos, piel morena y unos grandes ojos negros.
—Ya lo sé, perdonen...
Quedé callada al sentir algo estallar en mi cabeza, causando que mi cabello se mojara, al menos tuve la suerte de que mi uniforme no fuera mojado por esa sustancia.
—¡¿Adriana, cómo pudiste?! —Escuché cómo Ala exclamaba en mi defensa y las risas de Adriana con su grupo de amigas.
—Siempre tan odiosa ¿no?—Gruñó Káiser a mi lado.
Me toqué el cabello ignorando el desastre a mi alrededor, notando que este no sólo estaba mojado sino también con un chicle, tomé mis cosas levantándome para salir de allí.
Llegué al baño y prosedí a secar mi cabello con un pequeño trapo que siempre traigo conmigo, suspiré notando mis ojos llorosos, saliendo de allí voy al aula de clases encontrando a la profe... Lástima que las cosas nunca se resuelven...
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Visitar a la familia nunca me ha gustado, tener que soportar las conversaciones y estar viendo a la nada sólo por el rechazo de mis primos, según porque soy muy "compleja".
Estamos en el Hato, un pequeño pueblo rodeado de playas a 45 minutos de nuestra casa, mi madre y padre conversan con mis tíos, mientras yo hablo internamente con Káiser.
—Con que otra vez solos—Comenta con amargura.
Río por lo bajo contestando le mentalmente—Sabes que es lo mejor, estar solos que mal acompañados
Veo su retorcida sonrisa en mi mente— Amo cómo piensas
—Mariam vamos a salir, ya volvemos, ¿vienes o nos esperas?
Miro a mi madre y asiento, pero antes de responder, escucho que me llaman.
—Mariam, ven a ver los conejos —Dice mi tío desde la cocina.
Veo a mi madre y ella asiente yéndose, me encojo de hombros, observo a Káiser su pelaje brilla en un negro más intenso de lo normal y desaparece de mi vista, restándole importancia camino hasta la cocina encontrando a mi tío con un pequeño conejito en sus manos, sonrío y él me lo pasa, lo acaricio aún sonriendo, me encantan los animales y me distraigo con el conejo, escucho como el carro de mi papá arranca y de un momento a otro ya no tengo el conejo en mis manos, mi tío vuelve a colocarlo en la jaula con los demás.
—Camina de regreso a la sala y luego vámonos de aquí
Escucho la voz de Káiser en mi cabeza, confío en él y comienzo a irme de la cocina, pero al intentar salir de esta, siento como me toman del brazo acorralando me contra la pared, parpadeo sorprendida y veo a mi tío sosteniendo mis manos por encima de mi cabeza impidiendo irme.
Sonríe —Al fin solos pequeña —Me acaricia el rostro y lo miro asustada, el se inclina y une nuestros labios causando que me asustara más, forcejeo intentando salir del agarre.
De un momento a otro el me suelta y se aleja, no entendí que paso, pero supe que estaba mal, no pasó más nada, pero aún así, comenze correr fuera de la casa en dirección a la casa de mi prima Luna, es mayor de edad y vive sola, al estar en la puerta de su casa, toco la puerta fingiendo una sonrisa al ver a mi tía.
—Oh mi pequeña —Me abraza —¡Qué grande estás!.
Correspondo el abrazo escuchando la voz de Káiser.
—Suerte que ella vive a seis casas de distancia
Veo como comienza a desaparecer de mi mente—¿Káiser? ¿A dónde vas?
—Tranquila nunca me iría estoy aquí para cuidarte solo no me verás por un tiempo—Finalmente desaparece.
Comienzo a llorar al ya no sentir a mi amigo imaginario —Gracias —murmuro y mi tía me observa confundida.
Ambas entramos a la casa y la ayudo a limpiar la casa, esto me ayuda a olvidar lo que pasó recientemente y no le tome importancia tampoco, supongo que era cariño y ya.
Y lo de pequeña, bueno la verdad si soy más pequeñas que otras niñas de mi edad.
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